17 octubre 2009

Pedagogía personal

Tiempo de programaciones didácticas. En ellas se recogen las intenciones para el curso. En la mayoría de casos, no pasan de ser un copia y pega de currículos oficiales, de propuestas editoriales o de efusiones departamentales con mayor o menor vocación de permanencia en el tiempo y el espacio. En algunos centros, como éste en el que estoy, se procura adaptar a la realidad de las aulas: Perfiles de los grupos, lecturas de referencia, proyectos y experiencias concretas, etc. Sin embargo, no dejan de ser programaciones para todo un departamento, en las que el apartado de metodología docente se ha de hacer más o menos universal para que cualquier docente pueda adaptarse a ello. Y todos sabemos que la metodología docente es lo que más nos diferencia, pues, como dice el refrán, "cada maestrillo tiene su librillo". Incluso en aquellos grupos en los que entramos dos profesores al aula, en los que todo está pactado de antemano para evitar incompatibilidades, cada uno aplica enfoques distintos y privilegia unos aspectos sobre otros. Debo decir que esta experiencia de compartir docencia con mi compañera Elena ha enriquecido mi visión de la docencia, a pesar de nuestras diferencias a la hora de manejar una clase (o quizá precisamente por ello). Y lo que he aprendido es que no hay fórmulas mágicas, que es preciso que cada docente busque su propia metodología y que, en esa indagación, se muestre flexible y sea capaz de aprender de otros, no para imitarlos, sino para adaptar y pulir su estilo con el tiempo.
Cuando aprobé las oposiciones, mis conocimientos sobre didáctica y pedagogía eran muy limitados. De hecho, una compañera y amiga tuvo que echarme una mano para preparar la programación que debía defender (gracias, Isabel). En lo que no tenía dudas era en el modo que consideraba apropiado para dar clase; lo consideraba tan personal que ni siquiera me atreví a plasmarlo sobre el papel, y lo defendí a viva voz en el acto, creyendo que si era algo descabellado se lo llevaría el viento. Aquellos cuatro puntos que sustentaban mi pedagogía personal eran los siguientes:
  • Proximidad: En la medida de lo posible, los contenidos serían explicados con ejemplos cercanos a la realidad del alumno. Es buen modo de compensar el desinterés de los jóvenes por todo aquello que consideran ajeno a sus vidas o inútil para su futuro inmediato.
  • Empatía: Considero fundamental la capacidad de ponerse en el pellejo del alumnado. En ocasiones, olvidamos que son adolescentes, con todo lo que ello supone, y que nosotros circulamos por sus vidas como una sucesión de bustos parlantes que sueltan discursos y dictan órdenes.
  • Negociación: Quizá producto de una falta de firmeza o quizá derivada de la anterior, la negociación de ciertos aspectos en el desarrollo de las clases, me ha permitido adaptarme a muchos alumnos difíciles. No me gustan las normas igualatorias y pienso que el profesor puede y debe negociar individualmente lo que exige a cada alumno, siempre que ello no suponga un trato discriminatorio hacia el resto.
  • Persistencia: Ellos son pesados y yo debo serlo más. No me debo cansar de repetir las cosas, en clase, en el pasillo, en el patio... A fin de cuentas, ¿quién no recuerda a los pesados que han pasado por nuestras vidas?
Con el tiempo, he relativizado todas mis certezas, incluidos estos cuatro pilares. Sin embargo, ahí los tengo, siempre presentes. Ya sé que no son gran cosa y que a muchos les parecerán discutibles, pero, por encima de la validez de unos u otros, reivindico que cada profesor/a pueda ejercer la docencia siguiendo sus propias dudas y certezas. Para ello, las programaciones tienen que ser la cuerda que nos guíe en el laberinto y nunca la soga que nos ahorque en las mazmorras de la burocracia.
Crédito de la imagen: 'At right angles'

24 comentarios:

Lourdes Domenech dijo...

Siempre he tenido la certeza de que lo que realmente vale no son las programaciones sino lo que en mi departamento llamamos "balances de programación", es decir, los documentos que recogen lo que se ha hecho en el aula y en los que se detalla la metodología aplicada.

