30 diciembre 2008

Lecturas heredadas

El placer de recomendar un libro es tan grande como el de acoger las recomendaciones de otros y descubrir con ello nuevas fronteras. El verano pasado escribí acerca de algunas lecturas y me llovieron recomendaciones de todo tipo. No es posible dar cuenta de todas ellas, pero sí me he aventurado con algunas.
Empezando con literatura juvenil, he conocido lecturas interesantes como Manzanas rojas, de Luis Matilla y El retrato de Carlota, de Ana Alcolea, ambas en la editorial Anaya y a las que llegué -ex aequo- a través de Lu y Mª José Reina.
La primera es una breve pieza teatral que tiene como protagonistas a un niño palestino y otro judío en una historia que, en unos días como estos, cobra un sentido especial. Me hubiese gustado llevarla a clase y haber podido compartir esa experiencia con quienes me animaron a leerla, pero el perfil de mis grupos de segundo no me parece muy apropiado para que la entiendan y la valoren. Tal vez el curso que viene...
El retrato de Carlota es una historia veneciana con amor y misterio, con secretos de familia y pinceladas artísticas. Interesante para 2º y 3º de ESO.
A través de Evaristo (y otros colegas de oficio) me animé con un libro que ha merecido el Premio Nacional de Literatura Infantil y Juvenil 2008: Lo único que queda es el amor, de Agustín Fernández Paz (Anaya). Se trata de un conjunto de relatos que tienen en común el (des)amor, desde distintos estilos y con enfoques que huyen de los tópicos. Es un libro que encaja bien en lectores de Segundo Ciclo de la ESO.
Por medios propios (es decir, rastreando por diversos catálogos juveniles) abordé La mano de la momia, de José María Latorre (Bruño), una intriga de maldiciones egipcias con todos los ingredientes típicos del género. Es una de esas novelas de las que podemos echar mano para recomendar a lectores ocasionales que buscan misterio y aventura.
Una novelita bastante ligera y que puede aprovecharse para 1º o 2º de ESO es El complot de las flores, de Andrea Ferrari (SM). En ella se cuenta la historia de una chica que tiene que adaptarse a la vida en un pequeño pueblo de Argentina. Breve y con sentimiento.
Un libro diferente es 43 crímenes para resolver, de Daniel Samoilovich (RBA bolsillo), que plantea, como indica el título, otras tantas historias en las que hay que resolver un caso policiaco a partir de distintas pistas verdaderas o falsas. Puede ser un aliciente para alumnos alérgicos a las novelas.
Mención especial requiere Choque de reyes, la segunda parte de una saga altamente adictiva llamada Canción de hielo y fuego, de George R.R. Martin (Gigamesh). Ya hablé de la primera parte en este blog y me consta que hay algún bloguero por ahí que se ha enganchado a la saga. Es una historia de tipo épico-fantástico con unos personajes muy alejados de los estereotipos del género. y que está creando una especie de fenómeno social semejante a Star Trek. El ritmo narrativo te mantiene al borde de la desesperación y no puedes parar de leer (cada parte son dos tomos de unas 600 páginas cada uno, y van por la quinta o sexta entrega -en bolsillo sólo han salido las dos primeras-). Algunos alumnos míos han sido víctimas de esta adicción lectora y me paran por los pasillos para pedirme la siguiente entrega. No hace falta que diga que sólo es recomendable para buenos lectores.
También para lectores más creciditos podría recomendarse El curioso incidente del perro a medianoche, de Mark Haddon (Salamandra), una novela distinta con un protagonista adolescente afectado por un (discreto) autismo. La novela está bien resuelta y no llega a ser moralizante ni pedagógica, como cabría sospechar en un principio. Creo que puede ser interesante para alumnos de 4º de ESO o 1º de Bachiller (sobre todo si les gustan algunos de los desafíos lógico-matemáticos que se plantean en ella).

Y, para acabar, dentro del apartado de lecturas personales, gracias a Ana Lorenzo descubrí Botchan, de Natsume Soseki (Impedimenta), una historia divertida protagonizada por un joven profesor japonés que me recordó al Ignatius Reilly de La conjura de los necios. También de la mano de Ana Lorenzo llegué a Fulgencio Argüelles y la novela El palacio azul de los ingenieros belgas, una narración con un lenguaje exquisito y con paisaje asturiano de fondo; el autor sabe combinar elementos muy diversos que alejan la novela de cualquier clasificación por géneros.
Mayor desconcierto me produjo la lectura de Tres caballos, de Erri de Luca, (Akal) recomendada por Matilde. También se trata de una novela poco convencional, con un lenguaje cuidado y con el trasfondo de diversos dolores humanos.
Y en estos días de asueto, aprovecho para leer Mal de escuela, de Daniel Pennac, que estoy deseando terminar para acometer un nuevo tocho: La chica que soñaba con una cerilla y un bidón de gasolina, de Stieg Larsson, que espero resulte igual de adictivo que su hermano en la serie.
Feliz año nuevo lector a todos.

23 diciembre 2008

Re(pasando) 2008

Va siendo costumbre que estos días de diciembre sean propicios para mirar hacia atrás y hacer balance de lo que dio de sí el año; un año, el 2008, que para mí, al margen de la buena compañía de todos vosotros, será digno de recuerdo por haber recibido el premio Espiral Edublogs.
Y como se acercan días de desconexiones varias, os dejo ya un pequeño vídeo con el que quiero agradecer las visitas de todos los que pasáis por aquí.


FELICES FIESTAS

19 diciembre 2008

Qué monográficos

Se acabó la 1ª Evaluación y con ella uno de los retos más interesantes de este curso: el Trabajo Monográfico de Investigación. Ya conté que se trata de una asignatura obligatoria para 4º curso de ESO en la que se prepara a los alumnos para la confección de un texto académico de creación propia, en el que deben desarrollar diversas competencias básicas. Con el fin de evitar esas digresiones en las que suelo perderme, trataré de ser esquemático.
El enfoque de la asignatura ha sido práctico, intentando que predominen los procedimientos. Se ha dividido el curso en tres grandes bloques: investigación, redacción y exposición. Así pues, hemos cumplido con el primero de ellos.
Hemos trabajado con documentos en línea y con un wiki (gracias Angus, por la sugerencia). Cada alumno ha ido recopilando su tarea en un documento de Google docs que compartía conmigo. Google docs me ha permitido monitorizar en todo momento sus avances, así como orientarlos de manera personalizada en sus búsquedas. También nos ha "salvado la vida" en una ocasión en que se fue la luz.
Al final de la evaluación, los alumnos enviaban en PDF una memoria y publicaban sus avances en el wiki. La evaluación ha seguido unos criterios consensuados con otro compañero del ámbito científico que han sido plasmados en una hoja de cálculo.
Y ahora, algunas reflexiones metodológicas:
Aunque hemos tenido algún problema de equipamiento digital (portátiles insuficientes, negociación de aulas, problemas logísticos, etc.) se han podido integrar las aplicaciones TIC en el aula, gracias, sobre todo, a la buena voluntad de los profesores y alumnos.
Ha resultado difícil concienciar a los alumnos de que la tarea la deben realizar ellos (algo que ya ha comentado Ana Ovando). La tendencia del profesor a resolver los problemas del alumno ocupando su lugar es en ocasiones inevitable. Por otro lado, mantenerse al margen supone que pierdan el tiempo con objetivos no académicos. Resulta muy complicado encontrar un término medio.
Aunque la autonomía ha sido mayor de la que esperaba, el espíritu crítico todavía está muy por debajo de lo deseable para un alumno de 4º de ESO. Les cuesta reconocer las informaciones relevantes y, sobre todo, sintetizar lo esencial del corta y pega.

