17 diciembre 2007

Viaje al fin de la LOGSE

Crédito de la imagen: www.flickr.com/photos/17768970@N00/1839823118

Leo en Babelia a Antonio Muñoz Molina:
Voy en el metro a media mañana camino de una de mis librerías más queridas de Madrid y aunque llevo abierto el periódico miro de soslayo con un gesto reflejo cada vez que entra en el vagón alguien con un libro en las manos. No siempre es fácil identificar su título, y hay que tener mucho cuidado para que la curiosidad no se confunda con la metijonería. Es como ser un mirón digno que por nada del mundo quiere verse metido en un trance embarazoso.
Es curioso, me engancha su artículo porque yo hago lo mismo siempre que veo a alguien leyendo.
Continúo:
Mantengo la vigilancia mientras leo el periódico. El titular de la primera página es el desastre de los índices escolares de lectura en España. Sólo hace unos días la enigmática ministra de Educación aseguró que ella no ve ningún problema en que los chicos usen el teléfono móvil mientras están en clase. La enseñanza pública se deteriora irreparablemente en España gracias a una conspiración de ignorancia tramada desde hace años por la chusma política y la secta pedagógica y las autoridades ya tienen un culpable: el franquismo.
¡Oh, cielos! ¡De nuevo PISA! Demasiado tarde para huir...
Pienso en mis maestros, los que me enseñaron contra viento y marea a leer y a escribir y a amar el conocimiento en años de oscurantismo y pobreza; pienso en tantos profesores vocacionales y derrotados que conozco, en las cartas despectivas o perdonavidas o del todo insultantes de pedagogos y expertos, de enchufados de diverso pelaje, que he recibido sin falta cada vez que he escrito sobre las quejas amargas de mis amigos profesores y sobre lo que yo estaba descubriendo con mis propios ojos con sólo hojear los libros de texto de mis hijos y escuchar las historias que me contaban al volver de la escuela.A los expertos, a los gurús de la jerga psicopedagógica y a los enchufados no les cabía la menor duda: los que alertábamos sobre la degradación de la enseñanza nos habíamos vuelto de derechas y no sabíamos nada, no entendíamos de nada. Ellos sí que entendían: a la vista están los resultados. Cierro el periódico con asco y el hombre joven que leía frente a mí levanta los ojos de su libro. A mi atención de espía le basta un segundo para descubrir el título: es el Viaje al fin de la noche.
Vaya. Céline, el mismo que dice: "Como promedio, el verdadero sabio necesita veinte largos años para efectuar el gran descubrimiento, el que consiste en convencerse que el delirio de unos no hace la felicidad de otros y que cada quisque en esta tierra está en pugna con la idea fija del vecino"
¿Cuántos años necesitarán entonces nuestros políticos que tan poco sabios son?
(En la edición de El País de -ya- hoy lunes, aparecen estas palabras: "El presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, ha anunciado este domingo que no habrá más leyes educativas porque "no son necesarias y necesitamos estabilidad", y explicó que ya está establecido el marco normativo, están fijadas las metas y está asumido el compromiso financiero". ¿Alguien las puede creer, visto lo visto?)
Sigo con Muñoz Molina:
¿Cuántos lectores como él no llegarán a existir gracias a la gran conjura de los necios y de los comisarios políticos que ha asolado la educación española? Pero no se trata sólo de esa embriaguez, del dulce vicio que le acompaña a uno en la soledad y le hace gratos los minutos de un viaje en el metro: mucho más grave es que la escuela esté fracasando en su tarea de despertar en cada uno sus mejores facultades, de actuar como palanca de progreso social. ¿Qué porvenir laboral tiene un hijo de trabajador o de inmigrante que a los quince años no es capaz de comprender un párrafo de tres líneas? ¿Qué podrá aprender sobre la complejidad del mundo y la de su propia alma quien no cuenta con la luz de las palabras escritas?
Ya veis que, haga lo que haga, mis dudas se reproducen por doquier. ¿En qué nos estamos equivocando, si es que de verdad nos estamos equivocando?
Me quedo con dos frases del artículo que suscribo plenamente:
La escuela nos hizo lo que somos.
Soy lo que he leído.

