22 marzo 2015

Hace un año en Sevilla...

El día 22 de marzo, hace ahora un año, tuvo lugar el I Encuentro de Docentes de Lenguas en Secundaria. En este año de conmemoraciones cervantinas cobran más sentido que nunca aventuras quijotescas como esta. 
La idea del Encuentro, que reunió a 110 profesionales de la enseñanza para reflexionar, compartir y aprender de manera colaborativa, comenzó como una charla de café, una de esas charlas sin mayor trascendencia en la que se apuntan ideas, se esbozan proyectos, se avistan nuevos caminos… 
En el transcurso apareció la Red: los documentos compartidos, el intercambio interminable de correos, las vídeo conferencias nocturnas, las herramientas de difusión, los materiales de trabajo… Todo surgió casi sin darnos cuenta, movidos por el entusiasmo y el reto de poner en marcha una idea, un proyecto. 
Después apareció la gente, los asistentes, todos vosotros que comenzasteis a apuntaros y a inscribiros mientras nuestro asombro crecía ante el número de personas dispuestas a participar: 50, 70, 90, 110...
Y, por último, llegó el día... Un día de la recién estrenada primavera sevillana (aunque llovió por la mañana para confirmar aquello de que la lluvia en Sevilla es una maravilla…) y primero fue la recepción de los asistentes, con la ayuda de un grupo de alumnos de 1º de la ESO que actuaron de embajadores de su centro; y después la charla de Felipe Zayas, que nos hizo un magistral recorrido para llevarnos desde donde estuvimos a donde estamos en cuestión de enseñanza de las lenguas (cuánto camino recorrido…); y después los grupos de trabajo, trabajando entre iguales acerca de puntos calientes de las materias lingüísticas: educación literaria, lengua escrita, metodología, lengua oral, reflexión sobre la lengua…, revisando problemas, compartiendo dudas y buscando alternativas, ideas, mejoras… 
Y luego la comida, ocasión impagable para conocer a tantos compañeros de comentarios en la red, para ampliar horizontes e ir consolidando ese claustro virtual que conformamos entre todos; y luego los talleres y las comunicaciones, momento de conocer de primera mano las buenas prácticas que se hacen en torno a la enseñanza de las Lenguas en diferentes lugares y en diferentes situaciones. Y, para finalizar, ya al borde de la extenuación, las conclusiones de los grupos de trabajo y el cierre, una marea azul de ideas, sentimientos y sensaciones que se habían ido fraguando a lo largo de una jornada intensa e inolvidable. 
Con las escasas fuerzas que nos quedaban, vino la cena y el último momento de charla distendida, de encuentro entre profesionales que se encuentran y se reúnen porque sí, sin que lo mande ni la dirección, ni la inspección; que se reúnen porque saben que la reflexión compartida es un camino seguro para la mejora. Nosotros lo vivimos así... 
En fin, un Encuentro que dejó con ganas a los asistentes y con más ganas a los que no pudieron asistir… Así que, con esta crónica melancólica del año pasado, os queremos comunicar que tenemos algunas noticias sobre el II Encuentro de Docentes de Lenguas que nos llevan a pensar que pueda celebrarse tras el verano, en una ciudad quijotesca, donde esperamos volver a encontrar a todos los que lo hicisteis posible.

P.D: Aunque personalmente solo pude vivirlo entre bambalinas y seguir el encuentro de manera virtual, he de reconocer que la emoción compartida fue la misma.

