25 agosto 2024

Sesquidécada: agosto 2009


Entre diversas lecturas juveniles y adaptaciones de clásicos, el agosto de 2009 estuvo teñido de lecturas serias, de novela negra, de melancolía y drama. Veamos algunas de ellas rescatadas para esta sesquidécada.


Quizá no conozcáis la trilogía de Deptford, de Robertson Davies, una serie compuesta por tres novelas con un crimen como hilo conductor: El quinto en discordia, Mantícora y El mundo de los prodigios. Es una obra difícil de encasillar, ya que no es novela negra ni drama, pero tiene elementos de ambos géneros. La narración es muy sugerente y también el estilo. Una buena recomendación lectora para este próximo otoño.



Otra novela rescatada, esta vez sí que del género negro, es El hombre de los círculos azules, de la autora francesa Fred Vargas. Se trata de la primera novela de la serie del comisario Adamsberg, un detective que protagoniza numerosas novelas muy recomendables de esta autora.



Por último, un drama que se ha llevado también al cine protagonizado por Leonardo DiCaprio y Kate Winslet, así que ya os podés hacer una idea de su intensidad. Se trata de Vía revolucionaria, de Richard Yates, otra de esas novelas que pone en entredicho el afamado sueño americano. No he visto la película, pero la novela me dejó esa sensación triste de vivir en un mundo que nos llena de expectativas que nunca se cumplen y deseos que se alejan en cuanto los tienes al alcance de la mano.

31 julio 2024

Memoria de un curso complejo

Esta semana se cierra un curso más, un curso tan extraño como complejo. Decir que este curso ha sido muy complejo podría inducir a pensar que otros no lo han sido, pero hay que reconocer que en el 2023-2024 hemos tenido demasiados frentes abiertos, algunos felizmente solucionados y otros no tanto. Vamos con ello.


Empezamos con mal pie, con una sentencia que anulaba los proyectos interdisciplinares y que desembocaba en una supresión de horas cuando ya estaban las plantillas solicitadas. El nuevo gobierno, que se estrenaba en julio, lanzó una resolución el 31 de agosto que obligaba a rehacer los horarios que la anterior administración había suprimido. En 1ESO se añadieron una hora de inglés y otra de matemáticas, pero para 2º y 3º de ESO se configuró una falsa asignatura sin currículo ni calificación AHP (ampliación de horario PAM), que era de obligatoria asistencia. Esta circunstancia nos ha llevado a tener a los alumnos de esos niveles ocupados durante dos horas a la semana en actividades diversas; imaginad el resultado, sin programación, sin objetivos, sin evaluación... Los horarios de septiembre provocaron las primeras susceptibilidades, porque ya ni siquiera se trataba de respetar desideratas, sino de comparar el horario de agosto con el de septiembre, con los correspondientes disgustos y malas caras.


El otro caballo de batalla ha sido la reducción de horas de codocencia, derivadas de la renuncia a impartir ámbitos en 1ESO, tras una reñida votación de 43 votos a favor y 46 en contra. Por tanto, este curso volvimos a las asignaturas separadas en 1º de ESO, no con el éxito que cabría esperar, a la vista de los resultados académicos y de convivencia, a pesar de tener casi 50 alumnos menos en ese nivel. De hecho, el profesorado de cinco departamentos ha solicitado la vuelta a la organización por ámbitos el curso que viene, y ya tenemos configurados los grupos para poder reducir la ratio en ese nivel de 1º de la ESO en el que es tan importante cuidar la transición de Primaria a Secundaria. En este sentido, también hemos recuperado las jornadas de intercambios de tutores de 1ESO/6º de Primaria.


Tampoco fue buena noticia la pérdida de horas en la asignación del Plan de Actuación para la Mejora (PAM), esas horas con las que se desarrollan los programas de mejora del centro: proyecto futuro, Casa Camarón, patios lúdicos, Stonewall, compensatoria, etc. De las 50 o 54 horas de otros cursos, pasamos a solo 6 horas este. Evidentemente, eso ha provocado numerosas desatenciones en el alumnado vulnerable: alumnos que no entraban en clase y se quedaban por el pasillo, incremento del absentismo, falta de recursos para el alumnado recién llegado, etc. Es increíble que un centro de especial dificultad no tenga garantizada la dotación horaria estable para un alumnado que tiene ese perfil tan complicado. 



La gestión de la convivencia ha sido extremadamente difícil, con alumnado y profesorado sobrepasado por la impotencia de no poder atender casos a los que ni siquiera los servicios sociales sabían o podían dar respuesta. El absentismo, las notificaciones de desprotección y los protocolos de conductas autolesivas acaban consumiendo un tiempo y unos recursos que no tenemos, por lo que se dejan en suspenso otras actuaciones que habían dado buenos resultados. No es sencillo entender que con la situación actual de los centros educativos no existan figuras como el trabajador o educador social o el técnico de servicios a la comunidad, que serían recursos excelentes para que los docentes y los equipos directivos no ocupemos infinidad de horas en una tarea para la que no estamos formados.


Pero no todo han sido quejas y lamentos. Hemos renovado el Consejo Escolar y van entrando caras nuevas, lo que siempre es motivo de satisfacción, a pesar de la baja participación de la comunidad educativa en un órgano colegiado que no sienten como suyo (o para el que no esperan demasiadas atribuciones). También he renovado por segunda vez el proyecto de dirección, con una necesaria actualización después de ocho años. Probablemente sea mi última legislatura, si todo va bien. Con un contexto tan cambiante y tan complicado, la decisión no fue sencilla, y debo agradecer a mis compañeras de equipo y a la gran mayoría del claustro su apoyo para seguir en el cargo otros cuatro años más. Espero no perder ilusiones ni fuerzas para ello.



Asimismo, ha sido motivo de alegría ver la graduación de otra promoción de bachilleres, la más numerosa de nuestra historia, y de titulados de la ESO, algunos contra viento y marea, como dos chicas gitanas que se suman a una tercera que ya tituló hace un par de años, excepciones en un contexto educativo que sigue mirando hacia otro lado en la compensación de desigualdades de un colectivo que tiene casi todo en contra: si un payo se porta mal en un instituto, a nadie se le ocurre decir que todos los payos son iguales...



Tenemos también la suerte de contar, además de una unidad específica de alumnado TEA, con dos programas de formación básica adaptados para alumnado de necesidades especiales, uno de jardinería y el otro de administración. Este alumnado nos demuestra cada día la importancia de la diversidad en los centros, así como la necesidad de aplicar estrategias inclusivas para que puedan compartir espacio y tiempo con los compañeros de grupos ordinarios. Recibir a final de curso la mención de centro inclusivo por parte de la Asociación Síndrome de Down compensa todo el esfuerzo de los grandes profesionales que se ocupan de este alumnado y del resto de compañeros que facilitan su inclusión en el aula.


Hemos desarrollado proyectos al hilo de un plan lector sobre el cine, con diversas actividades interesantes -muestras de proyectos, actuaciones de teatro, murales, agendas...-, que luego se han difundido en las jornadas de formación "Compartim", que ya van por su octava entrega con notable seguimiento. Hemos trabajado también con PLANEA tanto en el pilotaje de  algunas de sus propuestas y recursos para el aula, como con la intervención directa de artistas, en este caso el fotógrafo Julián Barón, que ha diseñado una intervención muy interesante sobre "Adolescencia móvil", que se convertirá seguramente en caja de recursos para aprovechar en otros centros. También fuimos sede de uno de sus cursos de verano, concretamente "Odiseamix" para trabajar las habilidades de DJ en el aula. Mucho éxito tuvo también un taller de situaciones de aprendizaje que montaron varias compañeras dentro del plan de formación en centros, algo que ayudó a entender un poco mejor el enfoque por competencias y el ajuste de las programaciones a la LOMLOE.


Al final de curso, nos sentimos satisfechos con las encuestas de autoevaluación del proyecto de dirección, en las que la valoración del equipo directivo (y en general del funcionamiento del centro) por parte de las familias, profesorado y alumnado son positivas en su mayoría. De ellas se extraen numerosas propuestas de mejora, especialmente en la gestión de la convivencia, aunque no siempre coinciden las valoraciones de toda la comunidad educativa. Hay que destacar también que se valora especialmente la comunicación del profesorado con las familias, ya que es el principal motivo de queja de los descontentos. El otro elemento de disputa es la atención del alumnado con algún tipo de problema de conducta o aprendizaje, que no siempre recibe la atención que necesita.

Ha sido también el año en el que se nos desgajó el nuevo IES Crémor, que se ha llevado consigo uno de los colegios adscritos y la FP agraria. Esto ha permitido descongestionar momentáneamente el centro, con unos sesenta o setenta alumnos menos. Gracias a ello hemos podido recuperar entre este curso y el que viene la distribución de aulas materia, aunque con una ocupación de aulas casi rayando el 100%. Esperamos reducir la masificación que ahora tenemos en 3º de ESO con siete grupos y poder llegar en breve a la configuración de un centro normalizado, en el que no sea tan evidente el fracaso y el abandono escolar como lo era hace unos años. Las estadísticas parecen darnos la razón en esta evolución lenta pero segura hacia la "normalidad". 



También nos ayuda a tomar decisiones el seguimiento de las repeticiones y las promociones automáticas que, desde el curso pasado, nos indican que somos más efectivos cuando analizamos bien el perfil del alumnado y sus posibilidades de mejorar o no si repite curso, al margen del número de suspensos. En los cursos altos de la ESO, el nivel de acierto es bastante mayor que en los cursos bajos, pero ya podéis imaginar la cantidad de variables que entran en juego en esas decisiones y en el posterior desarrollo del alumnado.



Por último, solo queda agradecer un año más a todos los compañeros del claustro (y al personal no docente) su colaboración en esta tarea educativa en la que hay demasiados días complejos, con situaciones de auténtica desesperación que afectan al alumnado y a sus familias -y por contagio o incluso por circunstancias propias, al profesorado-, con cuestiones que, sin ser propias de la Escuela, acaban afectando a quienes vivimos en ella, a menudo con la impotencia de no saber o poder hacer nada por solucionarlas. Sé que es fácil decir que no podemos con todo, que sería incluso más fácil decir que la culpa es de otros, pero por suerte hay muchos profesionales que no se resignan y a menudo ponen buena cara al mal tiempo, al menos frente a los menores que están a nuestro cargo, porque el lugar en el que se reclaman los recursos y las condiciones dignas es otro, y para ello hay que mojarse. 

Os deseo que paséis un feliz verano y nos vemos en septiembre.

27 julio 2024

Sesquidécada: julio 2009

Las lecturas juveniles son para el verano. Así se desprende del registro histórico que voy revisando para estas sesquidécadas. Es muy gratificante y de provecho para renovar las recomendaciones de clase llevarte diez o quince novelas para adolescentes y ocupar esos ratos de descanso veraniego, alternando con otras lecturas más acordes con los gustos y deseos del paladar adulto. En aquel verano de 2009 había de mar de fondo con novelas de autores de LIJ magníficos como Agustín Fernández Paz, Fernando Lalana, Care Santos, Xavier Bertran, Elia Barceló, Luis Leante o Miquel Rayó, entre otros que ya mencioné el mes pasado.

Pero las lecturas que tengo que seleccionar por su relevancia en mi historial de lectura son otras. Las dos primeras son clásicos de la ciencia-ficción, muy diferentes en tema y propósito. La guerra de las salamandras, de Karel Čapek, una sátira distópica llena de referencias políticas y filosóficas, con una narración teñida de humor e ironía que aviva la complicidad del lector inteligente. Una novela imprescindible, a la altura de Un mundo feliz, Rebelión en la granja o 1984, pero con un estilo mucho más desenfadado y divertido. 

Otro clásico del género es Soy leyenda, de Richard Matheson, una novela difícil de olvidar por la sensación de desamparo que produce y quizá también por las adaptaciones cinematográficas que vinieron después. Tras la historia de una pandemia que convierte en vampiros a casi toda la humanidad, se esconde también una reflexión sobre el ser humano y su condición. Merece la pena hincarle el diente.



La última reseña salta de género y tema, para llevarnos a la divulgación científica o algo parecido: ¿Está usted de broma, Sr. Feynnman? es un divertido ensayo autobiográfico de este famoso científico y premio Nobel de Física, que combina la ciencia, las humanidades y las anécdotas personales, todo ello con un tono sencillo y lleno de buen humor. ¿Quién dijo que los de letras no podemos disfrutar de las ciencias? Muy recomendable.

30 junio 2024

Sesquidécada: junio 2009

En aquellos años en los que no formaba parte del equipo directivo, junio era el mes en el que empezaban mis lecturas juveniles: decenas de libros que leía para valorar y proponer como referencia en los distintos niveles en los que me tocaría dar clase en el curso siguiente. Ahí podría rescatar un montón de títulos y autores: José María Latorre, Agustín Fernández Paz, Fernando Marías, Care Santos, Fernando Lalana, Elia Barceló, Ana Alcolea...


De ellos voy a recuperar para esta sesquidécada a Laura Gallego, que a día de hoy sigue publicando buenas novelas de aventuras y fantasía. En aquel momento me leí Finis mundi, una de sus obras más conocidas. Coincidí con Laura en un curso de doctorado sobre novelas y romances de caballerías, así que puedo dar fe de su competencia literaria en el mundillo medieval y también de su pasión por la escritura. Creo que es muy necesario este género como fidelización de jóvenes lectores, que vienen desde Primaria con ansias de historias que los enganchen y que, a veces, en Secundaria pierden el hábito lector por no tener unas lecturas que compitan en interés con los reels y virales de tiktok.

También el verano es momento de novela negra o policíaca: La ratonera, de Agatha Christie, Que se levanten los muertos, de Fred Vargas, Noticias de la noche, de Petros Markaris... 

Dos obras breves destacan entre esas dos tendencias mencionadas arriba: Hadjí Murat, una novela corta de Leon Tolstoi que habla de lucha y resistencia, y el inclasificable ensayo de Thomas de Quincey Del asesinato considerado como una de las Bellas Artes, una obra maestra de la ironía y del humor inglés. Ambos clásicos son un buen punto de partida lector para comenzar el verano. Disfrutadlo.

18 junio 2024

La maestra: una historia ejemplar

Sobre las Novelas ejemplares de Cervantes se ha comentado a menudo que el adjetivo sirve tanto para decir que son ejemplos de la vida, como para decir que son modelos para tener en cuenta. La maestra, de José Antonio LuceroJosé Antonio Lucero, como ocurre con los relatos cervantinos, puede leerse con dos puntos de vista complementarios: por un lado, el ejemplo histórico de algo que sucedió (quizá no exactamente igual, pero sí muy parecido), y por otro como guía de lo que debería ser el oficio de educador.

La maestra narra la historia de dos mujeres que coinciden en la escuela rural de un pueblo andaluz poco antes de la rebelión militar de 1936. La protagonista es una novata que sustituye a la maestra titular y se verá pronto envuelta en el clima de hostilidad que rodea a la escuela republicana en su afán por modernizar la educación. La lucha por una escuela laica y de calidad chocará con las visiones de algunas familias y también con los poderes de la omnipresente jerarquía eclesiástica. 

Se trata de una novela bien documentada que huye de la novela de tesis, pero que mantiene a través de los diálogos de sus personajes el rigor testimonial de un periodo complejo, tan lleno de ilusión como de odio. La trama se articula en dos tiempos separados por alrededor de treinta años, que proporcionan al lector una perspectiva rica de los personajes y de la evolución histórica. En definitiva, una novela que merece la pena leer, una novela que encaja muy bien en este tiempo anómalo actual en el que hay docentes que defienden una educación aséptica, sin darse cuenta de que la Escuela nunca puede permanecer ajena a la realidad, al futuro de los niños, a sus derechos y libertades. 

La maestra. José Antonio Lucero (Ediciones B. Penguin libros. 2024)

26 mayo 2024

Mayor de edad

Tal día como hoy, hace 18 años, me ponía delante del ordenador y creaba este blog con la idea de compartir ideas y experiencias de aula, con el ánimo de reflexionar sobre la educación y la lengua y literatura, con la esperanza de ser cada día un poquito mejor como profesional. He contado desde aquí las alegrías de la web 2.0, la satisfacción de conocer a grandes colegas que han acabado siendo buenos amigos, el orgullo de participar en proyectos colaborativos llenos de ilusión. He visto morir y renacer varias veces los blogs educativos y he sido testigo de la aparición de redes sociales que han ido reconfigurando las publicaciones aquí. En estos dieciocho años han cambiado varias veces las leyes educativas, mientras en las aulas casi todo seguía igual de mal o igual de bien, depende de los centros, depende de las personas. He vivido huelgas y manifestaciones, me he indignado y, por reclamar recursos, casi me han expedientado. He asumido responsabilidades diversas en mi centro y fuera de él, desde coordinaciones y jefatura de departamento hasta la dirección del IES Bovalar, en la que llevo ya ocho años y en la que me esperan otros cuatro. He participado en un sinfín de cursos y jornadas, como asistente y como ponente, he escrito un libro y he publicado numerosos artículos en diferentes medios. En los últimos años, el rimo de trabajo apenas deja tiempo para escribir aquí, pero mantengo las reseñas mensuales de lecturas añejas, las ya veteranas sesquidécadas, además de algunas otras reseñas de cine o literatura. No sé cuántos años más le quedan por cumplir a este blog, tal vez hasta mi jubilación o tal vez más allá si las ganas y la salud lo permiten. Hasta entonces, mil gracias a los que aún seguís pasando por aquí, aunque sea muy de vez en cuando. 

Crédito de la imagen: Stephan Mosel -18-

19 mayo 2024

Sesquidécada: mayo 2009

En mayo del 2009 leí una obra sobre las andanzas de un taxista en El Cairo, un relato japonés sobre un niño que muere de hambre (y que luego se convertiría en una película de animación) y una novela negra ambientada en Letonia. Entre tanta multiculturalidad, sin embargo, la lectura que más huella me dejó fue un cómic de un autor poco conocido en aquel momento, pero que con los años se convertiría en un referente de la novela gráfica: Paco Roca. Su novela Arrugas causó sensación y contribuyó a dignificar un género que seguía siendo minoritario, un género que seguía siendo considerado poco serio, poco prestigioso para las lecturas canónicas, por ejemplo, de los institutos. En este sentido, también fue la adaptación cinematográfica de Arrugas una de las primeras obras que pusieron en marcha la Tribu 2.0 y Mercedes Ruiz en su reivindicación del binomio Cine y Educación.

Arrugas retrata de manera magistral el alzhéimer de su protagonista, y lo hace a través de un relato sencillo, alejado del sensacionalismo, pero sin renunciar a mostrar un tema con serias implicaciones sociales y familiares. Paco Roca contribuye así a la concienciación y la sensibilización ante esta enfermedad, utilizando el dibujo y la narración como una herramienta para enseñar y deleitar, como ocurre con los grandes clásicos. Con Arrugas se abriría al gran público la impresionante carrera de Paco Roca, un artista con obras tan imprescindibles como Los surcos del azar o la reciente El abismo del olvido. Solo por ello merece tener en exclusiva el protagonismo de esta sesquidécada.



29 abril 2024

Las cuatro esquinas del mar, la brisa y la sal

Leer las novelas de Lola Cabrillana (y ya lleva tres) te llena la casa de brisa y de sal. Con el vuelo de sus páginas se agita el aroma del mar y se oyen a lo lejos las gaviotas. Con las novelas de Lola también se escuchan las voces de los chiringuitos, del mercadillo, del patio de la casa o de la escuela. Como si estuviésemos leyendo una novela costumbrista, como si estuviésemos contemplando un cuadro de Sorolla. Ya reseñé en este blog su primera novela de gran éxito, La maestra gitana (aunque no os tenéis que perder tampoco Voces color canela), una obra que prometía una brillante carrera en el mundo editorial. Lola tiene esa capacidad de contar historias con la gracia y sencillez que tenían nuestras madres y abuelas, quizá porque en las familias gitanas todavía se le da importancia a esa tradición oral que otras culturas hemos ido abandonando. Ese estilo llano y claro es el que necesitan ciertas historias para ser contadas, el mismo estilo claro que también se necesita para sacar a la luz ciertas injusticias y reclamaciones. 


Las cuatro esquinas del mar es una novela en la que cabe casi todo, el amor, la amistad, la familia, los celos, el rencor, la traición, el racismo, la violencia, la justicia y la sinrazón. En cada esquina del mar podríamos poner un poste y, como si fuese un ring de boxeo, sacar a luchar lo mejor y lo peor que tenemos como seres humanos y como sociedad. Esa ha sido mi impresión al leer la novela, estar asistiendo a una lucha implacable entre vicios y virtudes, entre el amor y el odio, entre lo público y lo privado. Es una novela negra sin llegar a serlo, solo por la intriga de descubrir al criminal; también es una novela romántica, en la que no es fácil amar y ser amado; pero, sobre todo, para mí, es una novela en la que los payos hemos de vernos como Dorian Gray, reflejados en un lienzo en el que somos esclavos de nuestros prejuicios y de los peores tópicos hacia ese mundo gitano que nos produce un miedo proporcional a nuestra ignorancia sobre él. Estoy seguro de que Las cuatro esquinas del mar acabará convertida en una película o en una serie de televisión, pues tiene todo lo que estas necesitan. Ojalá sea así y ojalá sirva también para despertar conciencias y acabar con la gitanofobia que sigue presente en Occidente desde hace siglos. De momento, disfrutemos con sus palabras envueltas de brisa y sal.


Más información: Lola Cabrillana: Las cuatro esquinas del mar. Grijalbo-Penguin Libros