04 mayo 2007

Juventud, divinas lecturas...

Crédito de la imagen: www.pasadizo.com

Después de la nota anterior, creo que debo algunas disculpas y rectificaciones. Perdonad la retahíla cuasi interminable de títulos, pues, más que un canon, es el propio Harold Bloom en su inmensidad hecho lista; perdonad algunas mentiras piadosas, como la del límite adolescente que sobrepasé con creces debido a mi tardío reenganche al instituto (hice FP y luego estuve un par de años entregado al dolce far niente -solo en cuanto al estudio- antes de acabar el BUP); perdonad la ausencia en una y otra lista de La isla del tesoro de Stevenson (imperdonable, lo sé); y perdonad que haya olvidado las lecturas de antes de la adolescencia: De modo que rectifico y añado, al margen de algún título de Los Cinco, y como súmmum de mis lecturas pre-adolescentes, la colección completa de Alfred Hitchcock y los Tres Investigadores.
De hecho, creo este estilo empalagoso de escritura que gasto se lo debo, en parte, a aquellas traducciones de los años setenta ("me parece harto probable"). También le debo a esta colección una curiosidad extrema por desvelar los fraudes paranormales y mi iniciación en el mundo de los acertijos y de la lógica de los acontecimientos. Por no hablar de mi afición a las películas de Hitchcock.
Y lo más sorprendente del caso es que esas novelas nada tenían que ver con el orondo director de cine, más allá de que apareciese como personaje mecenas en todos los casos de los tres jóvenes investigadores de Rocky Beach. El autor de la mayor parte de la serie era Robert Arthur y, aunque los esquemas eran en ocasiones repetitivos (falsos fantasmas, robos descubiertos, envidias de Skinny Norris, etc.), ofrecía tramas interesantes y variadas, sustentadas por personajes con luces y sombras, y con intriga, mucha intriga.
Esta colección aún se encuentra en algunas librerías, pero los títulos modernos son de otros autores. Para mí ya han perdido el sabor de la infancia (recuerdo que eran mi regalo de Reyes preferido), y no me atrevería a recomendarlos a los alumnos. Aunque tal vez un día haga la prueba.

7 comentarios:

pepita pulgarcita dijo...

Los tres investigadores... qué recuerdos. Mi primo mayor tenía la colección y al final nos los fuimos leyendo todos. Mi hermano pequeño los llamaba "los libros de Al Francisco". Eran un poco Scooby Doo, pero daba igual que todos tuvieran la misma dinámica. Y luego nos hacíamos cabañas y era nuestro Patio Secreto y nos inventábamos casos.
Aprovecho el tema de la lectura y te dejo el decálogo de los derechos del lector de Daniel Pennac (un escritor muy recomendable)recordados un poco por encima:
1. derecho a no leer
2. derecho a saltarse páginas
3. derecho a no terminar un libro
4. derecho a releer
5. derecho a leer cualquier cosa
6. derecho a la evasión
7. derecho a leer en cualquier sitio
8. derecho a hojear
9. derecho a leer en voz alta
10. derecho a no tener por qué defender nuestros gustos
Está en un libro llamado Comme un roman, en el que habla de la lectura.
Saludos periféricos

José Mari dijo...

Vaya, yo creí que esos libros estaban ya desaparecidos. Leí muchos y fueron de los que consiguieron engancharme a la lectura, pues me duraban muy poco entre las manos. Recuerdo que de ahí salté a Dragon Lance, pero esto es ya otro cantar.
Pennac, para quitarse el sombrero. Siempre que puedo, lo recomiendo.

Anónimo dijo...

Bueno, ya que nombráis libros de la infancia, confesaré que los que me encantaban a mí eran los de Puck. Eran parecidos a Los Cinco, pero versión femenina. También me enganché una temporada a unos libros de Dragones y Mazmorras en los que podías saltar de una parte del libro a otra porque podías elegir diferentes opciones en la aventura. Así el libro podía tener diferentes finales, y tú eras el protagonista.
Supongo que de pequeños lo que interesa es aficionarse a la lectura.
En 1º de BUP (con 14 años)recuerdo que nos hicieron leer Memorias de Adriano, de Marguerit Yourcenar, y creo que nuestras mentes aún no estaban preparadas para algo tan tedioso (eso fue lo que me pareció en aquel momento). A cada etapa de la vida le va un libro diferente.

Anónimo dijo...

Con "El misterio del castillo del terror" descubrí que un libro podía atraparte y sorprenderte... creo que a Robert Arthur le debo un 80% de mi afición a la lectura.

Toni Solano dijo...

Veo que comparto lecturas con un porcentaje aceptable de los que pasáis por aquí. Gracias por vuestras citas (y faltarían los Hollister, los Siete Secretos, etc.). Por cierto ¿alguien recuerda Judy Bolton y Cía? Yo tenía una novela que se llamaba 'El misterioso medio gato', que leía una y otra vez.
En cuanto a Pennac, para los que amamos la lectura sigue siendo un referente. También aparece en el canon de Elisa (Actimoliner), con las novelas de Malaussène.

Fantine dijo...

Los Cinco, Los Hollister y los Tres Investigadores eran mis libros de referencia de la infancia. Creo habérmelos leído todos en la biblioteca a la que iba de pequeña, y fueron la antesala a la lectura de obras de mayor envergadura.
Tengo la suerte de haber nacido con el gusto por la lectura. Aprendí a leer solita, sólo por llevar la contraria a mi hermano, que se negaba a leerme cuentos, y desde entonces no paré. Y aunque sólo fuera por irvalidad fraterna, jamás he necesitado ningún tipo de presión externa para leer.

wraitlito dijo...

Ja,ja,ja ... has evocado unos ancestrales recuerdos con los tres investigadores, ya no recordaba haberlos leído.
Saludos