
Con los rigores del verano atacando con fuerza, la
sesquidécada de julio viene con lecturas ligeras, variadas y para todos los gustos. En primer lugar, para los lectores de prensa, tenemos una recopilación de columnas de Juan José Millás, a quien suelo recomendar
asiduamente en este blog. Aunque hay muchas antologías de "articuentos", como llama Millás a sus ficciones de opinión, la que leí en julio de 2000 se llamaba
Cuerpo y protésis. En ella hay numerosos textos relacionados con el cuerpo humano y con el extrañamiento que produce en general el funcionamiento de las personas, en sí mismas y en su relación con la sociedad. Sin duda, Millás está en su salsa en este género corto, un paso intermedio entre los extensos artículos de Larra y la brevedad de Twitter. La arquitectura de las columnas de Millás, como él mismo ha comentado en alguna ocasión, es similar a la de los insectos, cabeza, tórax y abdomen. Y del mismo modo que un entomólogo observa con pasión la perfección de esos pequeños seres, los lectores de Millás contemplamos entusiasmados el entramado verbal y la brillante artesanía compositiva que se muestra en gran parte de su producción periodística, mucho más interesante a mi juicio que la de sus novelas. A pesar de que algunas de aquellas columnas han perdido el referente que les dio origen, os animo a que les
echéis un vistazo.

Para los lectores que buscan literatura de calidad sin agobios de tiempo ni extensión, ofrezco el segundo autor de la sesquidécada:
Augusto Monterroso. Sus cuentos son exquisitos, auténticas joyas de la narrativa breve, comprometidos en ocasiones, líricos en otras, siempre literarios. Quizá reconocido mundialmente por su célebre
microrrelato del dinosaurio, merece la pena acercarse a otros cuentos no tan famosos pero igualmente espléndidos. En clase de 2º de ESO llevamos años trabajando el cuento "
El eclipse", comparándolo con el cómic de
Tintín en el Templo del Sol, y que nos da pie a criticar la visión soberbia de las culturas occidentales frente al saber de los mayas y otros pueblos americanos. Por suerte, hay muchísimas
ediciones digitales al alcance del lector actual. Es difícil elegir uno, pero en estos días de leyes y mordazas no habría que olvidar "
La oveja negra", humor negro para un mundo teñido de cierta desesperanza.
Por último, ofrezco una
delicatessen para filólogos, historiadores y otras gentes de mal vivir. Se trata de una obra poco conocida pero que esconde un gran tesoro para lectores exigentes:
Los viajes de Juan de Mandeville. La edición original es del siglo XIV y su autor firma como
John Mandeville, aunque no se conoce realmente si existió alguien con ese nombre o en realidad es un personaje ficticio inventado por algún monje de la época. El libro relata
los viajes de John Mandeville (o Juan de Mandavila) por Tierra Santa, India, China y otras tierras legendarias, en las que se describen animales y pueblos exóticos. Sin embargo, se trata de un gran engaño literario, pues dichas observaciones son producto de lecturas de otras obras de la época, como bestiarios, textos bíblicos, leyendas más o menos populares, etc. Esto no fue obstáculo para que se convirtiese en un
best seller durante muchos siglos, con lectores ilustres, como Cristóbal Colón, que quizá viese reforzadas sus teorías al leer en este libro que se podría dar la vuelta al mundo si se viajase en línea recta ininterrumpidamente. Recomiendo, si tenéis ocasión, leer
la versión en facsímil de una edición en castellano del siglo XVI, disponible en bibliotecas universitarias, pues en ella se pueden apreciar las ilustraciones de las razas extraordinarias que describe el autor de los viajes. Si no puede ser, existe una versión muy digna en los
clásicos universales de Cátedra, que también os hará disfrutar de un viaje pseudo-histórico-geográfico-literario en el tiempo. Para los más friquis, también está accesible la
versión original en inglés.
De la mano de
Gorka Fernández, podéis escuchar el podcast de esta sesquidécada en
El Recreo (a partir del minuto 27). Feliz verano, felices lecturas.