Para los profesores de lengua y literatura, este blog pretende ser la Cueva de Alí Babá, en la que encontrar alguna idea, algún germen que permita abrir caminos, sembrar dudas, avivar el seso de los más inquietos.
Diez años en Twitter, casi nada. Es momento de pensar en lo que me ha aportado esta red social, en lo que fue y en lo que se ha convertido para mí. Seis meses después de crearme la cuenta, escribía esto en el blog:
El descubrimiento de Twitter hace aproximadamente seis meses me proporcionó una sala de profesores virtual. (...) En Twitter converso con personas a las que conocía del mundo de los blogs; comentamos noticias, compartimos recursos, contamos chistes, pinchamos música, decimos tonterías, nos indignamos con los políticos, etc. Y, del mismo modo que hay días en los que no hablas con nadie en una sala de profesores, hay periodos en los que permanezco escuchando sin hablar, o ni tan siquiera me asomo a la puerta de Twitter para no enredarme en conversaciones más o menos banales. Seguramente, Twitter ofrece posibilidades didácticas que saldrán a la luz cuando las aulas tengan acceso normalizado a las redes. Mientras tanto, Twitter es mi sala de profesores a medida.
¿Qué queda de aquello? En realidad, sigue siendo un claustro a medida, aunque con mi actual nivel de seguidores y seguidos me resulta inabarcable. También sirve para comentar y compartir noticias del ámbito educativo. Sin embargo, cada vez converso menos con mis compañeros de los blogs, algunos de los cuales han ido abandonando no solo los blogs sino también Twitter. Mantengo lo de decir tonterías, pero voy perdiendo esas conversaciones banales de tú a tú, a veces porque se llenan de ruido o de comentarios inesperados fuera de lugar. Pero lo que me mueve a la reflexión es este comentario: "hay periodos en los que permanezco escuchando sin hablar, o ni tan siquiera me asomo a la puerta de Twitter". He llegado a un punto en el que no desconecto, en el que vivo inmerso en la red. No es que esté continuamente leyendo y escribiendo, pero sí que hay una adicción al timeline, un enganche que me preocupa, ya que quita tiempo al ocio y a otro tipo de tareas. Decía hace poco Alberto Bustos que se había tomado un descanso de las redes, y me planteé hacer lo mismo, empezando por desinstalar las aplicaciones de Facebook y Twitter del móvil. Llevo una semana con ello, pero compruebo que hago trampas, porque comencé entrando en Twitter con el navegador del móvil y pronto he pasado a tener Twitter como pantalla de inicio, lo que me lleva de nuevo al punto de salida. ¿Y qué tiene de malo pasar tanto tiempo en Twitter? os preguntaréis algunos. Bueno, es cierto que esta red social aporta un flujo continuo de información de calidad sobre educación (y otros campos de interés), con opiniones y materiales muy interesantes para nuestro oficio. También es un lugar propicio para la protesta y para el activismo, aunque a menudo solo de boquilla. Sin embargo, se ha convertido también en un territorio hostil de enfrentamiento, con perfiles que se parecen demasiado a los matones de barrio o a los chulitos de instituto, con mucho grito y poca cabeza. He visto insultos, menosprecios, acoso, burlas... ejercidas por docentes, algo que me sobrecoge, porque creo que no se puede ser buen educador si no se es primero buena persona. Escribí hace unos años que las redes se habían llenado de malos humos, especialmente en un Twitter polarizado en dos bloques con los que no me sentía a gusto. No me gusta bloquear (apenas lo he hecho en dos o tres ocasiones), pero últimamente tengo que silenciar cuentas que solo destilan odio. No me gusta y por eso me planteo, como Alberto Bustos, un descanso en las redes. No sé si lo conseguiré y si acabaré escribiendo algo así como "21 días sin Twitter", al estilo de mi artículo "21 días en Twitter", que ahora miro casi como una reliquia de otros tiempos. Diez años en Twitter, uf.
He pasado el fin de semana purgando, exportando y guardando contenido de algunas de mis páginas de Wikispaces, que anunció su cierre definitivo para finales de este mes de julio. Algunos de esos contenidos ya los doy por perdidos, como ocurre con la antología poética colaborativa que sirvió de homenaje espontáneo por la muerte de Ángel González. En 2008, a través de la conexión de blogs educativos (no había Twitter), un grupo de profes y simpatizantes nos lanzamos a grabar podcasts con los poemas de Ángel González. Los recogí en un wiki en Nirewiki, que cerró en 2011, obligándome a migrar a Wikispaces. En aquella exportación ya se habían perdido la mayoría de podcasts, los de Odeo o los de Divshare; con los años también se perderían los de Goear. Creo que ahora ya no queda ninguno de ellos activo.
También desaparecerán, como lágrimas en la lluvia, los contenidos de las dos ediciones de "Callejeros literarios en Castellón y Borriol". Permanecerán los vídeos y los documentos del alumnado (si no han cerrado ya sus cuentas), pero no la plataforma que los agrupaba, a no ser que me tome el trabajo de clonar una a una sus páginas.
De igual modo desaparecerá Littera, un intento de portfolio personal en el que he ido publicando recursos propios y enlaces de interés a lo largo de años. Este wiki lo he redistribuido en dos páginas del blog, el currículum vitae y una página de recursos y proyectos. El resto de contenidos lo he ido almacenando en documentos de Google Drive para que no se pierda.
Este trasiego me lleva a pensar qué ocurrirá el día que me toque rescatar todo lo que tengo en Google Drive, Blogger, Slideshare, Scribd o cualquier otra plataforma de esas que aun resisten y que tanto y tantos usamos. También me hace pensar que los principios de colaboración y difusión que dieron origen a aquella web 2.0 quizá hayan caducado con la misma rapidez. Cada día cuesta más encontrar profes que comparten actividades y tareas de manera organizada, más allá del tuit, más allá de una comunicación en unas jornadas o congreso. Pocos mantienen vivos los blogs educativos y muchos menos ofrecen un portafolio docente con sus experiencias de aula. No es una crítica, sino una reflexión en voz alta. Puede que nos hayamos cansado de compartir, que no tengamos tiempo de ello, que la red no ofrezca ya la retroalimentación positiva que suponía en su origen, que las críticas negativas desanimen a muchos a la hora de compartir, que la desconfianza de esas plataformas efímeras nos haga más cautos... Puede haber tantas razones para compartir como para no hacerlo. Es una pena que esté ganando el silencio, un vacío que otros llenarán con productos de mercado.