A continuación os dejo enlaces para toda la burocracia de esta actividad. De manera especial, quiero agradecer a Francesc Collado, mi compañero de Biología, la confección de la hoja de cálculo y sus sugerencias en la redacción de la programación:
Crédito de la imagen: Alumnos del IES Bovalar en el desdoble de informática.

12 diciembre 2008

Trance evaluador

Ya están aquí las sesiones de evaluación. Se pone en marcha ese mecanismo legal mediante el cual todas las vicisitudes de un grupo de alumnos durante un trimestre quedan grabadas en forma de acta notarial. No resulta fácil traducir la acción, el interés, el esfuerzo, la agonía o la pasividad demostrados por un alumno, en una muesca de la escala numérica. Para ayudarnos en ese difícil trance de conversión evaluadora, el sistema ha previsto estas sesiones de evaluación en las que los docentes, iluminados por el clarividente criterio de equipos directivos, gabinetes de orientación, tutores y profesores más experimentados, podemos dar rienda suelta a nuestras dudas y titubeos, a nuestros dolores y alegrías, a la indignación y la aquiescencia. Arropado por miles de datos interesantes sobre cada alumno (oficio del abuelo, gustos culinarios, enfermedades padecidas en la infancia, anhelos laborales...), el docente calibra su nota y la compara con la de sus compañeros para ver si la tiene más grande o más pequeña (quizá dejándose llevar por algún vestigio freudiano). Y mirando bisojo su cuaderno de profesor, asiente firmemente cuando tiene que confirmar sus notas, seguro de no equivocarse, pues una Junta de evaluación no evalúa sino que pontifica.
Pasados esos momentos de éxtasis educativo, el docente volverá a sus aposentos con la satisfacción del deber bien cumplido. Desde ese instante, comenzará un nuevo ciclo de números, símbolos, rayitas, cruces, números de teléfono, pegatinas, etc. que irán conformando el humus de la siguiente evaluación. Tal vez entonces descubra por qué se fugó de casa la tía de Peláez o por qué Josito tiene un repelón detrás de la oreja.

Crédito de la imagen: Self-cutting generator

07 diciembre 2008

Aprendiz de ida y vuelta

La semana pasada tuve la suerte de que me invitasen a conocer un instituto de Hellín. Todo surgió a raíz del artículo que publicaron hace unas semanas en El País. Antonio Andújar, director del IES Izpisúa Belmonte, se puso en contacto conmigo y, a través del CEP de Hellín, me invitó para que contase algunas de las experiencias que suelo relatar en este blog. Así que allí me fui el miércoles, después de terminar mi jornada (que todavía no he desertado de mis clases, ni ganas de ello). A pesar de lo breve del encuentro, me llevo mis buenas impresiones, un auténtico aprendizaje de ida y vuelta.
Empezando con la cuestión tecnológica, las diferencias de equipamientos entre un instituto y otro son inmensas. Aunque Antonio Andújar me advierte de que no todos los centros de Castilla-La Mancha están tan bien dotados, me alegra ver que hay institutos que cumplen con lo que un día sugerí que podría ser el equipamiento TIC ideal: me encontré con varias aulas TIC móviles (los carritos de portátiles), cañones en todas las aulas (a costa de inversiones y sacrificios diversos), aulas Althia (que parece que no dan el resultado esperado), y portátiles para todo el profesorado (el discutible “café para todos” que se aplica en esta comunidad). Ya sabemos que nunca puede ser igual un centro moderno que uno antiguo, pero debería haber unos estándares que permitiesen que la educación en España fuese homogénea. Antonio Tux y Alberto Armada llevan tiempo reclamando esto desde EDU 1:1 tIcGUALDAD.
También allí, en charlas distendidas, descubrí que hay muchos profesores que no se tragan los lamentos catastrofistas de quienes aseguran que la educación está al borde del colapso. Todo es mejorable, desde la ley hasta la actitud de las familias, desde la impunidad de ciertos comportamientos del alumnado a la impunidad de ciertas incompetencias del profesorado, que de todo hay. Pero llorar y llorar y no ofrecer nada a cambio, no parece ni profesional ni valiente. Hay cierta razón en que la pedagogía de salón ha hecho daño, pero también ha sido con el beneplácito de un profesorado que ha estado mucho tiempo mirando hacia otro lado. ¿Cuántos profesores experimentados se han refugiado durante años en los niveles de Bachiller para no tener que descender a la lucha diaria en los primeros ciclos de la ESO? Quizá podrían haber enseñado sus recetas mágicas a quienes las necesitaban. ¿O es que esas recetas docentes eran simplemente la técnica del busto parlante: cincuenta minutos de charla magistral? ¿Cuántos de vosotros resistiríais en televisión un monólogo de una hora en un plano fijo? Hay quien pretende que jóvenes adolescentes aguanten seis sesiones de este tipo al día, con temas tan apasionantes como “El predicativo”, “Rima asonante y consonante” o “La cita bibliográfica”... (por cierto, a ver si algún día las autoridades educativas ponen algo de sensatez en el diseño de los currículos).
Y, para acabar, también quisiera dar testimonio de que son muchos los profesores a los que les gusta escuchar las experiencias de los demás. Es de una soberbia irritante pensar que ya lo hemos aprendido todo y que las mejoras que proponen los otros siempre son ataques contra lo que hace uno. Me gusta escuchar y aprender de los demás. Siempre procuro contar lo que me funciona en clase (y dejar de hacer lo que no me funciona). Mi aula siempre está abierta para el que quiera entrar y este blog tampoco modera los comentarios, lo que viene a ser lo mismo en lo virtual. Si se contagiase esta transparencia, quizá los profesores y la educación en general dejaríamos de tener la mala prensa que tenemos. Porque, no nos equivoquemos, para la sociedad, los docentes seguimos siendo un colectivo de plañideras que, además, cada día hacemos peor nuestra faena.

Crédito de la imagen: Pink Floyd, The wall, en corrente SBL

02 diciembre 2008

La cataplasma y las TIC

No sabría darle nombre, aunque se me vienen a la mente "autoodio" o "endofobia". He detectado este fenómeno en varios blogs educativos relacionados con las nuevas tecnologías o con la innovación educativa. Son compañeros con un alto nivel de exigencia y una gran capacidad crítica ante las tendencias en estos ámbitos. Atacan, con razón la mayor parte de las veces, la frivolidad o la superficialidad en la que estamos cayendo los profesores a la hora de abordar la integración de las TIC en el aula o en la consideración de lo que es verdadera innovación. Es posible que el crecimiento del mundillo TIC nos haga pensar que todo el monte es orégano o que mantener un blog de aula, por ejemplo, nos hace mejores docentes. Quizá esa percepción se deba también a la cantidad de ruido, al ya inabarcable mundo de los blogs de profesores, cada uno distinto, cada uno con una receta particular para mejorar el oficio. En esa marejada de voces se oye de todo, aciertos, errores, banalidades, insensateces... Y de ahí viene el "autoodio": críticas simpáticas o feroces, irónicas o escépticas, soberbias o moralizantes, no hacia esa inmensa proporción de docentes que ven las TIC como quien oye llover, sino contra aquellos que hacen lo que pueden o lo que saben o lo que les dejan.
No sé si este fenómeno es habitual cuando se avecinan cambios metodológicos, pero me preocupa que eche para atrás a quienes empiezan a animarse con las tecnologías educativas o a quienes se han creído lo que marca la LOE. Estamos reclamando, por un lado, que la competencia digital sea un hecho en la realidad educativa y, por otro lado, asustamos a los profanos con aspavientos teóricos. Y así, ahora, tenemos de cara a los escépticos y a los desencantados. Me parece estupendo que avisemos a todo el mundo de que las TIC no son la sala de urgencias de la educación; digámosles que una aspirina, o un blog, no curan la peritonitis de las aulas actuales. Pero, por favor, no espantemos al personal para que vuelvan a las cataplasmas o a los hechizos.

