25 septiembre 2012

Sesquidécada: septiembre 1997

"¿Quién no está solo? Únicamente los bobos, los simples, los que confían en el amor, en la fraternidad, en los sentimientos, perennes o en la mirada vigilante de una Divinidad, creen estar acompañados a todas horas. El resto de los humanos, los analíticos, los observadores, los que no confunden el corazón con la vagina; ni toman por fraternidad lo que es interés; ni llaman sentimientos perennes al egoísmo y a la costumbre de verse a diario; ni ven la mirada vigilante de una Divinidad en los fenómenos de un azar absurdo, ciego e injusto, esos saben de sobra que están solos... Y tienen frío..."

Enrique Jardiel Poncela nos ha regalado diálogos magistrales en sus obras de teatro, pero quizá no sean tan conocidas sus dotes como narrador. En las postrimerías del verano de 1997 leí dos de sus novelas más conocidas: Espérame en Siberia, vida mía y Pero... ¿hubo alguna vez once mil vírgenes? El fragmento que encabeza esta sesquidécada pertenece a esta última. Estas narraciones de Jardiel Poncela condensan muchos de los rasgos definitorios del estilo de su autor: humor, absurdo, modernidad, enredo, melancolía... En realidad, creo que siguen algunos de los postulados de la prosa vanguardista y del 27, truncados eso sí por el tono gris de la posguerra. Aunque es posible que el lector actual no encuentre ya graciosas aquellas situaciones, convendría desempolvarlas para comprender el contexto literario de una época compleja, con bastantes puntos de encuentro con la que parece que nos acecha.

De esa misma época es el segundo autor que recupero: Álvaro Cunqueiro. En aquella ocasión leí Un hombre que se parecía a Orestes. Coincido plenamente con lo que dice  Lluís Salvador acerca de esta novela:
Cualquiera puede retomar un mito griego y hacer cualquier cosa con él (habitualmente un destrozo); son atrayentes, por su potencia, por lo extremo de sus situaciones. Otra cosa es tomarlo y tratarlo con cariño y benevolencia, mirando a sus personajes como personas y no como estatuas heroicas. Es lo que hace Cunqueiro, con ese estilo culto, ameno, gratificante y único que hizo de su prosa una de las grandezas de la literatura universal.
Mi especialidad no es la novela contemporánea y ni siquiera conozco a fondo la trayectoria de Cunqueiro (o de Jardiel Poncela), pero me da la impresión de que no fueron felices en aquella España gris, pese a haber caído en el lado de los que ganaron. Durante mucho tiempo hemos -yo al menos- idealizado a los autores del exilio, a quienes tuvieron que marcharse para mantener con dignidad sus convicciones ideológicas. Por descarte, quienes publicaban en la España de la posguerra obras de ficción sin compromiso social eran considerados unos aprovechados o unos traidores.
Se avecinan ahora tiempos de compromiso y de dar la cara y ya estamos viendo que no todo es dignidad y echar para adelante. Muchos somos los que nos pensamos las cosas dos veces antes de actuar, antes de encabezar causas nobles de dudoso éxito, aunque ganas de ello no nos falten. Pienso que si, ante una huelga, por ejemplo, muchos se inhiben por el coste económico o por las posibles represalias, si nos viésemos en una guerra por nuestras ideas, ¿cuántos estarían dispuestos a dejar sus familias, sus hogares, sus vidas atrás? Ni yo mismo lo sé. Es muy probable que muchos dejasen -o dejásemos- de luchar, de gritar, de protestar y acabasen -acabásemos- escribiendo relatos o poemas sobre la alta velocidad o sobre los amores de Perseo.

Observaciones:
Las dos novelas mencionadas de Jardiel Poncela se pueden leer en la red.

