02 abril 2010

O tempora, o mores!

En el suplemento de "Motor" de El País de hoy, aparece un reportaje sobre el 'matrimonio' Fiat-Seat en los años del franquismo. ¡Qué tiempos! España se motorizaba y una gran empresa, concebida como pago a los italianos por los bombardeos de Guernica, abastecía de automóviles al español medio. Una empresa dirigida, en un principio, por ex-militares y jefes de la Falange, que daba trabajo casi a 35000 trabajadores. Notable ejemplo de eficacia que habría que tener en cuenta en estos tiempos de crisis. Convendría volver la vista atrás, a esas empresas de hace cuarenta o cincuenta años, todo orden, todo disciplina, todo productividad. Bien es verdad que, como se dice en el reportaje, "estaba prohibido reírse, cantar, silbar, blasfemar y hablar de temas no inherentes al trabajo". Por supuesto, tampoco se permitían las huelgas; los trabajadores tenían que darse por satisfechos con la mera oportunidad de servir al orgullo patrio. No es de extrañar que nadie le discutiera una orden al jefe. Disciplina, respeto, productividad. Lástima que cuando se abren los mercados y se descubre que no sólo hay que producir, sino también hacerlo con calidad, todo se convierte en un espejismo y los dueños del negocio se mudan a Argentina para repetir el milagro.
Ahora, sustituyan la palabra empresa por escuela, la palabra jefe por docente, la palabra trabajadores por alumnos y la productividad por el conocimiento. Sigamos mirando atrás, elogiemos esos tiempos en los que el respeto era la máscara del miedo, sintámonos orgullosos de haber sido durante cuatro décadas la vergüenza de Europa, proclamemos la vuelta a la palmeta y a las orejas de burro y, sobre todo, reneguemos de toda modernidad, pues sabemos que toda innovación atenta contra nuestra unidad de destino en lo universal y no puede llevarnos más que a la perdición de nuestros sacrosantos valores espirituales.

P.D. Mirar hacia adelante no significa en ningún caso complacencia con el estado actual de las cosas: Todo es mejorable, sobre todo la educación, siempre descuidada, siempre menospreciada por los políticos.

Crédito de la imagen: 'Dachau: Work Makes Free'

17 comentarios:

Joselu dijo...

Creo que desenfocas un tanto la cuestión. Hubo un tiempo ciertamente, el franquismo, en que la escuela era autoritaria, represiva, enemiga del pensamiento y de la libertad. Yo la viví en primera persona y no tengo ninguna nostalgia de ella, ninguna. Fueron de los peores años de mi vida. Sin embargo, hubo también una tradición republicana anterior que creó miles y miles de escuelas con la filosofía de un equilibrio entre la libertad y el orden necesario. No existe la libertad sin un orden aceptado. La Institución Libre de la Enseñanza, extraordinariamente innovadora, cultivaba la libre expresión de los alumnos, el debate ordenado, desterró los castigos corporales que el franquismo extendió, fomentaba la curiosidad intelectual... pero no imaginaron sus fundadores que la innovación de décadas después consistiera en hacer obligatoria y odiosa la asistencia a clase en climas que generalmente no tienen nada de espíritu constructivo y en el que el debate ordenado y la curiosidad brillan por su ausencia. Un Instituto de Secundaria es lo más parecido a un centro disciplinario, rodeado de rejas y lleno de normas que tienen por objetivo hacer posible el acto educativo porque una buena parte de los que allí están aparcados, lo detestan, y algunos acosan a sus compañeros en una especie de jungla en que los débiles son aplastados. ¿Es esta la visión que tenía Giner de los Ríos de lo que debía ser una escuela? Me temo que no.

Hubo además en los estertores del franquismo y en los años posteriores a la transición a la democracia en los Institutos Públicos una auténtica revolución pues llegaron a ser profesores jóvenes que ansiaban la libertad tanto como los alumnos, se produjo innovación estimulada por la curiosidad intelectual del conjunto de profesores y alumnos. Y probablemente aquello tenía que ver más con la escuela republicana que con la franquista. Los institutos eran libres, no había cerraduras ni verjas y hasta a veces la asistencia era voluntaria. Las experiencias de esos años de transición fueron riquísimas y yo las viví en parte participando de la innovación sin lugar a dudas. Y desde luego, el afecto al conocimiento que se vivía era compartido y estimulaba a unos y a otros.