Crédito de la imagen: www.flickr.com/photos/42299665@N00/255028533

28 noviembre 2008

Queremos tanto a Juanjo

El primer libro que leí de Juan José Millás fue El desorden de tu nombre. Era el año 92 y yo comenzaba entonces a tomarme la literatura como algo profesional (luego he descubierto que es más satisfactorio gozar de ella como algo personal). Esta novela me descubrió a un autor extraño, revelador de un mundo impredecible gobernado por casualidades, por situaciones ridículas y absurdas, que, a la vez, estaban regidas por una lógica inapelable.
Poco a poco, me fui aficionando a sus artículos en los periódicos y a su peculiar manera de entender la escritura. Como todo lo relacionado con Millás, una casualidad hizo que en la primera oposición a la que me presenté saliese una columna de Millás, lo que me permitió salvar el trance con dignidad (aunque aprobé, no fue aquella mi ocasión).
A partir de entonces, atisbé que Millás y yo nos habríamos de cruzar en más ocasiones, así que me puse en la seria tarea de leer su obra. Así vinieron La soledad era esto, Tonto, muerto, bastardo e invisible, Papel mojado, Letra muerta (que me acompañó con su ambiente monacal en uno de mis exilios docentes), Números pares, impares e idiotas (del que ya hablé en Tres Tizas hace poco), Cerbero son las sombras, Visión del ahogado, Hay algo que no es como me dicen (una incursión en el absurdo de la política española), No mires debajo de la cama (que sigo recomendando a los bachilleres), El orden alfabético (inevitable para un profesor de lengua), Dos mujeres en Praga, Laura y Julio (con fondo de espejos y realidades paralelas), El mundo (su más reciente y premiada novela), Cuerpo y prótesis, Primavera de luto y distintas colecciones de cuentos y articuentos. No es extraño, pues, que cuando empecé este blog la segunda nota fuese un artículo de Millás, ni que después llegasen otras noticias de sus andanzas.
Después de este repertorio, creo que puedo afirmar con algo de autoridad que Millás es uno los autores más originales de los últimos tiempos y que se ha ganado un lugar destacado en la historia de la literatura contemporánea. También creo que sus relatos cortos tienen más calidad que algunas de sus novelas (que, a veces, da la impresión de que están hechas de retales de sus cuentos). Y me alegro de que le den premios. No sé por qué, a los críticos les suele molestar que un autor que vende muchos libros reciba premios. Está claro que hay premios que están destinados a nuevos valores, pero, no nos engañemos, el Planeta, el Nadal y otras menciones oficiales, están reservados a quienes gustan al gran público, pues es la única manera de que un artista de la palabra llegue a ser famoso (en un país donde sólo los escritores premiados llegan con cuentagotas a los telediarios, siempre salpicados entre una multitud de deportistas -o mejor, futbolistas y toreros-) y se convierta en millonario para asegurarse una jubilación digna (por ello deberían prohibirles escribir algunas de esas novelas agónicas que perpetran sin que nadie les advierta de ello).
Así pues, me satisface que a Millás le hayan dado el Nacional de Narrativa (aunque sea por una novela que, a mi juicio, no destaca especialmente en su producción). Y me alegra que mis alumnos de Bachiller hayan podido compartir un rato de charla con él en un acto cultural que nos sorprendió a todos: un coloquio en el que unos 700 alumnos de secundaria de la provincia de Castellón abarrotaron el Teatro Principal y demostraron que no todas las noticias relacionadas con la educación tienen que ser negativas.

Crédito de la imagen: http://www.donostiakultura.com/upload/dossiers/Millas.JPG

22 noviembre 2008

Ortega y los podcasts

De modo que lo que distingue al Quijote es que es el único libro español no dogmático (...) Esto, en mi opinión, constituye el cimiento eterno del Quijote, libro que será el último que sigan leyendo los hombres cuando hayan quemado todos. Los melancólicos del año 3000, así llamo yo a los hombres únicos que entonces quedarán, cuando de la edad matemática, la Edad del Número actual, pasando por la Edad de la Idea, se llegue a la Edad de la Melancolía -los melancólicos del año 3000 se reunirán en torno a un fonógrafo que con voz andrógina les leerá el cadencioso texto de nuestro libro.

10 de febrero de 1907. Carta inconclusa de Ortega y Gasset a Miguel de Unamuno

¿Estaría pensando Ortega y Gasset en el podcast como recurso educativo?; ¿o más bien se trata de una visión apocalíptica de las TIC avant la lettre? Por si acaso, recomiendo la página de José Luis Gamboa, Podcasts de literatura y, de paso, uno de los trabajos de Potâchov sobre Don Quijote.


Créditos:
Del texto: Epistolario completo Ortega-Unamuno. Edición de Laureano Robles. Ediciones el Arquero. Madrid, 1987, p.162.
De la imagen: www.flickr.com/photos/30733371@N00/697755340

19 noviembre 2008

Lo que la lectura esconde

Todos sabemos de las bondades de la lectura. Cualquier político/a, famoso/a, presentador/a, modelo/a, etc/a. que se precie, al tener que responder sobre sus aficiones, siempre recurre a la lectura como acto sublime de dedicación cultural, muy por encima de ver la tele, participar en saraos y tertulias o cualquier otra forma de vender cuerpo y alma en pública subasta.
Pero, quienes trabajamos a diario con los libros y la lectura sabemos lo difícil que es formar lectores, las horas que conlleva convertir a un adolescente con sobredosis hormonal en un cauto y motivado lector. Podemos, incluso, afirmar que no hace falta que vengan catedráticos de Harvard a recomendarnos que lo mejor para fomentar la lectura es predicar con el ejemplo. Y, sobre todo, sabemos que contamos con un gran enemigo: la pervivencia de estereotipos que asignan a la lectura exclusivamente valores relacionados tópicamente con lo femenino, como la sensibilidad, el sosiego, el buen gusto, el orden, etc.
En mi centro, muy marginal en muchos aspectos, llevamos tiempo trabajando la poesía en los grupos de 2º de ESO, además con un libro ilustrado por Agatha Ruiz de la Prada. Eso nos convierte en una especie de "domadores de la virilidad", "bomberos de la fogosidad masculina" que pretendemos ablandar a los chicos y convertirlos en damiselas. Algunos padres han llegado a cuestionar si esas lecturas son apropiadas (y justificadas pedagógicamente) para sus aguerridos muchachos, más dados a obras como Sandokán o Roberto Alcázar (si tuviesen al menos la capacidad de leerlas enteras). Así que los profesores de literatura (más los hombres, que somos minoría en el gremio), tenemos que batallar con esa sospecha de que tratamos de "ablandar" a las criaturas mediante la lectura, asumiendo, además, que somos también homosexuales o afeminados en ciernes.
Por si fuera poco, en una red social en la que acabo de ser invitado y en la que os animo a participar, me he encontrado que los anuncios de Google, muy mirados con eso de dirigirse a objetivos potenciales, apuntan a lo que acabo de explicar. Pues ofrecer contactos gays en una red que se denomina Lecturas y lectores es dar por sentado aquella concepción social trasnochada en la que un hombre con un libro algo raro esconde.
Pinchar sobre la imagen para verla ampliada

