25 enero 2015

Sesquidécada: enero 2000

Se cumplen ahora seis años de sesquidécadas, 72 notas en el blog hablando de lectura y literatura. Esta serie se inició en una época en la que la irrupción de Twitter levantaba rumores acerca de la muerte de los blogs. Y aquí estamos todavía, tal vez distintos, pero vivos. Esta sesquidécada, la número 73, como corresponde a la magia de sus cifras, es también un poco especial, porque gracias a mi amigo y colega Gorka Fernández -uno de los más veteranos blogueros, incluso antes de formar parte de Tres Tizas- damos el salto a la radio y al podcast. En su programa El Recreo irán apareciendo mensualmente reseñas de estas sesquidécadas, en un formato más abierto, que permita hablar relajadamente de libros y lecturas. La primera entrega, la de este mes de enero, la podéis escuchar en este podcast -a partir del minuto 28-, donde también se incluye una recomendable entrevista a Juan Carlos Palomino, responsable de Espiral. En ella cuento el origen de esta serie y desvelo algunos secretos de su trastienda.


Como se señala en el podcast, esta sesquidécada de enero sacrifica algunas lecturas interesantes de enero de 2000 -lo siento por Luis Landero o por Gil Vicente- para convertirse en una nota viajera, hacia Oriente y hacia Occidente.

El primer reseñado es Alvar Núñez Cabeza de Vaca con sus Naufragios. De los cronistas de Indias, nos hemos quedado con Bartolomé de las Casas, olvidando que hay espléndidos relatos con estilos muy diversos. La de Cabeza de Vaca es la primera crónica de los pasos europeos por el sur de Estados Unidos, especialmente la zona de la Florida y el Golfo de México. En ella se puede apreciar el asombro y la curiosidad ante unos territorios jamás vistos con la aparición de animales y plantas desconocidas a los que hay que nombrar. En el texto de los Naufragios aparecen palabras nuevas que irán engrosando el léxico castellano. Solo por ello merece la pena asomarse aunque sea un poquito a sus páginas.

El segundo texto es el Viaje de Jerusalem del maestro Francisco Guerrero, un músico renacentista relegado durante siglos y recuperado recientemente por Jordi Savall. Accedí al texto original de Guerrero gracias al apoyo de José Luis Canet, Julio Alonso y Vicent-Josep Escartí, con quienes estaba desarrollando diversos cursos de doctorado en la Universitat de València. A Vicent Escartí, especialista en textos memorialísticos, le propuse orientar mi trabajo hacia una edición digital semipaleográfica acompañada de la versión modernizada; de este modo, el texto de Guerrero quedó a disposición de los estudiosos desde aquel año de 2000. Ahora he recuperado la versión completa con notas y os la dejo también a vosotros. La edición de este texto del viaje fue para mí una experiencia maravillosa porque me obligó a aprender mucho sobre Tierra Santa, sobre los Evangelios e incluso sobre Música, especialmente en su conexión con muchos de nuestros poetas clásicos. Es una suerte poder compartirlo con vosotros y verificar de este modo que, como apuntaba hace poco en la plataforma Lectyo, leer no es un acto solitario, sino una actividad colectiva que permite tejer una red de complicidades. Nos leemos y nos escuchamos en la próxima sesquidécada.

21 enero 2015

QUIJOTE NEWS 2015. Buenas nuevas del QUIJOTE



Cuatro siglos después de su publicación, el Quijote sigue dándonos alegrías y preocupaciones. Un día leemos en el diario que unos investigadores descubren una venta en la que fue armado; a la semana siguiente nos enteramos de que han encontrado los papeles del verdadero Quijada o Quesada; un mes más tarde, aparecen restos del barco encantado... Al final, los avisados lectores de este siglo XXI, desde el limbo de esa realidad ficcional, no sabemos quién existió de verdad, si Don Quijote o Miguel de Cervantes. Por eso, como lectores y como docentes, en este IV Centenario de la publicación de la Segunda Parte de Don Quijote, hemos querido rendir un nuevo homenaje en las aulas a nuestro clásico, y qué mejor modo de hacerlo que proponiendo una relectura de las aventuras del hidalgo en clave periodística.
Quijote News Así pues, este proyecto Quijote News 2015 promueve la actualización de la obra cervantina a través de los géneros periodísticos y de las herramientas de creación digital y de difusión en las redes. La lectura del Quijote abrirá paso a la elaboración de un periódico que reúna en sus páginas diversos fragmentos, anécdotas, pasajes o aventuras quijotescas narradas en forma de noticia, crónica, entrevista, artículo de opinión, etc. Todo ello será recogido en un sitio web y difundido desde diversas redes educativas. En él podréis hallar la guía didáctica y los recursos, tutoriales y herramientas sugeridas para el proyecto.
Este primer ejemplar de QUIJOTE NEWS, elaborado como muestra de los textos que pueden surgir del proyecto, da idea del trabajo de adaptación que pueden realizar los alumnos.

Una vez más, los clásicos vuelven al aula para demostrar que son inmortales. Cada nueva lectura los hace revivir y también nos hace descubrir nuevos matices y detalles. Y mientras para el docente supone un reencuentro, para el alumnado siempre acabará resultando un feliz hallazgo.

Os animamos a participar en el proyecto y a transitar por los difusos y sugerentes márgenes entre la realidad y la ficción, ese limbo en el que resulta tan divertido aprender.


