12 octubre 2012

A los cuatro vientos


Los centros educativos de secundaria de esta comunidad han recibido esta semana los resultados de las pruebas diagnósticas realizadas hace unos meses a los alumnos de 2º de ESO. Personalmente, los datos numéricos carecen para mí de cualquier valor -no creo que necesite decir por qué-, pero resulta revelador que seguimos fallando, dentro del área de comunicación, en la expresión escrita, la destreza que mayor atención metodológica requiere por parte del profesorado. Con los resultados viene, de regalo, la exigencia de elaborar un Plan de Mejora. Comenté en su día la trampa que supone esto de los planes de mejora; de hecho, a finales del curso pasado presentamos uno muy completo al que no han hecho el menor caso, para variar. Reducir recursos materiales y humanos con una mano y reclamar mejoras con la otra es habitual ya en nuestra administración educativa, por lo que no deberíamos hacer demasiado caso a estos tirones de orejas de cara a la galería. Pero lo que resulta preocupante es que el discurso culpabilizador de los gestores educativos haya calado entre el profesorado sin atisbos de crítica. Ante la renuncia a realizar proyectos o a asumir nuevas responsabilidades profesionales, se dice muy a menudo que los docentes queremos trabajar lo mínimo. Es otra de esas falacias que, a fuerza de repetirse, acabará considerándose cierta. Los docentes, muchos docentes, estamos ya trabajando lo máximo, y si ha descendido la calidad de nuestro trabajo es precisamente por eso, porque trabajamos más, no porque trabajemos menos. Pongan ustedes a Ferrán Adrià, por ejemplo, a preparar de lunes a viernes croquetas en la cantina de una fábrica y díganle luego que no saben igual que cuando las deconstruía en el Bulli. Claro que hay profes que han aprovechado estos tiempos de desánimo para bajar el ritmo, pero me atrevería a decir que son los mismos que leían el periódico en clase o quienes se perpetuaban por los siglos de los siglos con las mismas fotocopias (por cierto, no sé cómo habrán logrado algunos hacer menos de lo que hacían...). El resto de profesionales que conozco trabajan ahora más que nunca, con una diversidad inasumible en grupos más numerosos que nunca y con unas condiciones que apenas garantizan llegar al viernes con vida. Como para exigir croquetas deconstruidas...
A pesar de ello, el discurso oficialista sigue transmitiendo que trabajamos poco y mal. ¿Qué podemos hacer para salir de esta batalla entre lo que piensa la sociedad y lo que realmente se vive en nuestras aulas? Para mí, la clave reside en lo dicho arriba: convencer a los ciudadanos de este país de que el descenso de la calidad educativa se debe a que trabajamos más y en peores condiciones. Y esto solo se puede conseguir con técnicas de agitprop, es decir, haciendo visible nuestro trabajo, difundiendo experiencias, contando siempre que podamos lo que hacemos en el aula. Ese fue el espíritu que impulsó el nacimiento de la blogosfera educativa y las redes sociales de docentes. Sin embargo, basta con acudir a un congreso, a unas jornadas, a unos cursillos, para encontrarte con decenas de colegas que te cuentan experiencias que llevan a sus aulas pero que no se atreven a contar en público por miedo a resultar banales o de poco interés. Hay que romper con esos temores y con esos silencios, hay que conseguir que las familias conozcan de primera mano que sus hijos e hijas aprenden y trabajan en clase, que el colegio y el instituto no son guarderías ni almacenes de niños. Si conseguimos esa propaganda positiva, quienes se atrevan a demonizarnos como colectivo tendrán que desmentir también nuestros logros públicos. Esos logros nunca van a conseguirse redactando Planes de Mejora irreales que nadie leerá, sino trabajando más y mejor, en el aula, con el alumnado, con las familas, con los compañeros... sin olvidarse luego de contarlo a los cuatro vientos.

Crédito de la imagen: 'Megaphon

15 comentarios:

Javier dijo...

