31 octubre 2009

Que se queden hasta los 18

Alzaré mi voz contra el clamor docente que reniega de la escolarización obligatoria hasta los 18 años. Me parece estupendo que los jóvenes se queden estudiando hasta la mayoría de edad (supongo que luego vendrá aquello de elevar la mayoría de edad hasta los 21). A cambio, sólo exijo la inclusión de esta pequeña reforma:

Título de Estudios Elementales:
Podrán acceder al módulo de Estudios Elementales (Niveles básicos correspondientes al Primer ciclo de ESO) aquellos alumnos que no hayan superado los objetivos de Primaria y que, tras haber cumplido los catorce años, no hayan aprobado las asignaturas instrumentales de 1º o 2º de ESO. Estos alumnos pasarán a un curso de adaptación curricular centrado en la adquisición de Competencias de Supervivencia Cívica:
-Alfabetización básica.
-Socialización.
-Higiene y Salud.
Estos cursos tendrán una orientación académica con carácter fundamentalmente práctico y podrán ocupar uno o dos años según decisión del equipo docente.
Quienes superen esos cursos obtendrán el Diploma de Estudios Elementales y podrán optar por Programas de Cualificación Inicial Profesional o por Programas de Diversificación Curricular.

Por otro lado, aquellos alumnos que, tras cumplir los quince años, no hayan superado este módulo, pasarán una prueba diagnóstica y serán remitidos al especialista correspondiente según el informe elaborado al respecto. Las universidades dispondrán de unas Aulas de Milagros Didácticos destinadas a este tipo de alumnado con el fin de atenderlos debidamente hasta los 18 años. Para ello, se contará con especialistas en Psiquiatría infantil, Psicopedagogos, Educadores sociales, Jueces, Abogados, Fiscales, Presidentes de Asociaciones de Padres y Madres, Obispos, Políticos, Periodistas, y un señor que pasaba por allí.

Del resto del alumnado, como siempre, nos seguimos ocupando nosotros.
Crédito de la imagen: 'Day 112/365 - Wrong Way'

30 octubre 2009

Hablando se entiende la gente


A mi casa llegó hoy un mensajero;
una caja con un tubo esperado
traía, por di4 enviado:
Por fin, cesó un antiguo desespero.

Varios correos con tino certero
llegarían a un señor educado
en atención al cliente encargado,
y dio la cara como un caballero.

Salvó di4 esa garantía
ante algo que a cualquiera descalabra:
El no saber si esta empresa cumplía.

Aquel diálogo -abracadabra-
a la conciliación la puerta abría:
Es mi fe en el poder de la palabra.


Crédito de la imagen: 'Communication'

26 octubre 2009

Sesquidécada: octubre 1994

Empecé a estudiar Filología porque me gustaban la lengua y la literatura, es evidente. Dentro de la literatura, mi atención se centraba en la novela contemporánea y, aunque reconocía el valor de otras épocas y géneros, no pensaba que mis estudios fuesen a hacerme cambiar de gustos. Sin embargo, allá por el lejano 1994, la literatura medieval se me apareció casi de sopetón para darme muchas alegrías. En esta sesquidécada (y seguramente en las próximas) regresará alguno de aquellos clásicos que me dejó gratamente sorprendido. En esta ocasión viene Gonzalo de Berceo y sus Milagros de Nuestra Señora.
Los lectores que no se han acercado a la literatura medieval tendrán los mismos prejuicios que tenía yo en aquellos años: Un libro con ese título tan devoto debe de ser aburridísimo. Como este blog es bastante visitado por filólogos dejaré que sean los comentaristas los que den sus opiniones. Mi recuerdo al respecto me lleva a la enorme sorpresa de encontrar un libro plagado de historias divertidas, de golpes de efecto, de pasiones, de dolor, de violencia, de lujuria, de muerte, de amor... Eso sí, no nos engañemos, cuesta leerlo por partida doble: Por su castellano medieval y por la omnipresencia de la devoción mariana como motor de todos los milagros. Y entre tanto milagro, no fue extraño que hace poco, cuando todos hablaban de cierto político que emprendió el Camino de Santiago como expiación de su soberbia y sus pecados, me acordase del "milagro del romero". En fin, que hemos cambiado muy poco desde la Edad Media.