18 marzo 2015

Sesquidécada: marzo 2000

Esta sesquidécada que recupera las lecturas de marzo de 2000 es un poco rarita. En ocasiones, el azar nos lleva a leer obras extrañas que difícilmente caerían en nuestras manos si no es por una conjunción de casualidades.
El primer autor que recupero es Marcel Schwob y lo hago con una de sus novelas más inquietantes: La cruzada de los niños. Este relato breve llegó a mí de la mano de Vicent-Josep Escartí, que, junto con Antoni Tordera, se habían encargado de editar y traducir al valenciano. De aquella versión, La croada dels infants, me encargaron una reseña; con ello alimentaron mi curiosidad por Schwob, su vida y su obra. Descubrí que se relacionó con Julio Verne y fue traductor de Stevenson; como otros artistas de la época, escapó a la Polinesia buscando tal vez la libertad creadora.
La cruzada de los niños narra un episodio a mitad de camino entre la historia y la leyenda: unos miles de niños se encaminan hacia Jerusalén para liberarla de la dominación musulmana. Tal vez sea una lectura apropiada para estos tiempos en los que se habla tanto de yihadismo y jóvenes. Por supuesto, Schwob construye un relato ficcional, cargado de simbolismo y con unas técnicas muy singulares, alejadas ya del naturalismo del XIX, tal como explico con excesiva prolijidad en aquella reseña. Schwob es autor además de otra obra igualmente curiosa: Vidas imaginarias, que prefigura el juego de las falsas identidades que tanto juego dará en las vanguardias.

La segunda obra de la que hablaré se llama Las letrinas. Historia de la higiene urbana, de Roger Henri Guerrand. Ya entendéis por qué dije que era una sesquidécada rarita, ¿no? Todo tiene su explicación. En aquel tiempo en que trataba de orientar mi tesis doctoral, me documentaba sobre microhistoria (o intrahistoria, que decía Unamuno), esos pequeños sucesos que quedan al margen de la historia oficial. Curiosamente, los cambios en la organización urbana tuvieron mucha relación con la recogida de residuos y el alcantarillado. Como ejemplo, mencionaré que la primera -y polémica- disposición sobre recogida selectiva (papel, orgánicos y vidrio-cerámica) data de 1883, promovida por el prefecto Poubelle, quien, ironías de la historia, acabó dando nombre a la basura en francés. 

El último protagonista de la sesquidécada es un cronista de Indias: Polo de Ondegardo, de quién leí la Relación de los fundamentos acerca del notable daño que resulta de no guardar a los indios sus fueros. En realidad, más que un aventurero, se trataba de un funcionario comisionado por Pizarro para ordenar administrativamente sus territorios. Me resultó curioso observar la visión poco típica de este relator, más interesado en las cuestiones legales del imperio Inca que en las hazañas bélicas de los conquistadores. Por ello orienté uno de mis trabajos de doctorado a compararlo con Pascual de Andagoya, un militar, mucho más interesado en el oro que en la ley. Podéis echar un vistazo a aquellas reflexiones en mi artículo "Dos visiones del Nuevo Mundo: el oro y la ley".

A modo de colofón, el podcast de "El recreo" con la sección literaria de la sesquidécada (a partir del min. 33'12) en la que hablo con Gorka Fernández de estas lecturas. No dejéis de escuchar también a Marcos Cadenato, que inaugura una sección sobre dichos, ni a Manuel Jesús Fernández, que habla de la "clase al revés".

10 marzo 2015

Festina lente: aprender sin prisas


Al hilo del Slow movement (ciudades lentas, educación lenta o pedagogía del caracol) la introducción de metodologías basadas en proyectos (ABP) me lleva cada día más a no tener prisas, a dejar que los procesos ocupen paulatinamente más tiempo en el aula y que la clase acabe convertida en un taller de producción en lugar de un auditorio de explicaciones. Por ejemplo, lo último que hemos estado trabajando en 2º de ESO es el Plan Lector del Año Internacional de la Luz. Los Planes Lectores, a pesar de ser de obligado cumplimiento y de afectar a TODAS las áreas del currículo, son una especie de leyenda urbana en los institutos, algo de lo que todos hablan sin haberlo visto o sin saber bien cómo aplicarlo. Por suerte, en mi centro somos bastante pesados y llevamos unos años promoviendo actividades globales para que todos los departamentos se impliquen en ello. A fin de cuentas no es tan difícil: en un plan lector se ha de leer de manera comprensiva, se ha de extraer información, se ha de reelaborar y se ha de presentar, es decir, competencias básicas, competencias clave de todas las asignaturas.
Para nuestra actividad, elegimos cuatro bloques dentro del tema de la luz. La ficha es esta:


