30 marzo 2012

Primavera callejera



Con la primavera, las calles se llenan de aromas y de brillos que invitan al paseo. Es el tiempo de los Callejeros literarios, el momento de salir y descubrir que la literatura está viva en nuestros pueblos y ciudades. Muchos profesores y estudiantes ya se han puesto en marcha para esta segunda edición del proyecto colaborativo en el que se entrecruzan biografías y avenidas, antologías y bulevares, poemas y callejas. Poco a poco, la página del proyecto se va llenando de nuevo de mapas que nos conducen a la literatura, o viceversa. Si todavía no conoces los Callejeros Literarios te invitamos a un paseo por los trabajos de curso pasado:




Para participar sólo hay que indicarlo en el formulario de esta edición. Podéis enviar vuestros trabajos hasta el 31 de mayo. También nos podéis seguir en Twitter: @callejarios. No lo dudéis:
¡Es primavera y en las calles la literatura nos espera!


Crédito de la imagen: DAT

24 marzo 2012

Sesquidécada: marzo de 1997

En la sesquidécada que celebra los quince años de aquellas lecturas de marzo de 1997, los protagonistas son los ensayos de literatura. La Teoría de la Literatura es una disciplina opaca, hermética y un tanto áspera; ello se debe a la profundidad con que se aborda la materia de su estudio. Del mismo modo que uno no puede gozar de muchos de los poemas de Lope si no ha experimentado el amor, difícilmente se puede disfrutar de la Teoría de la Literatura si no se ha "sentido" el goce literario de obras maestras. Por mi parte, tuve suerte de ir construyendo el aparato teórico a medida que conocía esos clásicos fundamentales, lo que me evitó sufrimientos estériles.
El primer ensayo que quiero reseñar es Obra abierta, de Umberto Eco. Quizá más adelante vuelva para hablar de Eco como narrador, aunque de momento me conformo con destacar que este ensayo me parece esencial para entender los procesos de comunicación entre autor y lector. Según Eco, las obras literarias de calidad son necesariamente 'obras abiertas' en el sentido de que solo se completa la significación cuando el lector ejecuta la lectura, y este ciclo es individual y singular. Ello continúa la línea de teorías como la Estética de la Recepción y entronca con las aportaciones de Roland Barthes y otros críticos del posmodernismo. Por cierto, si no lo conocéis, no os perdáis el divertido ensayo ¿Cómo se hace una tesis doctoral? de Eco: no os servirá ya para preparar una tesis, pero sí para disfrutar del fino humor del piamontés.

El otro ensayo tiene un título más atractivo: La carne, la muerte y el diablo en la literatura romántica, de Mario Praz. Es un trabajo exhaustivo sobre las relaciones entre estos temas que se enuncian y la estética romántica. Las referencias literarias y artísticas son innumerables y el buen lector disfrutará con las 'relaciones peligrosas' entre algunos autores malditos y el contexto de su época. En su día recogí algunas citas que me parecieron interesantes y que ahora he subido a la red. Este ensayo fue reeditado no hace mucho por la editorial El Acantilado.

Para cerrar esta sesquidécada, recupero a uno de mis autores españoles preferidos: Luis Mateo Díez, del que traigo aquí la novela Las horas completas. Todas las obras de Mateo Díez están surcadas por un humor elegante que asoma bajo la anodina existencia de muchos de sus personajes. En este caso, cinco sacerdotes que viajan en coche se encontrarán con la sorpresa de un peregrino bastante peculiar que vendrá a alterar sus plácidas vidas. Del mismo autor y con la misma calidad son novelas como La fuente de la edad, Camino de perdición, La ruina del cielo o El diablo meridiano. La prosa de Luis Mateo Díez, un auténtico lujo.



06 marzo 2012

Leer es


Leer es gozar de la compañía de un libro.
Leer es viajar sin prisas.
Leer es reír con la vista.
Leer es volver a ser joven.
Leer es compartir universos consagrados.
Leer es un acto de rebeldía.
Leer es revivir pasiones añejas.
Leer es rendir homenaje a la palabra.
Leer es perseguirse hasta el infinito.
Leer es hacer de la muerte un porvenir.
Leer es un acto prohibido.
Leer es entregarse a los sueños.
Leer es ser un poco rarito.
Leer es una práctica canibal.
Leer es un vicio prematuro.
Leer es altamente contagioso.
Leer es releer.
Leer es tomar caminos divergentes.
Leer es abrirse al futuro.
Leer es recorrer calles en libertad.
Leer es amar.
Leer es todo y es nada, porque leer es aquello que uno desee...