Porque las programaciones parten de supuestos legales descontextualizados; no obstante, los balances explican las adaptaciones a la tipología del alumnado, a los contratiempos de calendario...

A tenor de los continuos cambios educativos, creo que para sobrevivir se precisan altas dosis de adaptabilidad.

Montse dijo...

Me parece una pedagogía personal pero muy transferible. Los cuatro pilares pueden aguantar mucho peso.

Marcos Cadenato dijo...

Me he identificado y he identificado mi Seminario de Lengua porque -tristemente- nos dedicamos al copia y pega indecente de editoriales, materiales oficiales o programaciones anteriores. Ésta es la progemación oficial: la abreviada y la larga. sin embargo, existe una programación didáctica y metodológica personal, no escrita, que es realmente la que aplicamos muchos profesores y que tienen mucho de esos cuatro pilares. El Gobierno vasco nos pide desde el año pasado "programaciones por competencias" y no os podéis hacer ni idea el revuelo que se está levantando en los centros: desconocimiento, ignorancia, oposición, pereza, desgana, desinterés... Hoy por hoy lo que más preocupa y ocupa al profesorado vasco -excepto a los de 5º de Primaria-. ¿Cómo lo lleváis en otras comunidades?

eduideas dijo...

Comparto esos cuatro pilares, al que uniría el de variedad (variedad de clases, variedad de alumnos, de enfoques), tan básica en las aulas de hoy

Mª Isabel González Martínez dijo...

Aunque no trabajo en colegios o institutos porque doy clase a otro tipo de alumnado, me parece que estos cuatro pilares son básicos en el desarrollo de nuestra labor. Lo son porque trabajamos con personas y tratamos con ellas, es más, nosotros mismos somos personas que sentimos y padecemos. La variedad de expectativas, vivencias y experiencias es múltiple y eso nos confiere a cada uno singularidad con la que hay que tratar en clase y con la que nos enfrentamos a la clase. En definitiva, que me parecen cuatro pilares pedagógicos a tener muy en cuenta.

JLG dijo...

Antonio, me alegra saber que tus cuatro pilares son mis cuatro pilares.

Lu, me parece muy interesante lo de los balances de la programación. Ojalá pudiéramos adoptarlos en mi Departamento, aunque no creo: muchos años de docencia, muchos vicios.

Yolanda dijo...

Antonio, son cuatro pilares excelentes para un docente. El sentido común y la profesionalidad nos hace aplicarlos aunque no los formulemos tan exactamente como tú. Ya ves, yo llevo treinta y dos años en esto y es ahora cuando creo estar recogiendo los frutos de tan larga experiencia. Es ahora cuando siento que soy la maestra que siempre quise ser. No lo he hecho mal del todo, pero ahora me siento más completa.
Y los papeles... ay, los papeles, qué tortura más inútil, venga a copiar (anda que cuando lo hacíamos a mano...) y a poner por escrito falsedades que no iban a ningún sitio, salvo al estante de la Jefatura de Estudios para ocupar sitio año tras año. Nunca ponemos por escrito lo que realmente hacemos, lo que de verdad funciona, eso que comentamos entre nosotros o reflexionamos a solas. Aprendemos mucho unos de otros, es cierto, el intercambio es muy enriquecedor. A la Administración no le interesa la verdad, sólo quiere cumplir unos objetivos que nadie sabe cuáles son en realidad. Elaborar la Memoria, ¿para qué? ¿Acaso alguien tiene en cuenta las quejas y propuestas? Yo intento perder el menor tiempo posible con estas tonterías.
Para Marcos: en Madrid también tenemos que elaborar las dichosas competencias, aunque nadie sabe para qué ni cómo, nos limitamos a copiar el modelo de otros Ciclos o editoriales sabiendo que es algo totalmente inútil, por eso nos cunde tan poco. Cuando empleamos el tiempo en algo gratificante y necesario nos salen cosas realmente buenas y además lo hacemos a gusto, pero esto de elaborar estupideces... Se creerán que nos sobra el tiempo, no sé.
Un saludo.