Cambiando de tercio completamente, he revisado otra lectura de aquel mes de octubre de 1994: TV: fábrica de mentiras, de Lolo Rico. Su autora fue la creadora del programa La bola de cristal, un referente para los "jóvenes de mi edad". El libro, a pesar de su antigüedad, tiene una vigencia asombrosa. En él se habla de los perniciosos modelos televisivos que se ofrecían a los niños: Leticia Sabater, Bola de Dragón, Sensación de vivir...
Me contaba una maestra (...) que los chiquillos de su instituto declaraban (...) aspirar a que el centro en que estudiaban se reformara a imagen y semejanza del de Beverly Hills (..). Querían tener las mismas taquillas, idéntico jardín (...). Ninguna referencia al profesorado, ni peticiones para la biblioteca (...). La realidad que nos circunda convertida en mero escenario, en soporte de una hipotética actividad social, recreativa, sexual -nunca intelectual- que necesariamente les asimilará, según creen, a los personajes de la serie (...).
Me temo que Beverly Hills se ha convertido ya para muchos jóvenes en la meta a alcanzar, por cualquier medio, en sus vidas: un estado vacacional permanente, acomodado, sentimentaloide y reaccionario.
Ahora, Beverly Hills son esos institutos de ficción (Los Serrano, Física o Química, etc.) o, simplemente canales como Disney Channel, que ofrecen ese estado "vacacional permanente", como alguna vez ha apuntado Joselu. Aquella generación de niños de la que hablaba Lolo Rico son la "generación Peter Pan", los adultescentes de hoy, y ya vemos cómo les va. No sé qué nos encontraremos de aquí a quince años ni si estaremos para contarlo.
Crédito de la imagen: 'Monasterio de Suso'

21 octubre 2009

El tonto inglés


EL TONTO INGLÉS
(Drama en tres actos)


PERSONAJES:
Un TONTO
LISTO 1
LISTO 2

ACTO 1

(Entra un tonto en el centro comercial La brecha británica)

TONTO:
Buenas tardes tenga usted.
LISTO 1:
Buenas sean. ¿Qué desea?
TONTO:
Estropeose este tubo
del aspirador, ¡qué pena!
LISTO 1:
Veo que es en garantía;
llévelo usted sin problema,
no anda lejos el servicio
técnico, y allí no hay pena.
Mas, hombre, no vaya usted hoy
que es sábado y allí cierran

(Vase)

ACTO 2

(Servicio técnico, lunes por la tarde)


TONTO:
Buenas tardes tenga usted.
LISTO 2:
Buenas. ¿Viene con un tubo?
Sepa que el aspirador
que usted creía de lujo
es un cacharro mezquino
que funciona como el culo.
Varios me han traído ya
y garantías no hubo.
TONTO:
Asi, ¿me toca pagar?
LISTO 2:
Y serán casi mil duros.

(Vase desconsolado)

ACTO 3

(Martes por la tarde en La brecha británica)

TONTO:
Buenas tardes tenga usted.
LISTO 1:
(Aparte) Otra vez el persistente.
¿Qué le trae por aquí?
TONTO:
Ya de atención al cliente
vengo muy desesperado,
así que no me caliente...
La garantía lo dice:
"Dos años los componentes"
LISTO 1:
Pero este tubo es pïeza,
señor, y no componente.
Y sepa que las pïezas
se excluyen completamente.
TONTO:
Mas el tubo no es cepillo,
ni filtros; es diferente.
LISTO 1:
Olvídese, caballero.
No obró atinadamente
al elegir esta marca.
TONTO:
¡Si me la enseñó su gente!
LISTO 1:
Aquí en la factura veo
que lo compró en internete.
¡No somos la misma cosa!
No vendía yo tal ente.
TONTO:
Pero, ¿qué me dice usted?,
¡si lo veo allí enfrente!
LISTO1:
Para otros bobos lo guardo;
siempre pica algún cliente.
Retírese ahora un tanto
que se me espanta la gente.

(Vase el TONTO rumiando entre dientes)

TONTO:
Enseñaba yo a los críos
respetar mucho la letra
para tratar con las gentes
sin romperles la cabeza.
Mas ahora veo triste
que, aun sobre letra impresa,
hay quien discute y porfía,
y lo escrito se la pela.
Malas gentes comerciantes,
muy devotos de la empresa
pero poco fieles al cliente,
quien en la estacada dejan.
Y llámenme tonto inglés
puesto que aquí se demuestra
que bien extranjero soy
de aquesta mi propia lengua.


