19 febrero 2008

Tender puentes

Estamos viviendo con algo de estupor el nacimiento de esos nuevos países balcánicos. Ahora le ha tocado a Kosovo, pero no sé si acabará ahí la cosa. Todo el mundo habla -muchas veces sin saber nada de ello- del polvorín de los Balcanes, de la intolerancia religiosa entre musulmanes, ortodoxos, cristianos, y de un choque salpicado además matices étnicos entre serbios, croatas, albaneses, bosnios, etc.
Me ha resultado siempre difícil pensar cómo han llegado hasta ahí, cómo se puede distinguir un bosnio de un serbio hasta el punto de asesinarse por la calle. No hace mucho leí una magnífica novela ambientada en esa zona: El puente sobre el Drina. En ella, Ivo Andriĉ, narra al modo de las novelas río, la historia de la ciudad de Visegrad (Bosnia), situada a orillas del río Drina. Desde su apogeo en la Edad Media, cuando se configura como hito imprescindible entre el mundo cristiano y el islámico, hasta los conflictos de principios del siglo XX (y podríamos extenderlo hasta hoy día), la ciudad se muestra ante el lector como escenario de una arrolladora sucesión de generaciones en conflicto, un siempre inestable equilibrio entre fuerzas diversas.
Después de leer las atrocidades de unos y otros, entiendo un poco mejor los miedos atávicos de sus pobladores, el rencor persistente durante generaciones, la envidia hacia el vecino, el lento esperar a ver si se vuelve la tortilla y llegan los míos.
Por eso me produce recelo lo que está ocurriendo en Kosovo: por esa irreprimible tendencia del ser humano a la venganza. También me da miedo lo que pueda ocurrir en España algún día si los políticos no cesan de avivar los miedos de la gente hacia los inmigrantes. Aquí en Castellón hay ya una comunidad importante de rumanos. Si los políticos calientan el ambiente con soflamas en contra de la inmigración no tardaremos en ver a unos y otros circular por aceras distintas, ir a bares diferentes, utilizar cada cual sus propios recursos (y no exagero, pues ya está ocurriendo). Nos estamos cargando los puentes que aseguran la convivencia entre seres humanos; estamos abriendo brechas entre vecinos. Antes de seguir con esos discursos o apoyarlos abiertamente, vale la pena pensar que quizá estemos configurando, ahora y aquí, unos nuevos Balcanes.

10 comentarios:

Jesús dijo...

No sé que pensar del asunto Kosovo. Me desborda. Me temo que se vuelve a cumplir una vieja ley: si pierdes la guerra (si la has provocado, Milosevic y la santa compaña), pierdes territorio. ¿Hay otra solución, llegados a este punto?

Durante la guerra de Bosnia, entrevistamos para la revista del insti de mi pueblo a Budo, químico bosnio de Tuzla, de familia musulmana, no practicante. Moderno, laico, casado con una serbia ortodoxa. No entendía nada, cogió a sus hijas y se vino para acá. Después regreso para construir. Eterno ciclo.

Respecto a la demagogia política ya he expresado mi estupor. Excitar el ego punitivo y xenófobo tal vez de votos, en todo caso aglutina a los suyos. Insoportable, claro.

Pendiente la novela de Andric, como tantas. ¡Qué pena no llegar...!

Jesús dijo...

No sé que pensar del asunto Kosovo. Me desborda. Me temo que se vuelve a cumplir una vieja ley: si pierdes la guerra (si la has provocado, Milosevic y la santa compaña), pierdes territorio. ¿Hay otra solución, llegados a este punto?

Durante la guerra de Bosnia, entrevistamos para la revista del insti de mi pueblo a Budo, químico bosnio de Tuzla, de familia musulmana, no practicante. Moderno, laico, casado con una serbia ortodoxa. No entendía nada, cogió a sus hijas y se vino para acá. Después regreso para construir. Eterno ciclo.

Respecto a la demagogia política ya he expresado mi estupor. Excitar el ego punitivo y xenófobo tal vez de votos, en todo caso aglutina a los suyos. Insoportable, claro.

Pendiente la novela de Andric, como tantas. ¡Qué pena no llegar...!

Lourdes Domenech dijo...

No es un buen ejemplo histórico el de la independencia de Kosovo.
Los precedentes de este logro (una guerra étnica) ensucian el inicio de una nueva etapa de este territorio.

Atrás queda la imagen exótica del inmigrante. Hoy se ve en muchos núcleos rurales y urbanos cómo se hacinan en comunidades (guetos).
En los centros educativos está ocurriendo lo mismo (pues son un microcosmos). Los marroquíes forman sus grupitos; los latinos, también.
Si esto sigue así, habrá que derribar las aceras, Antonio.

Anónimo dijo...

Escribo con una perspectiva tal vez más cercana, sobrelo que he vsto y me han contado, más que sobre lo que hablan los medios de (des)información. Llevo ya unos meses en Tirana y lo que me dicen mis amigos es que la gente, en general, está cansada y lo único que quieren es tirar p'alante. Kosovo llevaba ya varios años viviendo de espaldas a Serbia, que a su vez ignoraba a "su provincia". El sábado estuve en Belgrado y sí, había movimiento, nos cruzamos con una manifestación, pero eran cuatro gatos, muy jóvenes la mayoría, y con un espíritu más de botellón que otra cosa. La gente que se cruzaba con ellos les miraba con gesto de desaprobación.
Ahora escribo desde Rumanía, que tampoco acepta la independencia. El revuelo mediático es considerable, y aviva los temores de las reclamaciones de las minorías- aquí la húngara.
El panorama de los balcanes es complejo, y producto del ultranacionalismo promovido ya desde sus regímenes comunistas. Si se dieran cuenta de que tienen más cosas que les unen que les separan...
uff, perdón por el rollo...

