Esta semana se cierra un curso más, un curso tan extraño como complejo. Decir que este curso ha sido muy complejo podría inducir a pensar que otros no lo han sido, pero hay que reconocer que en el 2023-2024 hemos tenido demasiados frentes abiertos, algunos felizmente solucionados y otros no tanto. Vamos con ello.
Empezamos con mal pie, con una sentencia que anulaba los proyectos interdisciplinares y que desembocaba en una supresión de horas cuando ya estaban las plantillas solicitadas. El nuevo gobierno, que se estrenaba en julio, lanzó una resolución el 31 de agosto que obligaba a rehacer los horarios que la anterior administración había suprimido. En 1ESO se añadieron una hora de inglés y otra de matemáticas, pero para 2º y 3º de ESO se configuró una falsa asignatura sin currículo ni calificación AHP (ampliación de horario PAM), que era de obligatoria asistencia. Esta circunstancia nos ha llevado a tener a los alumnos de esos niveles ocupados durante dos horas a la semana en actividades diversas; imaginad el resultado, sin programación, sin objetivos, sin evaluación... Los horarios de septiembre provocaron las primeras susceptibilidades, porque ya ni siquiera se trataba de respetar desideratas, sino de comparar el horario de agosto con el de septiembre, con los correspondientes disgustos y malas caras.
El otro caballo de batalla ha sido la reducción de horas de codocencia, derivadas de la renuncia a impartir ámbitos en 1ESO, tras una reñida votación de 43 votos a favor y 46 en contra. Por tanto, este curso volvimos a las asignaturas separadas en 1º de ESO, no con el éxito que cabría esperar, a la vista de los resultados académicos y de convivencia, a pesar de tener casi 50 alumnos menos en ese nivel. De hecho, el profesorado de cinco departamentos ha solicitado la vuelta a la organización por ámbitos el curso que viene, y ya tenemos configurados los grupos para poder reducir la ratio en ese nivel de 1º de la ESO en el que es tan importante cuidar la transición de Primaria a Secundaria. En este sentido, también hemos recuperado las jornadas de intercambios de tutores de 1ESO/6º de Primaria.
Tampoco fue buena noticia la pérdida de horas en la asignación del Plan de Actuación para la Mejora (PAM), esas horas con las que se desarrollan los programas de mejora del centro: proyecto futuro, Casa Camarón, patios lúdicos, Stonewall, compensatoria, etc. De las 50 o 54 horas de otros cursos, pasamos a solo 6 horas este. Evidentemente, eso ha provocado numerosas desatenciones en el alumnado vulnerable: alumnos que no entraban en clase y se quedaban por el pasillo, incremento del absentismo, falta de recursos para el alumnado recién llegado, etc. Es increíble que un centro de especial dificultad no tenga garantizada la dotación horaria estable para un alumnado que tiene ese perfil tan complicado.
La gestión de la convivencia ha sido extremadamente difícil, con alumnado y profesorado sobrepasado por la impotencia de no poder atender casos a los que ni siquiera los servicios sociales sabían o podían dar respuesta. El absentismo, las notificaciones de desprotección y los protocolos de conductas autolesivas acaban consumiendo un tiempo y unos recursos que no tenemos, por lo que se dejan en suspenso otras actuaciones que habían dado buenos resultados. No es sencillo entender que con la situación actual de los centros educativos no existan figuras como el trabajador o educador social o el técnico de servicios a la comunidad, que serían recursos excelentes para que los docentes y los equipos directivos no ocupemos infinidad de horas en una tarea para la que no estamos formados.
Pero no todo han sido quejas y lamentos. Hemos renovado el Consejo Escolar y van entrando caras nuevas, lo que siempre es motivo de satisfacción, a pesar de la baja participación de la comunidad educativa en un órgano colegiado que no sienten como suyo (o para el que no esperan demasiadas atribuciones). También he renovado por segunda vez el proyecto de dirección, con una necesaria actualización después de ocho años. Probablemente sea mi última legislatura, si todo va bien. Con un contexto tan cambiante y tan complicado, la decisión no fue sencilla, y debo agradecer a mis compañeras de equipo y a la gran mayoría del claustro su apoyo para seguir en el cargo otros cuatro años más. Espero no perder ilusiones ni fuerzas para ello.
Asimismo, ha sido motivo de alegría ver la graduación de otra promoción de bachilleres, la más numerosa de nuestra historia, y de titulados de la ESO, algunos contra viento y marea, como dos chicas gitanas que se suman a una tercera que ya tituló hace un par de años, excepciones en un contexto educativo que sigue mirando hacia otro lado en la compensación de desigualdades de un colectivo que tiene casi todo en contra: si un payo se porta mal en un instituto, a nadie se le ocurre decir que todos los payos son iguales...