A partir de aquí, tenían que trabajar en pareja, buscando información en sus casas pero trayéndola en bruto al aula para sintetizarla en clase con nuestra ayuda. Una vez preparada esa síntesis, la actividad se abría en dos líneas:

a) Un breve trabajo monográfico que debía cumplir los requisitos formales y de contenido exigidos para ello: portada, índice, epígrafes, bibliografía, tipo de letra, números de página, etc.
b) Un mural de cartulina con imágenes y notas aclaratorias.
Además, en la libreta debían recoger una memoria de lo que se había ido haciendo día a día.

Para trabajar a gusto en grupo con murales, ordenadores y material fungible, desarrollamos la actividad en la biblioteca del centro, que acabó convertida casi en un scriptorium medieval. Debo decir que las tres semanas que nos ocupó esta tarea fueron frenéticas y que ni siquiera los dos profes que compartimos docencia dábamos abasto a supervisar y ayudar con las tareas. Eso sí, podemos dar fe de que todo el trabajo se hacía en el aula, pues cada pareja tenía su carpeta de material y estaba prohibido llevarse los deberes a casa. Con el trabajo artesanal de los murales, también comprobamos que todos los alumnos al final hacían algo, bien en su pareja o bien ayudando a otros (se daban casos de "subcontratación de especialistas", por ejemplo en hacer títulos o dibujos).

Al acabar los trabajos, cada pareja exponía su mural y explicaba tanto el contenido como la disposición del mural y el reparto de tareas. Esta exposición se evaluaba por parte de sus compañeros con una rúbrica de evaluación. Con ello también verificamos que este modo de trabajar había dado como resultado un aprendizaje real, pues el alumnado sabía responder las preguntas trampa que lanzaban algunos de sus compañeros. Los resultados de los murales y un fragmento de exposición podéis verlos en este vídeo:


Siguiendo el curso de este Plan Lector, dado que dentro de los textos argumentativos explicamos siempre la instancia como género de interés, aprovechamos para redactar instancias protestando por el exceso de iluminación urbana y su impacto en la contaminación lumínica. Curiosamente, esto nos sirvió también a los profes para aprender mucho más sobre las leyes actuales al respecto.
El redactado de la instancia también sigue esta pedagogía de la lentitud, pues las instancias se revisan una y otra vez hasta que están perfectas. Esta tarea cobra sentido también en la evaluación, ya que en el examen ya tienen que redactar una instancia siguiendo este modelo que se ha trabajado a conciencia en el aula. Hay alumnos que a la segunda vez ya la tienen lista, pero otros llegan a hacer cuatro o cinco borradores. Ello obliga a que los profes estemos en clase supervisando y corrigiendo continuamente: ortografía, pragmática, cuestiones formales... Para evitar tiempos muertos en el aula, se combina la instancia con otros textos como el anuncio por palabras. Os dejo una muestra de una de las libretas con tres borradores y la definitiva:

Clic en la imagen para ampliar

Como decía al principio, creo que este es el camino para desarrollar destrezas básicas. Muchos docentes se quejan de que el alumnado no sabe buscar información, que no sabe redactar un trabajo, que no sigue las normas mínimas de presentación. Curiosamente, nuestros alumnos reconocían que nadie les había dicho jamás cómo tenían que hacerlo y que de ese modo era difícil que lo hiciesen bien. En la Escuela, en lugar de correr tanto de unidad en unidad, más nos valdría ir paso a paso caminando sobre seguro: vísteme despacio, que tengo prisa, o festina lente que decían los romanos.

Crédito de la imagen: 'snails & math'

02 marzo 2015

El ABP y la paella


Estamos en los albores de marzo y brotan con la primavera los proyectos en las aulas. Ahí tenemos, por ejemplo, Quijote News o las Infografías educativas o Van Gogh 2015, entre otros. También florecen cursos de formación, como los que organiza el INTEF y otros más cercanos como las jornadas y el curso de Aprendizaje Basado en Proyectos (ABP) en el que he participado recientemente, organizado por el Cefire de Castellón, del que hablaré al final de esta nota.