Anónimo dijo...

Qué buen libro el puente sobre el Drina...

Joselu dijo...

Has abordado muchos temas en tu post. El asunto de Kosovo, espinoso, y que puede avivar las ansias irredentistas de múltiples nacionalismos en Europa y Rusia que aspiran igualmente a la independencia. Mover una ficha es conflictivo porque abres la espita para que otros lo tomen como precedente. No hace falta ir muy lejos, y no hace falta especificar. En cuanto a la integración de los inmigrantes, hay que reconocer que es un tema harto complicado. Tenemos países europeos que han ensayado modelos distintos de hacerlo: el multiculturalismo británico y el asimiliacionismo francés. Ninguno parece que esté funcionando. La llegada de millones de inmigrantes en pocos años a España es un reto, pero mucho me temo que estas comunidades se formarán aislándose unas de otras: rumanos con rumanos, marroquíes con marroquíes, ecuatorianos con ecuatorianos. Por eso la escuela, como espacio intercultural es tan importante, porque, salvo el trabajo, es el único sitio donde pueden convivir, rozándose, muchachos de distintos orígenes, y a veces aprenden, pese a los roces, a relacionarse. Fuera de la escuela, cada comunidad vive sus propios rituales, fiestas, gustos culinarios... Démosle tiempo al tiempo. Estados Unidos, no sé si ponerlo como ejemplo, también Australia, fueron países de aluvión inmigratorio y parece que hoy por hoy comparten la alegría de ser americanos o australianos. Tenemos ahora el caso de Obama, que puede convertirse en el primer presidente negro de Estados Unidos. Conflictos los va a haber, son inevitables. El modo de resolverlos es lo que marcará un sentido u otro, pero no es fácil. Un buen test es preguntarnos cuántos amigos rumanos que podamos invitar a cenar un día tenemos. Quien dice rumanos ponga paquistaníes, rusos, marroquíes, chinos, ecuatorianos, georgianos, incluso gitanos (y españoles). No, no es fácil. Intentaré localizar la novela que citas. Un saludo.

Anónimo dijo...

Me quedó con los párrafos finales de tu entrada.Estoy viviendo eso, entre ocho y diez horas presenciales por semana de un grupo de diversificación caracterizado por los escasos recursos a su alcance (económicos, familiares, ...) pero con una gran variedad de situaciones, y se rebelan machacando al siguiente más débil en una absurda jerarquía. Tienen tantas carencias desde hace tanto que cuesta, que está costando, que salgan de sí mismos y, por una vez, se sientan partes del mismo grupo. En fin, que llevo meses intentando tender puentes, sin saber cómo, y al leerte, lo he visto claro, pero no sé cómo hacer que lo vean así ellos, no sé qué hacer para que empaticen con el de al lado, su igual, su amigo. Puedo contar las circunstancias, lo que hay, pero no la solución del problema.

Toni Solano dijo...

Gracias a todos por vuestros comentarios, a pesar de tratarse de un tema espinoso y algo árido.
En cuanto a lo que apunta Raquel, creo que casi todos podemos hablar de algunas aulas balcánicas. Si es difícil que convivan los adultos en paz, imagínate esos adolescentes hormonados y rebeldes, con carencias de todo tipo... Este año estoy aprendiendo mucho de ellos: aunque parezca que es imposible mantenerlos unidos como grupo, he podido comprobar cómo mantienen el equilibrio a su manera y, al final, van haciendo piña y no cambiarían de grupo por nada. En el aspecto académico es un desastre, porque es muy difícil 'imponer' los objetivos del curso, pero en lo humano es reconfortante.

Miguel dijo...

Toni, has tocado un tema tan espinoso como irresoluble. No hay solución, por las buenas, para la relación entre seres de distintas razas, y por ende, diferentes culturas. Sencillamente no es posible. Sí que lo es de forma superficial y correcta (no se me ofenda ningún adicto a lo políticamente correcto), pero esto no sirve para nada. A la hora del recreo, en el patio, donde la dinámica social no es impuesta, funcionan los guetos con total normalidad. En la calle, también. En mi calle unos rumanos han puesto un bar. Allí no se acerca un español ni aunque le inviten. Todos sus clientes, que no son pocos, son rumanos. ¿Qué hacer? ¿Desnaturalizar la situación y mezclar a todos? ¿Qué tiene el ser humano que busca sus iguales y rechaza a los diferentes? Podemos obviarlo y predicar (como hacemos todos los días) una sociedad idílica donde este presupuesto humano sea vencido y gentes de distintas razas y culturas convivan con total naturalidad. Pero siempre será ir contra corriente. La verdad es lo que pasa en Kosovo. La triste verdad, pero la verdad.

Ana dijo...

Fantástico libro que leí hace por lo menos cinco años; por eso seguramente he olvidado muchos detalles, pero recuerdo perfectamente que me impresionó cómo se puede llegar a trasnmitir el "odio" y la intolerancia de generación a generación.
Me lo recomendó un amigo y leerlo me hizo comprender el porqué de la situación actual.
La pena es que no aprendemos y se sigue fomentando el radicalismo y la intolerancia. A veces me parece que, a pesar de toda nuestra tecnología, hemos avanzado muy poco.

Me gusta tu blog.

Salu2. Ana