No puedo estar más de acuerdo. Me sacan de quicio planes de mejora y demás papeleos que no llevan a ninguna mejora real, porque son palabrería (y muchas veces buenas intenciones, sí, pero que se quedan en eso). Además, quitan tiempo y ganas de trabajar en propuestas reales para llevar a las clases.

Por otra parte, la visibilización del trabajo que hacemos es mucho más importante de lo que pensamos y es una lástima que tantas experiencias interesantes se queden en el anonimato. Se me ocurren muchos ejemplos que he conocido. Por eso, es bueno dar el paso, aunque sientas esa inseguridad (incluso algunas veces certeza) sobre la calidad de lo que haces.

En definitiva, hay que gritarlo a los cuatro vientos, como haréis algunos el día 27 en Peñaranda de Bracamonte, donde un principiante como yo estará para tratar de aprender de los que ya tenéis tantas tablas en este mundillo.

Un saludo

Lourdes Domenech dijo...

Apostar por el silencio es como agachar la cabeza y aceptar que la educación está mal, que pasa por un momento crítico, que...
Aunque es un hecho que se respira un cierto desánimo entre el profesorado, también lo es que se sigue trabajando. Me gusta tu mensaje lanzado al aire sano de la blogosfera, porque en los centros se ha instalado una niebla perniciosa que pretende acallar a los que quieren seguir en la brecha, a pesar de todo (recortes, desaliento, cansancio, burocracia...).

Evaristo dijo...

Claro que sí. Tenemos que abrir las ventanas de nuestras aulas. Si no lo cuentas, no lo has hecho. Además es imprescindible para compartir nuestras experiencias y para reflexionar sobre las mismas.
Ahora más que nunca debemos hacer visible nuestro trabajo en todos los foros posibles. Contar nuestros éxitos y nuestras dificultades a los compañeros, a las familias, a todos.

eduideas dijo...

Y no solamente en los blogs. Hay que hablar de alumnos y de proyectos en las sobremesas, contestar cartas del periódico desinformadas, comentar la situación desesperada de los centros con amigos.... Todo va sembrando opinión. Y no quedarnos callados y medio sonrientes con la "bromita" de las vacaciones o lo bien que vivimos los funcionarios.

Carlos Nicomedes Díez dijo...

Se sigue trabajando, como dice Lu. Y lo pregonaremos, como pides tú. Por cierto, si no comento algunas antradas es porque el tiempo no me da para más (sábado, 7'30, preparando un material de refuerzo para alumnos de la ESO con dificultades lectores en aulas de 25 alumnos), pero que sepáis que leeros os sigo leyendo. Saludos.

Toni Solano dijo...

Javier: Hay un papeleo que te facilita la vida porque establece protocolos y estándares que resultan útiles, y hay otro papeleo que solo sirve para que unos pocos justifiquen sus despachos y sillones. No estoy dispuesto a pasar horas marcando ítems y rellenando hojas de jerga pedagógica para nada. Ojalá podamos hablar de ello en Peñaranda :)
Lu: El silencio es lo peor, pero también es para muchos el refugio ante los ataques continuos. Ya lo hemos hablado: muchos profes están escondiéndose en clase para que no se metan con ellos, la administración y sus propios compañeros.
Evaristo: Poco a poco, la visibilidad entre docentes es una realidad, pero nos falta trascender a las familias, que, salvo casos aislados, son ajenas a las buenas prácticas del aula. Creo que vienes a Peñaranda, ¿no? Será un lujo de compañía.
Eduideas: Los medios de comunicación son muy canallas y solo publican noticias negativas. A mí me está costando, pero poco a poco consigo que publiquen cosas de clase, la mayoría de veces a costa de ponerme pesado, muy pesado :)
Carlos: Siempre hemos sido icebergs profesionales, con una parte mínima visible despuntando sobre una masa ingente de trabajo oculto. Tenemos que sacar a flote ese trabajo, que se sepa.