Mis recientes funciones de Director han tenido como efecto colateral el retraso en la entrega de las memorias trimestrales de actividad que voy publicando en el blog desde hace años. Aunque la carga de trabajo docente es inferior, sólo diez horas lectivas semanales, la complejidad y diversidad del cargo, y más para un novato, provoca que siempre haya tareas urgentes que me alejan de la vida en las redes. Sin embargo, he defendido -y defiendo- hasta la saciedad la exigencia profesional de detenerse en el camino, de sentarse y mirar hacia atrás, para contar públicamente nuestra tarea docente a los cuatro vientos, por un lado, como bálsamo contra la impotencia o la tristeza de los momentos duros, y por otro, como testimonio de los logros, pequeños o grandes, que llevamos a cabo a diario en nuestro oficio. Ahí va, pues, esta memoria en tres actos.
Primer acto: la dirección
Allá por septiembre, conté en el blog todas las actuaciones que estábamos poniendo en marcha dentro de nuestro proyecto de dirección. Pasado el trimestre, algunas están ya funcionando con mayor o menor éxito. Veamos algunas:
Hemos establecido vínculos de interacción con la Universitat Jaume I, concretamente a través del Máster de Secundaria y del Máster de Psicopedagogía. Todos los alumnos del máster de Secundaria, al margen de los que vengan a hacer las prácticas al centro, tienen que resolver un caso práctico de atención a la diversidad con los parámetros reales de nuestro centro. En un par de sesiones, les conté los recursos y las necesidades que tenemos y ellos deben organizarse como pequeños equipos directivos para darnos sus soluciones, que contarán en unas sesiones en mayo. Por otro lado, tenemos dos alumnas de Psicopedagogía haciendo prácticas en el Departamento de Orientación.
Se han puesto en marcha las reuniones mensuales de Delegados de grupo, con interesantes aportaciones que intentamos resolver. De este estímulo a la participación del alumnado ha surgido el Front d'Estudiants del Bovalar, la primera asociación de alumnos del centro. Siguen adelante los patios lúdicos, la propuesta de juegos populares no sexistas a la hora del patio, con acompañamiento de un docente de Educación Física. También a la hora del patio se ha habilitado un Aula de Ocio (Aula d'Esbarjo), cediendo la gestión al alumnado de Bachiller.
Estamos reactivando la Revista Riu Sec, de momento en versión digital (en formato blog y en Facebook y Twitter) como órgano de difusión de las actividades del centro, pero con intenciones de que haya una versión impresa antes de final de curso. En la revista se van haciendo visibles todas las actividades y hechos relevantes que afectan al centro, como, por ejemplo, el reconocimiento en la lucha contra la violencia de género.
Se ha puesto en marcha la iniciativa Bovalar projecta, que busca incentivar el ABP en los primeros cursos de ESO y en el PMAR. Con el apoyo de Francesc Collado, estamos haciendo un curso de formación en el centro y queremos preparar una semana de los proyectos para compartir y difundir trabajos de cada asignatura, orientados al tema de la Sostenibilidad, principalmente con el leit-motiv del uso de la bicicleta.
Hemos revisado y digitalizado toda la documentación organizativa del centro para mejorar la imagen corporativa, incluyendo la actualización de la página web. Ya se ha creado también un canal de difusión de noticias por Telegram para los docentes y otro para las familias. También se ha activado el twitter oficial @iesbovalar. Hemos comenzado una campaña para identificar al alumnado con Altas Capacidades. Con ellos queremos montar un comité de jóvenes expertos, una especie de consejo de redacción para la elaboración de la revista en versión impresa.
Al margen de todas estas propuestas, se ha incidido en la colaboración con otros agentes de la comunidad educativa: AMPA, asociación de vecinos, Fundación Punjab, Secretariado Gitano, AMICS, SPAM o el Consulado de Rumanía. Todo ello va dando pequeños resultados en forma de colaboraciones más o menos puntuales, como el banco de libros de lectura, las sesiones de mediación o refuerzo, con el alumnado gitano, talleres de habilidades sociales, clases de lengua y cultura rumana, etc.
Con el profesorado, la tarea de Dirección ha sido muy cómoda, ya que los apoyos han sido firmes y hemos contado con la confianza de los docentes desde el primer momento, incluso cuando nos hemos equivocado. Quisiera destacar el esfuerzo por sacar adelante la Comisión de Convivencia, que exige una dedicación extra para renovar unos protocolos y documentación que habían quedado obsoletos. Tampoco he tenido problemas con los miembros del personal de administración y servicios, que han mostrado a diario su gran profesionalidad.
El cargo de director me ha conducido, por otro lado, a conocer, casi de manera personal, a cada uno de los 650 alumnos del centro. Es quizá una de las tareas que más tiempo me ocupa, resolver conflictos y problemas de convivencia entre el alumnado. En la mayoría de casos, se arregla con diálogo, paciente y continuo, aunque es cierto que hemos tenido que abrir numerosos expedientes disciplinarios, generalmente cuando afectan a agresiones físicas o verbales (por suerte sin mucha trascendencia).
Segundo acto: la docencia
Tengo diez horas lectivas, como decía arriba: un grupo desdoblado de 2º de ESO, un taller instrumental de 1º de ESO, un grupo de Proyecto Futuro y dos horas de refuerzo para atender a la revista de centro. Todo mi alumnado tiene problemas, muchos problemas, académicos y sociofamiliares: alrededor de 140 alumnos del centro tienen necesidades de educación compensatoria por situación de riesgo socioeconómico, familiar o étnico. Ello obliga a quienes trabajamos en el centro a trabajar la inclusión como una estrategia fundamental dentro del aula, ya que de lo contrario sería imposible hacer frente a la diversidad.
Mi desdoble de 2º de ESO son doce alumnos que han repetido ya en alguna ocasión y que tienen el Castellano pendiente de 1º de ESO. La mayoría de ellos son absentistas parciales y alguno total. Este absentismo es la principal causa de fracaso en mi centro, ya que los alumnos no pueden seguir las programaciones ordinarias debido a que faltan uno o dos días a la semana o, a veces, semanas enteras. La regulación de los protocolos de absentismo es ineficaz, como demuestra el hecho de que casi todos ellos ya han sido absentistas en el colegio. Desde que se detecta el absentismo hasta que se activan las actuaciones legales pueden pasar meses... o años. Incluso en el caso de que Servicios Sociales intervenga de manera eficaz con visitas a las familias, suele ocurrir que esos alumnos vienen un par de semanas seguidas y luego vuelve a comenzar el ciclo de ausencias. De ahí que no resulte extraño que en mi grupo de 2º de ESO nunca hayamos estado todos juntos; hay días en que sólo hay tres o cuatro alumnos. Un horror. ¿Qué se hace en el aula, entonces? Hemos estado trabajando la sostenibilidad, viendo el documental Océanos de plástico y elaborando fichas para buscar información al respecto. También en diciembre, junto a los alumnos de Proyecto Futuro, hemos leído el Romancero Gitano para participar en el homenaje a la Generación del 27. Pequeños pasos.