Todo eso prácticamente ha desaparecido. Si le quieres llamar a eso innovación, puedes hacerlo, pero pienso que vivimos en estos momentos una regresión educativa sin precedentes. No pienso que ese pasado que sesgadamente identificas con el Padre Ripalda del franquismo sea la única referencia que podemos tener. Y pienso que en educación no se puede crear un sistema que sea el negativo del sistema anterior que podría tener defectos, no lo dudo, pero también tenía aciertos muy considerables y que han sido tirados por la borda en un sistema educativo público que es meramente asistencial y compite en desigualdad total con la escuela privada que procura esquivar todo lo que puede la filosofía que informa el sistema educativo: la falta de esfuerzo, el aprobar por la cara, el aceptar que el blanco es negro y que todo el mundo es bueno y está interesado en aprender.

Joselu dijo...

En cuanto a la incorporación de las nuevas tecnologías, creo que se va a hacer por decreto puesto que todos los alumnos terminarán por tener su ordenador portátil. ¿Qué haremos con ellos? Buena pregunta. Seis o siete horas al día frente a la pantalla en la escuela -hay que ser modernos- supondrá la entrada de los muchachos en el siglo XXI y aprenderán a aprender por sí solos con el youtube, el google,el messenger, los fotologs y dejarán atrás destrezas anticuadas como el escribir o tal vez aprender las tablas de multiplicar. Entretanto las escuelas que educan a las élites procurarán utilizar inteligentemente la informática y mantener las destrezas que lleven a aprender a pensar, a organizar el pensamiento, a exponer discursos coherentemente todo en un clima de orden que facilite la libertad y la curiosidad. Mucho me temo que el futuro de la escuela sin la presencia del pasado como referencia interesante y contrapeso es apelar a la barbarie, pero es ese el camino que llevamos.

Perdona la extensión, pero es bueno que surja el debate. Un cordial saludo.

Toni Solano dijo...

Justo: Tal como hablamos en Twitter, las perspectivas tampoco parecen muy halagüeñas, pero habrá que seguir adelante. Gracias.
Joselu: Es una entrada polémica, lo sé y quizá por eso ha surgido en vacaciones, huyendo de la algarabía. No sé qué habría ocurrido con la educación en caso de haber seguido con los maestros republicanos; quizá la modernidad nos hubiese pillado maduros, y no saliendo del huevo tras la dictadura. Todo lo que apuntas es cierto, pero también lo es que aquellos sistemas eran, en ocasiones, elitistas y no alcanzaban a un número considerable de población (algo que no dependía de la vocación del docente, sino de la estructura social del momento). Está claro que extender la enseñanza a toda la población tiene un coste y que lo estamos pagando caro. Pero vuelvo a decir que no podemos mirar atrás; ¿acaso para resolver el problema del paro propondríamos la abolición de los sindicatos o el despido a dedo?
En cuanto a las tecnologías, estamos poniendo el carro delante de los bueyes, es verdad, pero también es verdad que muchos docentes no paran de poner palos en las ruedas. La actitud positiva hacia lo moderno es gratuita y quien la tiene para sus asuntos personales debería al menos tratar de aplicarla en lo profesional.

Toni Solano dijo...

Estaré unos días desconectado, así que responderé a los comentarios la semana que viene.

Lourdes Domenech dijo...

Habéis puesto sobre la mesa muchos aspectos.
La enseñanza en el franquismo, el establecimiento de una educación basada en el miedo a la autoridad y al castigo sustituyeron la educación libre y abierta (hoy diríamos “democrática”) del espíritu republicano. La República hizo un esfuerzo titánico por popularizar la educación y no hacerla elitista. Nos lamentamos de la regresión que supuso el Régimen, pero de nada sirven las lamentaciones. Hay que mirar al frente.
Hoy la educación no es más que un circo, en el que actúan políticos-y-empresas-sanguijuelas y en el que los profesores salen a la arena a entretener al público según las directrices de los que mandan. Acepto el tono hiperbólico de esta afirmación, pero es así como lo siento. Hay que mirar al frente, sí, y el horizonte se presenta marcado por la palabra “innovación” (que muchas veces no es más que “innovéison”, Potachov dixit). En poco tiempo, las aulas se llenarán de portátiles y cableado, pero un elevado porcentaje de los docentes se limitará a usar los libros digitales que las editoriales se han apresurado a vender a las Administraciones (en Cataluña ha sido así). Libros que son más de lo mismo: baterías de ejercicios mecánicos bien ilustrados y, eso sí, animados.
Incluso las administraciones promocionan prácticas que, a mi entender, no son innovadoras, ni lo serán, por más tecnología que medie (ver aquí).
¡Cómo me gustaría que “innovación” fuera sinónimo de “participación”, “diálogo”, “creación”, “opinión”…!
Se va a imponer por decreto el “one to one” (un ordenador por alumno), cuando, a poco se haya leído sobre educación y tecnología, se sabe que hay que convertir el ordenador en un objeto invisible, que está ahí igual que lo está la biblioteca de aula o la caja de cariocas.

Serenus Zeitbloom dijo...

¿Por qué el pasado?. Antonio, yo no veo a nadie pedir la vuelta al pasado. Lo que sí veo es que las críticas a cierta ideología pedagógica oficial se quieren sistemáticamente achacar a nostalgia del pasado. Eso ya se hizo hace veinte años y se sigue intentado colar. Pero ahora es paradójico que “pedagogos oficiales” de 40 o 50 atribuyan esa melancolía a maestros y profesores de apenas 30 .

Las nuevas tecnologías no necesitan ninguna defensa: las nuevas tecnologías se imponen siempre. Pero no son, ni serán, la solución a ningún problema educativo.

Eva M dijo...

Hola Toni y a todos,
Nosotros somos el futuro. No podemos cambiar el sistema, ni a los demás, pero sí podemos cambiar nuestra forma de dar clase. ¿Por qué no empezar el cambio por nosotros mismos? Tal vez, surja el efecto dominó.
Saludos: Eva M

Deseducativos dijo...

Primero lean, por favor, el preámbulo de la LOGSE, de la LOCE o de la LOE. Luego, si tienen estómago, lean lo que a continuación cito. Finalmente, si son tan amables, respondan a la siguiente pregunta: ¿podemos seguir manteniendo que las últimas leyes y las ultimísimas innovaciones pedagógicas son una mirada hacia el futuro?

Rust [ministro de educación del Tercer Reich] exhorta a las escuelas para que no produzcan una cosecha de intelectuales. Ningún individuo tiene que creerse poseedor de una inteligencia más despejada que la del vecino: Todas las mentes tienen que ser iguales en importancia; todas las mentes tienen que estar fundidas en la gran Conciencia del Estado.

(…) [Rust:] El principio fundamental que hay que tener presente es que no pretendemos inculcar tantos conocimientos como sea posible en las mentes de nuestros estudiantes”.

[Hitler:] hay que acabar, de una vez para siempre, con lo que se llama instrucción. La instrucción general es el veneno más corrosivo y más disolvente que el liberalismo haya inventado para su propia destrucción.”

[Hitler:] No existe la verdad, ni en el sentido moral, ni en el científico.
(…) Con el estribillo de la ciencia objetiva, la corporación de los profesores quiso solamente librarse de la vigilancia necesaria de los Poderes Públicos.
(…) Desconfiemos del espíritu, de la conciencia, y fiémonos de nuestros instintos. Volvamos a la infancia, remocemos nuestro candor.”

(Hermann Rauschning, "Hitler me dijo", Atlas, Madrid 1946)

Deseducativos dijo...

Y, por último, en relación con los conceptos de "pasado" y de "futuro" (del mismo libro):

"El Dr. Joseph Goebbels les ha dado otra consigna. En H. J. Marschiert (publicado por W. Fanderl, Paul Franke, Berlín.) anuncia a los muchachos alemanes: “La vieja generación dice: El que tiene a la juventud tiene al futuro.” Nosotros decimos: “El que tiene al futuro, tiene a la juventud.” Por eso es por lo que la juventud sigue a Hitler y a su ideología, que es la representación de los sueños y esperanzas de los jóvenes. No dejéis que las generaciones viejas influyan en vosotros. Triunfaremos. ¡Pues la juventud tiene siempre la razón!"