Llevamos ya mucho tiempo compartiendo proyectos en las redes, la mayoría de ellos colaborativos. No sé si todos los que he llevado al aula han seguido al pie de la letra los postulados del ABP. Eso sí, cuando leí la Orden del BOE, que apunta las orientaciones metodológicas para trabajar por proyectos (léanse las páginas 17-18 del documento), por lo menos me sentí identificado en la acción y en la intención. Conozco la teoría del ABP bastante bien y me gusta; por eso siempre he tratado de cambiar mi aula en la línea de esos enfoques. Sin embargo, como ocurre con la paella, hay tantas fórmulas del ABP como docentes, o más bien habría que decir como aulas. Porque, al igual que la paella, cada docente debe elaborar su plato con los ingredientes que tiene a mano y con la tradición que ha heredado. Por estas tierras, por ejemplo, a la paella se le pone costilla de cerdo, un anatema para los de pueblos más al sur; en otros lares, añaden romero o tomillo, incluso cebolla. Los puristas se echan las manos a la cabeza porque no conciben semejantes atropellos. Parece evidente que el "arroz con cosas" que se ofrece en muchos lugares no debería llamarse paella, pero, ¿dónde está el límite?
Como decía, algo similar ocurre con el ABP, que también tiene sus puristas y exegetas. ¿Hay ABP sin trabajo cooperativo? ¿Hay ABP sin uso de las TIC? ¿Hay ABP sin socialización fuera del aula? ¿Y sin pregunta o producto final? De todo esto se habla en los cursos y jornadas sobre ABP, y yo me acuerdo entonces de la paella con costillas, que bien buena está. Los de lengua conocemos bien una dicotomía saussuriana fundamental, la de lengua y habla, esto es, el sistema ideal y abstracto, y su ejecución real y concreta. Llevar el Aprendizaje Basado en Proyectos al aula como sistema abstracto es imposible, tanto como encontrar la receta original de la paella, pero cada docente debería saber actuar en su aula de acuerdo con los principios que lo rigen, adaptándose a las circunstancias propias de su formación, de sus intereses y del propio contexto educativo en el que se halla. Sin embargo, deberíamos reflexionar en esos cursos y jornadas acerca de cuáles son los límites que separan el ABP de los "proyectos con cosas". Por si sirve de consuelo, tampoco yo los tengo claros, aunque intento cada vez aproximarme más al ideal. 

Después de este preludio gastronómico, doy paso a la crónica de las Jornadas #CsABP. En estas jornadas pude charlar un rato con buenos colegas como Jordi Doménech, Jordi Martí o Ramón Paraíso, además de otros muchos docentes a los que veo más a menudo. Por mi parte, estuve contando los aciertos y errores de un proyecto que llevé a las aulas hace un par de años: "Vamos a venderlo todo". Como ya lo expliqué aquí, os dejo los vídeos (gracias a Sergio Mestre) y el enlace a la presentación:

Para cerrar las jornadas, alguien tuvo la idea de contratar a dos farsantes (en su acepción más literal) para hablar de ABP y TIC con el tono de una charla intrascendente de taberna. Solo os dejo una imagen que puede dar idea aproximada del resultado. Por suerte, mi histriónico compañero Juanfra Álvarez supo dar el toque de seriedad que la ocasión requería (*).


Tras las jornadas, ha dado comienzo un curso de ABP en siete días cuya sesión inicial corrió a cargo de mi compañero de centro (y de PQPI) Francesc Collado y de un servidor. Se trataba de un minitaller para abrir boca y para esbozar in situ un proyecto. Es evidente que los límites de tiempo no dieron para mucho, pero resultó curioso comprobar que hay numerosos docentes que apuestan por el cambio metodológico y que está dispuestos a formarse para ello, lo que es sin duda motivo de alegría en estos tiempos inciertos.




(*) ADENDA 7/03/15:
Disponible el vídeo de la charla sobre ABP y TIC: