
Probablemente, la obra más famosa del checo Jan Neruda sean los Cuentos de Malá Strana, una colección de relatos de finales del siglo XIX, que poseen el encanto de la literatura centroeuropea de su época. Neruda, al que algunos críticos atribuyen haber inspirado el seudónimo de nuestro Pablo Neruda, es un perspicaz observador de la vida cotidiana de su tiempo y, a la vez, sabe captar los elementos líricos precisos para no quedarse en el mero costumbrismo. Los que hayan viajado por Praga, podrán evocar con facilidad rincones y aromas de un tiempo pasado al que resulta complicado volver en esta era del turismo masivo.
Como decía al principio, mientras en mis noches viajaba por las calles de Malá Strana, durante el día lidiaba con unos jóvenes que habían descubierto, gracias a J.K.Rowling, unas lecturas que los mantenían enganchados: las aventuras de Harry Potter, un aprendiz de magia en un colegio escocés llamado Hogwarts. Harry Potter y la piedra filosofal fue también para mí un descubrimiento, pues desmentía esa idea de que los jóvenes no leen libros largos o que no les interesa la mitología o la cultura en general. Harry Potter es un excelente ejemplo para desmontar esos tópicos, como luego lo serían autores como Laura Gallego, Blue Jeans, Federico Moccia, etc. Una vez más, la Escuela ha dado la espalda a los cambios históricos y sociales, minusvalorando estos fenómenos de lectura juvenil, juzgándolos y condenándolos con parámetros extraídos de cierto canon elitista, como si sólo se pudiese acceder a la lectura desde los clásicos. Aquel Harry Potter sería el primero en mi lista de lecturas juveniles, una lista que iría creciendo con el tiempo y que espero mantener fresca y viva. En cuanto a la pervivencia de Potter, creo que los modelos actuales se han alejado un poco de esa mitología mágica y se han aproximado al erotismo más o menos explícito, a la fantasía neogótica o a las distopías con aire romántico. Sin embargo, no deberíamos olvidar que un lector adolescente siempre acabará convertido en lector adulto: tiempo habrá de madurar (o no).