El portal Leer.es otorga mensualmente unos sellos de Buenas Prácticas a experiencias diversas relacionadas con el fomento de la lectura. Este blog, haciendo honores a esa caótica lista de enlaces propios que encabeza esta nota, ha recibido dos menciones directas, una por Tuenti de bohemia y otra compartida por Callejeros literarios. Por la participación en el proyecto colectivo "Poesía eres tú" también llegó una pequeña porción a mis alumnas y alumnos. Y hoy mismo, recibo mi parte alícuota por la aportación a "El bazar de los locos", un artículo en clave humorística que podéis leer en la red: 21 días en Twitter. Para los nostálgicos del papel, también se puede conseguir el libro en Novadors edicions. Sin duda, una buena ocasión para leer es.

Crédito de la imagen: BEST (26)

26 febrero 2012

Sesquidécada: febrero 1997

Unos amigos lectores me comentaban el otro día que cada vez les cuesta más mantener la atención en esas lecturas morosas de la novela del XIX. No es fácil enfrentarse a capítulos de veinte o treinta páginas en los que no ocurre apenas nada, ni siquiera para nosotros que 'aprendimos' literatura con esos modelos (no digo ya para nuestros jóvenes de atención dispersa). Algunas de aquellas obras del canon universal parecen condenadas a la espera de un lector paciente que se atreva con ellas.
No sé si pasaría la prueba del lector paciente la primera obra de esta sesquidécada. Se trata de una novela río, nunca mejor dicho, pues es un río quien incluso le da nombre: El Don apacible. Ya hablé de ella con motivo de una serie de libros que reseñé bajo la etiqueta de "los raros y los largos". Esta novela de Mijail Shólojov cuenta el convulso periodo de la revolución rusa y los acontecimientos posteriores, tomando como referencia la tierra de los cosacos. Es, en cierta medida, una novela épica, pero también muy humana, con unos personajes sólidos y una trama que cautiva al lector. Tuve en su día el atrevimiento de analizar con detalle sus más de mil páginas y llegué a preparar un trabajo para la asignatura de novela contemporánea que impartía el profesor Joan Oleza. Recientemente han aparecido ediciones más manejables que la que se muestra en la imagen de esta nota, de modo que os animo a hincarle el diente a un auténtico novelón ruso.
Otra obra con la que quiero ilustrar estas lecturas de hace quince años es la doble recopilación de relatos de Max Aub, Cuentos ciertos y Ciertos cuentos. Algunos de esos relatos han sido reeditados en diversas ocasiones; bajo el título Enero sin nombre y Escribir lo que imagino, la editorial Alba recopiló los cuentos relacionados con la guerra civil y los relatos más o menos fantásticos, respectivamente.
Como todo en esta vida parece confluir misteriosamente en círculos que nos devuelven una y otra vez a los mismos lugares, la relectura de Aub, un clásico de este blog, me ha llevado a recordar El manuscrito cuervo, un supuesto relato del cuervo Jacobo en el que se cuenta la visión del mundo humano a partir de la observación de los presos del campo de concentración de Vernet, en el que estuvo el propio Aub. No he encontrado versión digital, así que os dejo un par de citas:
"Los hombres hacen lo que no quieren. Para lograr este fin, tan absurdo a nuestras luces, inventaron quien les mande (...). Los que más mandan tampoco hacen exactamente lo que quieren, porque siempre dependen de una fuerza inventada por ellos, la Burocracia. La Mentira y la Burocracia son los dioses de los externos."
"Llega su aberración a tal grado que, no contentos con huir personalmente de la ociosidad, los hay que hacen trabajar a los demás. Llaman a eso negocio. Desde luego los negociantes son la casta humana más despreciable. Tal enfermedad ha llevado a esta desdichada humanidad a creer que hay que ganar algo para comer".
Esta lectura me hizo recordar un relato que preparé hace unos años mientras participaba como jurado en la preselección de cuentos del certamen internacional organizado por la Fundación Max Aub de Segorbe. En mi historia, tomo como modelo el relato de Max Aub y algunos de sus leit-motive. Como decía, a modo de cierre del círculo, el pasado jueves intervine en Radio Purpos/ed [Es], invitado por Gorka Fernández, de Tres Tizas, para hablar de la #primaveravalenciana; en el mismo programa, Felix Ramos, presidente del foro por la memoria de Huelva, mencionaba la satisfacción que supone para las familias la recuperación de los restos de represaliados enterrados en miles de fosas anónimas. Creo que era justo sacar a la luz, junto con el programa de radio, aquel relato perdido en un disco duro. Espero que os gusten ambos testimonios.