18 comentarios:

Lourdes Domenech dijo...

Nada que objetar a esta afirmación:
Soy lo que he leído.

Mucho que decir a esta otra:
La escuela nos hizo lo que somos.

Para bien o para mal la escuela marca. Antonio Muñoz Molina cuenta su experiencia en positivo, pero cuántas veces la escuela ha sido injusta (y hasta cruel) y cuántas, la causante de que muchos jóvenes dieran la espalda al conocimiento.

Joselu dijo...

El artículo de Muñoz Molina me llegó muy adentro porque es de mi generación y siente exactamente lo que yo sobre las leyes educativas vigentes y esa conspiración de psicopedagogos y enchufados que han degradado la educación hasta el extremo que vemos. Un alumno de clase humilde podía antes mediante la escuela y el instituto salir de sus limitaciones culturales, porque los institutos que yo conocí (y Antonio y Lu)había planes exigentes con profesores entregados. Me he encontrado a exalumnos que me han agradecido que les diéramos no sólo una educación formal sino una sentido de la cultura. Desde que aterrizó la Logse la educación ha caído en barrena. Ha conseguido la escolarización hasta los 16 años, pero a costa ¿de qué? De hundir un sistema eficiente y de comprobada calidad. Antonio estudio un COU en que había una asignatura de Literatura Española del siglo XX con cuatro horas a la semana. Un lujazo, aunque algún miembro de la comunidad educativa con desprecio ha calificado aquello como educación "para príncipes". Había otras formas de haber encarado la reforma educativa sin haber convertido los institutos en lo que son hoy: una fábrica de indolentes. Podemos mirarlo como queramos, pero el artículo de Muñoz Molina lo pondría en un marco con passepartout. ¡Cuánta razón tiene¡ Él que era hijo de la clase obrera y pudo superarse gracias a una educación "para príncipes". Un cordial saludo.

Jueves dijo...

Estoy un poco cansada de las críticas y recríticas a los pedagogos... (los enchufados tampoco me gustan). La Pedagogía es una ciencia respetable, que deberíamos estudiar y practicar quienes nos dedicamos a enseñar... ¿Qué debemos aprender si no entonces? Es más, ¿qué aprendemos cada día, qué buscamos en el blog de Joselu, en el de Lourdes, en este?... Yo, al menos, pedagogía... (bueno, algo más, pero no viene al caso justo en este post).
Pues claro que la eduación ha cambiado, que las escuelas han cambiado... ¿Y quién no ha cambiado? ¿Soy yo igual que mi madre hace treinta años? Mientras no asumamos los cambios con optimismo (y con alegría, por qué no... ¡la vida solo tiene una dirección, que es la acertada!), con creatividad, con valentía (movamos el culito de una vez los que estamos tan preocuapados y dejémonos de llorar por los rincones)... Tendremos que aclara cuáles son los valores de la educación obligatoria: ¡la educación de príncipes! Me encanta, Joselu, la referencia. Pues eduquemso como príncipes a los chicos, no renunciemos y exijamos lo que nos hace falta.
Probablemente no vamos a cosechar tdos los éxitos, pero seguro que mejoramos... ¡y eso hace sentirse a uno tan bien!... ¡Y eso iba a ser tan bueno para todos!
No sé... (sé muy poco, la verdad). El informe Pisa hay que leerlo con prudencia y con inteligencia... ¿Qué es exactamente lo que va tan mal?... ¿Y lo que va bien? ¿Qué es exactamente lo que queremos y lo que podemos? ¿Qué podríamos querer?
Ojalá soñáramos más, estudiáramos más, fuéramos mejores maestros y pedagogos y estuviéramos más contentos...
Hoy, 17 de diciembre de 2007, profesora de Secundaria, no me cambio por nadie.
Ánimo a todos. Soy también lo que he leído, lo que sigo leyendo con mis alumnos... Ellos también van siendo... (y nos vamos encontrando en el camino).
Saludos... ¡y esperanza! (sin apellido).

José Mari dijo...

El artículo es tan certero como los comentarios que habéis escrito. Yo llegué a la enseñanza hacer ahora cinco años. No me veía en otra y sin embargo, ahora, sí que puedo visualizarme en otra situación: la enseñanza que viví yo.
Yo creo que llevamos años viviendo una mentira, un simulacro. El sistema y la ley educativa están construídos a modo de caja en cuyo interior no hay nada. ¿Cómo es posible que aquellos que se dedican a legislar y los que están liberados no coincidan nunca en sus afirmacaiones con los que estamos pringados en las aulas? Existen dos niveles, y ese es el verdadero problema. Hasta que no se asuma que todos vamos en la misma dirección, nada conseguiremos. Y para ello hace falta un ejercicio de honradez y honestidad para llamar a las cosas por su nombre. Los resultados actuales van a ser solventados con mejoras estadísticas que van a consistir en manipulación de datos, esto es, en coaccionar a los docentes para que el número de suspensos sea tal o pagar más dinero por alumno aprobbado, como he oído decir por Andalucía (no sé hasta qué punto será verdad).
Por otro lado, se insiste en la educación en valores de nuestros alumnos. Los valores se han transmitido desde tiempos inmemoriales a través de las producciones del propio hombre, a través del arte, de la literatura, de la historia, de la memoria. No se puede buscar una educación en valores cuando los vehículos de transmisión de los mismos fueron decapitados hace más de 15 años. Habláis de una Literatura de COU que yo, afortunadamente, también estudié. Hoy no existe. Han unido la Lengua y la Literatura, y en Primero de Bach. sólo tiene tres horas.
Si hablamos de lectura, hemos de hacer también autocrítica. Los centros están llenos de docentes de, por ejemplo, Literatura o Historia, que no leen absolutamente nada o muy poco. Están anquilosados en lecturas de otras épocas o únicamente juveniles. Para enseñar a leer hay que ser lectores. Y es en la educación Primaria en donde hay que comenzar a exigir un personal cualificado, que no llegue porque no haya podido estudiar otra cosa, como todos hemos comprobado alguna vez. Para ser arquitectos o médicos el nivel exigido es altísmo, y, sin embargo, para uan profesión como la docencia, de la que depende el futuro de todo un país, el requerimiento es el mínimo.
Causas hay muchas, no cabrían todas aquí. Desde mi experiencia dejo estas notas que no son generalizadoras, por supuesto. Yo, todavía, sigo sorprendiéndome cuando, en una guardia tranquila, aprovecho para leer y compañero de todas las especialidades se quedan asombrados y patidifusos.
De mis clases, la hora de los viernes está dedicada a leer. Pongo música relajante y dejo que los alumnos elijan su propio libro. Está dando buenos resultados.

Joselu dijo...

Jueves, lo que dices me recuerda a la filosofía de ¿Quién me ha robado mi queso? Dices que la vida no tiene sino una dirección, que es la acertada. Pongamos un ejemplo de la dirección de la vida acertada: el consumo masivo y el cambio climático, que ahora nos aflige. En épocas pasadas se sabía más de aquello que había que conservar y no despilfarrar tanto porque eso a la larga es destructivo. Ahora hay que dedicar enormes programas de concienciación para alertar a los ricos -reales y potenciales- del planeta a que no emitan tantos gases de invernadero. Pero las advertencias llegan tarde. No siempre el signo de los tiempos supone que ellos sean certeros. Imagino, Jueves, que partimos de premisas diferentes. Sé que actualmente tengo tres alumnos que estudian literatura de segundo de bachiller. Eso es todo lo que el sistema que hay que asumir con alegría -según dices- es capaz de conceder a la enseñanza de la literatura. No hay más. Estudiar literatura es un lujo. Pero para mí es mi vida. ¿Cómo he de vivir con entusiasmo esto? La memoria es una fuente importante de nuestra experiencia. Siento estar limitado por la memoria cuando yo podía explicar a sesenta alumnos el cantar de Mío Cid, y a cuarenta los poemas de Vicente Aleixandre. Di que son rémoras del pasado que no siempre es mejor. Cuando nos reunimos casi en clandestinidad los tres alumnos de literatura y yo también me entrego, pero no dejo de pensar que quien ha condenado a la literatura a este triste papel no necesariamente ha acertado. Al menos permite que uno sea crítico y no simplemente optimista. En cuanto al resto de mi horario, te aseguro que hago lo que puedo, sin entusiasmo, pero con entrega total. El payaso sale a escena aunque esté llorando en su alma.

Toni Solano dijo...

Lu: En todas las épocas ha habido buenos y malos profesores. Quizá la memoria elimina los malos momentos e idealiza los buenos. Muñoz Molina siempre ha idealizado la memoria, así que concedámosle esa licencia poética.
Joselu, Jueves y José María: Miedo me da sacar este tema en mis notas porque los docentes parecemos las dos Españas de Machado. Si criticas el sistema es porque añoras el pasado y no asumes el 'signo de los tiempos'. Hay que ser modernos y aceptar que ahora los chicos no están tirados en la calle con catorce años. ¡Qué bien! Están en las aulas, mezclados unos con otros. Para todos se ponen recursos, se gasta dinero en becas, se dedican horas de atención. Pero, digan lo que digan, unos lo aprovechan y otros no. Y los que no lo hacen, generalmente se dedican a molestar a los otros, durante cuatro o cinco años, que son muchas horas que deben soportar sus compañeros y profesores. No es justo y la educación no consiste en eso.
No se puede enviar a esos menores a la calle. Pero hay otros sistemas: educadores en las aulas, gabinetes de psicopedagogos que actúen de verdad y no sean meros tramitadores de papeles, monitores, asistentes sociales. Todos caben en un centro educativo, porque ahora los institutos están condenados al fracaso si pretenden cumplir con el modelo que marcan las leyes. Hay que encontrar soluciones innovadoras precisamente porque los tiempos han cambiado. Los profesores tienen que cambiar, pero el sistema sigue siendo el mismo y ya no resiste mucho más.
Gracias por los comentarios.

Joselu dijo...

Y formación laboral con prácticas en empresas, que es lo que más necesitan estos chavales que no encajan con el sistema.

Jueves dijo...