Crédito de la imagen de portada: www.flickr.com/photos/84251591@N00/2804355087

12 noviembre 2008

El peso de las aceitunas

En Digitalia, los legisladores habían decidido apostar por la modernidad en la educación. Hasta entonces, los niños habían recibido sus clases en barras de bar, sobre taburetes y con un plato de aceitunas delante, tal y como se había venido haciendo desde tiempos inmemoriales con resultados aceptables que, ahora, muchos ponían en tela de juicio. De hecho, los veteranos y algunos eminentes pedagogos cuestionaban cualquier modernización arguyendo que "no hay mejor manera de aprender que acodado en una barra y degustando unas olivitas".
El Ministerio de Educación y Juegos de Azar de Digitalia había decidido, sin embargo, adaptarse a los nuevos tiempos y proponía en su ley la incorporación inmediata de aulas, pupitres y pizarras. Se decía que, si los alumnos disponían de un entorno favorable y unas herramientas poderosas como eran la pizarra y la tiza, podrían enfrentarse mejor a los retos del futuro.
Para ello, dotaron a los centros educativos de un aula, una, con quince pupitres y una pizarra (puede que algunos grupos fuesen más numerosos, pero siempre podrían compartir silla). Algunos centros experimentales que ya disponían de este avanzado equipamiento, ampliaron la dotación e, incluso, consiguieron pizarras y juegos de tizas portátiles.
Sin embargo, la mayor parte de colegios e institutos mantenían la estructura clásica de interminables barras de bar con sus filas de taburetes y sus rimeros de platos de aceitunas. Algunos profesores innovadores plantearon sus dudas acerca de la imposibilidad de que todos los alumnos acudiesen al "aula de tiza" como ya la llamaban en los círculos profesionales. Era difícil organizar los grupos para ir allí y para que los alumnos permaneciesen en silencio sin protestar porque no tenían delante el plato de olivas. Otros, directamente, se declararon objetores: "la tiza me produce asma", "la pizarra me da dentera", "no sé explicar sin aceitunas"...
Las administraciones educativas no sabían qué hacer. Por un lado, querían darse ese baño de modernidad que les exigía su participación en la Comunidad Digital Europea, pero, por otro, sabían que dotar de pizarras y tizas a todos sería costoso; además, ¿y si los alumnos ensuciaban las pizarras con lo caras que eran, o las rompían?; ¿no se llevarían los profesores las tizas a sus casas?; y los borradores, tan blanditos, ¿no acabarían como limpiadores de hogar? Para colmo de desgracias, introducir las pizarras, las aulas y los pupitres acabaría definitivamente con aquellos profesores castizos que basaban su pedagogía únicamente en el intercambio dialéctico y en el sagaz cruce de miradas sobre el plato de aceitunas. ¿Sabrían todos escribir un esquema en la pizarra? ¿Podrían borrar sin dejar huella?
El ministerio decidió obligar por ley el desarrollo de competencias básicas, entre las que se encontraba la Competencia de manejo del yeso educativo o educación pizarro-visual, que venía a exigir la incorporación de este tipo de metodología en la enseñanza. Pero, los docentes, como quien oye llover, seguían con sus prácticas arcanas. Unos por comodidad, otros por ignorancia, otros porque ni siquiera se habían leído la ley, y muchos porque consideraban que la aplicación práctica era imposible. Efectivamente, muy pronto hubo las primeras reyertas por el uso de la tiza, los primeros conatos de rebelión de alumnos que se negaban a abandonar los cómodos pupitres para volver a los taburetes de bar, los primeros robos de cajas de tizas... Quienes se aventuraban en las nuevas metodologías se arriesgaban a sufrir las burlas y desdenes de sus colegas "tradicionalistas". Incluso, entre los más innovadores se formaron facciones enfrentadas: quienes reivindicaban un respeto y dignidad a su valentía, y quienes propugnaban una especie de "misticismo del yeso" y preferían, por tanto, mantenerse alejados de cualquier interacción con la realidad de las barras de bar.
Lo cierto es que, después de unos años de intentos vanos (reparto de pizarritas individuales, suministro indiscriminado de tizas, dotación de pizarras plegables en distintos colores -negro y verde oscuro-), la enseñanza en Digitalia seguía centrada alrededor del plato de olivas. Y los gurús del oficio se decían entre ellos:
"No sé qué pasa, que los niños ya no aprenden como antes... Quizá haya que cambiar de marca de aceitunas".

Crédito de la imagen: www.flickr.com/photos/26674381@N00/16039761

10 noviembre 2008

Existimos

Dicen que, si no sales en El País, no existes. Así que existimos:

Pasión por la tecnología (que no trata precisamente de tecnología).

Ahora falta que, además, nos presten atención de vez en cuando.

P.D: También han publicado un artículo sobre el manifiesto No es verdad:

La escuela fracasa porque está obsoleta

06 noviembre 2008

Letras para las Ciencias

Hay en Castelló de la Plana una casa con una placa en la puerta en la que se explica que en ella murió Pierre Méchain. Muchos de mis alumnos habrán pasado cientos de veces ante ella y pocos se habrán molestado en averiguar qué tiene de particular que un francés del siglo XVIII muriese tan lejos de su hogar y cuál sería su hazaña para que alguien le dedicase una placa conmemorativa.
Os aseguro que es apasionante la historia de este astrónomo que ocupó su vida midiendo, a través de costosas triangulaciones, el meridiano de París; además, la podemos recomendar a nuestros alumnos a través de la lectura de la novela La medida del mundo, de Denis Guedj.
Intento cada año (al menos con los de Bachiller) que se animen a leer libros de divulgación científica o, como en este caso, novelas con trasfondo matemático, pero no les hace mucha gracia que el profesor de lengua les mande leer obras relacionadas con la ciencia: ya bastante tienen con leer novelas juveniles como para enterarse, además, de que el Meridiano de Greenwich quizá atraviese algunas de sus casas.
Si hacemos caso de la ley, encontramos en la LOE muchas referencias al asunto de las competencias básicas y en ellas se pone de manifiesto que se han de trabajar desde todas las áreas del currículo. Eso afecta, pues, al tratamiento de las ciencias en las asignaturas de letras y viceversa. Sin embargo, he comprobado que, a la hora de realizar las programaciones, pocas veces nos lo tomamos en serio. Quizá, la competencia que más cuesta integrar en el área de lengua es la competencia matemática. De modo que aprovecharé el espacio "Te cedo la palabra" que me han ofrecido desde Tres Tizas para proponer algunas ideas al respecto. Y eso lo podréis leer allí muy pronto. ¿Podréis esperar (60 x 60 x 24 x 3) segundos aproximadamente?

