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27 julio 2008

Donde el oficio nos lleve

En estos días se conocen los resultados de las oposiciones de secundaria. Muchos opositores celebran su triunfo y otros lamentan su mala estrella. A los primeros (sobre todo, a mis amigas, Elena, Marisol y Balma), mi enhorabuena, y a los demás, mi augurio de que obtendrán su premio si perseveran.
Mi primera oposición fue en Burgos, a la sazón territorio MEC (que suena a planta joven de grandes almacenes). Todavía recuerdo que pusieron un poema de Ángel González. También recuerdo que en el tribunal había una joven profesora de Medina de Pomar, muy atenta con los que vagábamos por los pasillos como padres primerizos. En aquellos momentos, hubiese vendido mi alma al diablo por cambiarme por ella, aunque fuese a costa de marcharme tan lejos de mi hogar de entonces. Pensaba en una existencia idílica, profesor en un pueblo, entregado a una vocación sin límites. Medina de Pomar, sin conocerlo de nada, se convirtió desde entonces en una especie de punto cardinal de mis ambiciones (aunque me presentase en Andalucía o Valencia). Y marcarme como meta ese punto tan ajeno de mí me ayudó a sobreponerme de los reveses de las oposiciones fallidas, pues siempre pensaba que Medina de Pomar seguiría alli, esperándome... No sé si he alcanzado ya mi Medina de Pomar; debo de estar cerca de ello, pues me siento satisfecho haciendo lo que hago y, si no cumplo más con mi vocación, es más por pereza o escepticismo que por falta de oportunidad para hacerlo.
Ahora echan a andar los profesores y profesoras que han aprobado la oposición y los que no han obtenido plaza (que no es suspenderla, claro). Algunos andan agobiados pensando dónde los mandarán, en los sacrificios del piso de alquiler, en los kilómetros de carretera o en las miradas hostiles de los lugareños. Me gustaría decirles que piensen en Medina de Pomar -o en Tombuctú, que funciona igual-, en ese sitio desconocido y lejano donde serían felices sin duda. Seguramente, acabarán en un destino no tan exótico donde podrán ser tan dichosos, o más, si de verdad han luchado por lo que querían.


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Crédito de la imagen: www.flickr.com/photos/82278008@N00/155636430

07 enero 2007

La mirada indiscreta


Como diría un personaje de Javier Marías: 'No quería saber, pero he sabido' que circulaba un meme sobre cinco cosas que nadie sabe de quien escribe. Lo leí en el blog de Leonor.
Reconozco que me he hecho el sueco, soportando estoico el impulso de hacer autobiografía en un blog que no pretende serlo. Pero, al final, viendo que incluso el Tigre ha caído en la trampa, he asumido el reto y ahí van mis cinco secretos:

UNO, el Dos Mil UNO, año en el que colgué toda una tradición familiar de ferroviarios (padre y hermanos) y una carrera de técnico de mantenimiento de instalaciones para dedicarme a la enseñanza. Casi tuve que vender mi alma al diablo -algún día contaré mi experiencia 'Nicholson en el Resplandor-, pero lo conseguí.

Mis DOS niñas, que me mantienen con ánimo cuando el mundo se tambalea.

TRES, 3,1415926535... Las matemáticas recreativas, la lógica, los juegos de ingenio, todo ese mundo friqui de genios despistados y del Saber en general, que ha formado parte de mi ocio desde que tengo memoria (mi primer ordenador: un Spectrum, allá por 1985)

Casi completas ya CUATRO décadas de vida intensa, pero siempre con la sensación de estar empezando en todo cada día. Agradezco a mis alumnos ese trasvase diario de energía. A veces me siento incluso una especie de Dorian Grey.

En la evaluación de la vida, la peor nota para mí es el CINCO: Demuestra sólo la suficiencia. Prefiero suspender y aceptar mi incapacidad antes que pasar por los pelos. Suelo exigirme notas muy altas en todas las actividades que emprendo...

Aunque, por otro lado, mantengo el buen humor cuando las cosas se tuercen (vean, si no, la foto adjunta...)

Ya saben: Quienes lean esto, deben seguir el meme citando la fuente.