Miguel dijo...

Estos Planes de Mejora van a servir lo mismo que las pruebas diagnósticas. Para nada. Si no nos facilitan el trabajo, los resultados no pueden mejorar. La gente debe saber que en clase se trabaja y mucho. Entre otras cosas porque si no trabajas, se te lleva la corriente (el comportamiento de los alumnos) por eso, insisto, los profesores y profesoras no tenemos otro remedio que ponernos las pilas, y trabajar. Otra cosa es que la gente lo sepa. A lo mejor alguien debería decirlo.

Un abrazo.

Alberto G. (@albertogp123) dijo...

Puedo decir por experiencia propia y ajena (por eso he pasado ya por una decena de centros al menos) que una grandísima mayoría de profesores trabaja y mucho y realizan actividades y llevan a cabo experiencias extraordinarias y quedan, en el mejor de los casos tras las puertas del departamente o en las salas de profesores. Hay experiencias que no salen del aula, así que difícilmente pueden salir del centro. Se me ocurre que deberíamos crear una especie de plataforma que diera eco social y no sólo gremial a nuestro trabajo, al de todos. No sé, son palabras al viento, pero debe ocurrírsenos algo para tener mayor repercusión social.
Enhorabuena por el artículo, Antonio.

mjchorda dijo...

Como te comenté me parece un post escrito con tanta fuerza que parece que todo vaya a ser posible, como desterrar esa mala fama que algunos sectores de la población nos otorgan. Creo que eso es lo que hace falta, darnos cuenta de que lo que hacemos vale la pena y proclamarlo a los cuatro vientos, no callarlo. Hay compañeros haciendo blogs para padres e involucrándolos en proyectos como Dani y tú. Creo que es un paso importante. Y enhorabuena x tu forma de escribir esta entrada.

Toni Solano dijo...

Miguel: No hay cosa más desesperante que la burocracia inútil. Admitir un plan de mejora sin asignación presupuestaria y sin dotación humana es aceptar que somos una pandilla de inútiles o de vagos, es decir, asumir que el fracaso se produce porque no somos buenos profesionales. Me niego a entrar en ese juego; si quieren un plan de mejora que nos digan claramente qué ofrecen.
Alberto: Coincido contigo: la mayoría de profes son buenos docentes. Hay unos pocos que causan vergüenza, pero como en todo los sitios, por suerte son los menos. Hay que animar a los compañeros a que se hagan notar, a que no se callen y cuenten en la red, en cursos o en jornadas su buen hacer.
María José: Yo he visto cómo mi centro pasaba de estar estigmatizado a convertirse en un centro con algo de prestigio. Sé que las prácticas que hemos difundido algunos de los que estamos aquí han servido para ello. Lo creo posible también porque eso me hace tener esperanza. Ya veremos.

Unknown dijo...

Pues mira, sí, tienes toda la razón, y si se difunde fuera de nuestros círculos de profesores, pues mejor. Este curso tengo alumnos a los que nunca había dado clase y resulta que a mí sí me conocían...¡porque sus padres les habían dicho "no sé qué" de un blog! Nos sacudiremos la mala "lait" y a difundir. Un abrazo, se agradece el vigor y el entusiasmo, el tuyo y de los compañeros que comentan.

blogge@ndo dijo...

Contar lo que se hace siempre es importante. Las aulas están llenas de buenas prácticas a las que sus creadores no les dan importancia y que pueden servir no sólo de ayuda para otros profesionales sino también para que se sepa y sevalore lo que pasa DE VERDAD en las aulas.

pepet dijo...

