03 octubre 2007

Dos mejor que uno


Me hablaron no hace mucho de una experiencia docente que se lleva a cabo en algunos centros (supongo que más en Europa septentrional) en la que un profesor entraba en la clase de otro durante algunas sesiones como observador objetivo para orientarlo acerca de su manera de dar clase. No se trataba de criticar aspectos curriculares, sino más bien de cuestiones relacionadas con la 'actuación' en el aula, el reparto de miradas, los tics, las muletillas, el volumen de voz, etc. He buscado en Internet, pero sólo he encontrado alguna referencia como esta:

Modelo de la práctica reflexiva.

Consiste en una instancia de reflexión supervisada. Se trata de una evaluación para la mejora del personal académico y no de control para motivos de despidos o promoción.

El modelo se fundamenta en una concepción de la enseñanza como “una secuencia de episodios de encontrar y resolver problemas, en la cual las capacidades de los profesores crecen continuamente mientras enfrentan, definen y resuelven problemas prácticos” a la que Schon (1987) llama reflexión en la acción y que requiere de una reflexión sobre la acción o evaluación después del hecho para ver los éxitos, los fracasos y las cosas que se podrían haber hecho de otra manera. Aunque básicamente cuando hablamos de acción nos estamos refiriendo a la clase, también puede concebirse su utilización para cualquier otra forma de organización del proceso de enseñanza - aprendizaje.

En la ejecución de este modelo se contemplan tres etapas. Ellas son:

Una sesión de observación y registro anecdótico de la actividad.

Una conversación reflexiva con la persona que se observa para comentar lo observado y en la que se hacen preguntas encaminadas a descubrir significatividad y la coherencia de la práctica observada.

Una conversación de seguimiento en la que se retoman los temas conversados y las acciones acordadas en la segunda etapa. Si es necesario y conveniente, en esta etapa se puede hacer una nueva observación con registro.
Fuente: OEI
El caso es que me llamó la atención que esta práctica no estuviese más extendida, pues permite al profesor tomar conciencia de algunos de sus vicios en el aula, que todos los tenemos.
Sin embargo, con el inicio de este curso, hemos conseguido en mi departamento avanzar un paso más. En los grupos de 1º y 2º de ESO contamos con profesores para desdoblar la clase, pero, en lugar de partir el grupo y quedarnos cada uno con la mitad de alumnos, hemos decidido entrar los dos profesores y dar la clase a medias. De momento, los resultados son bastante positivos. Para los profesores supone un aprendizaje de las técnicas del compañero y de su modo de abordar la clase, así como una mayor reflexión acerca de la propia actividad docente. Para los alumnos también tiene ventajas. Aunque al principio se mostraban un tanto extrañados por tener dos profesores que atacaban desde diversos flancos, ahora han descubierto que sus dudas se resuelven al momento y que siempre tienen a alguien que supervise su labor, lo que les evita distracciones fatales.
No sé cuánto durará esa armonía profesor1-profesor2-alumnos; quizá en breve escriba otra nota contando la ruptura del tripartito, pero, de momento, la experiencia es enriquecedora y abre nuevos caminos para salvar a algunos alumnos del fracaso escolar. Faltan pulir algunos detalles del funcionamiento a la hora de corregir, de sancionar, de plantear metodologías (sobre todo cuando los docentes somos tan distintos en muchos aspectos), pero la novedad nos mantiene animados. A ver lo que dura.

Crédito de la imagen: www.flickr.com/photos/31984053@N00/117725027

9 comentarios:

Lourdes Domenech dijo...

Si te sirve de consuelo, yo llevo muchos años realizando esta experiencia. En mi centro, hay un profesor terapeuta que tiene unas horas para atender la diversidad. Existe un modelo de actuación que consiste en que los alumnos con necesidades educativas salen del aula y son atendidos individualmente. Yo no soy partidaria de que los alumnos se ausenten del grupo, porque cuando regresan el desfase es mayor, por lo que apuesto por compartir la docencia con este profesor.
Somos muy diferentes, pero llevamos así la friolera de cinco años y seguimos. Yo aprendiendo de él y él de mí (supongo), pero quienes aprenden de verdad son los alumnnos.

Ah, y a propósito de la práctica reflexiva, yo realicé el curso hace dos años y todo lo hago desde la perspectiva que aprendí en ese curso. De hecho mi blog nació en ese contexto.
Vale la pena experimentar las bases de esta metodología docente.