Miguel dijo...

No vale aquello de que "cualquier tiempo pasado fue mejor" en educación. Simplemente, eran otros tiempos. Veremos que piensan los que vivan dentro de cincuenta años de nosotros. Seguro que ya se habrán superado muchas cosas, pero seguro que habrán encontrado otros escollos.
Yo soy de los que piensan que la única educación que podemos ofrecer a estos españolitos del siglo XXI es la que le estamos ofreciendo. No hay otra posibilidad. No entro a valorarla, sino que simplemente apunto la imposibilidad de cambiarla, porque cualquier cambio, con estos alumnos, sería inoportuno. Es la educación que pide nuestra sociedad actual.

Un abrazo.

Toni Solano dijo...

Lu: ¡Ojalá la escuela fuese un circo! Al menos habría ilusión, risas o magia; tal vez la trastienda de un circo sí, un decorado de cartón-piedra que se monta y desmonta cada cierto tiempo. Es terrible comprobar cómo la Educación no es más que un arma arrojadiza en manos de los políticos, pero eso es lo que tenemos (y lo que votamos); si ya juegan con el terrorismo, con la sanidad, con el medio ambiente, ¿qué no harán con la educación, que da sus frutos tan tardíos?
Serenus: Le daré la vuelta a tu argumento: ¿Por qué a quienes piensan que no todo debe ser una exaltación del conocimiento se les acusa de vendidos a la psicopedagogía vacua? Y otra pregunta: si en cualquier centro la proporción de psicopedagogos es de uno a cincuenta, ¿cómo podemos culparlos de todos nuestros males? Es más, teniendo en cuenta que casi ningún docente se leyó la LOGSE y muchos menos se han leído la LOE, ¿cómo podemos culpar a la "pedagogía oficial" de que nuestra práctica vaya tan mal? ¿Acaso la han leído nuestros alumnos -o sus familias- y la usan en contra nuestra?
Dejando de lado la ironía, quizá el enfoque estrictamente psicopedagógico pudo haber afectado a la práctica docente en algún caso, pero no considero que sea relevante; al menos, yo no me siento especialmente influido por ello cuando doy clase.
Eva: Esa pretendía ser mi denuncia: Algunos docentes se escudan en esa cantinela que cita Miguel de que "cualquier tiempo pasado fue mejor" para rechazar una reflexión sobre sus métodos docentes. Se escucha en los claustros: "Si no se entera, que espabile; si quiere aprobar, que se esfuerce, que yo no pienso cambiar mi forma de dar clase, etc." Y esa actitud inmovilista cala en el alumnado que considera al docente en muchas ocasiones como un "funcionario" que va a cobrar y ya está.

Toni Solano dijo...

Deseducativos: Nuestras posturas me recuerdan a las izquierdas durante la Guerra Civil: Peleando acerca de qué era lo primordial, la libertad o la igualdad, acabaron masacrados entre sí y pisoteados por el enemigo. No sabría decirte quién es hoy el enemigo, pero sé que hay muchos docentes que reconocen que la Educación va mal. Algunos pensamos que no hay que renunciar a la "extensión" educativa, aunque ello sea a costa de la calidad de la misma. No se me ocurre ningún modo para evitar que haya conflictos en el aula sin renunciar a la escolarización obligatoria. He reflexionado al respecto en otras ocasiones: Polis de secundaria o Porque tú no vales, exigiendo la implicación de las familias y de la administración. No me gusta estar solo ante el peligro, pero la alternativa es expulsar, excluir, encerrar... No veo otras opciones: creo que vale la pena sacrificar un tiempo de tránsito y que la excelencia vaya llegando con el tiempo. Gracias, en todo caso, por las citas, aunque ya he comentado que la ley, para el profesorado, sigue siendo "esa gran desconocida" (me parece que ya nadie lee ni siquiera las notas de los tablones de anuncios, cuanto menos un decreto o una orden...)
Miguel: A veces me molesta mucho que los profesd hablemos tan mal de la educación; ¿acaso no somos uno de los pilares de esa educación? ¿Qué hacemos por mejorar? Echar balones fuera no puede funcionar siempre. Es verdad: las familias no responden, los chavales son más maleducados, la administración, en el mejor de los casos, no da la cara, pero ¿y nosotros? Los profes no faltan a clase sin motivo, nunca usan el móvil en el aula, jamás encubren su ignorancia atacando a sus alumnos, ni se muestran soberbios o autosuficientes; los profes siempre dejan claros sus criterios de evaluación, conocen cuáles son las Competencias Básicas y las tienen en cuenta a la hora de evaluar, saben en qué grado están limitados algunos alumnos para determinadas actividades... Y sobre todo, los profes saben trabajar en equipo y de manera coordinada. Claro, la educación siempre es cosa de otros...