FIN
Pinchar en la imagen para ampliar

Los personajes y acciones que se cuentan en este drama están basados en hechos reales. Por si alguien quiere huir de situaciones similares, todo esto ocurrió en este comercio, y con un aspirador de esta marca.

ACTUALIZACIÓN 30/10/09:

Tras varios correos electrónicos, el departamento de gestión de calidad de di4 se ha hecho cargo del envío gratuito de esta pieza. También desde el departamento de atención al cliente de El Corte Inglés se han preocupado de llamar para tratar de solucionarlo. Quiero pensar que lo hubiesen solucionado sin necesidad de mis insistentes correos y de esta nota en el blog. Y como es de bien nacidos ser agradecidos, publico una nota aclarando todo esto en el mismo registro poético.

17 octubre 2009

Pedagogía personal

Tiempo de programaciones didácticas. En ellas se recogen las intenciones para el curso. En la mayoría de casos, no pasan de ser un copia y pega de currículos oficiales, de propuestas editoriales o de efusiones departamentales con mayor o menor vocación de permanencia en el tiempo y el espacio. En algunos centros, como éste en el que estoy, se procura adaptar a la realidad de las aulas: Perfiles de los grupos, lecturas de referencia, proyectos y experiencias concretas, etc. Sin embargo, no dejan de ser programaciones para todo un departamento, en las que el apartado de metodología docente se ha de hacer más o menos universal para que cualquier docente pueda adaptarse a ello. Y todos sabemos que la metodología docente es lo que más nos diferencia, pues, como dice el refrán, "cada maestrillo tiene su librillo". Incluso en aquellos grupos en los que entramos dos profesores al aula, en los que todo está pactado de antemano para evitar incompatibilidades, cada uno aplica enfoques distintos y privilegia unos aspectos sobre otros. Debo decir que esta experiencia de compartir docencia con mi compañera Elena ha enriquecido mi visión de la docencia, a pesar de nuestras diferencias a la hora de manejar una clase (o quizá precisamente por ello). Y lo que he aprendido es que no hay fórmulas mágicas, que es preciso que cada docente busque su propia metodología y que, en esa indagación, se muestre flexible y sea capaz de aprender de otros, no para imitarlos, sino para adaptar y pulir su estilo con el tiempo.
Cuando aprobé las oposiciones, mis conocimientos sobre didáctica y pedagogía eran muy limitados. De hecho, una compañera y amiga tuvo que echarme una mano para preparar la programación que debía defender (gracias, Isabel). En lo que no tenía dudas era en el modo que consideraba apropiado para dar clase; lo consideraba tan personal que ni siquiera me atreví a plasmarlo sobre el papel, y lo defendí a viva voz en el acto, creyendo que si era algo descabellado se lo llevaría el viento. Aquellos cuatro puntos que sustentaban mi pedagogía personal eran los siguientes:
  • Proximidad: En la medida de lo posible, los contenidos serían explicados con ejemplos cercanos a la realidad del alumno. Es buen modo de compensar el desinterés de los jóvenes por todo aquello que consideran ajeno a sus vidas o inútil para su futuro inmediato.
  • Empatía: Considero fundamental la capacidad de ponerse en el pellejo del alumnado. En ocasiones, olvidamos que son adolescentes, con todo lo que ello supone, y que nosotros circulamos por sus vidas como una sucesión de bustos parlantes que sueltan discursos y dictan órdenes.
  • Negociación: Quizá producto de una falta de firmeza o quizá derivada de la anterior, la negociación de ciertos aspectos en el desarrollo de las clases, me ha permitido adaptarme a muchos alumnos difíciles. No me gustan las normas igualatorias y pienso que el profesor puede y debe negociar individualmente lo que exige a cada alumno, siempre que ello no suponga un trato discriminatorio hacia el resto.
  • Persistencia: Ellos son pesados y yo debo serlo más. No me debo cansar de repetir las cosas, en clase, en el pasillo, en el patio... A fin de cuentas, ¿quién no recuerda a los pesados que han pasado por nuestras vidas?
Con el tiempo, he relativizado todas mis certezas, incluidos estos cuatro pilares. Sin embargo, ahí los tengo, siempre presentes. Ya sé que no son gran cosa y que a muchos les parecerán discutibles, pero, por encima de la validez de unos u otros, reivindico que cada profesor/a pueda ejercer la docencia siguiendo sus propias dudas y certezas. Para ello, las programaciones tienen que ser la cuerda que nos guíe en el laberinto y nunca la soga que nos ahorque en las mazmorras de la burocracia.
Crédito de la imagen: 'At right angles'