Equipo Impulsor del I Encuentro de Lenguas
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También nos puedes seguir en Twitter @elquijote2015 y #elquijote2015

Correo: quijote2015@gmail.com 
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10 enero 2015

Destilando notas: evaluación y calificación

(Pinchar en la imagen para acceder)

Invitado por el equipo de Evaluacción, acabo de publicar una reflexión titulada "La destileria de la evaluación" en la que sobrevuelo las cuestiones de evaluación y calificación que me atormentan como docente. Allí defiendo que, en general, somos buenos evaluando pero que tenemos muchos problemas a la hora de objetivar esa evaluación en una nota numérica. El principal problema, a mi parecer, es convertir el proceso global e integral del aprendizaje -lo que exige la ley- en un conjunto de ítems susceptibles de ser medidos en forma de escala, que es lo que también exige la administración. Trabajar de manera holística en las competencias, en proyectos, en procesos, para luego trascender en una calificación numérica -obtenida en demasiadas ocasiones por un examen que no recoge todas las evidencias del aprendizaje-, supone una contradicción metodológica difícil de resolver, al menos para mí. No bastaría con suprimir los exámenes, como apuntan algunos, ni tampoco con eliminar las notas numéricas, como ya se ha intentado en alguna ocasión. Creo que la realidad impone un filtro basado en estándares, en pruebas demasiado parecidas a los exámenes de clase (la Selectividad o las reválidas son el paradigma de ello, pero también las oposiciones y otras pruebas del mismo estilo), que obligan a que nos acostumbremos a esa manera de cribar. El modelo impuesto por organismos internacionales refuerza aún más ese sistema de medición por escalas. ¿Hay alternativas? ¿Se puede evaluar en la Escuela sin ubicar las evidencias de aprendizaje en una escala numérica? ¿Sería mejor el sistema educativo si no dependiese de la calificación? No tengo respuestas, solo preguntas.

Relacionadas con la evaluación en este blog:

03 enero 2015

Memoria líquida


Al cerrar el 2014 hacía el siguiente comentario en el blogla Escuela sigue basada en un modelo en el que las mentes deben ser almacenes de conocimiento. No sabemos cómo será el futuro, pero seguramente exigirá menos memoria y más plasticidad. Ello ha dado pie para que mi amigo y colega Joselu haga una interesante reflexión en su blog que, a su vez, ha generado diversos comentarios en otras redes. Me parece oportuno abrir este 2015 explicando mejor mis palabras y ofreciendo un nuevo punto de partida para cualquier discusión al respecto. Argumenta Joselu que la memoria es fundamental para todo aprendizaje, pues no es posible aprender sin memorizar. Es indiscutible que eso es cierto, pero mi comentario no pretendía minusvalorar la capacidad humana de memorizar sino el uso que la Escuela hace de esa capacidad. De ahí que hablase de un modelo en el que la mente es "almacén de conocimientos", es decir una memoria sólida, un depósito de datos y saberes estáticos. Ese es para mí el modelo de saber predominante hasta el siglo XX, el saber de la erudición, una memoria que gestiona procesos, sí, pero sobre todo que alberga una gran cantidad de datos. No hace falta irse muy lejos en el tiempo para comprobar que muchas titulaciones (y muchos de los sabios que las sustentan) solo han tenido sentido bajo ese modelo memorístico: uno alcanza la cátedra cuando ha leído todo lo que se ha escrito sobre un tema, gracias a haber viajado por cientos de bibliotecas y haber filtrado miles de datos hasta quedarse con lo esencial. ¿Qué vigencia tiene hoy día ese modelo, cuando los datos están al alcance de un clic? No vale decir que no se puede fiar todo a Google, pues sabemos que en el siglo XXI todo está fundamentado en bases de datos. Mientras los médicos del siglo pasado debían confiar en su memoria, los de hoy consultan historiales y vademécum digitales; los ingenieros no han de recuperar fórmulas aprendidas en la carrera, porque hay programas que las ejecutan con más fiabilidad; los historiadores recelan de los datos aprendidos hace décadas porque saben que los nuevos datos pueden desmentir a aquellos... La memoria de hoy sirve, pues, para aprender y desaprender. Mientras en épocas pasadas lo importante eran los datos, en el siglo XXI lo esencial pueden ser los metadatos, es decir, saber dónde se encuentra esa información, quién la produjo, con qué herramienta se procesó, qué vigencia tiene, etc. La memoria no será el almacén sino el vehículo para no perderse en el laberinto de datos. La mano de la memoria, como la de la imagen que abre esta nota, no puede ya aprehender todo el conocimiento, sino que ha de saber filtrar y quedarse solo con lo necesario. En tiempos líquidos, memorias líquidas.


Entonces, después de la era de los Big Data, ¿en qué queda el saber memorístico? La memoria de siglos pasados parece relegada a ser exhibida en concursos televisivos como Saber y ganar o aquel lejano El tiempo es oro. Curiosamente, en el concurso que presentaba Constantino Romero había una "Gran Pregunta" final en la que la memoria no servía para mucho, pues los concursantes debían relacionar ciertas pistas y con ellas buscar en una inmensa biblioteca el dato preciso que se les pedía. Vivimos en el tiempo de esa Gran Pregunta pues nuestro mundo es ya aquella biblioteca impresionante que cerraba el programa El tiempo es oro. Como si viviésemos en una alegoría futurista, la Escuela sigue empeñada en que los estudiantes, encerrados en esa biblioteca, se lean el mayor número posible de libros, en lugar de enseñarles a buscar el dato preciso, en lugar de adiestrarles en ser eficaces en el laberinto de la información. Esta incongruencia era lo que a mí me parecía preocupante, porque el tiempo es oro también para ellos. 

Crédito de la imagen: 'Grip'