23 julio 2014

Sesquidécada: julio 1999

Hay libros que uno acaba de leer con la inquietante sensación de no haberlos saboreado al completo, de no haber paladeado bien los matices... con la sensación de haberlos tomado a destiempo y haber echado a perder su bouquet. Me ocurrió con La región más transparente, de Carlos Fuentes, con Los detectives salvajes, de Roberto Bolaño, con las Memorias de Adriano, de Marguerite Yourcenar, y también con una de las lecturas rescatadas en esta sesquidécada: Rayuela, de Julio Cortázar.

Leí Rayuela con la impaciencia de un joven ante su primer amor, con la exigencia -moral y profesional- de disfrutar de una obra maestra. Me impactó el universo de la Maga, Horacio Oliveira y Rocamadour; noté que paseaba por las calles de un París mítico y, todavía hoy, quince años después, veo a los personajes vagar por sus calles con un cierto halo de nostalgia. Aunque había leído bastantes relatos de Cortázar, me pareció una escritura nueva, un estilo distinto, intelectual pero profundamente humano. Sé que he de volver a Rayuela cuando llegue su momento, con la serenidad de un tiempo sin prisas y sin miedo, como se reviven los amores juveniles desde la atalaya de la edad. 

Reconozco que la segunda lectura que rescato me impresionó tanto o más que la anterior. Se trata de Alicia en el País de las Maravillas, de Lewis Carroll. Os voy a ahorrar cualquier reseña de esta novela mal catalogada como infantil, como tantas otras de su estilo. El universo de Lewis Carroll es una delicia para cualquier lector en general y para los filólogos en particular. Por cierto, si os gusta Carroll y tenéis ocasión, leed el relato de Fredric Brown La noche a través del espejo, otra delicatessen.

Por último, no voy a dejar pasar la ocasión de reseñar una joya de la literatura tal vez relegada por la grandeza de otras obras del autor. Se trata del Tirano Banderas, de Ramón María del Valle-Inclán. En esta época de calor no sé si será procedente embarcarse en una "novela de tierra caliente" sin sufrir en demasía. Lo que sí recomiendo es que os acerquéis en alguna ocasión a esa prosa inimitable de Valle, a su humor negro, al preciosismo lingüístico y literario de sus diálogos, a la creación de un arquetipo, el del tirano americano, que ha traspasado ya las fronteras del tiempo y del espacio. Lecturas que son un lujo a nuestro alcance.

5 comentarios:

mjchorda dijo...

Vaya compendio de tres has elegido. Bella tu forma de recordar la lectura de Rayuela, dicho queda ... a escribir Solano que se te da muy bien ;)

eduideas dijo...

Pues sí, un trío de ases, el verano da para mucho.

Rayuela la he leído hace poco, es el típico libro pendiente del que parecía saberlo todo hasta encontrármelo en mi mesita de verdad y no me ha defraudado, sus innovaciones se ven claramente en autores posteriores y la ambientación heredera del spleen con los monólogos del protagonista es todo un logro.

De Alicia se puede decir poco, tiene en común con el anterior los juegos y referentes mucho más allá de la trama, veo que te buscaste un veranito de nivel, con libros para disfrutar como filólogo.

De Valle-Inclán me quedaré siempre con sus sonatas aunque no sean tan conocidas o valoradas como los esperpentos más típicos.

Joselu dijo...

He leído todas las obras que mencionas. Afortunadamente leí Rayuela hacia 1978 cuando aún era su momento. Cursaba Literatura Hispanoamericana en Zaragoza y la leí entre otras muchas sin demasiada información al respecto, quiero decir que no me enfrentaba, como tú, a la necesidad de reconocer una obra maestra. Yo no sabía que era una obra maestra, pero se identificaba con mi juventud, con mi estado de ánimo en un tiempo que otros leían a Hermann Hess (autor que nunca me ha gustado demasiado). Leí Rayuela y me fascinó como pocos libros han logrado hacerlo. Lo leí cuatro o cinco veces de todas las formas imaginables (con capítulos prescindibles y no). Desafortunadamente volví a Rayuela hace cuatro o cinco años y no pude con ella. Ya no era el mismo momento histórico ni yo era el mismo. El mundo cortazariano ha envejecido, creo yo. Ya no existe ese París ni ese Buenos Aires que él describió o imaginaba. El mundo no ha sido como el imaginaba. Se ha poblado de "famas" (uno de ellos yo) y los supuestos cronopios (vamos a dejarlo)... La región más transparente no me llegó especialmente, pero sí Memorias de Adriano que leí en parte en un autobús en Sumatra y me llevó a perseguir a una italiana extraña y seductora que había conocido en Malaysia. La seguí hasta Singapur. El mundo de Margarita Yourcernar fue decisivo en aquel tiempo. Leí mucho de ella, pero también lo volví a leer y se me cayó de las manos fuera de aquel momento inicial. Son libros de época.

Tirano Banderas no caduca, sigue vivo y potente. Algunos dicen que es la novela española más importante del siglo XX, pero no he visto este juicio refrendado posteriormente.

Los detectives salvajes me pareció muy buena. La leí hace cinco o seis años en su momento, pero no pude acabar con 2666 del que hablaba un día Lourdes Domènech con entusiasmo de Blanes, la ciudad de Bolaño en España y sobre la que ha realizado un interesante itinerario que supongo conocerás.

Un placer compartir reflexiones sobre lecturas contigo. Me voy a hacer el Camino vasco del interior a través de las montañas de Guipuzcoa y Álava para llegar a Burgos. Es un camino solitario pero me apetece perderme por esos bosques. Un cordial saludo.

Kina Fernández dijo...

Menos La región más transparente he leído todo lo que citas. Alicia me encontró (y no yo a ella) con siete u ocho años. Pero no importa, es una lectura que guardas para siempre. Aunque no sea para niños, el niño se convierte en adulto y la sigue teniendo en la cabeza, incluso moldea su personalidad y hace que le quede un gusto permanente por la fantasía, más, quizá, que si la hubiese leído más tarde.
De Rayuela todo el mundo dice que ha envejecido fatal, y quienes la han leído hace relativamente poco tienen una opinión bastante pobre. Por si acaso, no la releeré. No me gusta, pero además prefiero conservar el perfume de la flor antes de que se marchite.
Tirano lo leí también hace muchos años, pero lo he releído hace poco, más o menos obligada, y estoy de acuerdo con el comentario anterior en que se conserva como si Valle hubiese puesto en hibernación la novela. Divertida, crítica, irónica, con un endiablado y maravilloso lenguaje multicultural. Incluso mejor de lo que la recordaba porque ahora tengo más elementos para juzgar. En una palabra ¡magnífica!
Por si queréis echarle un vistazo, la reseña que escribí anda por mi blog Orlandiana.

Toni Solano dijo...

Mª José: Curiosamente, después de haber intentado acercarme sin éxito a Faulkner varias veces, hace unos días acabé "Luz de agosto" con una avidez increíble. Todo tiene su momento.
Eduideas: Las sonatas son auténticas joyas de precisión. Me encantan :)
Joselu: He leído más de una impresión de la relectura de Rayuela en el sentido que mencionas. De todos modos, siempre es un placer hablar de las lecturas de cada uno, únicas, como tu experiencia del camino que voy siguiendo en Facebook :)
Molina de Tirso: He repasado tu blog y veo que compartimos muchas lecturas (Dino Buzatti, magnífico). Gracias por pasar y por comentar. Un saludo.