27 noviembre 2011

Sesquidécada: noviembre 1996


Numerosos colegas se hicieron eco el pasado 25 de noviembre del día contra la violencia de género. En esta sesquidécada aprovecharé para deslizar alguna referencia femenina dentro de mis lecturas de noviembre de 1996. 

La primera mención va para La venus mecánica de José Díaz Fernández, de quien hablaba no hace mucho mi amiga Conxa en su blog. Es una novela ligada a las vanguardias españolas, en la línea de los experimentalismos de Gómez de la Serna, Benjamín Jarnés, Mauricio Bacarisse, Juan José Domenchina, Jaime Torres Bodet o Ernesto Giménez Caballero -recomiendo la antología de Buckley y Crispin en Alianza editorial-. Esta venus mecánica representa el espíritu de la mujer moderna y revolucionaria, una heroína que rompe con el papel tradicionalmente reservado a la mujer en su época. Todas estas novelas de los años 20 y 30 del siglo XX tienen ese extraño aire de modernidad y utopía que pronto se vendría abajo con la guerra civil y la Segunda Guerra Mundial. José Díaz Fernández supo ver en su ensayo El nuevo romanticismo el cambio estético que llevaría de la deshumanización del arte de Ortega y Gasset a una atención por los aspectos humanos y éticos, un cambio que quedaría reflejado a la perfección en las poéticas de la Generación del 27. 

El segundo reseñado es el gran Valle-Inclán, que coloca en este mes dos obras con referente femenino de distinto alcance: La Corte de los Milagros y Sonata de otoño.
La primera de ellas es una novela panorámica de nuestro periodo isabelino en la que se muestra el esplendor de la prosa ácida de Valle a expensas de la caricatura de Isabel II y su degradado entorno cortesano. Es un retrato despiadado, tanto de la reina como de su consorte. No necesito dar detalles de la otra obra, que forma parte de las Sonatas, joya del modernismo decadentista en el que las mujeres representan un trofeo para el Marqués de Bradomín, ese galán feo, católico y sentimental. En el caso mencionado se entrega patéticamente a una mujer de edad avanzada. El grotesco final lo dejo en el aire para no desvelar la esperpéntica puesta en escena del autor.


Por último, no quiero dejar en el tintero una novela particular, a mitad de camino entre el teatro y la novela, entre la literatura y el ensayo. Se trata de La velada en Benicarló de Manuel Azaña, considerada el testamento político del que fuera presidente de la República Española. Esta obra fue escrita en Barcelona entre abril y mayo de 1937 en plena guerra civil. Reproduce un (im)posible diálogo entre varios personajes que coinciden en un albergue de Benicarló y que representan las corrientes de opinión política y social de la época. Es una obra fundamental para entender nuestra historia reciente y resulta además muy esclarecedora acerca de la dificultad de entendimiento dialogado entre las facciones en lucha. Si alguien se anima a leerla, puede acceder a ella en formato digital. Dado que esta sesquidécada pretende hacerse eco en parte de la situación femenina, recojo una cita al respecto:

Muchos varones españoles no han llegado a darse cuenta cabal de su posición como cabezas de familia. Abundan los mantenedores de una autoridad marital moruna. Se creen los amos. En un pie de igualdad se tendrían por deshonrados. "¡Cómo se entiende que la mujer...!" "¡Qué iba yo a tolerar...!" Con relegarla aparentemente a los cuidados del hogar y envanecerse de ella cuando es bonita, mantienen una tradición que llaman española.
Lamentablemente, parece ser que las 'tradiciones españolas' pasan casi siempre por la tortura de unos a manos de otros. Nos queda un largo camino por delante para que todo esto cambie.

Crédito de la imagen: Fotograma de Metrópolis, de Fritz Lang

17 noviembre 2011

De vuelta a Internet... en el aula

Algunas historias de la red docente deberían escribirse para que no caigan en el olvido. Sumidos como estamos en el ajetreo de blogs y redes sociales, es normal que no tengamos tiempo para detenernos y mirar hacia atrás, hacia los orígenes de todo lo que hoy nos envuelve. No voy a escribir una nota nostálgica ni reivindicar los tiempos pasados, pero sí quiero aprovechar para recordar la existencia de la red docente Internet en el aula y contar lo que supuso en su día. Es extraño que haya todavía docentes que no conozcan esta red que cuenta casi con 10000 miembros de todo el mundo. Recuerdo perfectamente que a principios de marzo de 2008 recibí una invitación de Felipe Zayas para formar parte de ella. La había creado José Luis Cabello con motivo del Congreso Internet en el Aula que se iba a celebrar de manera virtual y presencial simultáneamente (si no me equivoco, fue la primera vez que se nos ofrecían congresos virtuales, tan habituales hoy día). Me llamó la atención el crecimiento exponencial que vivió esta red en unos días, a pesar de  lo poco que sabíamos entonces de las redes sociales en general y del funcionamiento de Ning en particular.
En apenas dos meses había más de mil personas compartiendo lo que sabían en Internet en el aula. Para mí, uno de los momentos especiales fue el debate sobre el reconocimiento oficial del trabajo con las TIC en el aula, un asunto que había surgido cuando a Lu le negaron, para un mérito al que optaba, la validez de sus magníficos materiales y experiencias. La red se convirtió en un torbellino de ideas y en un foro de debates apasionados del que surgieron amistades que perduran hasta hoy. Quiero pensar que pusimos un granito de arena para que el trabajo en la red dejase de ser tarea de cuatro friquis y pasase a tener un apoyo institucional. De hecho, cuando en 2010 la red Ning avisó de que se convertía en una herramienta de pago, el Instituto de Tecnologías Educativas acabó haciéndose cargo de ella, y comenzó un nuevo ciclo con recursos, actividades, foros y talleres para todos sus miembros.
Por toda esta intrahistoria, cuando me ofrecieron facilitar un Taller Abierto de Aprendizaje en Colaboración sobre Lengua y Literatura, no me pude negar a aportar un poquito de lo que sé a esa red que es de todos, recopilando en un sitio web algunos recursos básicos y comprometiéndome a enseñar lo que yo mismo aprendo día a día. Porque, con independencia de que participes mucho o poco, es importante saber que hay un lugar en el que encontrar colegas y en el que conocer experiencias educativas de todo tipo. Os animo a (re)descubrirlo.

12 noviembre 2011

Aquí cabemos todos


Jaime T. acaba de llegar de Cuba y no se adapta muy bien al modo español de recibir clases. Como su idioma es el castellano, no tiene posibilidad de recibir refuerzos. 
Amelia G. procede de Guinea Ecuatorial y le cuesta hablar castellano, pero tampoco saldrá a refuerzos porque se matriculó a final del curso pasado, con lo que pierde su condición de recién llegada. 
María S. rumana, lleva un año en España y habla muy poquito. Apenas sabe escribir. Cuando se está adaptando, sus padres regresan a Rumanía y se la llevan con ella.
Denis R. viene de Rumanía; se incorpora este curso y por eso está exento de valenciano. Su vocabulario se reduce a unas cincuenta palabras con las que trata de sobrevivir. 
Elena R. está en la misma situación que Denis, aunque a lo largo del curso falta durante semanas porque sus padres deben solucionar problemas en Rumanía y se tiene que quedar con sus primos. 
Miguel O. rumano, es el tercero de nueve hermanos a los que sus padres apenas pueden seguir el rastro. Es habitual que desaparezca a mitad de jornada saltando la valla. No hemos conseguido que escriba nada. 
Antonio H. se ausenta por largos periodos debido a problemas médicos de los que nunca aporta justificación. La última vez que lo vimos fue en noviembre. 
Larissa N. gitana y rumana, sobrelleva con dignidad el desamparo familiar. Tiene una ACIS que no puede seguir porque abandona el centro a mitad de curso, tras haber venido a clase apenas quince días en un trimestre. 
Juan José G. vino de República Dominicana con un informe en el que explicaban que era buen chico. Su nivel es de primer curso de Primaria. 
Elena M. debe ocuparse de su abuela enferma, así que suele faltar dos o tres días a la semana. Allá por enero deja de venir a clase. 
Jénnifer V. procede de un centro de acogida, ya que agredió a un vigilante de seguridad. No hay constancia de que tenga familia. Es violenta en ocasiones, tanto como infeliz. 
Meriem W. argelina, ha repetido primero y repite ahora segundo. Es inteligente, pero su carácter la hace intratable. Consigue reengancharse en un programa de diversificación. 
Andrea D. viene dando tumbos por varios institutos; tiene una hermana autista y no es fácil encontrar centros especializados en los que la atiendan. Es una chica trabajadora, pero no entiende que en clase tenga que sufrir lo mismo que en casa, pues le gustaría ir a un grupo 'normal'. 
Verónica J. es la que controla el patio; es pequeña, pero insulta y pega como una fiera, así que nadie le hace sombra. Viene expulsada de otro centro, así que la fama le resulta útil. 
Arturo F. viene de Venezuela. Es un ligón y sus intereses no están en los libros. Se pelea varias veces con otros chicos de clase para marcar el territorio. 
David B. es gitano y solo viene a clase cuando pasan los servicios sociales, es decir un par de días al mes. Por supuesto, viene con las manos en los bolsillos. 
Omar B. primo del anterior, hace exactamente lo mismo, pero en días distintos; es una cuestión de familia. 
Melody C. es prima de Verónica. Lleva dos años sin escolarizar porque se portaba tan mal que en los colegios no querían ni verla. Es extremadamente lista, tanto como inconstante y ciclotímica. Acumula expedientes por insultos. 
Ernesto A. sufre trastorno de hiperactividad y déficit de atención, con minusvalía reconocida. No recibe atención especializada porque nunca se le tuvo en cuenta ese problema y se le fue aprobando todo. Viene de un colegio concertado que ya no lo aguanta más. 
Liviu D. es rumano y ya ha vivido en tres lugares distintos en el último año. Es especialista en saltar la valla. 
Adriana L. rumana, introvertida, muy trabajadora. Sufre en silencio las bromas de sus compañeros. 
Daniel V. también rumano y muy responsable. Intenta pasar desapercibido, sin preguntar nada aunque no lo entienda bien. 
Gabriela F. tiene problemas de hipoacusia y de logopedia. Es un desastre y casi siempre olvida su audífono, de modo que no puede seguir la clase. Vive con su abuela porque sus padres están en Colombia. 
George T. es tío de Alberto G. también de Guinea Ecuatorial. Nadie se quiere sentar a su lado porque es negro.

Es uno de los grupos de 2º de ESO que he tenido. En estos días, algunos políticos defienden la inversión en centros privados y concertados alegando que así pueden garantizar que "cada padre elija el tipo de centro y educación que quiere para sus hijos". Imagino que los padres de mis chavales también querrían elegir un entorno más 'amigable', pero es lo que hay... esto es la pública, y aquí sí que cabemos todos.

Epílogo:
De todos ellos, al menos cinco consiguieron acabar la ESO. Tres llegaron a Bachillerato, todo un éxito. Otro grupo de 2º de ESO, similar a éste, tuvo menos suerte y ninguno de ellos llegó siquiera a 3º de ESO.

Crédito de la imagen: Colour pencils



01 noviembre 2011

Me han tocado los botones

Nada hacía presagiar que la noche de Halloween se llevaría por delante una de las funcionalidades a las que más uso he dado en los últimos años: Google Reader. El lector de noticias de Google no ha muerto, pero se ha convertido en otra cosa, con un nuevo diseño, con nuevas características, tal vez más social o menos, según los expertos. En todo caso, para quienes utilizábamos el botón de compartir, se ha desvanecido una parcela importante de nuestro PLE.
Llevo usando Reader desde hace cuatro años. Me lo recomendó Ana Ovando y ha sido mi página de inicio en todo este tiempo. He contado alguna vez que su descubrimiento supuso para mí el paso del paleolítico al neolítico en la web 2.0. Sigo alrededor de 300 suscripciones, sobre todo blogs educativos, y me gusta compartir lo que encuentro interesante, algo que podéis ver en un módulo de enlaces en la barra lateral. Sé que otros buenos amigos usaban esa función de Reader (Carlos Cabanillas, Jorge Muruais, Domingo López, Javier Palomares o la propia Ana Ovando, entre otros), por eso esta mañana me he sentido un poco abandonado. Google ha limpiado el diseño de Reader y se ha llevado por delante su función social, que ha desplazado a Google +. Algunos dicen que esto obligará a los usuarios a potenciar el uso del botón +1, lo que permite un alcance mayor, siempre dentro de la red de Google +. Otros están buscando alternativas más o menos sencillas para seguir etiquetando elementos para compartirlos. Y algunos incluso se han alzado en armas contra el nuevo Reader.
De momento, ya que me han tocado los botones, he habilitado una etiqueta de compartidos para seguir con Reader, aunque no descarto pasarme al +1 de Google + para las funciones sociales. El tiempo dirá...

Crédito de la imagen: 'Google Reader shirt from Blogger party'