30 noviembre 2006

Elogio de la errata


Estaba este fin de semana revisando algunos de esos textos que suelo dejar en los casilleros de mis colegas de seminario, cuando encontré una reseña del libro Vituperio (y algún elogio) de la errata (Ed. Renacimiento. 2003), del editor y erudito José Esteban.
Se trata de un recorrido por la historia de la errata a base de ejemplos. Es curioso, porque, después de mi apagón digital, descubrí que Lu había escrito una nota sobre gazapos, así que supuse que fue ella con sus insuperables conocimientos telemáticos quien provocó la incidencia para adelantarse en el asunto.
La actitud de los autores hacia las erratas ha sido dispar. Lord Byron era a uno de los que les sentaban peor, ya que llegó a escribir a su editor: "La menor falta tipográfica me mata (...) quisiera que el tipógrafo estuviese atado a un caballo y unido a un vampiro". Mejor se lo tomaba Alfonso Reyes, quien definió la errata como "especie de viciosa flora microbiana siempre tan reacia a todos los tratamientos de la desinfección"; también en esa línea se halla Ramón Gómez de la Serna, quien la consideró un "microbio de origen desconocido y de picadura irreparable".
Para los coleccionistas de anécdotas al respecto, recopilo algunos de esos ejemplos que recoge José Esteban:

1.- El Papa Clemente XI, al ver sus homilías recién impresas detectó una errata de bulto, lo que le produjo una apoplejía de la que murió a las pocas horas.

2.- La 'Vulgata' de Sixto V, de 1590, pese a ser corregida por el propio pontífice, fue impresa plagada de erratas, de modo que los escasos ejemplares que quedan alcanzan cifras astronómicas en las subastas.

3.- Vicente Blasco Ibáñez, en su folletín 'Arroz y tartana' en su primera edición, decía: "Aquella mañana, doña Manuela se levantó con el coño fruncido" (por ceño).

4.- El poeta Ramón de Garciasol, en un verso, en vez de decir: "Y Mariuca se duerme y yo me voy de puntillas", dice: "Y Mariuca se duerme y yo me voy de putillas".

5.- El novelista argentino Manuel Ugarte cuenta el caso de un periodista que, al dedicar un escrito a la hija del dueño del rotativo, quiso escribir: "Basta escribir su nombre, Mercedes, para que se sienta orgullosa la tinta", pero escribió "tonta".

6.- Un crítico dedicó un libro suyo a una condesa escribiendo al inicio de la obra que su "exquisito busto (por "gusto") conocemos bien todos sus amigos".

7.- Las erratas no respetan ni los títulos de los libros, así 'La feria de los discretos' de Pío Baroja conoció una edición como "La feria de los desiertos", o una "Breve historia del altruismo argentino", que en realidad lo era del 'Ultraísmo', o un drama que se llevó a la cartelera con el título 'La expulsión de los mariscos' (por moriscos), o la obra de Dumas que llegó a publicarse como 'La dama de las camellas'.

8.- Las obras del Cardenal Bellarmin contienen una "Fe de erratas" que precisó de un volumen aparte de 88 páginas, y un libro de poemas del mexicano Alfonso Reyes, que tenía tantas erratas que suscitó el comentario escrito de Ventura García Calderón: "Nuestro amigo Reyes acaba de publicar un libro de erratas acompañado de algunos versos".

9.- Un ministro quiso manifestar el deber de recompensarle sus "infinitos servicios", por lo que al salir escrito "ínfimos", corrigió con peores resultados porque se escribió "infames", por lo que se mandó a hacer otra corrección que sólo empeoró las cosas, al escribir "íntimos".

10.- Cuenta Pablo Neruda en una de sus memorias que un poeta cubano había escrito "Yo siento un fuego atroz que me devora", y lo que salió fue tal que el pobre poeta tuvo que tirar todos los ejemplares al fondo de la bahía de La Habana: "Yo siento un fuego atrás que me devora".

Quien quiera ampliar sus conocimientos sobre estos desaguisados puede visitar estos enlaces:

4 comentarios:

Anónimo dijo...

¿Yo hacker?
Pues sí que me tienes alta estima. Sería incapaz. Lo juro, por esas (me beso el pulgar y el índice).

Aunque me alegro de que la incidencia te haya dejado tiempo para rescatar tan buenas recomendaciones (libro y enlaces).
Por mi afición a los errores lingüísticos, corro a comprarme este libro que promete ser una joya.

Joselu dijo...

Puedo entender la desazón que crean en los autores de los textos dichas erratas. A mí me ha pasado y lo he vivido fatal. Pero visto en perspectiva las erratas son tronchantes, al menos las que citas, que son la alegría de los campos. Otro tema interesante es la historia de la crítica literaria. Releer aquellas críticas sobre libros que luego han pasado a ser clásicos en la historia de la literatura, pero que algunos de sus contemporáneos los vieron como mediocres e insustanciales. Toda una antología de disparates divertidísima.

María José Reina dijo...

Gracias, Antonio, por este post. Cuando me quiero reír un rato de humor inteligente, abro tu blog a ver qué se te ha ocurrido esta vez.
Me apunto tu bibliografía.

NO AUTOR dijo...

Muchas gracias por este post. Llegué a él por el comentario de Neruda que cita a Manuel Altolaguirre y su fuego trasero. Pero me encontré más. Buenísimo lo de los infinitos servicios.
Maravilloso el error.