26 mayo 2024

Mayor de edad

Tal día como hoy, hace 18 años, me ponía delante del ordenador y creaba este blog con la idea de compartir ideas y experiencias de aula, con el ánimo de reflexionar sobre la educación y la lengua y literatura, con la esperanza de ser cada día un poquito mejor como profesional. He contado desde aquí las alegrías de la web 2.0, la satisfacción de conocer a grandes colegas que han acabado siendo buenos amigos, el orgullo de participar en proyectos colaborativos llenos de ilusión. He visto morir y renacer varias veces los blogs educativos y he sido testigo de la aparición de redes sociales que han ido reconfigurando las publicaciones aquí. En estos dieciocho años han cambiado varias veces las leyes educativas, mientras en las aulas casi todo seguía igual de mal o igual de bien, depende de los centros, depende de las personas. He vivido huelgas y manifestaciones, me he indignado y, por reclamar recursos, casi me han expedientado. He asumido responsabilidades diversas en mi centro y fuera de él, desde coordinaciones y jefatura de departamento hasta la dirección del IES Bovalar, en la que llevo ya ocho años y en la que me esperan otros cuatro. He participado en un sinfín de cursos y jornadas, como asistente y como ponente, he escrito un libro y he publicado numerosos artículos en diferentes medios. En los últimos años, el rimo de trabajo apenas deja tiempo para escribir aquí, pero mantengo las reseñas mensuales de lecturas añejas, las ya veteranas sesquidécadas, además de algunas otras reseñas de cine o literatura. No sé cuántos años más le quedan por cumplir a este blog, tal vez hasta mi jubilación o tal vez más allá si las ganas y la salud lo permiten. Hasta entonces, mil gracias a los que aún seguís pasando por aquí, aunque sea muy de vez en cuando. 

Crédito de la imagen: Stephan Mosel -18-

19 mayo 2024

Sesquidécada: mayo 2009

En mayo del 2009 leí una obra sobre las andanzas de un taxista en El Cairo, un relato japonés sobre un niño que muere de hambre (y que luego se convertiría en una película de animación) y una novela negra ambientada en Letonia. Entre tanta multiculturalidad, sin embargo, la lectura que más huella me dejó fue un cómic de un autor poco conocido en aquel momento, pero que con los años se convertiría en un referente de la novela gráfica: Paco Roca. Su novela Arrugas causó sensación y contribuyó a dignificar un género que seguía siendo minoritario, un género que seguía siendo considerado poco serio, poco prestigioso para las lecturas canónicas, por ejemplo, de los institutos. En este sentido, también fue la adaptación cinematográfica de Arrugas una de las primeras obras que pusieron en marcha la Tribu 2.0 y Mercedes Ruiz en su reivindicación del binomio Cine y Educación.

Arrugas retrata de manera magistral el alzhéimer de su protagonista, y lo hace a través de un relato sencillo, alejado del sensacionalismo, pero sin renunciar a mostrar un tema con serias implicaciones sociales y familiares. Paco Roca contribuye así a la concienciación y la sensibilización ante esta enfermedad, utilizando el dibujo y la narración como una herramienta para enseñar y deleitar, como ocurre con los grandes clásicos. Con Arrugas se abriría al gran público la impresionante carrera de Paco Roca, un artista con obras tan imprescindibles como Los surcos del azar o la reciente El abismo del olvido. Solo por ello merece tener en exclusiva el protagonismo de esta sesquidécada.