Manuscrito perro

07 febrero 2012

Celebrando Dickens


Me invitó Juan Ignacio de Castro desde su blog para conmemorar el bicentenario del nacimiento de Charles Dickens, que se celebra hoy 7 de febrero con amplia repercusión en redes sociales bajo la etiqueta #Dickens2012. Alguna vez he confesado que mis clásicos juveniles fueron las joyas literarias de Bruguera, con las que muy pronto disfruté de las aventuras de los grandes autores como Verne, Stevenson, Mark Twain, o el propio Dickens, así como otros menores como Karl May, Rider Haggard, etc. (a quienes interesen las adaptaciones literarias en cómic, recomiendo una entrada de Carlos Díez en Tres Tizas, donde también se habla de las joyas literarias de Bruguera). 
Dickens fue, junto con Julio Verne, el autor cuyas novelas ilustradas consumí sin descanso en mayor cantidad. Siento mucho que para gran parte de nuestros alumnos estos clásicos sean totalmente desconocidos, pese a que hay en el mercado algunas adaptaciones juveniles tanto en novela como en cómic. Es una pena que se pierdan la lectura de obras como Canción de Navidad, que fue una de mis novelas preferidas durante mucho tiempo, y que recomendaba también cuando empecé a dar clase. También he mencionado en el blog la adaptación de Historia de dos ciudades, en Vicens Vives, que puede servir de acercamiento a otra de sus mejores novelas. Los profes de lengua sabemos lo que cuesta enredar a los jóvenes en el hábito lector y muchas veces los clásicos universales son lo más alejado de su horizonte de expectativas lectoras. Una lástima, desde luego.
Por mi parte, he querido celebrar este año Dickens leyendo David Copperfield. Comparado con aquellas versiones juveniles, el clásico ha adquirido una grandeza inusitada. He disfrutado con la maestría de Dickens a la hora de crear personajes, con el manejo de la trama, con la evocación del paisaje británico... Como toda novela tiene su relectura según los ojos que la miran, he apuntado unas citas para este pequeño homenaje dickensiano.
La primera cita es una mirada al pasado de la condición de maestro quizá no tan alejada de la actual:
Si pudiera asociarse la imagen de un toro, de un oso o de algo semejante a la de míster Mell, yo la compararía con alguno de aquellos animales acosados por un millar de perros, aquella tarde, cuando el ruido era más fuerte. Lo recuerdo apoyando la cabeza en sus delgadas manos, sentado en su pupitre, inclinado sobre un libro y esforzándose en proseguir su cansada labor a través de aquel ruido que habría vuelto loco hasta al presidente de la Cámara de los Comunes. Había chicos que se habían levantado de sus sitios y jugaban a la gallina ciega en un rincón; los había que se reían, que cantaban, que hablaban, que bailaban, que rugían; los había que patinaban; otros saltaban formando corro alrededor del maestro y gesticulaban, le hacían burla por detrás y hasta delante de sus ojos, parodiando su pobreza, sus botas, su traje, hasta a su madre; se burlaban de todo, hasta de lo que más hubieran debido respetar.
La segunda cita debería ser leída y aprendida en clases de ciudadanía, educación cívica, o como quieran llamarlo:
Míster Micawber me estaba esperando cerca de la puerta, y una vez llegados a su habitación, que estaba situada en el penúltimo piso, se echó a llorar. Me conjuró solemnemente para que recordara su destino y para que no olvidara jamás que si un hombre con veinte libras esterlinas de renta gasta diecinueve libras, diecinueve chelines y seis peniques, podrá ser dichoso; pero que si gasta veintiuna libras, nunca se librará de la miseria. 
Y la tercera expresa la idea que tenemos muchos del mundo de la política:
He apresado el arte salvaje que llaman taquigrafía y saco de ello bastante dinero; hasta he adquirido una gran reputación en esa especialidad y pertenezco a los doce taquígrafos que recogen los debates del Parlamento para un periódico de la mañana. Todas las noches tomo nota de predicciones que no se cumplirán nunca; de profesiones de fe a las que nadie es fiel; de explicaciones que no tienen otro objeto que engañar al público.
Feliz año Dickens.



