23 noviembre 2007

Enseñación

"La imaginación es más poderosa que el conocimiento". Es la pintada en esta casa ocupada de la imagen. Joselu se preguntaba en su blog cuestiones acerca del lugar que ocupa la imaginación en nuestros alumnos y también sobre el papel que debe jugar el educador en la promoción de actividades imaginativas (aunque ya sabemos que sus lecturas de aula siempre son estimulantes).
En esa misma línea, mi colega Jorge Muruais, profesor del IES J.B.Porcar de Castelló, me acaba de mostrar su blog de aula de 4º de la ESO, con el que entra por la puerta grande en el territorio TIC. Os recomiendo que lo visitéis, pues sus alumnos han convertido las vidas de Dostoievski y y Eminescu en auténticas Bi(de)ografías, con un tratamiento bastante imaginativo y con una mescolanza de géneros realmente divertida.
Todo ello demuestra que imaginación no falta, que quizá los profesores, el sistema, las leyes, etc. sigan insistiendo demasiado en los conocimientos hasta el punto de convertir los institutos en factorías de estudiantes que repiten como loros las lecciones pensando que con eso nos conformamos. Porque es cierto que, a veces, con eso nos conformamos, con que no alboroten y aprendan lo que marca la ley, sin más valores añadidos.
No me gusta llamar al desorden ni a la rebelión (ahora algunos compañeros están desenterrando hachas por ver si algún día la administración les reconoce el esfuerzo innovador de sus trabajos digitales), pero en ocasiones enterraría el currículo de secundaria bajo siete llaves y me entregaría a 'enseñar' sin trabas, a cada uno lo suyo. Sé que, de hacerlo, me pondría a la altura legal de los que conducen sin carnet o se bajan canciones etílicas de Melendi con el emule. Además, no me queda mucho consuelo, pues la LOE ha perdido una oportunidad de oro para dar respuesta a los objetores como yo:

Título I, Capítulo III, Artículo 22:

7. Las medidas de atención a la diversidad que adopten los centros estarán orientadas a la consecución de los objetivos de la educación secundaria obligatoria por parte de todo su alumnado y no podrán, en ningún caso, suponer una discriminación que les impida alcanzar dichos objetivos y la titulación correspondiente.

Buena intención la del legislador si pretende que no se discrimine a nadie al hacerle una adaptación, pero ¿qué ocurre con aquellos que ya vienen discriminados desde hace años? ¿Qué les ofrecemos a quienes no van a llegar nunca a esos objetivos generales de la ESO? ¿Piensan los políticos que, por definición, todo alumno que entra en un instituto está capacitado para esos objetivos? Si la respuesta es afirmativa, el errado soy yo. Si, por el contrario, existen alumnos que nunca van a llegar a esos objetivos, sería justo que las medidas de atención a la diversidad trabajasen competencias por debajo de esos objetivos generales, para que al menos un alumno puede llevarse algo positivo del instituto. Aunque sea únicamente la capacidad de imaginar.

Crédito de la imagen: www.flickr.com/photos/62518311@N00/361936407

8 comentarios:

Lourdes Domenech dijo...

"Feta la llei, feta la trampa". Así justificamos en catalán el hecho de transgredir las leyes.
Yo sí llamaría a la rebelión en el cumplimiento de las leyes educativas. Es impensable que todos los alumnos puedan ser medidos por el mismo rasero legislativo.
Acabo con otra frase. Que cada uno haga de su capa un sayo.

Lourdes Domenech dijo...

Con imaginación, claro. (Se me olvidaba).

Darabuc dijo...

En un taller de cuentos, me ha costado mucho convencer a una madre (y más aún, a la concejala de cultura) de que no podía "integrar" sin más a una niña con discapacidad mental muy fuerte (que, aparte de que con 10 años comprende menos y habla peor que los de 3 y no puede concentrarse más de 15 o 20 minutos seguidos, tiende a ser violenta cuando hay muchos niños, incluido el ser violenta consigo misma). La diferencia exige un trato diferenciado. Pero eso no es discriminar, es solo querer sacar el máximo partido de cada uno, tener claro dónde están para no pedirles la Luna... Tenemos otro chaval con una discapacidad más leve que sí se integra bien, pero sigue requiriendo un trato especial según los cuentos: le va mejor descansar a ratos, repasando un cuento que le ha gustado, mientras los demás siguen a toda máquina. (El primer caso lo abordamos ahora en sesiones breves, de momento en solitario, con material específico y más peso de las canciones y los títeres.)

Ahora bien, cuando la discapacidad no la puede certificar un médico, pero es evidente (de forma relativa: el que nunca va a ser bueno en Letras ni Mates puede ser un músico muy creativo y con una capacidad en ese campo muy superior a la media), nos topamos con que el sistema exige tratar a todos igual, sin apenas remedio. Pues yo lo siento, pero me parece un despropósito.

Cordialmente (aunque el tema me agobia y me temo que se nota),

Gonzalo

Darabuc dijo...

Estos temas son tan complejos, que (me) resulta difícil abordarlos sin dejar demasiadas cosas en el tintero. Porque según lo mires, todos los niños tienen necesidades especiales, aunque la comparación con otros casos pueda llevar a ver unas con mucha más claridad que otras. No me ha parecido que antes hubiera expresado eso bien.

G.

Toni Solano dijo...

En estos casos, la ley siempre se convierte en una trampa. Sobre todo cuando por hacer valer los derechos individuales de un alumno se pisotean los del resto del grupo. Creo que ese es el aspecto más difícil y conflictivo de la integración en las aulas: ¿Puedo consumir el 50% de mis energías en dar respuesta a un alumno a costa de abandonar al resto de los alumnos que, como dice Gonzalo, tienen sus propias necesidades especiales quizá no tan acusadas y evidentes?

Anónimo dijo...

La metáfora "desenterrando hachas" es muy expresiva, Antonio, pero notoriamente inexacta, al menos en lo que a mí concierne. Yo no preconizo rebeliones, ni asaltos al poder, ni nada de eso. Tampoco creo que el reconocimiento de las publicaciones y recursos digitales deba corresponderse necesariamente con el "esfuerzo innovador", sino, simplemente, con el esfuerzo, el estudio, la dedicación del tiempo personal al aprendizaje, a la lectura, a la difusión de experiencias y conocimientos.

Cuando ese esfuerzo se expresa en medios digitales de carácter personal, las administraciones públicas lo minusvaloran, en evidente contradicción con lo que ellas mismas tratan de promover en aspectos como los currículos, la formación del profesorado e incluso la adquisición de la condición de funcionario público.

Y para enlazar con el contenido de tu artículo y no caer en el pecado bloguero del off-topic, repito lo que he dicho al final de mi entrada: siempre consideraré más meritorio el esfuerzo cotidiano del profesor que se ocupa de chicos y chicas como los que aquí son aludidos que el de quien, de vez en cuando, publica cualquier cosa digital o en papel. A efectos del concurso de traslados, y cualesquiera otros.

Toni Solano dijo...

Tienes toda la razón, Eduardo, al señalar mi enlace injustificado. En realidad, apuntaba a tu blog porque habías escrito una propuesta muy sensata al respecto de lo que otros reclamaban. De modo que señalé al mensajero y lo siento. Por otro lado, tienes mucha razón en tu comentario: El movimiento se demuestra andando..., arrieros somos... y a quien madruga...etc.

Leticia Zárate dijo...

Bravo por ese discurso, estoy muy de acuerdo.
Saludos.