07 octubre 2009

Porque tú no vales

Hoy se cumplen cinco años de la implantación del Permiso de Conducción de Familia (PCF), uno de los avances sociales más destacados en nuestro siglo XXI. En un 7 de octubre del año 2015, tras un acalorado debate ético sobre el carácter público o privado del cuidado de hijos y la gestión de los recursos familiares por parte de los progenitores, se aprobó la creación de un carnet que sirviese de habilitación para ejercer la patria potestad. Al mismo tiempo, se estableció el sistema de puntos, que ya venía funcionando con éxito desde hacía años para la conducción de vehículos.
"A algunos intelectuales les parecía que el PCF suponía una intervención excesiva del Estado en el ámbito familiar", apunta Mariano Godoy, responsable de la Dirección General de Familia (DGF), "sin darse cuenta de que un individuo podía ir a la cárcel por conducir borracho en una noche loca, mientras otros quedaban impunes tras conducir borrachos a su familia durante toda la vida, poniendo en riesgo, día tras día, la vida y el futuro de sus hijos y cónyuges".
Por eso, el Permiso de Conducción de Familia estableció un régimen severo de castigos, según la dimensión y gravedad de la falta: No atender la manutención e higiene, tolerar o fomentar el absentismo escolar, desatender las obligaciones educativas de la prole, poner en riesgo la integridad de sus hijos o las de sus amigos, compañeros, profesores, etc. suponían la retirada de puntos, que sólo se podían recuperar asistiendo a cursos de formación y a talleres de trabajo social. Algunas faltas, como no asistir a las reuniones del colegio o a las llamadas de los tutores, podían ser objeto de simple sanción económica,.
"No fue fácil concienciar a la gente de lo importante que es sentar las bases de una educación en condiciones como garantía de futuro", señala Leire Potín, consejera autonómica del Departamento de Reeducación Familiar (DRF). Ciertamente, costó varios meses, pero las duras campañas de concienciación (polémicos fueron aquellos explícitos carteles: "Si tu hijo te importa una mierda, dedícate al onanismo", o las pegatinas indelebles: "Porque tú no vales") y el desprestigio público que suponía para padres y madres perder puntos dieron fruto más pronto de lo previsto. En un año bajaron en un 45% las incidencias escolares (un descenso de hasta el 60% de expedientes disciplinarios en los institutos de secundaria) y se retiró la custodia a doscientos progenitores que acumulaban faltas muy graves. "Había padres y madres que educaban a sus hijos en el desprecio absoluto de la vida propia y ajena", comenta Alfredo Marchasi, Jefe del Gabinete de Sustitución Familiar (GSF). El GSF constituyó una piedra angular del sistema; formado en su totalidad por psicólogos y psicólogas (y algún psicopedagogo), diseñaba unas familias de acogida ficticias (en realidad eran un psicólogo y una psicóloga disfrazados de padre y madre -aunque a veces, por problemas de distribución, existían familias con otro perfil-) que se ocupaban de reeducar a esos niños y jóvenes que habían sido desasistidos por sus familiares. "Además de servir de apoyo a esas criaturas, el GSF permitió recolocar a muchos profesionales a los que el buen orden en los centros educativos había dejado sin trabajo", confirma Marchasi.
Hoy, después de cinco años, pocos se atreven a criticar el PCF, un documento que ha devuelto la normalidad a escuelas, institutos, centros de mayores, reuniones familiares de domingo, velatorios, cenas de Nochebuena, etc. "Aún nos queda mucho por mejorar. El año que viene regalaremos puntos a los que participen en las asociaciones de padres y madres o en el Consejo Escolar; será la caña", concluye Leire Potín. Ya veremos.


Ficciones anteriores:
Crédito de la imagen: 'Familia'