30 enero 2012

Sesquidécada: enero 1997

En enero de 1997 leía La deshumanización del arte, de Ortega y Gasset. Personalmente, me resultaba chocante que la propuesta estética más destacada del periodo de entreguerras abogase por el elitismo y el rechazo deliberado de lo humano y lo social. Quince años después de aquella lectura y casi un siglo después de Ortega, me dan ganas de escribir un ensayo sobre "La deshumanización de la educación". En ese libro hablaría de la paradoja de estos tiempos en los que, por un lado, se trata a los educadores con criterios fabriles, del mismo modo que a un operario de la industria mecánica, por poner un ejemplo (ya saben, medir la productividad, mejorar la eficacia, controlar los niveles de consecución de objetivos), mientras por otro lado se habla de la vocación docente, de la entrega del maestro a los jóvenes, de la necesidad que tienen todos los niños y adolescentes de ser tratados como personas y no como tornillos (alguien debería recordar que la escuela pública, para cumplir objetivos, no puede desechar piezas que no cumplan el estándar). Pero no tengo el cuerpo muy orteguiano, de modo que haré lo posible por abandonar el tono ensayístico y quizá también el tono reivindicativo de las últimas notas, para entregarme a lo que siempre ha querido ser este blog, un lugar amable para hablar de literatura, lengua y enseñanza.

Escribiré, pues, de novelas, algunas de las que leí en ese mismo mes de enero de 1997 que celebra esta sesquidécada. Seré breve para no cansar. La primera es María, de Jorge Isaacs, una auténtica novela romántica al más puro estilo de las telenovelas actuales. Jovencitos enamorados desde niños, separaciones, disgustos, amor, más disgustos... todos los elementos que caracterizan el género. No creo que sea una novela muy recomendable para los estudiantes actuales, pero igual atrapa a los aficionados al culebrón de las tardes televisivas.

La segunda es Mañana en la batalla piensa en mí, de Javier Marías. Tal vez no sea su mejor novela (pienso que Corazón tan blanco es superior), pero tiene los ingredientes que definen el estilo de su autor: esa prosa enredada en digresiones sin fin, el continuo vaivén de la narración sobre el eje de un hecho nuclear, etc. Recuperar esta lectura me ha animado a empezar la última novela de Marías, Los enamoramientos.
Por último, quiero reivindicar un clásico del género policíaco patrio: el inspector Plinio, el detective creado por Francisco García Pavón, en esta ocasión enredado en las peripecias de Las hermanas Coloradas. Quizá los aficionados a la novela negra no estén muy dispuestos a aceptar como protagonistas a un policía de Tomelloso y a su amigo el veterinario, pero deben reconocer que las intrigas de la España rural son mucho más cercanas que cualquier asesinato del CSI. Seguro que Ortega y Gasset no hubiera perdonado a García Pavón por esa contaminación con la realidad. Y a mí tampoco.