En el taller instrumental de 1º de ESO, hemos leído los Mitos griegos, ampliando la lectura con el conocimiento de expresiones artísticas relacionadas, como la pintura de Velázquez o los poemas de Garcilaso. También realizamos nuestra pequeña aportación a la Semana Europea de la Robótica, inventando robots.
El Proyecto Futuro es un banco de horas de atención a la diversidad que, de momento, se ha articulado en un grupo de refuerzo instrumental de tres horas, que he asumido yo, y otro grupo interdisciplinar que incluye al Aula CiL (alumnado con diversos grados de autismo), que integra artes plásticas y música. Los destinatarios del proyecto son alumnos/as con alto riesgo de fracaso y abandono escolar, generalmente por una trayectoria continuada de absentismo o de inadaptación al medio escolar. Aunque la mayor parte de ellos son de etnia gitana, no se pretende que sea un grupo segregado, ya que el objetivo es que puedan continuar estudios en algunas de las opciones que ofrece el sistema educativo, sobre todo la Formación Profesional Básica. Estos grupos tienen muchos condicionantes, siendo el más destacado el absentismo de nuevo. También se complica la intervención cuando hay expulsiones por expediente disciplinario. Sin embargo, debo decir que, pasado un mes de su puesta en marcha, hemos comprobado que vienen con ilusión y me buscan para que no me olvide que tengo clase con ellos. Creo que, con esa pequeña ilusión, si conseguimos reducir el absentismo mínimamente, habrá una posibilidad de salvar a algunos de ellos.
Con este alumnado llevamos a cabo otra intervención digna de reseña: el estreno de Piratas y libélulas, una película de Isabel de Ocampo, que recomiendo vivamente conocer y llevar a aulas como las nuestras. Llegué a esta película de la mano de la siempre activa Mercedes Ruiz, que me puso en contacto con la protagonista, Matilde Martínez, y con la directora. El pase fue muy interesante, con pasarela de fotos incluida y con una atención y silencio inusitados para este tipo de espectadores. Posteriormente, llevamos al aula el debate sobre la visión que se da en la película sobre los gitanos, que nos llevó a debatir después sobre los roles de género. Cuando volvamos de vacaciones tienen pendiente la realización de las reseñas, que intentaré compartir.
Tercer acto: la vida pública
Antes de llegar a la dirección de mi centro, tenía cierta proyección pública, sobre todo a través de las redes, pero me he dado cuenta de que, según se asciende en el escalafón, las miradas confluyen en uno de manera exponencial. Esto puede ser una gran ventaja si aprovecha para potenciar lo positivo del centro, pero también puede ser un riesgo, teniendo en cuenta lo fácil que resulta cometer un error y que los medios se ensañen con ello. Por ello, me he propuesto moderar mi presencia pública en las redes y mis manifestaciones más o menos ideológicas en los medios. Es autocensura, lo asumo, pero creo que nos falta mucha alfabetización mediática o, al menos, la necesaria para distinguir un perfil personal de uno profesional. Ahora represento -de lunes a viernes- a una comunidad educativa, la de mi centro, y no quisiera perjudicar a nadie por decir en público lo que pienso en privado. Dicho esto, quisiera mencionar un par de acontecimientos de esa vida pública de los que me siento bastante orgulloso.
Por un lado, la repercusión de nuestra iniciativa Centro sin deberes. Se trataba de una propuesta que tiene como finalidad reducir el número de deberes, el peso de las mochilas y el cambio metodológico. Desde el primer día, se ofreció a los docentes, de manera voluntaria, la firma de un compromiso personal. No hemos llegado a la mitad del claustro, pero casi: 27 docentes la han firmado y, de momento, están bastante contentos con los resultados. Nuestra iniciativa nos ha llevado a la portada de algún periódico y a la participación en alguna jornada de debate sobre deberes escolares. No tengo certezas al respecto, ni creo tampoco que sea extrapolable a más contextos, pero creo que en mi centro acabará siendo un elemento positivo, sobre todo para ese alumnado que, lamentablemente, no tiene ayuda ni supervisión fuera de las horas de clase.
Por otro lado, ando muy satisfecho con el reconocimiento por parte del PSPV de mi labor en Educación dentro del campo de las TIC. Ha sido un premio sorpresa, pues no soy militante y estoy seguro de que hay profes igual de válidos que yo, o más; sorpresa, además, por haber compartido premio con mi maestro Felipe Zayas y con los integrantes de PROESO, representados por Elena Baviera, con quien he coincidido en los goliardos educativos y en la farsa de la evaluación. Como dije en el acto, las TIC cobran para mí valor por la "C" de Comunicación. Después de diez años en las redes, el uso de las tecnologías está casi normalizado, pero tal vez el esnobismo está convirtiendo a las TIC en herramientas de exclusión, en barreras que contribuyen a agrandar la brecha entre centros "supermodernos" y centros sin equipamiento digno. Las TIC han tenido y tienen para mí el valor de convertir las aulas en ventanas para ver y para ser vistos, y creo que las administraciones deberían velar para que la Escuela Pública tenga la dotación necesaria para que todo el alumnado llegue adonde tiene que llegar.
Creo que no debo dejar pasar tanto tiempo si hacer memoria, porque, al final, me salen unas parrafadas enormes que pocos se atreverán a leer. Espero que la del siguiente trimestre no resulte tan prolija. Felices fiestas.
Por noveno año consecutivo, volverán las redes a pintarse de poesía con #poema27, la cita anual que celebra el acto fundacional de la Generación del 27. En un par de semanas se cumplirán los 89 años del encuentro de algunos de los autores de ese movimiento literario en el Ateneo de Sevilla. Este aniversario poético lo celebramos llenando la red de poemas y versos de aquellos poetas, sobre todo durante el viernes 16 o sábado 17 de diciembre. Os animo a que publiquéis poemas (o versos) en los blogs, en Facebook, en Instagram, en Google + y, por supuesto, en Twitter, bajo la etiqueta #poema27. La nómina de autores es bastante extensa y podéis encontrar suficientes poemas de ellos en la red. Es también una oportunidad para llenar las aulas de poesía y para jugar en familia con la narrativa digital. Os dejo unos ejemplos y variados enlaces al final por si queréis investigar. Nos quedan por delante dos semanas para que la red se vista de poesía. ¿Os animáis?