ACTUALIZACIÓN 10/11/08:

Ya tenéis publicado el artículo en Tres Tizas.


03 noviembre 2008

Para no hechar gota

En esta entrada número 300 del blog, hubiese querido hacer apología de la lengua, ese material con el que trabajamos todos los días y que constituye la esencia y la especificidad del ser humano. Sin embargo, mientras me inspiraba sobre ello viendo la película de Barbie, La princesa y la costurera, encontré este menú:

Heché un vistazo para ver si el DVD era pirata y por tanto no habían podido pagarle a un traductor con título, pero no, era original: se ve que los de Mattel, como Disney, también tienen congelado el cerebro.
Acudí, pues, a mi otra fuente de inspiración: El diario Mediterráneo:

Efectivamente, los cirujanos hacen cirujía, porque, si no, serían ciruganos...
Comprobé los recursos de la RAE, por si, de repente, habían abolido la ortografía y no me había enterado, pero todo estaba allí, como siempre e incluso mejor y más fácil.
De modo que, visto lo visto, desistí de redactar cualquier apología de la lengua y me propuse dedicarme a las matemáticas. Y sobre ello hablaré muy pronto.

29 octubre 2008

Móviles y retretes, una vez más

Leyendo esa joya de la diversión diaria que es el periódico 20 minutos, me encuentro con esta noticia:

Atrapado en el váter de un tren cuando intentaba rescatar su teléfono móvil

Lo que me lleva a las siguientes conclusiones:

Y, por supuesto, queda claro que el protagonista de la noticia no había trabajado en clase de lengua mi actividad del móvil y el metro de Nueva York.

Crédito de la imagen: www.flickr.com/photos/47379017@N00/2109131640

24 octubre 2008

Pasarse de listos

El miércoles emitieron en TV3 un documental sobre superdotados. A pesar del tono desenfadado y de su brevedad, quedaron bastante claras algunas cuestiones que afectan a ese 2% de la población que se sitúa al este de la campana de Gauss (vid. infra) y que resumo brevemente:
  • Sólo se identifica a una proporción mínima de los superdotados y, generalmente, cuando ya es tarde para ayudarlos en su formación.
  • Ser superdotado no supone ninguna ventaja social ni emocional respecto al resto de la población.
  • El superdotado es diferente, pero su capacidad no lo hace ni más feliz ni más desgraciado que cualquier otra persona.
  • La convivencia con un superdotado suele ser, en ocasiones, bastante compleja.
Del intrincado laberinto de la superdotación (en el que no faltan arribistas como en cualquier otro ámbito), me interesa especialmente la atención de los superdotados en el ámbito educativo. Dice la LOE en el Título II, Capítulo I:
ALUMNADO CON ALTAS CAPACIDADES INTELECTUALES

Artículo 76. Ámbito.

Corresponde a las Administraciones educativas adoptar las medidas necesarias para identificar al alumnado con altas capacidades intelectuales y valorar de forma temprana sus necesidades. Asimismo, les corresponde adoptar planes de actuación adecuados a dichas necesidades.

Artículo 77. Escolarización.

El Gobierno, previa consulta a las Comunidades Autónomas, establecerá las normas para flexibilizar la duración de cada una de las etapas del sistema educativo para los alumnos con altas capacidades intelectuales, con independencia de su edad.
Si hacemos caso de las estadísticas, hay un 2% de alumnos superdotados en nuestras aulas. Eso quiere decir que por cada dos grupos de 25 alumnos/as debería haber un/a superdotado/a. Y eso significa también que, en la mayoría de casos, por cada Adaptación Curricular Significativa (ACIS) que se formaliza por problemas de limitación intelectiva, debería realizarse otra por superación de los estándares. Como esto no es así, lo que suele ocurrir es que aquellos alumnos superdotados que se aburren en clase desde muy temprano (ya en Primaria) acaban desconectando y se ven abocados al fracaso escolar. Muchos, además, intentan pasar desapercibidos para no generar rechazo del grupo, de modo que es aún más difícil detectarlos. Curiosamente, las chicas son las que más empeño ponen en disimular sus capacidades.
Lo peor de todo ello es que casi ningún docente está preparado para detectar alumnos superdotados y, mucho menos para realizar adaptaciones curriculares a su medida. Y aunque lo hiciese, es complicadísimo conseguir una mejora real para el alumno, pues no siempre es recomendable la aceleración (pasar al curso siguiente). En la mayoría de casos, todo se reduce a comentarios en las evaluaciones: "Es tan listo/a como vago", "si quisiera, podría ser el primero de la clase", etc.; para algunos de ellos ese querer es no poder.
He preparado una página con algunos enlaces para quien quiera ampliar información. En ella, os recomiendo que veáis el documental Al este de la campana de Gauss, porque muestra los problemas a los que se enfrentan algunos niños con superdotación y que reclaman la misma atención que pueden tener quienes están al otro lado de la campana y ya reciben asistencia. También podéis visitar la página de Mensa, una asociación internacional que funciona como red social y punto de encuentro de superdotados.

Más información:
Superdotación

Crédito de la imagen: http://www.flickr.com/photos/98067196@N00/124243332

21 octubre 2008

Expertos en el concepto

Somos una curiosa especie los profesores TIC, casi lo mismo que aquellos a quienes criticamos por no actualizarse con las nuevas tecnologías. Tanto en los foros como en las redes sociales o en nuestros blogs, nos quejamos de nuestros compañeros que se resisten a incorporar las TIC al aula, e incluso la emprendemos a golpes con otros que toman caminos equivocados o un tanto friquis.
Lo cierto es que los raros somos nosotros, porque nadamos todavía a contracorriente. Me consta que en algunos planes de estudio universitarios se imparten contenidos relacionados con las nuevas tecnologías aplicadas a la enseñanza (por ejemplo, Jordi Adell con sus futuros maestros y maestras), pero en la mayoría de las licenciaturas que nutren de docentes la Secundaria me parece que todavía no se lo han tomado tan en serio.
En mi caso, acabé la carrera de Filología en el año 97. Todos sabíamos ya que la salida profesional más evidente era la Enseñanza Secundaria, pero los planes de estudio no recogían ni una sola asignatura relacionada con la Didáctica y, mucho menos, con las nuevas tecnologías, que por entonces empezaban a funcionar. Todo era investigación crítica y contenidos teóricos (por no hablar de esos grandiosos bustos parlantes que, incluso, se rebajaban a dictar apuntes a la masa). La pedagogía y sus entresijos quedaban para el CAP, donde otorgaban títulos a alumnos amodorrados aunque no pisasen un aula. Es como si a un médico lo sentasen toda la carrera frente a un microscopio o pasando hojas de incunables de Galeno y, al acabar, le pidiesen que tomara la tensión o prescribiera una receta.
Podría haber terminado la carrera sin tener ordenador, entregando trabajos al más puro estilo del corta y pega amanuense (como lo hicieron algunos de mis compañeros); de hecho, los trabajos universitarios alimentaban ese gusto por los tomos polvorientos que había que copiar antes de que desintegrasen. Pero, un día se me presentó una visión: internet iba a ser el futuro y había que subirse al tren cuanto antes; y lo hice. Y no era fácil, porque la investigación universitaria siempre se ha mostrado recelosa de divulgar sus conocimientos, como si estuviesen vedados a los profanos (todavía es difícil encontrar publicaciones universitarias de acceso libre en internet). En la facultad, sólo tuve ocasión de conocer las nuevas tecnologías en el ámbito académico cuando cursaba ya Tercer Ciclo, gracias a José Luis Canet, quien había pasado por la gestión de la biblioteca universitaria y había comprendido que colgar los contenidos en la red era más que razonable. En su curso de doctorado aprendí a editar textos en formato electrónico y, gracias a ello, me acostumbré a lidiar con el HTML.
Reconozco que de eso hace ya unos diez años, que cualquier profesor ha tenido a estas alturas oportunidad de reciclarse y que pocas excusas hay para no hacerlo. Pero también es necesario entender que las universidades han mantenido (o siguen manteniendo) planteamientos académicos obsoletos con los que muchas generaciones de docentes se han convertido en expertos en asuntos que nunca aprovecharán en el aula y, lo que es peor, a quienes no se les habrá preparado para su oficio del futuro. Y para ellos, los raros seguimos siendo nosotros, pues piensan que ser expertos en el concepto es mejor que peritos en la práctica y nadie se ha molestado en enseñarles lo contrario.

