Para los profesores de lengua y literatura, este blog pretende ser la Cueva de Alí Babá, en la que encontrar alguna idea, algún germen que permita abrir caminos, sembrar dudas, avivar el seso de los más inquietos.
21 septiembre 2020
Sesquidécada: septiembre 2005
18 septiembre 2020
Uno para todos: cosas (y profes) que te pasan
Recuerdo que en el BUP tuve una profesora de Biología que nos mandó un trabajo sobre la minería en España. Así, sin anestesia, nos dijo: "hay que hacer un trabajo, mínimo diez páginas, para el 16 de noviembre...". Recuerdo copiar el fragmento dedicado a la minería de la Espasa de 8 tomos que teníamos en casa y con el que apenas llegaba a tres páginas de letra gorda de boli Bic. Recuerdo ir a la biblioteca del barrio y copiar los fragmentos correspondientes de la Monitor y de la Salvat. Como aún me faltaba una página para las diez, copié al azar un trozo de las memorias de un minero asturiano que encontré en una librería de saldo, con el consiguiente enfado de mi padre que me brindaba anécdotas más jugosas que yo desestimaba por miedo a que no encajasen en la bibliografía no explicada de mi primer topetazo con la realidad del instituto.
Aquella profesora fue algo que me pasó, dejó un recuerdo latente que solo resucitó cuando yo mismo me dediqué a la docencia y supe que no tendría que mandar jamás ese tipo de trabajos. Fue un acontecimiento admonitorio más que instructivo. Creo que la mayoría de los que nos dedicamos a la docencia recuperamos para nosotros y generamos en nuestro alumnado ese tipo de recuerdos, vivencias que se almacenan silenciosas en la memoria y que se reactivan para bien o para mal en las vidas adultas cuando se necesitan. Y si nosotros somos adultos con plena conciencia, no hay que olvidar que ellos son niños o adolescentes para los que ocupamos un lugar breve en su existencia. No pasamos por sus vidas: solo somos aconteceres que permanecerán agazapados en su recuerdo.
He visto la película recién estrenada Uno para todos y me he acordado de aquella profesora de Biología, pero sobre todo he recordado a don Arturo, que despertó mi pasión por leer y escribir, de don Hipólito, que me animó a conocer la historia; he recordado fugazmente a muchos de mis profesores de la carrera, que vivían la docencia como una pasión digna de contagio. Del mismo modo que lo vivo yo ahora, supongo que eran conscientes de lo efímero de su paso por nuestras vidas, mientras asumían a la par de la trascendencia que tendrían sus palabras y sus actos en el futuro de muchos de nosotros.
Aleix, el protagonista de la película, no sabe nada de esto, es un bisoño de la educación. Sabe que está de paso, sabe que sus alumnos lo olvidarán enseguida y que muchos ni siquiera recordarán su nombre cuando pasen al instituto. Pero es un educador, y eso se lleva en el genoma o en el oficio, llámenlo como quieran, vocación o profesionalidad. Sabe que no puede limitarse a dar su materia y largarse a las cinco a su casa a rumiar sus problemas, que son más importantes que los de sus niños. Sabe que tiene que implicarse, porque en el futuro uno de esos niños o niñas recordará que Aleix lo salvó del infierno, que Aleix lo animó a soñar, que Aleix lo escuchó, la abrazó...
Uno para todos es solo un trozo de nuestras historias de educadores, un trozo de la pasajera historia de unos niños. Es una película que todos percibiremos como cercana, como una extensión de nuestro día a día, en sus luces y sus sombras, en sus alegrías y sus vergüenzas. Los actores son verosímiles, la Escuela también, las familias, los dramas... Un curso en hora y media, reiterado y diferente a la vez, año tras año, colegio a colegio. Aleix es cada uno de nosotros repetido, ampliado y renovado.
Somos cosas que pasan en la vida de nuestros alumnos. Somos recuerdos dormidos. Somos piezas de unas memorias en construcción que necesitan cimientos sólidos. Por eso somos tan importantes, porque los docentes lo mismo somos ladrillos caravista en el edificio que alzan nuestros jóvenes, que pilares que permanecen ocultos, pero que sustentan sus vidas sin que sean conscientes de ello. Para bien o para mal. Siempre mejor lo primero.
26 agosto 2020
La boda de Rosa: mujeres que pinchan y cortan
En El vizconde demediado, la primera de esas novelitas, encontramos a un noble al que un cañonazo ha partido en dos, quedando en cada mitad las virtudes y los defectos separados. Los personajes de la película de Bollaín tienen también esa dualidad marcada, tan terribles como tiernos en pensamiento o en obra, polarizados en su propia interioridad, lejos del mundo de buenos y malos al que nos tiene acostumbrados el cine comercial. No sabemos si el anuncio de la boda de Rosa es el cañonazo que nos los muestra desgajados, pero nos gustaría pensar que el sacramento quizá sirva de sutura para muchos de ellos.
Creo que muchos conocen la segunda de las novelas, la de El barón rampante, ese joven aristócrata que decide un día encaramarse a un árbol y no volver a pisar el suelo. Rosa es la baronesa rampante, la hidalga que, en un destello de lucidez, en un arrebato de voluntad, se alza sobre ese fango que la tiene atrapada para aferrarse al mechón de la Fortuna, que todos sabemos que pasa fugaz y hay que asir con presteza para no claudicar ante el funesto destino. Estará tentada en más de una ocasión para bajar de las copas de sus sueños, estará a punto de apoyarse en una rama muerta o quebradiza, pero la voluntad son las alas de la vida y poco se resiste a su poderoso vuelo.