21 enero 2012

Romance de los recortes


ROMANCE DE LOS RECORTES

Érase una vez que se era
un reino loco y sin norte,
reino asaz atolondrado,
desde la plebe a la corte.
Sus jerarcas sin mesura
gastaban a troche y moche
mientras todos jaleaban
el despilfarro y derroche.
Tal como tiernos infantes
babeaban día y noche,
agradecidos y mansos.
Sin censuras ni controles
alzaban templos y casas,
mil palacios de deportes,
parques y aeropuertos
incluso en medio del monte.
Ninguno osa protestar,
ninguno mesura pone,
nadie se atreve a cesar
el despropósito torpe.
En los años de bonanza,
algunos el lujo acogen
sin acordarse que el tiempo
en las locuras pone orden.
Muchos jerarcas y acólitos
llenan sus maletas y odres,
saqueando el bien ajeno
y cubriéndose de podre.
Mas llegan las vacas flacas
y la gota colma el borde:
quienes antes derrochaban
comienzan con los recortes.
"Habéis sido manirrotos,
caprichosos y glotones;
merecéis un buen castigo",
dicen con encono enorme.
Mientras los jerarcas sabios
a muy buen recaudo ponen
salarios, rentas y ahorros,
la paz del pueblo se rompe.
Ya no hay trabajo, ni viajes;
no más casitas ni coches.
Tras largos días de playa,
les llega una negra noche.
Mucho dinero gastaron,
pero más necesita la corte,
pues empeñaron sin tino
hasta el sueño de su prole.
Es triste de ver ahora
aquel reino de alto porte
arrastrado por los pelos,
sin nadie que lo conforte.
En desbandada sus jefes
huyen raudos cual hurones,
otros, altivos mendaces,
al juez sus hurtos esconden;
capaces son de negar
dádivas, lujo y derroche,
aunque repletos de alhajas
vayan hijos y consortes.
Las pobres gentes de a pie
viven llenas de temores
y lloran con gran dolor,
medrosas de que les roben
lo poco que les dejaron
esa panda de ladrones.
Sus médicos han perdido,
escuelas sin profesores,
asilos abandonados,
víctimas de los recortes.
Y mientras, allí en lo alto,
envueltos en su cohorte,
se ríen de todo ellos
preparando un nuevo golpe.

02 enero 2012

Noticias de libro


Encuentran a un niño desaparecido de su casa hace meses
El menor fue hallado a cien kilómetros de su hogar

El pequeño H.F., de doce años de edad, desapareció de su casa de acogida en la ciudad de St. Petersburg el pasado mes de octubre. Los hechos ocurrieron cuando el menor quedó solo en la cabaña que compartía con su padre a la orilla del río. El hallazgo de restos biológicos hizo pensar en un trágico desenlace, teniendo en cuenta que su progenitor contaba con numerosos antecedentes por violencia y embriaguez. Incluso se barajó la hipótesis de que hubiese sido víctima del negro Jim, huido de la población en las mismas fechas. Su tutora, la viuda Douglas, denunció al padre biológico del chico al que consideraba responsable de su desaparición.
Sin embargo, tres meses después, el pequeño H.F. ha aparecido sano y salvo en una ciudad río abajo, gracias a la intervención casi milagrosa de T.S., un amigo suyo del pueblo, que por azar fue a encontrarse con él al visitar a su tía. Al parecer, el chico había huido de los malos tratos de su padre y, con la ayuda de Jim, había conseguido sobrevivir a diversas calamidades en los últimos meses. Toda la ciudadanía de St. Petersburg celebra estos días el regreso del joven aventurero.
Ojalá las noticias del 2012 fuesen tan gratas como la que encabeza esta nota y que me sirve para abrir el año bloguero. Habréis adivinado que se trata de una ficción, una falsa noticia inspirada en un célebre libro que por fin he leído completo estas vacaciones. Y todo esto viene a cuento de una actividad que llevé a cabo el último día de clase de diciembre con mis 3º de ESO. Habíamos trabajado los géneros informativos y nos quedaba una sesión huérfana, de modo que subimos al aula de ordenadores y les propuse que, a partir de los libros que habían leído en el primer trimestre, construyesen una noticia. Debían redactarla en el procesador de textos y luego pegarla en un post-it en lino, mediante el enlace que les había facilitado en el blog






Es una actividad inspirada en modelos de reescritura que ya venimos empleando los profes de lengua desde tiempo inmemorial, aunque en especial me sirvieron de ayuda las actividades de Lu y sus sentencias del lunes y el periódico medieval de Virginia. El uso de lino es muy sencillo y no requiere creación de cuentas; además, permite la edición por parte del creador del tablón, algo que utilicé a posteriori para mover las notas y que no se pisasen unos a otros. La realización de la actividad en los cincuenta minutos de clase no permitió supervisar la ortografía más que en aquellos que avanzaban a buen ritmo, así que han quedado tal cual las escribieron. Las obras en las que se basan las noticias están en su mayoría en el listado de libros recomendados. El balance de esta actividad casi contra reloj es muy positivo, pues les permitió descubrir lo difícil que resulta redactar una noticia que cumpla con los criterios exigidos de relevancia y contenido, todo ello en una sesión que parecía casi destinada a perderse.