LA LEY:
El emperador Heliogábalo había diseñado una manera eficaz de deshacerse de sus oponentes más molestos. Había promulgado un decreto con los siguientes puntos:
I) Todo ciudadano romano está obligado a acudir a presencia del César y en su defensa a su llamada (debidamente armado, se entiende).
II) Quien entrare en la residencia imperial con armas será reo de traición.
III) Será considerado reo de deslealtad quien ocultare malos pensamientos para su César o quien atribuyese al mismo innobles intenciones.
Como pueden adivinar, bastaba una llamada del emperador pidiendo auxilio para que uno se considerase ejecutado con independencia de su decisión.
I) Todo ciudadano romano está obligado a acudir a presencia del César y en su defensa a su llamada (debidamente armado, se entiende).
II) Quien entrare en la residencia imperial con armas será reo de traición.
III) Será considerado reo de deslealtad quien ocultare malos pensamientos para su César o quien atribuyese al mismo innobles intenciones.
Como pueden adivinar, bastaba una llamada del emperador pidiendo auxilio para que uno se considerase ejecutado con independencia de su decisión.
LA CIENCIA:
Un científico anota las reacciones de una araña ante la mutilación de sus patas. Desde el extremo de la mesa, el científico llama a la araña amaestrada para que acuda junto a él. Cada vez que la araña responde a la llamada, el científico anota: "Araña con 7 patas anda", "araña con 6 patas anda"...
Y así hasta que le arranca la última pata. "¡Araña ven!, !araña, ven!" Cuando ve que la araña no se mueve ante su llamada, anota: "Araña sin patas, sorda".
LA FILOSOFÍA:
Principio de Hanlon: No le atribuyas a la mala intención lo que puede ser explicado por la estupidez
LA ESCUELA:
Tras años de programas de refuerzo y de lucha contra el fracaso escolar que nunca obedecieron a un plan global, que dependían de designios arbitrarios y cambiantes de un año a otro, y que se asignaron a personas con escasa o nula formación, los responsables educativos de aquel lugar pensaron que valía la pena dejar la solución en manos de sus oponentes -pues siempre habían considerado a los docentes más una molestia que un alivio-. Pergeñaron lo que llamaremos el "Contrato Heliogábalo", que consiste en lo siguiente:
I) "Diseñen en su centro educativo un proyecto para combatir el fracaso escolar. Tienen quince días para hacerlo. Nosotros lo evaluaremos y les concederemos para ello los recursos que necesiten -perdón, los que podamos darles-. Si cumplen su parte, seguiremos dándole esos recursos durante unos años -si nos dejan-. Pero cuidado con no cumplir objetivos, pues se quedan sin recursos."
II) "Si ustedes no aceptan participar en nuestro contrato, probablemente los dejaremos directamente sin recursos -por poco colaboradores-".
III) "No pueden decir a nadie que nosotros llevamos tiempo quitándoles recursos para luchar contra el fracaso -o negándoles los que demandan- y que ni siquiera concediendo todas las ayudas posibles llegaríamos a los niveles recomendados por los expertos. Tampoco digan a nadie que una clave del contrato es su vinculación con la concesión de comisiones de servicio al personal docente, algo que ya empieza a fomentar la puñalada por la espalda en los claustros. Este tipo de declaraciones son desagradables para nosotros y son producto de la mala fe."
Los responsables educativos de aquel lugar fueron quitando patas a la comunidad educativa y, pasado un tiempo, la llamaron para que viniese y no vino. Determinaron que la causa del fracaso escolar es que los docentes son sordos y por ello privatizaron las escuelas y los contrataron a través de una ETT que recibía subvenciones por contratar a personas con discapacidad auditiva.
Muchos de aquellos docentes pensaron que los responsables educativos de aquel lugar eran unos seres perversos y miserables, pero el sabio Hanlon les recordó que no había que atribuir a la maldad lo que podía ser explicado por simple estupidez.
EPÍLOGO:
Dicen que hubo un ciudadano llamado Dicémbalo que pudo sortear airoso la tramposa ley de Heliogábalo. A la llamada del César, se presentó a las puertas de palacio armado y gritando: "voy a matarte". La guardia lo desarmó y lo llevó ante el emperador. Dicémbalo le explicó que había venido dispuesto a ayudarlo e incluso había amenazado a quien lo ponía en peligro, pero había sido desarmado por la guardia. Heliogábalo tuvo que creerlo por no desmerecer su propia ley. Si nuestros docentes tuvieran la astucia y valentía de Dicémbalo tal vez pudieran salir del bucle en el que están atrapados.
EPÍLOGO:
Dicen que hubo un ciudadano llamado Dicémbalo que pudo sortear airoso la tramposa ley de Heliogábalo. A la llamada del César, se presentó a las puertas de palacio armado y gritando: "voy a matarte". La guardia lo desarmó y lo llevó ante el emperador. Dicémbalo le explicó que había venido dispuesto a ayudarlo e incluso había amenazado a quien lo ponía en peligro, pero había sido desarmado por la guardia. Heliogábalo tuvo que creerlo por no desmerecer su propia ley. Si nuestros docentes tuvieran la astucia y valentía de Dicémbalo tal vez pudieran salir del bucle en el que están atrapados.
Para saber más del "Contrato Heliogábalo":
- Contrato programa para incrementar el éxito y reducir el abandono escolar
- El gran pufo de los contratos programa
Crédito de la imagen: 'Tiger and Turtle - Magic Mountain'