Hace 10 años, el 26 de mayo de 2006, empezaba la andadura de este blog. Aunque no era mi primer blog, pues ya en 2003 había comenzado a escribir en la red algunos artículos, Re(paso) de lengua sería mi primer blog profesional orientado a la Educación. Después de aquella primera entrada, he publicado otras 650 notas que jalonan esta década en un camino más vital que virtual. Muchas cosas han cambiado desde entonces en la red, en la Escuela y también en el propio blog. Quizá lo único que permanece casi inmutable es esa declaración de intenciones que todavía hoy encabeza este espacio digital:
Para los profesores de lengua y literatura, este blog pretende ser la Cueva de Alí Babá, en la que encontrar alguna idea, algún germen que permita abrir caminos, sembrar dudas, avivar el seso de los más inquietos.
No soy el más apropiado para juzgar si Re(paso) de lengua ha cumplido aquellas expectativas para los lectores que se acercan a mi cueva de Alí Babá. Es cierto que he compartido auténticos tesoros, especialmente los trabajos de mi alumnado; también he ido abriendo caminos que me han llevado con mayor o menor acierto a terrenos desconocidos. En ocasiones, la cueva ha sido albergue para el encuentro de forajidos educativos. Pero, al final, más que cueva, este blog ha sido un club social, un salón en el que he podido disfrutar de buenas compañías y llenar mi red de excelentes amigos y amigas. Conviene recordar que, allá por el 2006, la blogosfera ofrecía pocos lugares cálidos para la charla educativa, de ahí que guarde especial cariño a aquellos pioneros virtuales: Lourdes Domenech, José Luis González, Eduardo Larequi, Angus Iglesias, Felipe Zayas, Ana Ovando, Elisa de Armas, Leonor Quintana, Pedro Villarrubia, Fernando Trujillo, Néstor Alonso, Francisco Muñoz de la Peña, José Luis Gamboa, Domingo Méndez, Juanmi Muñoz, Víctor Cuevas, Isidro Vidal, Charo Fernández… A la mayoría he podido conocerlos después en persona y hemos acabado siendo amigos, lo que confirma que las redes pocas veces engañan, al menos si uno se mantiene activo en ellas durante suficiente tiempo.
En diez años en la red, que, como todos saben, equivalen a cincuenta de la vida real, uno ha visto de todo un poco: optimismo innovador, eclosión de las TIC, invasión de cacharrería, efervescencia de aplicaciones, web 2.0, web 3.0, Hawaii 5.0… He visto también desengaños y abandonos; sueños utópicos y pesadillas distópicas; mercachifles y buhoneros vendedores de humo, mucho humo. Es algo que ocurre en todos los ámbitos de la vida, así que en Educación también tenemos nuestra ración. Pese a ello, el balance después de este tiempo es muy positivo y no reniego ni de mis esperanzas, ni de mis ilusiones, puestas siempre en un cambio metodológico que, poco a poco, van favoreciendo las tecnologías educativas.
Recibir el premio Espiral Edublogs fue una de mis grandes alegrías como autor de un blog educativo; pasado el tiempo, ver que los blogs siguen vivos y cada día más activos, es otra gran satisfacción. Quizá marcado por ese sentimiento de bloguero primigenio, nunca he hablado mal de nadie ni aquí ni en la red, a veces mordiéndome la lengua, lo que me ha permitido mantener una relativa calma en esta casa: no juzgues y no serás juzgado, o nunca digas de este agua no beberé... Sí que me he quejado del desamparo que hemos sufrido en muchas ocasiones, como colectivo docente y como Escuela Pública. De esas quejas he recibido sobre todo solidaridad, apoyo y consuelo. Por eso siempre he defendido la necesidad de compartir y de visibilizar las tareas, así como las preocupaciones personales y colectivas. Un blog es siempre una ventana abierta, oxígeno vital. Escribir en este blog, en ese sentido, sigue siendo un bálsamo reparador.
Ahora, con este décimo cumpleaños, se cierra también una etapa profesional en mi vida y se abre otra. A partir de julio me pongo al frente del Equipo Directivo de mi centro, el IES Bovalar, un centro al que llegué precisamente con destino definitivo en aquel mayo de 2006. Un instituto cuyas actividades siempre he difundido a través de este blog y del que me he sentido orgulloso en todas mis intervenciones virtuales y presenciales, especialmente en las relacionadas con la formación del profesorado. Asumir tareas directivas no era el sueño de mi vida, lo reconozco, pero hay momentos en los que hay que decidir entre la comodidad y la lucha por mejorar. Sé que no será tarea fácil y que exigirá renuncias, pero también me enfrento a ello con mucha ilusión y con buena compañía, intentando poner en marcha un proyecto ambicioso que nos lleve un paso adelante hacia el futuro. Espero que esta nueva labor nos permita hacer realidad ideas y proyectos sobre los que llevamos tiempo dando vueltas. Espero también tener tiempo para seguir con tareas de aula y poder contarlas en este blog, un blog que seguirá siendo vuestra cueva, vuestro albergue, vuestra casa.
Serios y compungidos se aproximan al Muro de las Lamentaciones. Lo llevan haciendo durante siglos. Dejan un papelito con sus plegarias entre las grietas ya milenarias. Confían en un dios omnipresente que, desde el otro lado del muro, lee con sigilo sus mensajes y atiende sus demandas. Al marcharse, anhelan que ese deseo escrito quede grabado en su divinidad ad aeternam, como un grafiti indeleble; pocos quieren pensar en el terrible momento en que sus notas serán recogidas y enterradas en el monte de los Olivos, en una ceremonia más profiláctica que devota, necesaria para dar cabida a nuevas plegarias.
No pensemos que ese atávico impulso de exteriorizar los deseos y peticiones es exclusivo de los visitantes de Jerusalén. Hace siglos, el pasquín nació como hojita satírica pegada a una estatua de Roma, no sabemos bien si de la mano de un zapatero tan ingenioso como mordaz, o de la de los alumnos burlones de un maestro de gramática. Los pasquines recorrieron la historia desde entonces, sublevando a las minorías oprimidas por la política y la religión. Allá donde había una injusticia, se podía encontrar un pasquín pegado precariamente en la pared. Pasquines pergeñados en sótanos oscuros por impresores arriesgados; pasquines encolados en noches apresuradas; pasquines con sabor a rebelión.
Mientras esto ocurría en nuestro cercano Occidente, en la lejana China también los ciudadanos andaban ávidos de información, sobre todo bajo la censura imperial, así que decidieron usar el dazibao, una especie de mural pegado en la pared, en el que se podían hallar noticias, reflexiones morales, críticas ideológicas… A su modo oriental, las inmensas minorías chinas tejían también a la sombra de las murallas sus gritos de tinta.