Crédito de la imagen: www.flickr.com/photos/94428706@N00/69298285

15 octubre 2008

El efecto acera

Hay dos clases de docentes: aquél cuyos antiguos alumnos cruzan de acera para saludarlo; y otro cuyos alumnos cruzan de acera para evitarlo.
La docencia sólo tiene sentido para uno de ellos.
¿Por qué acera caminamos?


Crédito de la imagen: www.flickr.com/photos/33118749@N00/1477037655

03 octubre 2008

De todo un poco

Las normas más elementales de escritura en los blogs desaconsejan escribir artículos con asuntos heterogéneos. Pero, cuando se me acumulan demasiadas cosas a lo largo de los días, prefiero contravenir la netiqueta y publicar estas notas cajón de sastre:
Terminé el curso que impartía en el CEFIRE de Castellón. Los últimos días estuvimos experimentando con algunas propuestas como el manual ortográfico, la caza de gazapos o la fotonovela.
Durante este curso, desde el Departamento de Castellano coordinaremos la revista de centro, que pretende ser un instrumento de integración del instituto con otras asociaciones del barrio. El próximo número estará dedicado al Planeta Tierra. Aunque hemos empezado con un blog, se aceptan sugerencias para la confección y difusión digital.
A muchos profesores nos gustaría que se nos reconociese el trabajo durante todo el año y no sólo un día. Especialmente interesante y polémica la reflexión de Antonio Avendaño: "Los padres nunca debieron salir de casa".

¿Red centrípeta o red centrífuga? Interesante artículo en el diario Público sobre la lucha entre Microsoft y Google, o sobre dos maneras muy distintas de entender el futuro.

Crédito de la imagen: www.flickr.com/photos/19907278@N00/46051506

01 octubre 2008

Imagina ser profesor TIC

Debemos agradecer a nuestras administraciones educativas ese esfuerzo supremo por que los profesores desarrollemos una imaginación desbordada a la hora de cumplir con nuestro trabajo. Por ejemplo, en mi centro, somos cinco profesores de distintas áreas los que impartimos la nueva asignatura de Trabajo monográfico de investigación para 4º de ESO, una asignatura especialmente diseñada para trabajar con las nuevas tecnologías, o al menos eso creo (¿o quizá los legisladores pensaban en investigación escolástica y no escolar?). Los cinco tenemos la misma hora para impartirla lo que obliga a utilizar las aulas convencionales, pues no están libres ni el aula de informática, ni su desdoble, ni siquiera la biblioteca. Por ello, se supone que el trabajo de investigación se convertirá en un reciclado de fotocopias diversas para trabajar en el aula. Así, todo un curso...
Pero -y aquí entra en juego la imaginación-, si eres lo suficientemente rápido y te adelantas al resto de compañeros -espero que no lean esto-, también se puede usar el aula móvil virtual, un carrito de portátiles que se puede llevar a un aula normal. Hoy, cual dispensador de almuerzos de un cátering, lo he utilizado con mis alumnos: ello me obliga a entrar un rato antes de mi hora habitual para asegurarme de que los portátiles están cargados y para preparar el cañón y la pizarra desplegable; cuando acaba la clase anterior, corro en busca de dos o tres alumnos del grupo para que me ayuden a llevar el carro, avisar al conserje para que nos dé la llave del ascensor; montar el cañón y la pizarra (ya tengo algún alumno del año pasado experto en la materia) nos ocupa otros cinco minutos; mientras, reparto los portátiles; algunos no se conectan bien porque la wifi tiene serias dificultades para atravesar los muros de este antiguo cuartel; sustituyo los portátiles que no arrancan por otros. Pasados veinte minutos, parece que todos pueden conectarse. Conseguimos, con suerte, crear una cuenta de usuario en Google. Pero ya quedan sólo cinco minutos y hay que recoger. Desmonta, guarda y devuelve todo a su sitio (nos comemos cinco minutos de la siguiente hora; suerte que no tengo clase a continuación).
Sigo pensando que, en estas condiciones, todas las referencias que aparecen en la legislación educativa referidas a la competencia digital y el tratamiento de la información son una especie de broma jurídica, al menos hasta que no exista la igualdad TIC educativa. Reconozco que me gusta esta mala vida que nos dan las TIC y creo que a mis alumnos también. Pero, si no fuese así, preferiría no tener que estrujarme de este modo la cabeza y apañarme con unas fotocopias polvorientas.

Crédito de la imagen: www.flickr.com/photos/26572975@N00/546386745

26 septiembre 2008

Mea culpa

Arrastro toda la semana un gran complejo de culpabilidad: creo que estoy formando una secta de profesores friquis. Ya sabéis que, de tanto en tanto, imparto cursos relacionados con las TIC y en ellos me deshago en alabanzas de las aplicaciones tecnológicas en el aula (a pesar de las carencias más que evidentes de algunos centros educativos -como el mío- en este sentido). Estos días en los que estamos con la ortografía y las TIC, unos aguerridos profesores (casi mejor decir profesoras, pues son mayoría aplastante) se pelean con los mil inconvenientes que surgen en esto de la interactividad, las cuentas de usuario, los plugin de flash, etc. (nos hemos acostumbrado a instalar todos los días el Firefox 3, pues el aula de informática se empeña en desinstalar todo por la noche, y andamos ya como Sísifo).
Los veo y las veo pelearse con páginas que se resisten a ser cargadas, con programas que no quieren instalarse bien o tienen ficheros corruptos (¿hasta aquí la política?), con imágenes que ocupan mucho o se ven poco. Sé, por experiencia, que algunos no seguirán más allá de lo que veamos en el curso, pero otros y otras, lamentablemente, habrán caído en las redes TIC, en este universo de profesores que ocultan su condición de docente de día y bloguero de noche, vendiendo sus experiencias por un puñado de comentarios.
Me siento culpable porque gentes de bien, como Balma, Lorena, Mayte, Carmina y tantos otros, han sido ya abducidas por esta pasión por las TIC, de la que no podrán librarse. Espero que algún día, a todos esos docentes que se han atrevido a modernizarse y a innovar les llegue el reconocimiento que merecen. Mientras tanto, me seguiré sintiendo culpable por haberlos convertido en un poco friquis.
Crédito de la imagen: http://www.flickr.com/photos/49754617@N00/22690346

