No soy policía ni juez: Soy profesor de lengua y literatura de Secundaria, y pienso que el castigo se corresponde con el delito, no con la educación. Mis alumnos/as no cometen delitos; si alguna vez incumplen las normas establecidas por la legislación (Decreto de derechos y deberes etc.), aplico el procedimiento establecido, aunque sólo recurro a ello cuando la falta es de extrema gravedad. No creo en el castigo "educativo" y sí en el premio. Haciendo memoria, no recuerdo haber castigado a nadie ni siquiera a copiar. Creo que, a veces, es mucho más efectivo regalar pequeñas dosis de generosidad (con la calificación, con buenas palabras, con una llamada a casa) a los alumnos que no acostumbran a aceptar las normas, que someterlos a persecución disciplinaria.
Porque podemos encontrarnos con que son ellos los que tendrían más razones para castigarnos a los adultos, por ejemplo por mantenerlos durante años encerrados en barracones insalubres...