Tenemos también la suerte de contar, además de una unidad específica de alumnado TEA, con dos programas de formación básica adaptados para alumnado de necesidades especiales, uno de jardinería y el otro de administración. Este alumnado nos demuestra cada día la importancia de la diversidad en los centros, así como la necesidad de aplicar estrategias inclusivas para que puedan compartir espacio y tiempo con los compañeros de grupos ordinarios. Recibir a final de curso la mención de centro inclusivo por parte de la Asociación Síndrome de Down compensa todo el esfuerzo de los grandes profesionales que se ocupan de este alumnado y del resto de compañeros que facilitan su inclusión en el aula.
Hemos desarrollado proyectos al hilo de un plan lector sobre el cine, con diversas actividades interesantes -muestras de proyectos, actuaciones de teatro, murales, agendas...-, que luego se han difundido en las jornadas de formación "Compartim", que ya van por su octava entrega con notable seguimiento. Hemos trabajado también con PLANEA tanto en el pilotaje de algunas de sus propuestas y recursos para el aula, como con la intervención directa de artistas, en este caso el fotógrafo Julián Barón, que ha diseñado una intervención muy interesante sobre "Adolescencia móvil", que se convertirá seguramente en caja de recursos para aprovechar en otros centros. También fuimos sede de uno de sus cursos de verano, concretamente "Odiseamix" para trabajar las habilidades de DJ en el aula. Mucho éxito tuvo también un taller de situaciones de aprendizaje que montaron varias compañeras dentro del plan de formación en centros, algo que ayudó a entender un poco mejor el enfoque por competencias y el ajuste de las programaciones a la LOMLOE.
Al final de curso, nos sentimos satisfechos con las encuestas de autoevaluación del proyecto de dirección, en las que la valoración del equipo directivo (y en general del funcionamiento del centro) por parte de las familias, profesorado y alumnado son positivas en su mayoría. De ellas se extraen numerosas propuestas de mejora, especialmente en la gestión de la convivencia, aunque no siempre coinciden las valoraciones de toda la comunidad educativa. Hay que destacar también que se valora especialmente la comunicación del profesorado con las familias, ya que es el principal motivo de queja de los descontentos. El otro elemento de disputa es la atención del alumnado con algún tipo de problema de conducta o aprendizaje, que no siempre recibe la atención que necesita.
Ha sido también el año en el que se nos desgajó el nuevo IES Crémor, que se ha llevado consigo uno de los colegios adscritos y la FP agraria. Esto ha permitido descongestionar momentáneamente el centro, con unos sesenta o setenta alumnos menos. Gracias a ello hemos podido recuperar entre este curso y el que viene la distribución de aulas materia, aunque con una ocupación de aulas casi rayando el 100%. Esperamos reducir la masificación que ahora tenemos en 3º de ESO con siete grupos y poder llegar en breve a la configuración de un centro normalizado, en el que no sea tan evidente el fracaso y el abandono escolar como lo era hace unos años. Las estadísticas parecen darnos la razón en esta evolución lenta pero segura hacia la "normalidad".
También nos ayuda a tomar decisiones el seguimiento de las repeticiones y las promociones automáticas que, desde el curso pasado, nos indican que somos más efectivos cuando analizamos bien el perfil del alumnado y sus posibilidades de mejorar o no si repite curso, al margen del número de suspensos. En los cursos altos de la ESO, el nivel de acierto es bastante mayor que en los cursos bajos, pero ya podéis imaginar la cantidad de variables que entran en juego en esas decisiones y en el posterior desarrollo del alumnado.
Por último, solo queda agradecer un año más a todos los compañeros del claustro (y al personal no docente) su colaboración en esta tarea educativa en la que hay demasiados días complejos, con situaciones de auténtica desesperación que afectan al alumnado y a sus familias -y por contagio o incluso por circunstancias propias, al profesorado-, con cuestiones que, sin ser propias de la Escuela, acaban afectando a quienes vivimos en ella, a menudo con la impotencia de no saber o poder hacer nada por solucionarlas. Sé que es fácil decir que no podemos con todo, que sería incluso más fácil decir que la culpa es de otros, pero por suerte hay muchos profesionales que no se resignan y a menudo ponen buena cara al mal tiempo, al menos frente a los menores que están a nuestro cargo, porque el lugar en el que se reclaman los recursos y las condiciones dignas es otro, y para ello hay que mojarse.
Os deseo que paséis un feliz verano y nos vemos en septiembre.