Hay que conseguir que las dos partes den el paso. Los docentes tenéis que abrir las ventanas pero los padres debíamos interesarnos muchísimo más por lo que estáis haciendo y, en definitiva, por saber qué educación están recibiendo nuestros hijos.
Y como ciudadnos hacernos preguntas y buscar respuestas... ¿cómo es posible que la educación sea un desastre con el dineral que supuestamente se ha invertido? ¿todos los maestros son unos vagos y encima se quejan que tienen mucho trabajo?
Y claro hay que molestarse en buscar y escuchar los argumentos directamente de las partes no quedarte con el titular de prensa o la declaración del político de turno.

Aunque nunca había comentado sigo tu blog esporádicamente. Enmpece a mirar blogs de educación en los inicios de la marea verde en Madrid por saber por qué protestaban y descubrí un mundo de docentes absolutamente implicados que aparte de agradeceros vuestra labor con nuestros hijos personalmente también me habeis aportado mucho como ciudadano y como persona.

gracias

Toni Solano dijo...

Carlota Bloom: Claro que funciona difundir experiencias. Lo que no funciona es callarse y cerrar las puertas para que nadie sepa si trabajas o haces el vago -que a puerta cerrada es lo mismo-. Compartir no es tan difícil. Muchos de los que se resisten a formar parte de estas redes se pasan el día compartiendo otras cosas en el facebook. Es una pena.
Bloggeando: Difundir, enganchar, enredar a los profes para que participen, para que cuenten. Las asesorías también juegan un buen papel, si quieren, claro.
Pepet: Gracias por el comentario. Muchos docentes somos también padres y madres y nos duele escuchar comentarios negativos generalizados en la puerta del colegio o del instituto. Todos queremos lo mejor para nuestros hijos y tratamos de darlo también como profesionales. Que haya ovejas negras es inevitable; también hay familias que ejercen como enemigos -de los profes y de sus propios hijos-. Si queremos que esto se arregle, hemos de hacerlo entre todos. A pesar de quienes intentan dividirnos.

pepet dijo...

He encontrado por el Facebook una crónica de una madre que esperoos guste

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Resumen de las movilizaciones por la escuela pública.
Las manifestaciones se resumen en contar gente hecho del que ya no podemos fiarnos porque parece que no existe un sentido de la medida al que acogerse, las matemáticas parecen ser demasiado elásticas. El otro resumen es cualquier hecho por mínimo que pudiera ser susceptible de poder ser ampliado, convertido en escándalo, según la vieja técnica del teléfono árabe pero en donde el principal emisor son los mass medias irresponsables. La opinión no se puede medir.
Yo me quedo con mi punto de vista que aunque al principio pueda parecer estúpido no lo es desde el punto de vista de las ciencias sociales. ¿que ocurre fuera de la manifestación? ¿que resulta invisible para los sociólogos de orientación economicista como es Wergüenza?

Sólo puedo hablar por mí tratándo estos dos últimos días como si de un focus group se tratara.
Anteayer me encontré con tres activistas durmiendo en mi casa. Se habían autoorganizado. Acudieron a cenar los dos abuelos antisistema y ambos grupos estuvieron hablando y dialogando sobre las reformas de Wert. La información que los abuelos pudieron dar a estas activistas puede tener su efecto inmediato pero también más allá en el tiempo. Los padres radicales, irresponsables y de izquierdas se dedicaban a mediar entre ambas generaciones y a la intendencia. A la mañana siguiente el grupo de activistas aumentó hasta cinco después de la cacerolada en la calle junto a sus profesores. Los padres radicales se turnaron para la intendencia a mediodía. Ocho activistas llegaron a comer y se ocuparon ellos de sí mismos: ensalada, lentejas y jamón serrano. La fruta como siempre divídió la unanimidad. La tarde-noche se dedicaron a arreglar pancartas y lemas para la manifestación. A las 9 de la noche volvían a ser niños y niñas de 11 años. Les dolían los pies, tenían sed, hambre pero llegaban a sus respectivas casas con conversaciones intergeneracionales nuevas, aprendizajes, reflexiones futuras, sentido crítico y mucha ilusión. Gracias Wertgüenza.