Es evidente que todas las tradiciones evidencian fallos estructurales, pues fueron diseñadas para sociedades menos numerosas, menos impúdicas o menos ruidosas. Si tuviésemos que inventar hoy las nuevas fiestas y religiones, las diseñaríamos a prueba de multitudes: los sanfermines, por ejemplo, se correrían por el Paseo de la Castellana y la tomatina en los Monegros; el Muro de las Lamentaciones, por supuesto, sería un mural virtual con sticky notes… y los pasquines y dazibaos se habrían formado al amparo de una red social: las minorías discrepantes buscarían sin duda cobijo y difusión en Twitter, esa red que cumple ahora diez años.
Basta darse un somero paseo por Twitter para ver que el espíritu que hizo surgir pasquines y dazibaos sigue vivo en forma de tuiteos. Sus usuarios vierten en ella todo aquello que en su día se pegaba en las paredes, en los tablones de anuncios, en los corchos de la oficina: la crítica, la burla, la protesta, el sarcasmo, la indignación, el grito desesperado… Twitter se ha convertido en un espacio alternativo en el que esas minorías encuentran la noticia que nunca verán en la televisión, el aviso que jamás les dará su banco, la opinión que ocultan los diarios. Es cierto que en Twitter encontrarán también publicidad encubierta, propaganda institucional, romanticismo caduco, ñoñería existencial, pero, del mismo modo que los lectores de pasquines habían de andar ojo avizor para estar al día, los tuiteros avezados deben filtrar la información para quedarse con lo más sustancial: la ya extinta “ballena de Twitter” podría haber sido el símbolo de ese filtrado del plancton comunicativo. Alguno dirá que no todos los usuarios de Twitter buscan esa información alternativa y, en efecto, supondría una reducción inapropiada juzgar al todo por la parte. Sin embargo, cuando analizamos la literatura, por ejemplo, dejamos de lado ciertos subgéneros que no consideramos canónicos -la novela rosa, el folletín, la novela del oeste…-, sin que ello implique expulsarlos del panteón literario. Considero que, en Twitter, el principal género es el que representa el discurso alternativo, esto es, la opinión divergente, la crítica, el chiste, la protesta, la apología, la réplica, la elegía… en fin, pasquín y dazibao. Discurso alternativo es mantenerse al día en un mundo anclado en la rutina, es agitar conciencias en un ambiente pasivo, es refrescar la memoria ante el olvido general, es rescatar informaciones útiles frente a unos medios anestesiados por noticias repetidas hasta la saciedad, es proponer visiones distintas ante problemas mal resueltos, es buscar la innovación cuando la tradición es ineficaz, es hallar amigos en una tierra de zombis, es dialogar en un mundo de sordera social. Todo eso es discurso alternativo, todo eso es, para mí, Twitter.
Una vez definidos los contenidos de Twitter, entramos ahora a plantear las modalidades, las diferentes manifestaciones de ese discurso alternativo, y para ello recurriré a ciertos tópicos que me servirán de alegoría ilustrativa. Mientras Occidente basa sus revoluciones en el arrebato y cierto efectismo impulsivo, Oriente se mueve con la levedad del aleteo de una mariposa, con el pausado ritmo de las secuencias del tai chi. Mientras el dazibao fluye bajo los preceptos del feng shui formando un río revolucionario, el pasquín agita nervioso el pendón de la rebelión. De igual manera, tenemos tuiteros que se exaltan con soflamas incendiarias por la mañana mientras por la tarde recomiendan viajes a islas paradisíacas; y tenemos tuiteros que van tejiendo sin ruido una implacable red de acción social a través de un lento pero persistente acopio de tuiteos libertarios. Si el pasquín tiende al trending topic, el dazibao lo hace a la marea. No es difícil imaginar ciertos tuiteos como las “95 tesis” de Lutero pinchadas en Wittenberg o como el “Yo acuso” de Zola en el diario La aurora. Son voces que soliviantan, proclamas que enganchan a miles de tuiteros, abanderados a veces por figuras de relieve dentro de las redes sociales. Es la búsqueda del efecto guerrilla, del factor sorpresa, de las palabras como dardos o como bombas incendiarias. Pero, no todo es acción directa; hace muy poco se hizo popular el fenómeno de las mareas ciudadanas, en las que la punta de lanza se sustituye por una ola con fuerza imprevisible. Cuesta un poco más vislumbrar la soterrada labor tuitera de muchos movimientos sociales que crecen en la red gracias al goteo continuo de pequeñas argumentaciones retuiteadas a hurtadillas y que constituyen esas mareas, a menudo más eficaces en la calle que en las redes. Diferentes modos, diferentes visiones. Incluso podríamos decir que esta división oriente-occidente puede darse en un mismo individuo: hay días en los que uno se puede sentir Pancho Villa, mientras otros se despierta con el cuerpo a lo Gandhi.
En cualquier caso, tanto la guerrilla tuitera occidental como el imparable ejército oriental han elegido esta red social como vehículo del discurso alternativo que se postulaba arriba como hecho diferencial de Twitter. Cientos de docentes -al igual que miles de administrativos, mecánicos, autónomos, ingenieros o marinos mercantes- cocinan sus protestas y burlas en la soledad de sus aulas, oficinas, talleres y hogares, que sustituyen a los sótanos de la revolución; han reemplazado al impresor cómplice por un dispositivo informático y una red de contactos afines. Los tuiteros lanzan sus pasquines y dazibaos aprovechando las esquinas más transitadas de la red, con la certeza de que serán leídos por sus cofrades de la minoría silenciada, pero también con la esperanza de captar nuevos acólitos. Los tuiteros saben también que el poder les tolera esa rebeldía porque sus hojas volantes se despegan enseguida arrastradas por el viento. Los tuiteros son conscientes de que una lápida es menos visible que un grafiti, y por eso son más dados a escribir que a actuar, a no ser que los envuelva la marea. En este contexto, vivir en Twitter es columpiarse entre el pasquín y el dazibao, siempre indignados o, al menos, periféricos. Como consuelo nos queda el término medio de ese balanceo, un respiro en el que podemos colgar plegarias en ese muro digital de las lamentaciones, con la tranquilidad de que no las enterrará ninguna brigada de limpieza y que permanecerán visibles hasta la eternidad, si es que dicho concepto existe en el mundo virtual.