Joselu, no seré yo quien tenga que darte permiso para ser crítico. Me gustan tus críticas y estoy segura de tu entrega total...
Lo que quiero decir con este lío de las direcciones es que tenemos esto y no otra cosa. Que de nada sirve seguir lamentándonos por lo perdido, porque no va a volver exactamente como fue. Sin embargo, creo también que se debe conservar lo valioso: el respeto (a las personas -a todas-, al conocimiento...), el esfuerzo; y que habrá que dejar espacio para lo nuevo, para tanto príncipe ¿vestido de mendigo?...
Yo también recuerdo con entusiasmo mi curso como alumna de Literatura de COU, pero también recuerdo la incoherencia de solo dar Lengua en 1º de BUP (hasta COU nada) y de repetir exactamente lo mismo en Literatura en 2º y en 3º... Y que mis compañeros de ciencias abandonaron la Literatura en 2º (3º en ayunas, claro...). ¿Y eso era mejor? ¿Y dónde estaban los príncipes que faltaban? Mis alumnos gitanos recitan a Bécquer, y saben hacer pausas versales y estoy convencida de que no van a olvidar en la vida algunos versos. Yo nunca tuve un compañero gitano (y eso que en España siempre ha habido unos cuantos, que esto sí que no es nuevo).
Acabo de llegar de una evaluación de 1º de ESO. Lamentable. Triste. Más de diez personas reunidas que no tienen ni una sola idea para mejorar: no estudian, no saben, no saben estudiar ¡Están en 1º! Menos mal que no nos dedicamos a la medicina...
No sé si mi entusiasmo y mi vehemencia me dejan explicarme. A veces creo que sería mejor callamer: no saben, no estudian....
La investigación (esos pedagogos que en ocasiones sí se alejan de la realidad) y la práctica tendrán que llegar a algún acuerdo. ¿Qué os parece el movimiento de mejora de la escuela? COmo dice Jose Mari, hace falta que los profesores lean, y también que se formen en pedagogía. No son todo tonterías, creo...
Y, por último, Joselu, me entristece mucho esa imagen del payaso... Tengo que reconocer que mis preocupaciones se centran en más en el conjunto de la escuela, de la eduación que en la cuestión de la enseñanza de la Literatura... Pero siento tu desánimo... Y quizá me salíó lo contrario de lo que pretendía... Para mí, ya sabes, estás siendo un maestro. Lo siento otra vez...

Jueves dijo...

Madre mía... ¡las dos Españas!
No me considero nada moderna y soy consciente de las limitaciones del sistema... ¡Por eso mismo quiero cambiar! Me estorban las lágrimas (y sé que no me estoy dirigiendo a llorones) cuando camino.
Saludos. Y más esperanza.

Anónimo dijo...

Dice Muñoz Molina: "¿Qué porvenir laboral tiene un hijo de trabajador o de inmigrante que a los quince años no es capaz de comprender un párrafo de tres líneas?" Y yo le preguntaría: ¿Qué porvenir le esparaba a mi compañero de clase que desapareció en 4º de EGB y nunca más se supo de él o de ella (porque fueron varias/os)? No hagamos demagogia, la educación no ha cambiado a pesar de todos los cambios legislativos. Aquí cada maestrillo tiene su librillo, cada uno/a hace lo que le parece y todo vale. Sigue habiendo alumnas/os brillantes que con buenas/os profesionales y/o a pesar de ellas/os llegan alto; y sigue habiendo alumn@s menos brillantes que como no son capaces de hacer buenos exámenes se quedan en la cuneta. ¿Estos chicos y chicas son os que estorban? ¿Es que no tenemos nada que aportarles? Yo no hice literatura ni en 3º de BUP ni en COU y me considero capaz de reflexionar, analizar y valorar cosas del mundo que me rodea.

Un saludo, Montse

Nemo dijo...

Impresionante blog, no tenía ni idea de cómo se estaban utilizando las nuevas tecnologías en relación con la educación (vengo de visitar otro par de blogs de profesores y alumnos de literatura y lengua); felicidades, prometo pasarme por aquí de vez en cuando.
Y muchas gracias por tu comentario en mi blog, espero que el "bicho" trabaje bien.

Toni Solano dijo...

