07 junio 2007

Monólogos para todos

Los chavales son sorprendentes. El otro día llevaba mi habitual rimero de libros a clase de segundo de ESO, cuando descubrieron un ejemplar de la serie de monólogos del Club de la Comedia (he de confesar que no son libros de mi devoción, pero vi que a mi amiga Charo le funcionaban bien en clase y alguna vez he fotocopiado ciertos monólogos -perdón, SGAE, aunque ya he pagado por ellos para incluirlos en la biblioteca-).
El caso es que dos alumnos se lanzaron sobre el libro y me pidieron permiso para leerlos en voz alta a los demás compañeros. Pensaba que acabaríamos como el rosario de la aurora -ay, los segundos, qué malos son-, pero ya hemos dedicado dos sesiones y nos hemos divertido como niños (ellos con más razón que yo). Se han ido turnando en parejas de lectores voluntarios e incluso yo he participado en alguna lectura.
Seguiré contando aquí todas estas experiencias de lecturas en clase (en 4º estamos ahora con Eloísa está debajo de un almendro), porque cada día que pasa me convence más lo de dedicar tiempo de clase a la lectura pública aun a cuenta de perder 'contenidos'.

5 comentarios:

Angus dijo...

Creo que las actividades que realizas en el aula son auténticos proyectos de lectura.
Considero tu trabajo muy valioso. Proporcionas la formación lectora y las experiencias con la literatura que los chavales inician en Primaria, pero que misteriosamente desaparecen en Secundaria.
Quizá porque se prioricen los aspectos curriculares, como tú señalas.
Tus propuestas son de enorme interés para nosotros, los profesores de Lengua.
Un saludo.

Lourdes Domenech dijo...

Antonio, ¿Cómo puede ser que no te gusten los monólogos de El Club de la comedia? ¡Los hay buenísimos, y con el sentido del humor que despliegas...!
Ana Romeo y yo somos unas forofas. Tenemos algunos preferidos como el de los adolescentes, el de los bares o el de los cuentos infantiles.
Si no los conoces, apresúrate a leerlos. Aunque quizá mi recomendación sea tan obvia que no haga falta hacerla.

Joselu dijo...

Algunos docentes somo experimentadores natos, esperando en nuestros alumnos siempre esa comprensión o sonrisa que nos confirme en que por una vez hemos elegido el camino adecuado. Me apunto las lecturas de El club de la comedia que tan bien funcionan y que Lu ha elogiado. Siempre aprendo con vosotros.

Toni Solano dijo...

Angus: También para mí es misterioso ese desencanto que se produce en el paso de la Primaria a la Secundaria. Y no creo que sea por cuestiones de edad, sino más bien por descrédito o aburrimiento (¿no te aburrirías tú si te explicasen, año tras año, el sustantivo, el adjetivo, los sinónimos, etc?)
Lu: Sorprendentemente, los libros que menos me gustan son los de humor (aunque luego me ría con ellos). Suelo buscar en la lectura la seriedad que no tengo en mi vida real ;-)
Joselu: La gracia de nuestro oficio es que nos permite experimentar (y por tanto, mejorar) a diario. A una 'materia prima' siempre cambiante no se le pueden aplicar herramientas estáticas (y menos, obsoletas).

Anónimo dijo...

¿Pero es que la lectura en público no forma parte de los contenidos de la clase de lengua? Saludos, Antonio.