Ayer fue el Día de los Inocentes y estuvimos pasando un buen rato en las redes inventando inocentadas educativas, compartidas bajo el hashtag #educentadas. He recogido al menos 115 en este storify. Más allá del humor, como decía Enrique Peidro, sería una buena idea que los políticos tomasen nota de lo que nos hace tanta gracia, pero me da la impresión de que están más pendientes de otros asuntos. Espero que os alegren un poco este fin de año. Feliz 2016
Vuelve #poema27, la cita anual que celebra el acto fundacional de la Generación del 27 llenando la red de poemas y versos de aquellos poetas. En un par de semanas se cumplirán los 88 años del encuentro de algunos de los autores de ese movimiento literario en el Ateneo de Sevilla. Este aniversario poético lo conmemoramos (ya por octavo año consecutivo) durante el miércoles 16 o jueves 17 de diciembre publicando poemas (o versos) en nuestros blogs, en Facebook, Google + y, por supuesto, en Twitter, bajo la etiqueta #poema27. La nómina de autores es bastante extensa y podéis encontrar poemas de ellos en la red. Es una oportunidad para llenar las aulas de poesía, y también puede ser una ocasión para jugar en familia con la narrativa digital. Os dejo un par de ejemplos y variados enlaces al final por si queréis investigar. Nos quedan por delante dos semanas para que la red se vista de poesía. ¿Os animáis?
Anoche leía las reflexiones de mi amigo Antonio Omatos en las que sacaba a relucir la necesidad de desconectar, y apenas unas horas después me entero de que ha cerrado -espero que temporalmente- un blog de lengua que aprecio: "El reino de Trapisonda". Creo que todos los que hemos vivido el boom de los blogs y las posteriores mareas de las redes sociales nos hemos planteado en alguna ocasión esa necesidad de desconectar para tomar oxígeno. Otro buen amigo, Joselu, sabe bien de lo que hablo, pues en más de una ocasión ha practicado el silencio o se ha desdoblado en blogs de vidas más o menos efímeras. Otros colegas han ido espaciando sus escritos blogueros, casi hasta la desaparición, en la misma medida en que crecían sus presencias en Twitter -todos echamos de menos el blog del Prrrofesor Potachov, por poner solo un ejemplo-. Y también están quienes se resisten a desaparecer y publican esporádicamente alguna nota en sus blogs, una nota que parece una manita alzada entre las olas del tiempo.
No pretendo con estas líneas hacer una apología de la resistencia 2.0, ni tampoco pretendo que sea un canto del cisne del mundo de los blogs educativos. Si sigo aquí es porque me apetece contar lo que cuento y porque todavía hay amigos que leen lo que escribo. Cuando falle uno de esos elementos me disolveré lo más discretamente posible. Pero, como esta nota menciona de soslayo la nostalgia de los blogs perdidos, no quisiera dejarme en el tintero el recuerdo de algunos compañeros blogueros que dejaron de escribir, pero que deberían formar parte de esta intrahistoria de la blogosfera educativa: Blogs como Tira de lengua, la Blogse, Maribelele y Makelele -ambos en activo en Twitter-, Como una reina, o Nos vemos en el blog, o cualquiera de los diversos espacios en la red de Angus Iglesias. Soy consciente de que me dejo a muchos buenos blogueros que, como Bartleby, han preferido dejar de serlo. Tener un blog es, como diría Cortázar, mantener "algo que es tuyo pero no es tu cuerpo", con "la necesidad de darle cuerda todos los días"... Tal vez no escribamos todos los días, pero el blog siempre está ahí, con su bracito desesperado colgando de nuestra conciencia.
Algunas historias de la red docente deberían escribirse para que no caigan en el olvido. Sumidos como estamos en el ajetreo de blogs y redes sociales, es normal que no tengamos tiempo para detenernos y mirar hacia atrás, hacia los orígenes de todo lo que hoy nos envuelve. No voy a escribir una nota nostálgica ni reivindicar los tiempos pasados, pero sí quiero aprovechar para recordar la existencia de la red docente Internet en el aula y contar lo que supuso en su día. Es extraño que haya todavía docentes que no conozcan esta red que cuenta casi con 10000 miembros de todo el mundo. Recuerdo perfectamente que a principios de marzo de 2008 recibí una invitación de Felipe Zayas para formar parte de ella. La había creado José Luis Cabello con motivo del Congreso Internet en el Aula que se iba a celebrar de manera virtual y presencial simultáneamente (si no me equivoco, fue la primera vez que se nos ofrecían congresos virtuales, tan habituales hoy día). Me llamó la atención el crecimiento exponencial que vivió esta red en unos días, a pesar de lo poco que sabíamos entonces de las redes sociales en general y del funcionamiento de Ning en particular.
En apenas dos meses había más de mil personas compartiendo lo que sabían en Internet en el aula. Para mí, uno de los momentos especiales fue el debate sobre el reconocimiento oficial del trabajo con las TIC en el aula, un asunto que había surgido cuando a Lu le negaron, para un mérito al que optaba, la validez de sus magníficos materiales y experiencias. La red se convirtió en un torbellino de ideas y en un foro de debates apasionados del que surgieron amistades que perduran hasta hoy. Quiero pensar que pusimos un granito de arena para que el trabajo en la red dejase de ser tarea de cuatro friquis y pasase a tener un apoyo institucional. De hecho, cuando en 2010 la red Ning avisó de que se convertía en una herramienta de pago, el Instituto de Tecnologías Educativas acabó haciéndose cargo de ella, y comenzó un nuevo ciclo con recursos, actividades, foros y talleres para todos sus miembros.
Por toda esta intrahistoria, cuando me ofrecieron facilitar un Taller Abierto de Aprendizaje en Colaboración sobre Lengua y Literatura, no me pude negar a aportar un poquito de lo que sé a esa red que es de todos, recopilando en un sitio web algunos recursos básicos y comprometiéndome a enseñar lo que yo mismo aprendo día a día. Porque, con independencia de que participes mucho o poco, es importante saber que hay un lugar en el que encontrar colegas y en el que conocer experiencias educativas de todo tipo. Os animo a (re)descubrirlo.
Nada hacía presagiar que la noche de Halloween se llevaría por delante una de las funcionalidades a las que más uso he dado en los últimos años: Google Reader. El lector de noticias de Google no ha muerto, pero se ha convertido en otra cosa, con un nuevo diseño, con nuevas características, tal vez más social o menos, según los expertos. En todo caso, para quienes utilizábamos el botón de compartir, se ha desvanecido una parcela importante de nuestro PLE.
