17 febrero 2007

Privacidad

A raíz del comentario de Lu a mi nota anterior, he creído preciso escribir una reflexión acerca de la privacidad en las actividades TIC que conciernen a Internet.
Creo que quienes andamos con este asunto desde hace algún tiempo, somos conscientes de que trabajamos con menores de edad y de que Internet aparece en la sociedad como el Lobo Malo de los cuentos. De nuevo se trata de una cuestión de educación. Conviene que los chavales sepan cuanto antes qué clase de herramienta tienen a su disposición, con sus ventajas y sus inconvenientes. Resulta curioso que unos padres me pusieran pegas para la actividad de Tagzania (poner banderitas en los lugares de origen de un alumno), mientras yo podía comprobar que el chico diseminaba a través del Messenger datos más que comprometedores a una velocidad de vértigo. Un/a chaval/a de trece años puede salir a las tantas de la madrugada (o quedarse chateando en casa sin control paterno) pero no puede colgar una foto en un blog del instituto. No sé, no sé.
No obstante, hay que andar con pies de plomo. Cuando trabajo con mis alumnos, en los blogs y las cuentas de correo les recomiendo que usen alias y que no hagan mención a la edad, al domicilio o a cuestiones familiares. No pierdo de vista sus blogs por si detecto intromisiones sospechosas de terceros. Insisto en que el uso debe ser educativo y que para otras cuestiones se creen sus propios blogs.
Y, como apuntaba Lu, en muchos casos les recuerdo que lo mejor es la imaginación: inventar vidas y personajes, algo que nos acerca mucho a lo literario.
Me gustaría que, del mismo modo que hay quienes ya trabajan una teoría del discurso de los blogs, surgiese un debate acerca de cómo preservar la privacidad de los alumnos cuando trabajamos en la Web educativa 2.0. Por mi parte tengo claro que si estas actividades no son públicas, dejarán de tener interés para los alumnos.

Crédito de la foto: 'this world hurts my eyes'
by: Christine

1 comentario:

Lourdes Domenech dijo...

El asunto que planteas es un fleco más de la Web 2.0.
Nos queda mucho por reflexionar a los que andamos "levantando el rastro", como diría Blas de Otero.

En mi centro, Las familias que así lo desean firman su consentimiento para mostrar las fotos de sus hijos en Inernet. Es una forma de no atentar contra su privacidad.
Es solo una.