Patty dijo...

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Marcos Cadenato dijo...

Terrible dicotomía: o pasado o futuro... pues ni lo uno ni lo otro, pienso... Por fuerza tenemos que vivir el presente y conformarlo de la mejor manera que sepamos, también en Educación: conceptos como el esfuerzo, el trabajo, la recompensa son viejos valores que no hay que dejar perder; investigar, colaborar, innovar, digitalizar... son conceptos casi futuros necesarios e imprescindibles hoy en día. Resumiendo, lo mejor del pasado, presente y futuro en armonía y de la manita... :)

Serenus Zeitbloom dijo...

Antonio

Una aclaración: cuando me refiero a "la pedagogía oficial" o a los "pedagogos oficiales" no me refiero en exclusica a aquellos que ostentan la licenciatura de pedagogía o psicopedagogía -ni aquellos que sin tenerla ejercen esas mismas funciones-. [No necesariamente un pedagogo licenciado tiene que pertenecer a la corriente oficialista]

Considero que todo docente es pedagogo. Otra cosa son los principios y orientaciones pedagógicas que se sigan -pueden ser muy variadas. Coincido plenamente con las ideas expuestas en este post http://antesdelascenizas.com/2009/03/02/en-defensa-de-la-pedagogia-2/

Y lo que considero "pedagogía oficial" es lo que en el mismo blog se trata como "dogmas de la pedagogía oficial", de los ya se llevan ocho entregas.

Un cordial saludo

PS. ¡ aprovechemos esos días que aún nos quedan de vacaciones!.

Juliiiii dijo...

¡Buf! La entrada y los comentarios dan mucho que pensar.

Coincido contigo en muchos de los aspectos que tocas, como por ejemplo esa crítica que haces al profesorado. Profesorado que trabaja en la pública y lleva a sus hijos a la privada, profesorado que no tiene ningún espíritu de autocrítica y que o bien falta a sus deberes o falta al respeto de sus alumnos. No deberíamos ser intocables, al menos en casos flagrantes (porque si no, nos meteríamos en el espinoso asunto de ver quién nos controla y con qué criterios).

Está claro que urge un cambio en educación, pero mientras llega hay que hacer lo posible por ofrecer al menos una coherencia a nuestros alumnos.

Como siempre, muy interesante lo que planteas.

Toni Solano dijo...

Tatiana: Por norma no suelo participar en el intercambio de enlaces. Este es un blog educativo sin publicidad ni interés por incrementar las visitas. Gracias por la propuesta.
Marcos: No me considero un profesor tecnologizado; ni siquiera me veo lejos de lo que fueron mis profesores en cuanto a la manera de enseñar (sobre todo por la escasez de medios). Sin embargo, veo que mi oficio está perdiendo crédito más por descrédito de mis colegas que por la percepción de quienes lo ven desde fuera. Y ya sabemos que para que un enfermo sane, lo primero es que él mismo quiera curarse, y no que dictamine su propia defunción antes de tiempo.
Serenus: Gracias por la matización. Coincido en que hay cierta "pedagogía política", basada en un concepto rousseauniano del aula, elaborada por teóricos que viven alejados de esa realidad. Entiendo que muchos docentes sientan la tentación de mandar a freír espárragos a quien les propone terapias de cacharrero ambulante cuando se enfrentan día a día a plagas mortales. Pero, sobrevivir a esa pedagogía debería ser como sobrevivir a los insultos de nuestros políticos, que no deberían interferir en nuestras vidas y oficios.
Juliii: Gracias por el comentario. Esa es la idea final: La educación necesita mejoras, todo puede arreglarse y nosotros somos un pilar fundamental en ello, que no se nos olvide.