Ana Ovando dijo...

Ya me gustaría probar esa experiencia, estoy convencida de que sería enriquecedora. Tienes suerte de poder hacer "desdobles compartidos".

Joselu dijo...

Tengo un grupo de alumnos. Son veintiocho. Entre ellos hay seis alumnos marroquíes que apenas saben nada de castellano. La administración decide que soy yo quien he de dar clase a un grupo clase -con muchos problemas por su bajísimo nivel y sus conflictos- y a este subgrupo de niños que carecen de los rudimentos de la lengua. Anhelaría tener un compañero con quien compartir esta angustia de no poder dedicarte a los que tienen más problemas. No sé si a esto se le llama práctica reflexiva pero sí, que entre un compañero en el aula conmigo. Nos estimularíamos mutuamente.

Ana dijo...

El compartir la clase regularmente con un compañero me parece estimulante, enriquecedor para todos. Este año en música nos hemos planteado unir los grupos que tenemos partidos, pero no en todas las sesiones. Todavía no lo hemos hecho, pero seguro que pronto llegará.
Lo que no me parece tan acertado es lo de tener alguien observándote en el aula para decirte cómo estás haciendo las cosas. Yo, al menos, creo que no actuaría con la misma naturalidad. Siempre somos algo diferentes con los alumnos. Y los alumnos también se comportan de diferente manera con un profesor que con otro, o si hay alguien más observando, aunque no participe. ¿De qué sirve entonces que haya alguien supervisando algo que no es como todos los días?
Alguna cosa podrán decir de cómo das la clase, pero no será la realidad total.

Toni Solano dijo...

Veo por vuestros comentarios que este tipo de experiencias siguen siendo casos aislados. Creo que no existe un protocolo oficial para la intervención conjunta de profesores en el aula. Ni siquiera en los casos en los que interviene un terapeuta. Tenemos cierto miedo a compartir experiencias porque pensamos que hay vicios ocultos en la práctica docente y que el 'otro' los descubrirá (de ahí el fingimiento que apunta Ana). Y mientras tanto, en muchas aulas quedan grupos de alumnos desatendidos por una u otra razón.
No hay recetas mágicas para esto tampoco, pero como se queja Joselu, no deberían existir todavía esos grupos numerosos, al menos en 1º y 2º de ESO donde las repeticiones de curso están haciendo estragos.

Anónimo dijo...

Me parece muy interesante todo lo que contais. Hace años, hice una sustitucion en la que di clase delante de otros profesores extranjeros que acompañaban a sus alumnos; fue difícil, sobre todo, porque no me sentía ni docente. Ahora que ya me siento, me parece que tiene que ser muy enriquecedor.

YOFFY dijo...

¡Qué experiencia! En una ocasión llevé a cabo el PEI, la clase se desdoblaba o estábamos juntos y trabajábamos con un programa de técnicas de estudio y estimulación cognitiva. Dio buenos resultados pero se cortó pues no se pudieron mantener los horarios asi...lo de siempre, el dinero.Al final quedó en una experiencia y no se mantuvo.Una pena.Ojalá pudiera contar con eso.

Anónimo dijo...

Da la impresión de ser difícil; quizá crecemos demasiado acostumbrados a llevar a los grupos en solitario (en otros oficios, al menos, se trabaja más en grupo). Por mi parte, que no soy maestro, lo aplicamos en pareja por necesidades de aprendizaje propio y nos va muy bien, en las actividades tanto de narración como de fomento de la lectura y la escritura. Es difícil estar concentrado en todo a la vez. Y algún otro narrador, pese a tener mucha más experiencia, nos ha contado que eso en concreto le daba mucha envidia. Es cierto que cuatro ojos ven más que dos, creo yo, aunque en el aula seguro que se requiere mucho tacto. Suerte con el trío.

María José Reina dijo...

Yo tuve la suerte de compartir con Lu el Curso de Práctica Reflexiva en el área de legua que se hizo en mi centro. Una de las actividades era la observación de nuestra práctica docente. Había varios métodos, pero casi todos elegimos la grabación en vídeo, por motivos prácticos, supongo. La experiencia no pudo ser más positiva.
En mi centro hacemos un curso de éstos cada año, vamos por el tercero. Os lo recomiendo encarecidamente. Desde ese curso hay un antes y un después en la forma de enfocar las clases, en mi rol como profesora.