22 septiembre 2008

Ignacio Soldevila

Ha muerto Ignacio Soldevila. Era hispanista y casi un desconocido, pues se prodigaba poco en los cenáculos críticos, vencido más por su modestia que por la calidad de su obra, inmensa, exhaustiva y rigurosa. Parece que fue ayer (¡qué frases más tópicas a ciertas edades!) cuando lo conocí y le pedí que me firmase su libro sobre la obra narrativa de Max Aub, un estudio que ha sido durante muchos años referente fundamental para el conocimiento de nuestro escritor exiliado, y han pasado ya quince años. Lo recuerdo vivamente en el transcurso del "I Congreso Internacional Max Aub y el laberinto español", en la Universidad de Valencia, en la Fundación Max Aub de Segorbe. Mi amigo Javi Lluch y yo, a la sazón cándidos estudiantes de 2º de Filología, le manifestábamos nuestra admiración por su trabajo, y él, modesto y casi avergonzado, nos animaba para que fuésemos el relevo generacional en la recuperación de Max Aub y su obra. Mis pasos se han encaminado hacia otros derroteros, pero Javi Lluch ha cumplido con aquel compromiso y se ha convertido en un digno sucesor de Ignacio Soldevila, investigador inagotable sobre Max Aub y su época. Me decía hoy Javi que acabaron siendo más que colegas y que su muerte nos priva de un auténtico humanista; también para él han resucitado aquellos recuerdos tan lejanos y cercanos a la vez.
Y también los dos nos hemos acordado de un cuentecillo que escribí por aquellos días. En el relato especulaba con una hipotética caída de Javi, después de una opípara comida en Segorbe, en la que arrastraba a Ignacio y a ciertos catedráticos universitarios que organizaban el congreso; a raíz de ello, a mi amigo lo desterraban a Italia. Uno de los personajes, precisamente el que vuela hasta Québec al principio, era Ignacio Soldevila. Ahora ha llegado a su destino y quedamos nosotros aquí, de verdad, desterrados de los años pasados.

Más información:

21 septiembre 2008

Tinta o tecla

Llevo unos días liado con un curso sobre Ortografía y TIC. Lo mejor de enseñar es que casi siempre acaba uno aprendiendo mucho más de lo que creía saber. Pero también suele ocurrir que surgen dudas donde menos te lo esperas. Me ha pasado al escribir una nota en mi blog De textos, en el que procuro dar soporte logístico al curso. Escribía allí:
Bastantes profesores se muestran reacios a que los alumnos usen procesadores de texto con el argumento de que escribirán peor que si se acostumbran a escribir todos sus trabajos a mano. Sin embargo, tal como está la sociedad, lo normal será que escriban casi siempre en un ordenador, de modo que, a partir de cierta edad (creo que los trece o catorce años es razonable), conviene que usen de manera habitual el procesador de textos (...) hay que emplear el sentido común y tratar de concienciar al alumno para que entienda que los correctores son sólo herramientas para ayudarlo a escribir y nunca podrán sustituir sus conocimientos sobre la lengua (...)
No parece muy lógico seguir por muchos años con una práctica de escritura basada en el lápiz y el papel cuando la educación se encamina a la integración de las nuevas tecnologías. ¿Por qué pedimos trabajos a mano si lo correcto en la vida real es entregarlos en formato electrónico? ¿Hasta cuándo es recomendable que un alumno mantenga esos hábitos de educación primaria?
Los profesores tenemos miedo de que un alumno que no ejercita la escritura a mano pueda convertirse en un esclavo del corta y pega con el ratón. Sin embargo, la experiencia parece demostrar que los alumnos de secundaria que manejan desde temprana edad los procesadores de textos escriben igual o mejor que sus compañeros de "escritura convencional".
Creo que si hubiese ordenadores en las aulas y su uso educativo fuese una práctica natural, mejoraría la expresión escrita de los estudiantes de secundaria. Habría que revisar sus escritos, adiestrarlos en el uso correcto de las tipografías, de los correctores ortográficos, de las normas de presentación. Sin embargo, tal y como están las dotaciones tecnológicas hoy día, esa labor tendrían que hacerla en casa, lo que nos lleva a sospechar de una mala praxis en casi todos los casos.
Si pudiésemos trabajar la escritura académica mediante los procesadores de texto, la redacción discurriría por dos vertientes distintas y complementarias: una formal dirigida al ámbito público y otra de carácter privado en la que tendría cabida la imaginación, lo plástico, lo improvisado. De ahí, tal vez la escritura a mano cobraría nueva vida: las notas al margen, las cartas personales, los poemas, etc. Algo que, como profesores, nos alegraría la vista y nos evitaría muchas páginas emborronadas.

Crédito de la imagen: www.flickr.com/photos/56591156@N00/2110975557

11 septiembre 2008

¿Por qué no?

La escuela que tenemos no es perfecta, claro, pero tampoco está mal. Todavía recuerdo hace años lo mal que estaban las cosas. Todo el mundo se quejaba porque la enseñanza no se había puesto al día. Las cosas empezaron a ir mejor a partir del 2015, cuando se creó el ADIE, el Administrador de Infraestructuras Educativas, el órgano dependiente del Ministerio de Educación que se encarga de la construcción, mantenimiento y gestión de toda la infraestructura educativa pública. Esto sólo fue posible cuando los partidos políticos decidieron dejar la educación fuera de sus trifulcas electorales. Se había creado también un comité de expertos (formado por profesores, padres, pedagogos y otros agentes sociales) que estableció un plan de acción a largo plazo que marcaría las bases de las leyes educativas con independencia del color político que gobernase.
El ADIE se ocupó de forjar una red pública de centros multifuncionales. A los centros concertados se les ofreció la posibilidad de incorporarse a la red pública en régimen de concesión, siempre que suscribiesen los principios educativos de la educación pública (laica y no discriminatoria). Los centros educativos, además de la actividad formativa que les está asignada (Infantil, Primaria, Secundaria, etc.), ofrecen servicios socio-educativos, como escuelas matutinas y vespertinas, escuela de padres, academia de repaso, actividades deportivas y culturales. Todo esto se consiguió mediante la concesión de determinados servicios y espacios a empresas privadas que podían disponer de estos equipamientos públicos (al igual que ocurre con estaciones de tren o aeropuertos). Por supuesto, todo ello exigía la creación de nuevos empleos, pues los centros educativos no podían estar a cargo exclusivamente del director o del conserje; un gerente administra ahora el personal y asegura que todo funciona como es debido. Esto ha permitido que los docentes se liberen de conflictos de personal y se puedan dedicar a su oficio formativo.
Hoy, un estudiante dispone de un centro educativo en el que puede pasar todo el día, desde las 7 de la mañana a las 10 de la noche. Hay servicio de restaurante y bar; tiene posibilidad de quedarse a clases de refuerzo por la tarde, con personal especializado; puede participar en actividades deportivas o utilizar la biblioteca escolar sin límite de tiempo. Y, lo mejor de todo, sabe que eso no cambiará ni cuando pase de curso ni cuando mude su domicilio, pues el Ministerio de Educación ha establecido unos estándares de calidad (equipamientos, servicios, enseñanzas mínimas, sueldos de los empleados, etc.) comunes para todo el territorio nacional, independientemente de los gobiernos autónomos.
En cuanto a los libros de texto, ya sabéis que desaparecieron definitivamente en el 2020, cuando todos los alumnos llevaban ya su ordenador personal en el que encontraban todo lo que tenían que aprender, eso sí, con ayuda de sus modernos profesores.
Crédito de la imagen: www.flickr.com/photos/8107002@N03/1050167155

