28 septiembre 2014

Sesquidécada: septiembre 1999

Hay temporadas en las que no atinamos con los libros y otras en las que parece que nos hallamos en racha a la hora de elegir lecturas. En el septiembre de 1999 leí a Javier Marías o a José Saramago, autores de largo recorrido en mi biografía lectora y de los que ya he hablado en el blog. Pero junto a ellos aparecen tres lecturas que han dejado poso y que van a protagonizar esta sesquidécada.

La primera es Carreteras secundarias, de Ignacio Martínez de Pisón, una novela con guiños a las road movies y a la España del sablazo. Se trata de una novela con unos personajes que se hacen querer y que resultan difíciles de olvidar, un adolescente y su padre que crecen cada uno a su manera. Carreteras secundarias ha formado parte de mis recomendaciones lectoras para bachiller desde hace años y, a veces, alguno de mis alumnos se anima y comparte ese placer de revivir lecturas. Hay también una versión cinematográfica bastante digna.

La segunda lectura es un clásico en todos los sentidos. Se trata del Elogio de la locura, de Erasmo de Rotterdam. Me sorprendió hallar un humor tan cáustico en un autor al que consideraba tan serio. El Elogio de la locura tiene un contexto muy preciso de producción en el que cobran sentido todas las burlas que destila Erasmo, aunque el lector no especializado puede disfrutar de la crítica sin necesidad de entender todo el fondo reformista que justifica esa obra. Junto con la Utopía de Tomás Moro, esta obra ofrece una visión alternativa frente la Europa oscura y dogmática que acechaba desde el Concilio de Trento.
“De la misma manera, los pontífices, diligentísimos para amontonar dinero, delegan en los obispos los menesteres demasiado apostólicos; los obispos, en los párrocos; los párrocos, en los vicarios; los vicarios, en los monjes mendicantes y, por fin, éstos lo confían a quienes se ocupan de trasquilar la lana de las ovejas” (Erasmo de Rotterdam, Elogio de la locura, capítulo LX).
Por último, El desierto de los tártaros, de Dino Buzzati, supuso otro de esos hallazgos impresionantes de la literatura contemporánea. No es una novela fácil, ni recomendable a discreción, ni siquiera distraída; es simplemente una de esas obras en las que, al llegar a su última página, uno advierte que ha cubierto un hueco a costa de crear un vacío en otro lugar remoto de la conciencia. Y ese lector incauto habrá de asumir que, como el teniente Giovanni Drogo, durante los años siguientes, en más de una ocasión llenará sus días con el único consuelo de ver asomar a los tártaros por el horizonte.

5 comentarios:

eduideas dijo...

De las tres que recomiendas solamente he leído a Erasmo en la facultad, un buen catalejo hacia otra época con juicios más que actuales y con una actitud iconoclasta siempre necesaria. Me apunto el libro de los tártaros, buceando por Google creo que me gustará.

Joselu dijo...

Leí El desierto de los tártaros en italiano en un tiempo en que estaba enamorado de una italiana esquiva. En aquel momento, hacia 1988, supuso para mí una revelación que acentuaba mi sentimiento existencial de la literatura y el sinsentido de la existencia en una árida espera de lo que nunca llega.Luego la he leído en castellano pero no me causó la misma conmoción. Es literatura pura y dura. Lástima no haberla ofrecido a mis alumnos de BUP que leían también a Samuel Beckett. Me hubiera gustado saber su perspectiva.

Una secuela de esta novela formidable sobre el vacío es Esperando a los bárbaros de Coetzee que es una digna recreación aunque no es tan extraña como la primera. Me gusta la literatura de la extrañeza.

No he leído Carreteras secundarias de Pisón aunque a él le conozco algo personalmente pues es de Zaragoza y coincidí con él en alguna ocasión. Tal vez por eso no lo leí aunque leí alguna otra suya que no me entusiasmó.

mjchorda dijo...

Comparto el gusto por Carreteras Secundarias y también formó parte de mi lista de lecturas para alumnos. De El Elogio de la locura tan solo he leído fragmentos pero sin desperdicio ninguno y tan actuales. El último no lo he leído, pero anda por casa y por lo que comentas puede ser un futuro candidato. Bella tu descripción del mismo.

Ramon P. dijo...

Buenas Toni! Disfruté muchísimo con Erasmo! Es una lectura que me trae muy buenos recuerdos de mi época en la Universidad. Entonces leía a los clásicos (tan abandonados ahora...). Tengo pendiente Carreteras secundarias y creo que me voy a lanzar, me apetece un poco de desconexión... Hablas de Marías y resulta que es otro de mis autores pendientes. Con Marías me pasa que le he leído mucho en El País como columnista y me condiciona bastante. Vive instalado en la queja perpetua, el tipo. Me da un poco de pereza, la verdad. Qué libro suyo me recomendarías? Bueno, hablamos! Un abrazo!

Toni Solano dijo...

Eduideas: Creo que Buzzati te gustará. Tiene también una excelente recopilación de cuentos en Alianza: "Los siete mensajeros y otros relatos".
Joselu: Literatura pura y dura, tú lo has dicho. La novela de Pisón es mucho más ligera, pero tiene -salvando las distancias- algo que me recordó a Salinger.
Mª José: Tal vez los fragmentos de Erasmo sean suficientes, pues es una obra de su tiempo y resulta en ocasiones farragosa. Te animo con Buzzati; como le he dicho a Eduideas, vale la pena empezar por sus relatos.
Ramón: Erasmo es carne de filólogos :) Si vas a empezar con Marías, te recomiendo "Corazón tan blanco", tal vez la menos dura de sus novelas. Gracias por la visita: los blogs no morirán ;)