Llevo usando Reader desde hace cuatro años. Me lo recomendó Ana Ovando y ha sido mi página de inicio en todo este tiempo. He contado alguna vez que su descubrimiento supuso para mí el paso del paleolítico al neolítico en la web 2.0. Sigo alrededor de 300 suscripciones, sobre todo blogs educativos, y me gusta compartir lo que encuentro interesante, algo que podéis ver en un módulo de enlaces en la barra lateral. Sé que otros buenos amigos usaban esa función de Reader (Carlos Cabanillas, Jorge Muruais, Domingo López, Javier Palomares o la propia Ana Ovando, entre otros), por eso esta mañana me he sentido un poco abandonado. Google ha limpiado el diseño de Reader y se ha llevado por delante su función social, que ha desplazado a Google +. Algunos dicen que esto obligará a los usuarios a potenciar el uso del botón +1, lo que permite un alcance mayor, siempre dentro de la red de Google +. Otros están buscando alternativas más o menos sencillas para seguir etiquetando elementos para compartirlos. Y algunos incluso se han alzado en armas contra el nuevo Reader.
De momento, ya que me han tocado los botones, he habilitado una etiqueta de compartidos para seguir con Reader, aunque no descarto pasarme al +1 de Google + para las funciones sociales. El tiempo dirá...
Ayer tuve la ocasión de compartir unos buenos momentos con Miguel Calvillo, otro de esos profesores de referencia en el ámbito de la educación lectora y literaria. Desde el CEP Luisa Revuelta de Córdoba, y a través de un curso de Biblioteca escolar y lectura en Secundaria, me invitaron a contar algunas de mis experiencias en el ámbito de la didáctica de la literatura a través de las TIC. Aunque tuvimos ocasión de charlar de muchas actividades, traté de centrar mi exposición en dos actividades concretas de las que ya he hablado en el blog: El seguimiento de Luces de bohemia en Tuenti y las entrevistas a Lázaro de Tormes. Con este motivo, presenté los resultados de las encuestas que hice entre el alumnado implicado, de los que se pueden extraer algunas conclusiones. Os dejo la presentación y el enlace a los resultados, así como un vídeo de introducción con algunas de las experiencias que he ido acumulando en estos años.
Por otro lado, el encuentro con Miguel Calvillo, como suele ocurrir siempre entre bambalinas, fue de lo más emocionante. Además de su lucidez profesional, su conversación abierta y llena de referencias culturales me acompañó en mis horas de paseo por Córdoba. Le agradezco esa atención exquisita y que siga promoviendo desde su asesoría todo tipo de encuentros relacionado con la literatura en las aulas.
Por cierto, el paseo por Córdoba me sirvió también para 'cazar' calles con nombres de escritor que pasarán a formar parte de ese álbum colectivo en el que todos podéis participar enviando fotos.
En 2 días no has cambiado tu estado, algo interesante habrás hecho.
Esto me lo recordaba hoy mi cuenta de Tuenti. Probablemente, Tuenti tiene razón y habré hecho infinidad de cosas interesantes en las últimas 48 horas: Sobrevivir varias veces en 2º de ESO, preparar materiales para Bachiller, recopilar recursos para jornadas que se avecinan, leer blogs, tuitear... y eso sin contar la vida privada. De ahí que haya sentido cierta desazón: "¿Por qué he dejado mi Tuenti abandonado dos largos días?". Soy un adulto y siento la necesidad de comunicarme con mis semejantes; de hecho, en más de una ocasión tuiteo compulsivamente informaciones irrelevantes de las que me olvido al instante. ¿Cómo se sentirán entonces esos adolescentes cuyas redes sociales son la prolongación natural de sus vidas? Hemos de entender que esas vidas no tienen aún trazada la frontera entre lo profesional y lo privado, precisamente porque ambas facetas se unen en la jornada académica sin solución de continuidad. ¿Por qué nos espanta, pues, que acudan enseguida al Tuenti (al Facebook...) para compartir esas vidas interesantes? Nos choca esa actitud tan aparentemente impúdica y nos llena de temor que esa comunicación sea tan pública, tan "peligrosa". A muchos nos asusta pensar en ello con efecto retroactivo: ¿Imagináis que pudiérais acceder a un historial detallado de vuestras conversaciones de adolescentes? ¿Creéis que el fondo y la forma serían muy distintos de los que ahora podemos encontrar en cualquier red social? Todo aquello que nos parecía tan interesante en el día a día, observado con la perspectiva de los años se nos antoja banal, y aplicamos ese criterio a lo que vemos en los jóvenes de hoy. Para anticiparnos a ello, como adultos experimentados que ya hemos pasado por eso, querríamos salvarlos de ese desengaño, aun a costa de privarlos del placer de lo efímero. Sin embargo, hay en ese salto generacional un elemento de distorsión. Nuestras voces se perdieron; nuestras fotos y esos pequeños objetos que guardamos como fetiches quedaron arrinconados en cajas polvorientas que nadie mira (o directamente acabaron en el rastrillo). Para los jóvenes de hoy no existe esa posibilidad: Sus vidas interesantes de un día están condenadas a la pública perpetuidad. No cabe el olvido. Subir una foto a Tuenti puede ser el primer paso de un fracaso en la vida; un comentario desafortunado puede convertirnos en monstruos (véanse los casos recientes de Bisbal o Vigalondo). Los educadores estamos obligados a advertir de ciertos peligros, pero no podemos negarles esas herramientas de comunicación, pues ello impediría que creciesen a través de la relación con los demás. Al mismo tiempo, como educadores y como ciudadanos del siglo XXI, también deberíamos exigir el derecho al olvido, exigir que los cotilleos de un adolescente desaparezcan de la red con el tiempo, que sus errores puedan quedar arrinconados donde nadie los vea, que sus tonterías de juventud no se conviertan en testimonio perenne de su inmadurez. Es el único modo de conseguir que sus vidas sigan siendo interesantes minuto a minuto, sin remordimiento, sin miedo a que, desde el futuro, alguien les eche en cara lo jóvenes que eran.
No quisiera mostrarme negativo, pero una vez más la Escuela da la espalda a la realidad. Los jóvenes tienen teléfonos móviles que con un leve roce envían imágenes a sus redes, sin conectarse al instituto, sin ordenadores, sin permiso paterno. ¿Cuáles serán las próximas medidas? ¿Cacheos selectivos? ¿Inhibidores de frecuencia? ¿Mutilación de falanges? ¿Educar?
Este año, las evaluaciones de 2º de Bachillerato, por cuestiones de calendario, se nos han echado encima sin dar tiempo a respirar. A la presión del currículo oficial, que incluye toda la literatura de los siglos XIX y XX, más el comentario de textos en todos sus niveles, más el conocimiento pleno de la morfosintaxis, se añade la lectura de las obras de referencia para esta comunidad: Luces de bohemia, de Valle-Inclán, Antología poética, de Miguel Hernández, y La casa de los espíritus, de Isabel Allende. Todo ello en tres horas semanales, a una media de 25 clases al trimestre, de las que hay que descontar las sesiones de examen y las diversas eventualidades. No creo que me fusilen si reconozco que el estudio de la literatura se reduce a las obras de referencia, sobre las que versará el examen de Selectividad, pues todo tiempo extra dedicado al estudio de la historia de la literatura tendría que descontarlo de la práctica del comentario de texto, un contenido que vale 8 puntos en Selectividad.