08 septiembre 2008

Qué leyeron mis alumnos

Hace un año ofrecí una base de datos de todas las lecturas de mis alumnos a lo largo del curso. Esta vez he esperado a septiembre para incluir los libros entregados a última hora. La lista sobrepasa los cien títulos y la tenéis disponible en una base de datos ordenada por niveles (el enlace está al final de esta nota).
Como breve resumen, ofrezco una selección con algunos de los libros más repetidos (os recuerdo que son todos los libros leídos a lo largo del curso, no los que más les han gustado, de los que ya hablé en junio):

Para primer ciclo de ESO:
  • El valle de los lobos (y, en general, la saga de las Crónicas de la Torre), de Laura Gallego (SM).
  • Carlota, así es la vida, de Gemma Lienas (SM).
  • Lobo negro, un skin, de Marie Hagemann (Alfaguara).
  • 97 formas de decir "te quiero", de Jordi Sierra i Fabra (Bruño).
  • La voz de los sueños y otros cuentos, de Hugh Lupton (Vicens-Vives).
  • Relatos de fantasmas, de Steven Zorn (Vicens-Vives).
Para segundo ciclo de ESO:
  • Espiral, de Marinella Terzi (Edelvives).
  • El Príncipe de la Niebla, de Carlos Ruiz-Zafón (Planeta).
  • Llámalo X, de Marinella Terzi (SM)
  • Eskoria, de Alfredo Gómez Cerdá (SM).
  • La muerte del cisne, de Fernando Lalana (Alfaguara).
Para Bachillerato:
  • Como agua para chocolate, de Laura Esquivel (Debolsillo).
  • Donde el corazón te lleve, de Susanna Tamaro (Seix Barral).
  • Pasión india, de Javier Moro (Seix Barral).
  • La autopista del sur y otros cuentos, de Julio Cortázar (Bruño).
Y, además, os recuerdo que en anteriores notas he hablado de otras lecturas juveniles sobre las que trabajaré el próximo curso. También Elisa Armas ha dado ya su lista particular. A ver si os animáis y compartís experiencias.

Descargar base de datos Access (mdb): Lecturas curso 07-08

Crédito de la imagen: http://www.flickr.com/photos/79874304@N00/302558059

01 septiembre 2008

Cuentos chinos

Llega septiembre y no paran de hablar de los síndromes postvacacionales. Al final, nos convencerán de que es mejor no tomarse vacaciones para evitar tanto malestar.
Para aliviar tensiones, ahí va mi peliculita de chinos:
Y puedes hacer el tuyo (incluso permite subtitular con acentos)

(Vía The Generator Blog)

24 agosto 2008

Apurando lecturas

Con apenas una semana por delante para empezar otro curso, percibo que he desconectado muy poco, aunque al menos he aprovechado para leer bastante. He aplicado la técnica del sándwich: varios libritos finos y ligeros entre gruesas rebanadas de novelones. De algunos ya he hablado en notas anteriores, pero no me quiero dejar en el tintero otros que pueden servir para recomendar en clase. Así que aquí va otra retahíla de lecturas:
  • El diablo en el túnel. Assumpta Garcia Mas (Edebé). En las obras del metro, aparecen unos restos extraños... Es una historia que parece una puesta al día de alguna novela de Julio Verne, con misterio y con algo de utopía. El final es bastante efectista, pero aguanta el tirón de la intriga. Para 2º o 3º de ESO.
  • La venganza de los museilines. Francisco Díaz Valladares (Bruño). Un secuestro y una búsqueda en el desierto jordano... Me parece un poco sosa, con un desenlace apresurado y un tanto confuso. Quizá pueda interesar a los amantes de las culturas de Oriente Próximo, pero creo que le falta empuje.
  • El caso del artista cruel. Elia Barceló (Edebé). Un pintor moderno y un poco desequilibrado se ve envuelto en un asesinato... Trabaja bien las conductas de los personajes y los hace creíbles a pesar de sus exageraciones. Es un poco previsible, pero está bien resuelto. Permite acercarse al mundo de las galerías de arte y de los estudiantes en el extranjero. Buena para 3º ESO.
  • El misterio de los cachorros desaparecidos. Pilar López Bernués (Bruño). Unos cachorritos aparecen y desaparecen mientras unos neonazis andan al acecho... Novela muy ligera, ideal para los de 1º de ESO.
  • Una casa con encanto. Cristina Macía (Edebé). Una herencia de una anciana un poco rara mantendrá enredada a una chica bastante escéptica. El atractivo de esta historia es su protagonista principal, irónica, ingeniosa, rebelde... Es un relato sin grandes pretensiones y que quizá por ello se mantiene fresco. Puede funcionar en 2º de ESO.
  • Ordenadores con bandera pirata. César Fernández García (Bruño). Los ordenadores del aula de informática hablan conmigo... Una historia bastante flojita que abusa de la tecnología. Sólo para alumnos de 1º de ESO a los que les guste la informática.
  • La soga del muerto. Blanca Álvarez (Edebé). Una joven profesora, atormentada por problemas familiares, se ve envuelta en una intriga de los laboratorios químicos... Tiene el atractivo de incluir personajes que llaman la atención: un policía honesto, un alumno rebelde pero leal, un hacker... Mantiene muy bien el ritmo de la intriga, pero, como suele ser habitual en estos casos, abusa del ingenio de sus protagonistas. Vale para 2º o 3º de ESO.
  • El Horla y otros cuentos fantásticos. Guy de Maupassant (Alianza). A pesar de que algunos relatos han perdido la frescura que tendrían en su época, vale la pena rescatar los cuentos de Maupassant para los estudiantes más avanzados. Para buenos lectores de 4º de ESO y Bachillerato.

Y me quedan algunos que he leído y que no recomendaré por distintas razones.
El gusano del mezcal, de Miguel Sandín (Edebé) es una novela con demasiadas ambiciones (metaliteratura, novela de intriga, novela de amor, folletín...) que no satisface plenamente. Creo que le sobran páginas y que abusa de los mexicanismos. Pensaba que podría ser un aceptable best-seller, pero se queda un poco corto.
Viajes con Heródoto, de Ryszard Kapuscinski (Anagrama), es una delicia para los amantes de la historiografía clásica y el periodismo actual. Exige un lector competente y siempre cómplice, algo difícil de hallar en las aulas.
Crash, de J.G. Ballard (Minotauro); pensé que algo de ciencia-ficción podría funcionar, pero esta novela no es una anti-utopía adecuada para el ámbito académico, a menos que uno quiera echarse encima a la asociación de padres y madres en pleno.
La piedra lunar, de Wilkie Collins, no recomendable básicamente por su extensión; a mí me tiene, de momento, atrapado en esa narración tan británica del siglo XIX. Espero acabarla a tiempo, antes de que se agote este verano fugaz.