27 mayo 2006

Magnífico Arreola

Hace unos meses, tuve la dicha de encontrarme con un mensaje en una botella. El mensaje lo habia escrito Juan José Arreola, un autor mexicano desaparecido no hace mucho. Se trataba de un pequeño relato que alguien había lanzado al proceloso mar de Internet y que yo había salvado con mis redes noctívagas.
Bueno, sin rollos, era un cuento precioso que os copio a continuación:

Teoría de Dulcinea (J.J.Arreola)

En un lugar solitario cuyo nombre no viene al caso hubo un hombre que se pasó la vida eludiendo a la mujer concreta. Prefirió el goce manual de la lectura, y se congratulaba eficazmente cada vez que un caballero andante embestía a fondo uno de esos vagos fantasmas femeninos, hechos de virtudes y faldas superpuestas, que aguardan al héroe después de cuatrocientas páginas de hazañas, embustes y despropósitos.

En el umbral de la vejez, una mujer de carne y hueso puso sitio al anacoreta en su cueva. Con cualquier pretexto entraba al aposento y lo invadía con un fuerte aroma de sudor y de lana, de joven mujer campesina recalentada por el sol.

El caballero perdió la cabeza, pero lejos de atrapar a la que tenía enfrente, se echó en pos a través de páginas y páginas, de un pomposo engendro de fantasía. Caminó muchas leguas, alanceó corderos y molinos, desbarbó unas cuantas encinas y dio tres o cuatro zapatetas en el aire. Al volver de la búsqueda infructuosa, la muerte le aguardaba en la puerta de su casa. Sólo tuvo tiempo para dictar un testamento cavernoso, desde el fondo de su alma reseca. Pero un rostro polvoriento de pastora se lavó con lágrimas verdaderas, y tuvo un destello inútil ante la tumba del caballero demente.
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No sé para vosotros, pero para mí constituye una maravillosa metáfora del placer de leer, de esa práctica solitaria e incomprendida que sacrifica a menudo el oficio de vivir al vicio de soñar. Aunque sea a costa de rechazar la llamada más carnal...

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