Juan Antonio González Romano dijo...

Antonio, en buena medida coincido contigo; sin creer en dogmatismos, porque la realidad te sorprende muchas veces, tus cuatro pilares son los míos. Y bien haces en difundirlos, por si puede ayudar a algunos. Yo, que preparo a opositores, les voy a enlazar este post en nuestrra aula virtual.
Un abrazo.

caperucitazul dijo...

La pedagogía no es más que la lógica bien aplicada y el trabajo bien hecho (con todas las variables que tiene nuestra profesión). Me gustan tus cuatro puntos, entran dentro de las relaciones humanas que sustentan nuestro trabajo. Un saludo

Toni Solano dijo...

Lu: Todo sería interesante si quienes velan por su cumplimiento entendiesen que una programación no puede sustituir la realidad del aula, por mucho que la ley se empeñe en ello. Así, la inspección por estos lares se dedica sobre todo a censurar aspectos formales sobre el papel, sin traspasar nunca los tabiques del barracón. Y de esa adaptabilidad ya ni te cuento, porque es lo que nos salva (o no) en el día a día.
Montse: Ya sé que tu pedagogía está muy cercana a la mía y eso se nota en las actividades y en el entusiasmo de tus pequeños lectores.
Marcos: Bueno, si lo que piden son cuestiones legales, en eso no nos vamos a esforzar, así que copia y pega al canto. Por aquí todavía no se han metido con lo de las Competencias Básicas, algo que muy pocos conocen (pocos profes y menos inspectores). Supongo que, cuando se pongan a ello, será para generar más burocracia; porque yo tengo claro que nuestras clases son ya en un 80% trabajo por competencias.
Eduideas: Añadido queda ese quinto pilar. La multiculturalidad que reina en las aulas (públicas) condiciona y estimula una nueva pedagogía.
Maribel: Trabajamos con personas que se están formando y, además, no son nuestros enemigos, así que hay que enseñar con mucho tino y mimo.
José Luis: Compartimos ya más que enlaces ;-)
Yolanda: Son años para pulir la metodología... Me alegra saber que voy por buen camino. En cuanto a la burocracia, es lo peor del oficio; por ejemplo, me gusta ser tutor, pero sólo por la cantidad de papeles que conlleva, intento librarme, si puedo.
Juan Antonio: Es una lástima que los opositores tengan que entrar en el oficio redactando programaciones demasiado estrechas, en las que no hay espacio para estas reflexiones. Ya tenemos otra tarea que nos une.
Caperucitazul: En un mundo de buenas intenciones, las programaciones serían documentos lógicos; en este mundo real son simplemente la garantía de que no te van a meter un paquete, si las haces bien. A mí me da esa impresión, al menos.

Blas Valentín dijo...

Ciertamente son 4 puntos interesantes. Pero es posible que exista, y ya no hablo de burocracia, parecida nebulosa entre la teoría y la práctica en estos cuatro puntos que en una programación (es una opinión, y el mérito de formular estos cuatro puntos no es pequeño, porque me han hecho reflexionar).
En cuanto a la PROXIMIDAD es cierto, lo considero bueno y acertado, en su punto justo por supuesto; invadir cierto margen podría ser contraproducente, o podríamos caer en el extremo de "profe guay". Pero su importancia es fundamental.
Y la EMPATÍA... pues sí, es cierto, el problema que se plantea es el llevarlo a la praxis con la misma cristalina y diáfana lucidez con que lo tenemos presente en la teoría.
Vaya rollo, ya no me atrevo con los otros dos.
Un saludo,
Blas

Joselu dijo...

