18 marzo 2011

Sesquidécada: marzo 1996

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Es curioso: El Lazarillo es una de las obras más conocidas y más recomendadas en colegios e institutos (muy pronto lo comprobaréis aquí mismo); sin embargo, sólo unos pocos -filólogos en su mayoría- conocen la existencia de dos segundas partes del Lazarillo. Esta sesquidécada enmienda levemente ese olvido, pues rescata para el blog aquella lectura de Lázaro que, en ambas secuelas, aparece convertido en pez. La primera de ellas se trata de una segunda parte muy cercana en el tiempo al lazarillo original, publicada de manera anónima en Amberes, que utiliza el relato de transformaciones al estilo de Luciano de Samósata para convertir a Lázaro en un atún y criticar las costumbres de su tiempo. En la segunda, de Juan de Luna, el estilo barroco se acerca más al de Gracián, aunque mantiene una fuerte dosis de anticlericalismo y censura moral. Además de mostrar una calidad menor que la del original, ambos relatos han resistido peor el paso del tiempo, algo que los aleja del gusto actual. No obstante, merece la pena leerlos y pasar un buen rato con ese mundo que podría ser el de Bob Esponja pasado por el callejón del Gato.
Otra de las lecturas recuperadas en esta sesquidécada son los Cuentos de amor, de locura y de muerte, de Horacio Quiroga. "El almohadón de plumas", uno de esos relatos de Quiroga, tiene asegurado un lugar en todas las antologías; el resto de cuentos posee asimismo una calidad incuestionable.Vale la pena acercarse a sus historias y ponerlas en relación con los propios horrores de su biografía, que podría haberse convertido en uno de esos cuentos de locura y muerte.
En último lugar, se habrían disputado los honores de figurar aquí el Guzmán de Alfarache, de Mateo Alemán, y Los Lusíadas, de Luís Vaz de Camões; sin embargo, hoy 18 de marzo debo dejar espacio para un homenaje. Se trata del centenario del nacimiento de Gabriel Celaya, un poeta necesario como el pan de cada día. Los poemas de Celaya no encajan en ninguna de estas sesquidécadas, o más bien encajarían en muchas de ellas, pues han estado ahí siempre. Desde la rebeldía hasta la intimidad, sus versos son puñados de humanidad. Y el mejor homenaje es traer aquí sus palabras:
Biografía
No cojas la cuchara con la mano izquierda.
No pongas los codos en la mesa.
Dobla bien la servilleta.
Eso, para empezar.
Extraiga la raíz cuadrada de tres mil trescientos trece.
¿Dónde está Tanganika? ¿Qué año nació Cervantes?
Le pondré un cero en conducta si habla con su compañero.
Eso, para seguir.
¿Le parece a usted correcto que un ingeniero haga versos?
La cultura es un adorno y el negocio es el negocio.
Si sigues con esa chica te cerraremos las puertas.
Eso, para vivir.
No seas tan loco. Sé educado. Sé correcto.
No bebas. No fumes. No tosas. No respires.
¡Ay, sí, no respirar! Dar el no a todos los nos.
Y descansar: morir.

13 marzo 2011

¿Pared o ventana?

No había querido hablar del Curso de Pizarra Digital que estoy impartiendo hasta haberlo acabado, pero este fin de semana, de la mano de Jaime Olmos (@olmillos para los amigos tuiteros) y de varios colegas más, se ha difundido la presentación que preparé para la primera sesión del curso. Como en Internet todo caduca tan pronto, avanzaré en esta nota algunas de las conclusiones parciales sobre el uso de las pizarras digitales a las que voy llegando en estos días. Intentaré ser esquemático, aunque sabéis lo mucho que me cuesta.

TIENE SENTIDO:
  • Disponer de pizarras digitales (interactivas o no) en todas las aulas.
  • Formar al profesorado para su uso.
  • Recopilar recursos y etiquetarlos en marcadores sociales para que sirvan a otros.
  • Utilizar materiales que ofrecen las editoriales o las instituciones como apoyo a la docencia.
  • Aprovechar la red para compartir desde y hacia el aula.
NO TIENE SENTIDO:
  • Una pizarra digital (o dos) para todo el instituto/escuela.
  • Tener que pedir hora para usarla o tener que dedicar veinte minutos a montar y desmontar.
  • Crear o generar contenidos propios para cada clase.
  • Usarla exclusivamente como superficie en la que escribir.
  • Usarla exclusivamente para 'ver' Internet.

Resumiendo:
a) Los docentes no han tenido que escribir nunca los libros de texto ni las enciclopedias, por tanto me resulta absurdo que ahora tengamos que dedicar buena parte de nuestro tiempo a crear ejercicios interactivos o recursos multimedia; a eso se dedican las editoriales. Si además, ese producto se enlata en un CD o en una memoria USB, será un esfuerzo baldío que sólo aprovecha a un docente.
b) En este oficio, y con el desbordamiento de recursos e información disponible en la red, se está haciendo imposible trabajar con los hábitos individuales y acumulativos de los eruditos decimonónicos. Etiquetar y compartir recursos es nuestra tabla de salvación. No tiene ningún sentido volver a hacer algo que ya está hecho (a no ser para mejorarlo, claro).
c) Las actividades interactivas pueden tener, gracias a la Pizarra Digital Interactiva, una nueva vida, pues permiten socializar aprendizajes individuales; sin embargo, siguen siendo actividades mecanicistas.
d) Una pizarra digital 'al lado' de una tradicional implica que la primera no es más que un plan B de la segunda, un accesorio del que podemos prescindir. Hagan la prueba: Vayan al salón, coloquen en el lugar de la tele el microondas y desplacen la tele hacia el rincón y ahora digan "ahí sí que se ve bien".
e) Por último, no olvidemos que nuestras programaciones se hacen a partir de los 'objetivos' del currículo y que la enseñanza (incluida la 2.0) no debería basarse tanto en contenidos como en procesos para conseguir esos objetivos. Las estrategias para que esos procesos se consigan no forman parte del software de la pizarra, sino de la competencia del docente.

08 marzo 2011

Dos mujeres

En este Día de la Mujer me animo a recomendar un libro con dos mujeres como protagonistas, una como autora y la otra como personaje. Se trata del último Premio Biblioteca Breve 2011: Leonora, de Elena Poniatowska.
Es una biografía novelada de la pintora surrealista Leonora Carrington, en la que aparecen muchos de los artistas más relevantes de mediados del siglo XX: Max Ernst, André Breton, Paul Éluard, Picasso, Dalí... Por encima de ellos, las mujeres como Remedios Varo, Lee Miller o la propia Leonora Carrington, que cobran una relevancia especial en ese mundo dominado por los hombres.
El libro de Poniatowska, un regalo del que estoy disfrutando en estos días, nos muestra una perspectiva personal y poco usual de aquellos momentos cruciales en la historia del arte y de la humanidad (sobre todo las crueldades de las guerras y de los hombres y sus paradojas).
Todavía no he terminado de leerlo, pero estoy cautivado por la prosa de la autora que evoca con mucho acierto el universo atormentado de Leonora Carrington.

Para saber más:

27 febrero 2011

No es país para viejos

-Abuelo, ¿por qué huimos?
-He dejado el trabajo.
-¿Por qué?
-Es largo de contar...
-No hay prisa. Con la última reducción de velocidad a 10 km/h en autopistas, llegar a cualquier sitio nos costará bastante.
-Bueno, sabes que soy profesor y me gusta mi trabajo, pero las cosas se han puesto imposibles. Todo se empezó a torcer cuando tu padre era pequeño. Vivimos una crisis muy grande que hizo ricos a los ricos y miserables a todos los demás. Los políticos empezaron a recortar gastos en todos los asuntos públicos y la educación fue uno de ellos.
-¿Te refieres a políticos como Bisbal?
-Sí, pero ése sólo es ministro de Turismo...
-¡Ah! Sigue, sigue.
-Decidieron que la Primaria y la ESO eran tan elementales que no valía la pena intervenir, porque arreglar la formación desde la base costaba mucho dinero en equipamientos y profesores. De modo que todas las reformas se hacían por lo alto, a partir de 4º de ESO o en la Universidad. ¿Habrás oído hablar del Plan Bolonia, no?
-Sí; papá todavía sigue matriculado en varios créditos. Creemos que acabará el grado en un par de años y ya podrá trabajar de becario.
-Eso es; tu padre es una de las víctimas del sistema. Como decía, los políticos, incapaces de pensar a largo plazo, parcheaban las fisuras del fracaso escolar como podían. Aunque la escolarización sólo era obligatoria hasta los 16, las familias dejaban a los jóvenes en los institutos hasta los 18, o los 20. En realidad, todos acababan quedándose y sacándose algún título, pues nadie se atrevía a dejarlos en la calle sin titulación. Hubiese sido como reconocer el mal funcionamiento de la educación. Y entonces todos queríamos parecernos a Finlandia...
-Pero eso es bueno, porque al final todos aprendían.
-Lo que conseguimos fue que los aprendían dejasen de hacerlo por contagio con los más pasivos. Los institutos primero y las universidades después acabaron convertidos en guarderías. Ten en cuenta que en aquellos días se alargó la edad de jubilación, primero a los 67 y una década después a los 79. El resultado fue que no había trabajo para los jóvenes, de modo que había que tenerlos ocupados en algún sitio.
-¿Por eso papá sigue en la universidad aunque tenga 37 años?
-Más o menos.
-Y estás huyendo porque piensas que no tiene arreglo todo esto.
-Estoy huyendo porque se me han acabado las pilas. Acepté tener en clase a alumnos con todo tipo de problemas a los que debía atender de manera individualizada; acepté que los grupos fuesen pasando de 20 a 30 alumnos, hasta llegar a los 50 de hoy; acepté que las familias decidiesen el tipo de examen, el horario de atención, la metodología que necesitaban sus hijos; acepté que mis vacaciones se redujesen a 20 días; acepté que en la misma clase estuviesen jóvenes de 14 años muy competentes y responsables junto a muchachos consentidos de 18 que apenas sabían leer ni escribir pero que tenían derecho a permanecer escolarizados como los demás... Todo eso lo acepté, pero no tragaré con la última.
-¿Cuál?
-Llevarlos y traerlos de casa en el autobús escolar.
-Tampoco es para tanto, ¿no?
-No me importaría si no tuviese que comprar yo mismo el autobús.
-Jo, abuelo. ¿No puedes correr más?

22 febrero 2011

Callejeros literarios


Don Félix, el hombre, no anduvo muy avispadillo y en el reparto le cayó el callejón. El Fénix de los Ingenios tenía nombre y méritos para una avenida pero le tocó esta trasera del cine Java. El hombre mal que bien se acomodó hasta que al vecino del 19 le dio por reformar la cocina y le colocó el extractor ahí donde ven, en salva sea la letra.

Y es que ahora que medio mundo –fijaos en los telediarios- se lanza a la calle, nosotros no íbamos a ser menos. A pie de aula, Repaso de lengua, Blogge@ndo y Tres Tizas os invitamos este año a patrullar pueblos y ciudades, a recorrer barrios, para ver y dar cuenta de dónde andan Lorca, Cervantes o Neruda, a qué espacio de vida dan nombre Gabriel Aresti, Rosalía de Castro, Ausiàs March o Ramon Llull...

El proyecto en el que os invitamos a participar consiste en una propuesta didáctica que culmina con la creación de un callejero literario (creado con Google Maps) de vuestra localidad que os permita realizar con el alumnado, si así lo deseáis, un paseo literario por las calles de vuestro pueblo o ciudad elegida.

Para dar cuerpo a esta iniciativa hemos elaborado una página web, CALLEJEROS LITERARIOS, en la que tenéis a vuestra disposición todo el material necesario: características del proyecto, programación didáctica, tutoriales... En esta página podéis, asimismo, acceder al formulario para anunciar vuestra participación.

Quienes promovemos este proyecto somos conscientes del esfuerzo y la dedicación necesarios para llevar a cabo las actividades propuestas. Por eso, queremos agradecer de antemano a todos los que participéis vuestro interés y voluntad. Creemos que estas tareas contribuyen al desarrollo de una red más libre y solidaria, capaz de ofrecer recursos de calidad hechos por y para la comunidad educativa. En esta labor llena de constancia y paciencia, todo avance es un éxito compartido.

¿OS ANIMÁIS A PARTICIPAR? ¿QUERÉIS LLENAR LAS CALLES DE NUESTROS PUEBLOS Y CIUDADES DE LITERATURA?

Enchamos as rùas de Literatura! Literatura jalgi hadi kalera!

Omplim els carrers de Literatura! ¡Llenemos nuestras calles de Literatura!


Estáis invitados


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ACTUALIZACIÓN 23-02-2011

Si queréis participar en el proyecto y en vuestra localidad no hay muchas calles con nombres de escritores podéis incluir en vuestro callejero institutos, escuelas, bibliotecas, museos o centros culturales que tienen nombres de escritores, así como lugares que son un referente histórico-cultural-literario (por ejemplo, la calle en la que nació Unamuno...).

19 febrero 2011

Sesquidécada: febrero 1996


Para febrero de 1996 podría dedicar una sesquidécada plurilingüe en la que se hallarían los Autos del portugués Gil Vicente haciendo compañía al Llibre de Evast i Blanquerna, de Ramon Llull. Pero ambos autores han tenido la mala suerte de coincidir en el mismo mes en que leí Cien años de soledad de Gabriel García Márquez. Quienes conozcan la mítica novela del colombiano no van a necesitar glosas ni alabanzas. A quienes no lo han hecho todavía, únicamente acierto a dejarles el impresionante inicio y, si son capaces de resistirse, poco puedo hacer para convencerlos de que disfruten con una de las mejores novelas en lengua castellana.
Muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento, el coronel Aureliano Buendía había de recordar aquella tarde remota en que su padre lo llevó a conocer el hielo. Macondo era entonces una aldea de 20 casas de barro y cañabrava construidas a la orilla de un río de aguas diáfanas que se precipitaban por un lecho de piedras pulidas, blancas y enormes como huevos prehistóricos. El mundo era tan reciente, que muchas cosas carecían de nombre, y para mencionarlas había que señalarlas con el dedo.


09 febrero 2011

Vidas interesantes

En 2 días no has cambiado tu estado, algo interesante habrás hecho.

Esto me lo recordaba hoy mi cuenta de Tuenti. Probablemente, Tuenti tiene razón y habré hecho infinidad de cosas interesantes en las últimas 48 horas: Sobrevivir varias veces en 2º de ESO, preparar materiales para Bachiller, recopilar recursos para jornadas que se avecinan, leer blogs, tuitear... y eso sin contar la vida privada. De ahí que haya sentido cierta desazón: "¿Por qué he dejado mi Tuenti abandonado dos largos días?".
Soy un adulto y siento la necesidad de comunicarme con mis semejantes; de hecho, en más de una ocasión tuiteo compulsivamente informaciones irrelevantes de las que me olvido al instante. ¿Cómo se sentirán entonces esos adolescentes cuyas redes sociales son la prolongación natural de sus vidas? Hemos de entender que esas vidas no tienen aún trazada la frontera entre lo profesional y lo privado, precisamente porque ambas facetas se unen en la jornada académica sin solución de continuidad. ¿Por qué nos espanta, pues, que acudan enseguida al Tuenti (al Facebook...) para compartir esas vidas interesantes? Nos choca esa actitud tan aparentemente impúdica y nos llena de temor que esa comunicación sea tan pública, tan "peligrosa". A muchos nos asusta pensar en ello con efecto retroactivo: ¿Imagináis que pudiérais acceder a un historial detallado de vuestras conversaciones de adolescentes? ¿Creéis que el fondo y la forma serían muy distintos de los que ahora podemos encontrar en cualquier red social? Todo aquello que nos parecía tan interesante en el día a día, observado con la perspectiva de los años se nos antoja banal, y aplicamos ese criterio a lo que vemos en los jóvenes de hoy. Para anticiparnos a ello, como adultos experimentados que ya hemos pasado por eso, querríamos salvarlos de ese desengaño, aun a costa de privarlos del placer de lo efímero.
Sin embargo, hay en ese salto generacional un elemento de distorsión. Nuestras voces se perdieron; nuestras fotos y esos pequeños objetos que guardamos como fetiches quedaron arrinconados en cajas polvorientas que nadie mira (o directamente acabaron en el rastrillo). Para los jóvenes de hoy no existe esa posibilidad: Sus vidas interesantes de un día están condenadas a la pública perpetuidad. No cabe el olvido. Subir una foto a Tuenti puede ser el primer paso de un fracaso en la vida; un comentario desafortunado puede convertirnos en monstruos (véanse los casos recientes de Bisbal o Vigalondo).
Los educadores estamos obligados a advertir de ciertos peligros, pero no podemos negarles esas herramientas de comunicación, pues ello impediría que creciesen a través de la relación con los demás. Al mismo tiempo, como educadores y como ciudadanos del siglo XXI, también deberíamos exigir el derecho al olvido, exigir que los cotilleos de un adolescente desaparezcan de la red con el tiempo, que sus errores puedan quedar arrinconados donde nadie los vea, que sus tonterías de juventud no se conviertan en testimonio perenne de su inmadurez. Es el único modo de conseguir que sus vidas sigan siendo interesantes minuto a minuto, sin remordimiento, sin miedo a que, desde el futuro, alguien les eche en cara lo jóvenes que eran.

ADDENDA 10/02/11:
Al hilo de lo anterior, incluyo la noticia aportada por Lu:
El 45% de los niños es más feliz con su vida online que en la realidad
También un titular del periódico de hoy referido a la Comunidad Valenciana:
Educación corta el acceso de los alumnos a las redes sociales en los colegios e institutos

No quisiera mostrarme negativo, pero una vez más la Escuela da la espalda a la realidad. Los jóvenes tienen teléfonos móviles que con un leve roce envían imágenes a sus redes, sin conectarse al instituto, sin ordenadores, sin permiso paterno. ¿Cuáles serán las próximas medidas? ¿Cacheos selectivos? ¿Inhibidores de frecuencia? ¿Mutilación de falanges? ¿Educar?

01 febrero 2011

El spammer ilustrado

Menuda sorpresa me he llevado cuando he visto esta tarde que había 18 nuevos comentarios en el blog. Un tal "generic viagra" ha tenido la paciencia de pasarse casi dos horas publicando comentarios en notas de todo el historial. Algunos pensaréis que ese "generic viagra" es una máquina programada para invadir los blogs con basura, pero nada de eso: Los comentarios se corresponden con el contenido de la entrada e incluso tienen su toque personal, a veces solidario, a veces poético (eso sí, con algunas erratas debidas sin duda al frenético tecleo).
Como estoy seguro de que pensaréis que me lo estoy inventando, he recogido los comentarios en un documento para que lo comprobéis. En el fondo, me conmueve saber que detrás de mi comentarista se esconde un alma sensible y atormentada, todo un spammer ilustrado que, además, no oculta con su nombre su auténtico anhelo vital.