La tercera novela, El caballero inexistente, es la más críptica, la más oscura, pues relata el deambular de una armadura vacía, sin caballero en su interior. ¿Es nuestra protagonista una carcasa vacía? ¿Se puede vivir sin alma, vivir en alma ajena? Suena poético, pero en la vida real muchos viven sin vivir en ellos, viven para otros, por otros. ¿Cuál es el límite de nuestra renuncia? ¿Hasta qué punto podemos entregar nuestras vidas a los demás sin perder la nuestra? Es, como digo, el mensaje más triste del filme, el que te deja rumiando en silencio cuando se apagan las luces.
Pero no os engañéis, La boda de Rosa es mucho más que todas esas alucinaciones que os he contado, más producto de mis propias lecturas que de la intención de sus creadores. Es un canto a la libertad, a la locura, al libre albedrío. Es una lección de amor en todas sus vertientes: fraterno, filial, amistad... Es una reivindicación de la herencia, de la transmisión de emociones de madres a hijas, una reivindicación también de la nostalgia de una infancia en la que creemos que el futuro se puede coser igual que una tela. Pero, sobre todo, es una película de mujeres, de mujeres en positivo, mujeres que agarran el mundo por las solapas y lo sacuden hasta colocarlo en su sitio. Mujeres que tejen, mujeres que pinchan y cortan, como debería ser. No os la perdáis.
En Twitter hay una etiqueta de #CoserRelatos para compartir historias relacionadas con la película. Aquí podéis leer la mía:
Aquel sonido siempre era vespertino. Llegaba en verano al acabar la hora de la siesta y en invierno con el rosado crepúsculo. Era el sonido de la infancia, pero él eso aún no lo sabía... [hilo] ⬇️⬇️#CoserRelatos #LaBodadeRosa @Iciar_bodarosa #cineyeducacion pic.twitter.com/SNZIrtQopJ
— Toni Solano 🍏📚🍏 (@tonisolano) August 20, 2020
07 agosto 2020
Sesquidécada: agosto 2005
Agosto es un mes propicio para lecturas variadas, que lo mismo te dejan registro de bests sellers como El código da Vinci que novelas juveniles como Los hijos del Trueno, de Fernando Lalana y J.M. Almárcegui. Pero esta sesquidécada rinde homenaje a otros títulos con más empaque, también muy variados como comprobaréis.
El primero es un clásico de la educación, casi de obligada lectura para cualquier docente de lengua: Gramática de la fantasía, de Gianni Rodari. Al margen de que se obtienen de su lectura infinidad de ideas y propuestas para el aula, el texto de Rodari es una invitación a observar el mundo con otra mirada, a pensar en la lectura y la literatura como en la materia prima de la imaginación, de los sueños, de la creatividad... La gramática de la fantasía aborda el arte de contar historias pero también abre la puerta a plantear un modo diferente de enseñar a leer y escribir. Solo por eso merece la pena acercarse a Rodari.
Por último, una obra de un género menor del Renacimiento, las misceláneas: Floresta española, de Melchor de Santa Cruz. Si hubiese un Twitter en aquella época, la floresta sería lo más parecido a ello: chistes, cotilleos, cuentecillos, crítica, sentencias, burlas, aforismos, sátira... totum revolutum. Os dejo unos pocos ejemplos para vuestro solaz:
Cuando un cirujano a un pobre hombre, que le habían dado una pedrada en un ojo, que se le echó fuera, preguntó al cirujano: señor, ¿perderé el ojo? Respondió: no, que yo le tengo en la mano.
Ofreciéndosele a uno un viaje, aconsejábanle que fuese por la mar, que iría más presto y a menos costa. Respondió: no quiero ir en bestia que se gobierna por el rabo y no se puede el hombre apear de ella cuando quiere.
El mismo decía que era bueno hablar de la guerra y no ir a ella, y hablar de la mar y en ella no entrar, y hablar de la caza y tomalla en la plaza.
Diciendo un gentilhombre a una señora cuando se despedía de ella: beso pies y manos de vuestra merced. Le respondió: Señor, no se olvide otra estación que está en medio.
Leía siempre y fue reprehendido de algunos caballeros. Respondió: converso con los libros, porque hallo en ellos mejor conversación que no en vosotros.
El duque Philipo de Borgoña decía: de los grandes señores no digáis bien, ni mal. Porque si decís bien, mentiréis; y si mal, poneisos a peligro.
22 julio 2020
La versión de Eric: cuando lo normal es la excepción

18 julio 2020
Sesquidécada: julio 2005

11 julio 2020
Amor intempestivo, vidas en desazón
Y pues Vuestra Merced escribe se le escriba y relate el caso muy por extenso, parecióme no tomarle por el medio, sino del principio, porque se tenga entera noticia de mi persona, y también porque consideren los que heredaron nobles estados cuán poco se les debe, pues Fortuna fue con ellos parcial, y cuánto más hicieron los que, siéndoles contraria, con fuerza y maña remando, salieron a buen puerto.
28 junio 2020
1617: suceso en el convento. Historias de sexo y género