Nunca he redactado una programación que haya sido leída por alguien. Cuando uno elabora un documento de esos, sabe que nadie lo leerá jamás, que a nadie interesará jamás, que no habrá inspector que le dedique unos minutos porque ya sabemos lo que son las programaciones. Reconozco que las fusilo, pero a veces introduzco morcillas reales con ilusión, pero es lo mismo: a nadie le interesan. Es un requerimientos burocrático que me recuerda a la mili. Daba igual lo que hicieras, sólo debías dar la impresión de que estabas haciendo algo. Las programaciones existen para nadie, pero han de estar. Sólo existirían en el caso de conflicto pedagógico por causa imprevista, entonces ¡sálvese quien pueda! Pobre de ti si no existiera programación. Tus pilares básicos son certeros, sobre todo en eso de acercarles a los alumnos la materia a los alumnos para no ser bustos parlantes, pero yo me pregunto si algo de lo que explicamos en lengua (morfología, sintaxis, ortografía, léxico -éste algo más-)puede interesar a adolescentes. El otro día explicaba las diferentes clases de oraciones compuestas y yo me preguntaba que qué sentido tenía aquello ¿o sí lo tenía? ¿Hay que acostumbrarles a esa abstracción? ¿En tal caso qué hay que explicar que les sea próximo y no les resulte aburrido y ajeno a sus vidas? Tus pilares son interesantes pero no me resuelven muchas de mis dudas. ¿Qué debe hacer un profesor de lengua que recibe con sarcasmos el uso de "cupiera" en lugar de "cabiera" como normativo? ¿Acercarles la materia? ¿Y también los polinomios? ¿Y la célula? ¿Es posible siempre este acercamiento? ¿O se debe aprender porque es así y punto? No sé, me quedan muchas dudas. No creo que siempre se pueda aunar el interés académico con el de su vida como adolescentes. Yo al menos no lo veo. Un cordial saludo.

Montse dijo...

Buenos pilares para construir sobre ellos cosas que persistan en el tiempo.

Un abrazo, Montse

Toni Solano dijo...

Blas: Si eres mi compañero de promoción, me habían dicho que fuiste al extranjero. Me alegro de que hayas pasado por aquí y hayas dejado tu comentario tan atinado; tienes toda la razón en cuanto a los riesgos de ser el profe guay, sobre todo en los primeros niveles de ESO. Y de rollo, nada; cuando quieras continúas comentando los otros dos ítems.
Joselu: Ya he hablado de relativizar esas certezas. Si no fuese así, tal como apuntas, los profesores quedaríamos como animadores o como payasos. De todos modos, pienso que hay modos de mostrarse cercano y de ofrecerles ejemplos mucho más inteligibles que los que vienen en los libros. En cuanto a la burocracia de las programaciones, aquí también se produce ese caso, aunque a veces la leen, por ejemplo para decir que no has puesto cómo se recupera en septiembre un taller instrumental (algo casi kakfiano).
Montse: Gracias por la visita y el comentario. Ya nos leemos.

Martín Núñez dijo...

¿Las programaciones?, eso que se copia y pega, eso que solo se acude a ellas si hay reclamaciones, eso que casi nunca se consulta...
Ah si, las programaciones... eso que como decía Silvio, "he preferido hablar de cosas imposibles, ya que de lo posible se sabe demasiado..."
Salud.

BLQ dijo...

yo lo que no entiendo porque continuáis haciendo programaciones si pensáis que no sirven para nada, que nadie las lee. No entiendo porque perdéis el tiempo haciendo copia y pega algunos, escribiendo otros, si creéis que no servirá para nada y que es una perdida de tiempo.

¿Porqué no os plantáis y, simplemente, os ponéis en contra de algo que no tiene sentido para vosotros?

Solo hago esta propuesta al ver tanta unión con respecto al tema

saludos

Eva M dijo...