Con tan apretada agenda, decidimos trasladar parte del comentario de Luces de bohemia, la lectura del trimestre, fuera de horas de clase. Concretamente, el seguimiento de la lectura se haría en Twitter (dado el escaso éxito de Edmodo); sin embargo, ante esa propuesta, el alumnado en pleno sugirió que lo hiciésemos en Tuenti. Como sabía que José Luis Gamboa ya andaba trasteando con Tuenti para sus clases, me animé a ello y, durante quince tardes de las últimas semanas, preparé y publiqué comentarios sobre las quince escenas de esa obra. Esas píldoras de comentarios literarios se publicaron de manera simultánea en Twitter y en Tuenti (sólo disponible por invitación). Una vez finalizado el seguimiento de la lectura, las reuní en un documento que ya está en Scribd:
He realizado también entre mis alumnos de bachillerato una encuesta anónima sobre esta experiencia y sobre el uso real de las redes sociales en el ámbito educativo. No he tenido tiempo de analizar a fondo los resultados, pero avanzo algunas conclusiones interesantes que complementan las reflexiones en las que me he enredado con Miguel Ángel García Guerra y José Luis Gamboa sobre evaluación en redes sociales:
En general, crees que los sitios educativos son útiles para ti:
Sí 27 / No 3
Piensas que las redes facilitan tu trabajo en el aula:
Sí 29 / No 1
Mejorarían las clases si se pudieran entregar y evaluar más actividades on-line:
Sí 20 / No 9
Has seguido la lectura del trimestre en Twitter:
Sí 0 / No 30
Has seguido la lectura del trimestre en Tuenti:
Sí 27 / No 3
Te ha resultado útil el seguimiento:
Sí 26 / No 4
Te ha permitido entender mejor la obra:
Sí 26 / No 4
Crees que vale la pena repetir la experiencia con otras obras:
Sí 28 / No 2
Piensas que algunas actividades se podrían realizar a través de Tuenti:
Sí 29 / No 0
Como he dicho, se trata sólo de un extracto de lo más interesante para mí. Espero poder ofrecer más adelante todas las preguntas y respuestas en un documento más elaborado.
En fin, que con tanto frenesí, apenas he podido disfrutar de este maravilloso mes en el que mi blog ha sido protagonista de Educared: Disculpen, tengo alumnos que atender...
ACTUALIZACIÓN 06/09/11:
Esta actividad ha sido reconocida comoBuena Práctica Leer.es. En cuanto a los resultados completos de la encuesta mencionada arriba, pueden consultarse en la nota Lectura y redes en el aula de este mismo blog.
Alguna vez he mencionado mi participación en Twitter y lo he descrito como una especie de corrillo virtual, semejante a esas salas de profesores en las que uno charla con los colegas o pega el oído a tres o cuatro conversaciones sin implicarse en ninguna. Ese corrillo global ha encontrado una definición más exacta en un proyecto que ha nacido hace pocos días: El bazar de los locos. Coordinado por @FrancescLlorens y @eraser busca convertirse en una obra colaborativa en la que los usuarios de Twitter en general, y los educadores en particular, escriban sus experiencias, sus teorías y sus impresiones acerca de esta herramienta. Los primeros textos publicados son muy suculentos y creo que animan a los usuarios de Twitter a participar con sus visiones particulares; me parece que también sirven para que los profanos vayan perdiendo el miedo o los prejuicios y descubran el potencial de unas aplicaciones que son comunicación en estado puro y en tiempo real.
Por mi parte, he colaborado con un texto con poco rigor y mucha parodia, que he titulado "21 días en Twitter". Os animo a los tuiteros a que participéis en ese bazar de los locos; si a mí me han dejado entrar, seguro que a vosotros os acogen con los brazos abiertos.
En el vasto mundo de los ecosistemas, la sala de profesores constituye uno de los hábitats más diversos y pintorescos. Allí, sus habitantes conversan, discuten, se odian, se enamoran, etc. Hay todo tipo de fauna (tierna o peligrosa) y de flora (bacteriana, sobre todo). Pero, la sala de profesores es, ante todo, la prolongación de nuestro oficio y nuestra vida fuera de las aulas. En ella se trabaja y se habla de trabajo, pero también es lugar de convivencia. En charlas apresuradas se intenta arreglar el instituto, la educación, el país, el mundo... En los corrillos, uno se ríe o se indigna; alguien pasa y comenta una noticia; otro revela altos secretos de aula, de despacho o de alcoba; un padre manifiesta sus preocupaciones por las clases de ballet y una madre aclara cuestiones sobre el tubo de escape del coche; el de educación física cuenta al de religión las actividades TIC que ha preparado para el trimestre, etc.
La sala de profesores es un hervidero de voces sobre lo divino y lo humano (al menos en centros -como el mío- en los que no hay departamentos). Sólo una pega: Tienes que conformarte con la compañía que te ha tocado.
Pero, al margen de los ecosistemas reales (analógicos), tenemos los ecosistemas digitales. El descubrimiento de Twitter hace aproximadamente seis meses me proporcionó una sala de profesores virtual. Todo lo descrito arriba se puede vivir en Twitter, que viene a ser, más que una sala, un ágora en la que pululan cientos de personas y personajes cada uno con su nombre de guerra. Me muevo por allí bajo el alias @tonisolano y escribo mensajes (de menos de 140 caracteres) a través de un complemento de Firefox. En esas microcharlas he experimentado algo parecido a lo que ocurriría en una sala de profesores en la que los contertulios son colegas a los que escoges de manera voluntaria. En Twitter converso con personas a las que conocía del mundo de los blogs; comentamos noticias, compartimos recursos, contamos chistes, pinchamos música, decimos tonterías, nos indignamos con los políticos, etc. Y, del mismo modo que hay días en los que no hablas con nadie en una sala de profesores, hay periodos en los que permanezco escuchando sin hablar, o ni tan siquiera me asomo a la puerta de Twitter para no enredarme en conversaciones más o menos banales. Seguramente, Twitter ofrece posibilidades didácticas que saldrán a la luz cuando las aulas tengan acceso normalizado a las redes. Mientras tanto, Twitter es mi sala de profesores a medida. Y para quienes no se han decidido aún, deben saber que empezar es muy fácil, incluso para una abuelita: