05 junio 2008

Triscaidecafobia

Suele ocurrir que las actividades de mayor éxito surgen más de la casualidad que de la planificación. Sólo hay que aprovechar la ocasión y dejarnos arrastrar por la inercia del momento (siempre el carpe diem). Aconteció hace unos días que en mi 2º de ESO, ese grupo tan diverso y multicultural que tutelo, apareció la palabra superstición, que muchos alumnos desconocían. Tras explicar el significado y poner algún ejemplo, lanzamos la propuesta de que indagasen en sus casas sobre creencias relacionadas con la buena y la mala suerte, y que trajesen escritas sus supersticiones familiares.
Fue curioso comprobar cómo algunas de ellas son internacionales, como la del número trece, el gato negro, abrir el paraguas dentro de casa o derramar la sal. Otras son más pintorescas, como una de Guinea que consiste en poner al bebé en una puerta y dejar que los padres pasen por ella para que tenga un buen futuro (nos decía nuestra alumna que había que tener cuidado con que no se adelantase una cabra, pues ello interfería en los buenos augurios). Otras rozaban lo terrorífico: cuando alguien muere con los ojos abiertos, otra persona de los presentes morirá en breve (sobre todo si, además de mirarlo, lo señala con el dedo, digo yo).
Las supersticiones más extrañas venían sobre todo de alumnos de los países latinoamericanos (las de Rumanía son bastante parecidas a las nuestras, supongo que por el origen latino), algo que remite directamente a esos universos mágicos tan habituales en los escritores de América.
Había pensado elaborar una actividad sobre todo esto, pero he recordado que los profesores de ELE acostumbran a emplear estos asuntos en sus clases de español, así que he buscado y he encontrado:
En cuanto a vosotros, osados lectores a los que ni un gato negro ha espantado, si habéis llegado hasta aquí, es seguro que no padecéis triscaidecafobia.
Crédito de la imagen: www.flickr.com/photos/29711987@N00/336624154

6 comentarios:

Joselu dijo...

La intuición es la mejor aliada del profesor. Por ello entiendo que esas programaciones prolijas y falsarias que presentamos nunca pueden recoger todo lo vivo que es un curso escolar, pues grandes hitos son fruto de la improvisación y del momento. La actividad es sumamente interesante. Latinoamerica -lo he comprobado en sus blogs- es enormemente rica en tradiciones, leyendas y maldiciones. Quizás por su pasado indígena y africano. Tuve un amigo madrileño que se quedó encantado en Colombia por los trabajos de hechicería que le hacía una mujer que no quería que se fuera. Se quedó sin voluntad y hundido. Él era antropólogo y yo no podía entender cómo creía él en lo que me estaba contando. Si estas en medio de la selva -me decía- ves las cosas de forma no racional. Pertenecen a otra forma -mágica- de contemplar el mundo.

Lourdes Domenech dijo...

"Triscaidecafobia" me suena a "chiripitifláutico", por eso me ha gustado esta voz que desconocía. Quizá el sabor ancentral de la palabra sea un buen antídoto par vencer los miedos. Si se repite varias veces, tiene la melodía de un conjuro.

Una observación:
Creo que en el terreno de las supersticiones no ha llegado todavía la globalización (menos mal).

Montse dijo...

La creatividad rezuma en el blog, en la presentación en el premio Espiral en Barcelona...
Me supo a poco. Otro día será.

Anónimo dijo...

Como te dije personalmente, yo también desconocía el término, pero me encanta... ¡Cuánto nos queda por descubrir en el mundo y en nuestra aulas!
Coincido con Montse: fantástica la presentación que hiciste en Espiral y se la recomiendo a todos los lectores que se la hayan perdido.
De nuevo, felicidades, enhorabuena por el premio y por mantener vivo, fresco y siempre interesante este hermosísimo punto de encuentro. ¡Un auténtico placer conocerte en persona!

Pablo A. Fernández Magdaleno dijo...

Para mí el número trece no tiene nada de especial, pero las supersticiones sí me parecen muy interesantes.
Saludos

Toni Solano dijo...

Gracias por los comentarios. Es verdad que las actividades improvisadas tienen cierto encanto, pero muchos docentes necesitan o prefieren formalizar sus recursos, algo que me cuesta mucho.
Lu, lo de la palabra como conjuro me recuerda también a la película "Bitelchús" (Beetlejuice).