Hola Toni,
Me alegra comprobar que aunque somos de especialidades tan diferentes como Lengua y Matemáticas nos regimos por los mismos pilares.
En cuanto a las competencias, aquí en Castilla-La Mancha, llevamos dos cursos escolares (con éste tres) en los que hemos incluido dichas competencias en las programaciones. Como en un principio nadie sabía como hacerlo hemos hecho corta y pega de las editoriales y ordenes ministeriales.
Todo el papeleo que conlleva una programación, planes de atención individualizados, ... lleva un transfondo de querer formalizar una realidad en las aulas que no es posible llevar a cabo.
Hace un par de cursos estuvo nuestro inspector "evaluando" el departamento. Por supuesto, se leyó la programación entera (lo cual nos demostró en una reunión, donde vimos que tenía anotaciones hechas en los márgenes de dicho documento) y comentó algunos aspectos de la misma. Asistió a clase con dos de mis compañeras. Y realizó varias reuniones con el departamento. Creímos que nos preguntaría por el día a día de clase, por las dificultades que encontrabamos,.... Pero en el informe que emitió después no quedaba reflejado nuestro trabajo día a día, nuestra metodología, nuestra relación con alumnos, padres,.... Tampoco quedaba reflejada las necesidades del departamento,... En fin, nos sentimos decepcionados. Ya que el informe era uno más en el que se hablaba de las clases de Matemáticas de forma teórica, se hablaba de la programación del departamento y su contenido... El inspector, tengo que decir a su favor, se mostró en todo momento receptivo a todos los comentarios que recibió por parte del departamento y nos comunicó que los haría saber a sus superiores en Toledo. La sensación que nos quedó en el departamento fue que el inspector no había venido a ver el proceso de enseñanza y aprendizaje de los alumnos, siendo el profesor una de las dimensiones que intervienen en ese proceso, sino que la labor del inspector fue la de asegurarse que la programación era la correcta y la actuación del profesorado era la debida. Un saludo: Eva M

Blas Valentín dijo...

Antonio: sí, soy tu compañero de promoción. Aciertas,sin duda de modo metafórico, cuando hablas de "fuiste al extranjero". Aciertas. El país es lo de menos. En un punto indeterminado de ese país decidí despeñarme por los desfiladeros de la coherencia. La coherencia, por muy abrupta y dolorosa que sea, es siempre un camino recto.
Ciertamente (te escribí anteriormente con un nick de un escritor social que ahora no recuerdo) tu blog fue una referencia, sus actividades, puntos de vista... todo, de algún modo, cuadró con otros datos, e incluso llenó ciertos huecos de mis unidades didácticas. El resultado fue inmejorable.

Y ahora que hablas de "Programación" no puedo por menos que responderte, da igual que esté más o menos de acuerdo con lo que dices (en este caso quizá no tanto, porque la "Empatía", por ejemplo, es posible tenerla para comprender la adolescencia, pero no por ello cada persona deja de ser un mundo).

La "Negociación", que podría traducirse por "tener tablas" sí es importante, pero es necesaria aplicarla en forma y modo; creo que una misma fórmula varía dependiendo a quién se la apliques.

Y la "Persistencia", vamos, con esa ninguna duda. Hay que ser pesado y más que ellos.

Aunque quizá con menos asiduidad, seguiré pasándome por aquí a aprender.

Gracias por tu comentario,

Blas

Miguel dijo...

Esto de las programaciones es para la gran mayoría (por no decir todos) como una espina que tenemos clavada y con la cual tenemos que convivir. Yo no es que diga que no programo. Es imposible entrar en una clase y desarrollar dignamente la función docente sin una previa planificación. Por eso tengo que decir que yo sí que me preparo las clases (esto suena mejor que decir que me programo las clases). Pero de esto, a decir que yo me baso en la programación anual que duerme el sueño de los benditos en algún lugar de jefatura de estudios... Yo me planifico la clase que voy a dar mañana, no voy más allá, porque yo no sé cómo me saldrá la clase mañana y por lo tanto no sé a partir de dónde tengo que iniciar la clase de pasado mañana. Por otra parte, te diré que estoy muy de acuerdo con tus pilares. El trato personal y próximo hacia el alumnado es básico y primordial. Y luego está el tema de la autoridad. Cada profesor tendrá que agenciárselas de una u otra manera para lograrla. Aquí no hay manual que valga. Y por fin, cada profesor tendrá que dejar su huella personal en el alumnado, porque esta es una labor humana (como tú decías, no somos, o no debemos ser, bustos parlantes)

Un abrazo.

Toni Solano dijo...