Tengo cuatro grupos de ESO, tres segundos y un tercero. Dos de ellos entrarían dentro de la normalidad (con sus alumnos buenos y malos, con sus alumnos que 'molestan' pero que forman parte de lo asumible en un aula). En los otros dos grupos, estamos trabajando contenidos de tercero de primaria. Uno tiene un 70% de alumnado inmigrante (y un 20% con algún tipo de trastorno identificado) y son 22 alumnos. No me quejo: es mi grupo y doy clase a gusto, aunque sé que no estoy cumpliendo con lo que las leyes exigen de mí (si lo aplicase, estarían todos suspendidos y dejarían de trabajar para el resto del curso). El otro grupo tiene un perfil en el que tendría que hacer seis o siete niveles distintos, con alumnos agresivos, absentistas parciales, con problemas de inclusión, etc. Cuando uno de ellos tiene el día malo, nadie puede trabajar en clase, pese a que somos dos profesores los que entramos en el aula.
Hablas, Montse, de aquellos compañeros de nuestra época, pero para esos el sistema ha triunfado, porque son ellos los que, con más menos dificultad acaban la secundaria y tienen un título que antes no habrían obtenido (además de haber estado ocupados hasta los 16 años). Yo te hablo de otros alumnos que no existían en nuestros tiempos, porque, simplemente, no estaban escolarizados. A esos alumnos, la ley, por omisión, les ha permitido acudir al instituto y manejar las clases a su gusto. Y todos podemos hablar de chicos y chicas que permanecen ajenos a la marcha del grupo, pero que cuando despiertan, el resto de la clase se detiene. Y da igual lo que digan las normas de convivencia. El derecho de asistencia prevalece sobre el derecho de los demás a una formación. A estos chicos y chicas, el sistema no les está ayudando para nada (para que no se mojen cuando llueva, quizá). Y a mí no me estorban, todo lo contrario, me llevo estupendamente con ellos, y hablo de muchos asuntos y me preocupo por sus vidas y sus problemas, nos reímos muchas veces y mantenemos un trato cordial incluso fuera del aula. Pero que yo sepa, el Estado no me paga por ser psicoanalista a tiempo parcial, y menos a costa de que ese tiempo se lo estoy sustrayendo a otros alumnos a los que debería enseñarles lengua castellana y literatura.
Perdón por la parrafada y gracias por hacerme pensar más.

José Mari dijo...

Jueves, yo no he hablado de "tonterías", no sé a qué te refieres. Yo he leído bastante pedagogía, y puedo decirte que todo, en la mayoría de esos manuales, es muy bonito y, en la mayoría de los casos, irreal.
Hay un abismo entre la teoría pedagógica y la práctica, lo cual no significa que dicha teoría sea errónea, sino que la práctica la desenfoca.
El problema, tal vez, está en cuestiones que no son tan pedagógicas, es decir, que impiden que esa pedagogía pueda realizarse. Si no se le mete mano a los problemas de disciplina, a los problemas de ratio y a ese terrorismo educativo que es el matricular a los alumnos en función de la edad y no de los conocimientos, nada podremos hacer.
¿Qué pasa con los inmigrantes, por ejemplo? ¿Es que es humano tener a un chico de 13 años recién llegado de Marruecos, que no sabe nada de español, oyéndome a mí hablar de sintagmas? Y todavía más. La ley pretende que atendamos a la diversidad e individualmente. Si además tengo alumnos PT, ¿me desdoblo? ¿me multiplico?
Yo creo que falta seriedad en los propios pedagogos, en los que hoy reside el poder, para denunciar los problemas reales. Que se dejen de tanta competencia básica (que, por cierto, está dejando en evidencia la incompetencia básica de nuestro sistema para solucionar problemas) y que aborden las dificultadas reales que tenemos, que son, entre otros, la imposibilidad por el número o la falta de respeto, de desarrollar nuestras clases.
Coincido contigo, Jueves, en lo de las sesiones de evaluación. Todo es negativo... Pero si te fijas, la ley está hecha sólo para los alumnos con evaluaciones negativas. Todos los programas, proyectos, apoyos... son para ellos. Para los buenos, nada de nada. ES lógico que se diga que no estudian.

Anónimo dijo...

Antonio:

En primer lugar, decirte que comparto contigo la mayoría de tus preocupaciones y posiciones ante la educación. Entiendo lo que dices y creo que hay mucho por hacer. No obstante, creo que lo que no es normal es hacer un gueto como el que describes (70% de alumnos inmigrantes y 20% con problemas). ¿Qué esperaban de ese grupo? Lo que tú estás haciendo es un milagro, y es verdad que no nos pagan para hacer milagros.

Pero entre el caso extremo que me describes y la queja mayoritaria de la mayoría de los profesores y profesoras que se quejan de todo y que sólo quieren dar clase a "los listos" creo que hay muchos términos medios. Empezando por saber que ser profesor/a es algo más que tener un sueldo fijo a mes y dos meses de vacaciones.

Después hay casos extremos, como el que relatas, que deben ser tomados en serio por los orientadores/as, por el equipo directivo y por la inspección. Y no dejarle el marrón al último que llega. Pero esto lo hacen "nuestros queridos compañeros" porque muchas veces lo único que preocupa es tener los máximos privilegios posible. ¿De qué nos quejamos entonces de la sociedad, la administración, etc., si cuando podemos nosotros hacemos lo mismo, a saber: buscar nuestro privilegio?

Lo que está claro es que algo hay que hacer o ¿miramos para otro lado? Todo el mundo nos quejamos pero qué hacemos, ¿por qué no se manda un escrito diario a cada delegación de educación poniendo de manifiesto la situación?, ¿por qué no hacemos una huelga indefinida?, ¿por qué no hacemos algo, lo que sea pero algo? Porque somos funcionarios hasta para eso. Lo siento pero estoy muy cabreada con muchas cosas.

Un saludo y ójala profes como tú abundaran. Montse

Anónimo dijo...

Otra cosa muy importante es el reparto equitativo que hacen "nuestros queridos compañeros". Porque no es lo mismo dar 3 segundos que dar 1 segundo, ¿a que no? ¿a que tres segundos te agotan pero uno a lo mejor no? ¿A que si fuéramos tan compañeros como decimos repartiríamos esos segundos y terceros (los grupos más conflictivos, no nos engañemos) entre todos los miembros del departamento? Pero claro, yo súper compañero tuyo lo que hago es utilizar mi experiencia para dejar lo peor al último que llega, porque me importo yo y punto. Pues eso les pasa a muchos alumnos también, piensan en ellos y punto.

Más saludos, Montse

Toni Solano dijo...

El ejemplo que contaba es un caso particular que corresponde a un centro con unas características especiales (tengo la suerte de ser definitivo en el centro y elijo mis grupos). Sin embargo, es habitual aquí en la Comunidad Valenciana que los grupos de la línea en castellano sean de ese tipo, pues de los colegios suelen venir grupos homogéneos de línea en valenciano, donde el perfil es más 'normal'. En las líneas en castellano aterrizan todos los recién llegados. Hay un plan de acogida, pero solo el primer curso, de modo que si llegaron en mayo de este año, ya no tienen derecho. Además, los latinoamericanos no son considerados 'inmigrantes' porque su idioma es el castellano, con lo suponen que la adaptación para ellos es un camino de rosas.
Viendo lo que tengo, he aprendido a no quejarme mucho. Hago lo que puedo y cuando me quejo es porque hay mucho listo de salón y despacho que no sabe lo que es un aula. Y teorías las hace hasta el más bobo de mi pueblo: sólo hace falta leer los periódicos a diario para darse cuenta de ello.
Un saludo, Montse, y gracias de nuevo.

Anónimo dijo...

Bien..... había leído el artículo de Muñoz Molina y ya en su momento hubo algo que no me gustó nada de nada. ¿Quién le da derecho a investigar en lo que los demás leen? Me gusta mucho que la gente que lee en el metro forre sus libros, así escritores que no se les ocurre nada deberán insistir un poco al comenzar sus introitos y dejar a un lado estos tópicos que año tras año debemos oír (ummmm.... leer, sorry). Con todo, me gusta su blog, me parece muy bueno y su prosa no está nada mal. Gracias porque yo lo consulto. (Ah.... fíese poco de Muñoz Molina.... jajaja)

Toni Solano dijo...

Bienvenido, Euro taoísmo, y gracias por sus parabienes. Será un placer tenerle por aquí con su visión tan crítica. Un saludo.