Martín: Tú lo has dicho: están ahí por si hay reclamaciones, o eso es lo que parece transmitirse a las generaciones venideras de profesores.
Eloi: Al menos en el caso de los funcionarios, hacer la programación es una de las tareas a las que estamos obligados. Por ejemplo, un profesor puede faltar sistemáticamente a clase sin que nadie proteste ni le llamen la atención, porque quien debe ajustarle cuentas es el director (que es otro pringado que está ahí más o menos circunstancialmente); sin embargo, si hay una reclamación de notas, lo primero es mirar la programación y ello salpica a la inspección educativa que es la encargada de supervisarla; por eso, tanto interés en que se hagan, para depurar responsabilidades, no para que la educación funcione mejor.
Eva: Sé que hay casos como el que describes, que ejemplifica un inspector interesado en aspectos más allá de la burocracia. Pero creo que son más la excepción que la regla. Gracias por contar el caso con detalle.
Blas: Ya recuerdo tu aparición y me llamó la atención el nick. En cualquier caso, gracias por la visita y bienvenido al salón de tu casa virtual. En cuanto a las diásporas (docentes o no), creo que casi todos hemos pasado por nuestro particular infierno de distancias y desvaríos.
Miguel: Pues eso, que la programación debe ser una hoja de ruta, imposible de trazar en el vacío y de encorsetar en los deseos del legislador, que ya hemos comprobado que chocan con la realidad.

odradek dijo...

lo de las programaciones es algo laberíntico. estuve en un departamento donde las tensiones para plasmar por ejemplo la metodología del mismo bordeaban el acoso laboral. en otras se corta y pega y adiós. me parece casi más honesto lo segundo, porque el tiempo que ahorras en burocracias lo puedes dedicar a cosas más interesantes.
mis pilares son más o menos los mismos que los tuyos, pero eso me genera dudas. por ejemplo con las lecturas. por ejemplo con los materiales de aula.
lo de ser el profe guay, bueno, es una simplificación, creo yo, vamos, que no entiendo qué es exactamente eso de ser el profe guay.

wraitlito dijo...

Hay una frase preciosa de Noam Chomsky que usé en las oposiciones y que no gustó a mi tribunal (aunque al final aprobé).

Cito de memoria :

'Educar no debe ser como llenar una botella sino mas bien como hacer crecer una flor a su manera'

Me recuerda algo a los criterios personales que has mencionado.

En la primera programación de la que he sido responsable de cabo a rabo la he utilizado y me he sentido íntimamente satisfecho y resarcido.
Además, ahora estoy aún más de acuerdo que cuando lo escribí.

Saludos

marimar dijo...

Las programaciones o las memorias de fin decurso no tiene por qué ser un corta y pega. Son documentos profesionales, de reflexión sobre nuestra práctica. Pero, ¿cuántos profesores lo sienten así? Es más cómodo verlo como un documento para Inspección que no tiene nada que ver con lo que se hace. Se rellena y punto. Implica muchomeno trabajo.¿Cuántos departamentos se reúnen semana tras semana para reflexionar, comentar, compartir lo que se hace? Ójala fueran muchos pero mi experiencia (triste) me dice que no es así. Los departamentos muchas veces no se reúnen, o lo hacen sólo para preparar el examen de junio, etc.
Se práctica poco la reflexión compartida que nos permita mejorar poco a poco la práctica.
Tus pilares, Antonio, están en consonancia con todo lo que piden los currículos actuales. De primera.
Por último, las competencias básicas están en el currículo de las materia (en los objetivos, en los contenidos...) No se puede programar (a día de hoy) con los instrumenentos que tenemos programar por competencias. Se puede, y se debe, programar teniendo en cuenta las competencias básicas. Eo sí tiene sentido, lo otro no.

Saíd dijo...

Estoy en total de acuerdo, que es el profesor quien debe tomar en consideración, sus propios conocimientos, habilidades, actitudes y valores.

Para darle un sentido más comprometedor a los programas de estudios y tener su propia pedagogía personal como recurso, práctico. Los cuatro pilares aquí mencionado son clave ya que permiten tener una visión, de lo que se persigue al construir alumnos humanos y con disposición y beneficio de el y su contexto.