04 septiembre 2012

No sé si podré aguantar


No sé si podré aguantar la vuelta a clase. No sé si seré capaz de mantenerme firme en esos primeros días en los que cientos de miradas convergen en ti para calibrar tu fortaleza, tu carácter, tu miedo, tu compasión. No sé si podré soportar el cálido reencuentro con alumnos de cursos anteriores y sus cruces de miradas cómplices. No podré sobreponerme a la emoción de ver a cientos de niños y niñas convertidos en pequeños adultos en virtud de apenas tres centímetros de crecimiento veraniego. No creo que resista la ilusión de ponerle por fin cara a un público para el que llevo meses imaginando actividades y proyectos. No me sostendrán las piernas cuando se calme el barullo y mi voz empiece a desgranar ese inventario de pequeños deseos que espero de ellos. No podré afrontar sus voces titubeantes preguntando por el tamaño de la libreta o por los sitios en los que se pueden sentar. No me veo en condiciones de medirme con esos gallitos que tratan de captar desde el primer día la atención de las mozas con sus gestos de matón. No podré mantener la mirada cuando los adultos se compadezcan de mí mientras envidian en secreto un trabajo que te mantiene siempre rodeado de mentes jóvenes. 
Creo que este curso no podré aguantar las muchas alegrías que conlleva ser docente, todo ese cúmulo de experiencias profesionales por las que tanto he luchado y todos esos detalles que solo conocen quienes viven el vértigo de las aulas. No podré hacerlo porque mi trabajo nunca fue aguantar, resistir, soportar, afrontar... no. Mi trabajo siempre ha sido enseñar, aprender y vivir. Aquellos verbos tan bélicos y otros más feos quedan reservados para los políticos y para sus incompetentes brazos ejecutores, a quienes, entre tanto despilfarro, al menos les está vedado el lujo de sentir clavada en ellos la mirada agradecida de un niño.

Crédito de la imagen:Image: 'Het meisje van Vermeer...

28 agosto 2012

Escaparate de lecturas para el aula

La última semana de agosto es buen momento para traer al blog algunas de las lecturas que he ido conociendo en los últimos tiempos y que pueden servir para el aula. Algunos ya conocéis esos paneles de Pinterest en los que voy recopilando por un lado mis lecturas personales y por otro las Lecturas para el aula de Secundaria -al que he invitado a cuantos amigos he podido y al que podéis contribuir cuantos queráis-. El uso de Pinterest me resulta atractivo por tres razones: 1) el botón de pinear es fácil de usar en el navegador y ahora también en teléfonos inteligentes y tabletas; 2) su aspecto recuerda mucho al escaparate de una librería; 3) haciendo clic en las imágenes podemos dirigir a la página de la editorial, de la librería o de la reseña que más nos interese.
No obstante, al margen de ese catálogo visual de Pinterest ya en marcha, creo necesaria esta nota para resaltar algunas de esas lecturas con mayor detalle.
En la línea de novelas juveniles de amor, destaco tres títulos:

Pomelo y limón, de Begoña Oro (SM). Buenas dosis de enredo amoroso con programas de cotilleo de fondo. Tiene un blog relacionado y juega bien con esa ficción trasladada a la red. Tiene booktrailer.

La sonrisa perdida de Paolo Malatesta, de Ana Alcolea (Oxford). La relación de los protagonistas discurre a la par con una intriga muy bien documentada, con referencias artísticas y geográficas precisas que permiten enriquecer la lectura en el aula. Ideal para algún proyecto interdisciplinar.

Tqmc. Te quiero mucho, de Álvaro García Hernández (Sansy). Una novela que nació a partir del blog del profesor Álvaro García y que podría clasificarse como 'tremendismo sentimental adolescente'. Muy adictiva y con interesantes golpes de efecto literarios. Se puede leer en la red o contactar con la editorial para que te envíen una muestra.


Entre las lecturas que abordan temas de mayor dramatismo encontramos:

Alejandra, de Lola Gándara (Edebé). Una joven que desaparece y que esconde una extraña doble vida. Aunque los personajes son quizá muy prototípicos, es fácil de leer y se mantiene la intriga hasta el final.

Palabras envenenadas, de Maite Carranza (Edebé). Otra joven desaparecida, pero con un fondo muy distinto a la anterior. Novela muy dura de la que no se puede desvelar nada sin romper la intriga. Antes de llevarla al aula es conveniente que la lea el docente y valore su oportunidad.

21 relatos contra el acoso escolar, Varios autores (SM). Un tema abordado desde diversos puntos de vista y por distintos autores de renombre. Hay algunos relatos que se salen de los convencionalismos y que vale la pena leer en el aula.

Fuera de esas categorías están dos libros también distintos entre sí. 
El reino de Eidos, de Silvia Gosp (Alupa), es una novela de fantasía que reúne magia y mitología en una trama que combina con acierto los elementos más habituales del género

Por otro lado, Yo conocí a Muelle, de Jorge Gómez Soto (SM) recupera la prehistoria del grafiti español con una intriga juvenil de amistad y luchas callejeras. Muy interesante para trabajar también de manera interdisciplinar.

Espero que os sirva y que compartáis aquí, en Pinterest, en vuestros blogs o en cualquier red social vuestras recomendaciones para el aula.

Más notas relacionadas con lecturas juveniles:


21 agosto 2012

Sesquidécada: agosto 1997

Los meses de agosto producen casi siempre lecturas desordenadas y con cierta tendencia al caos. En esos catálogos veraniegos lo mismo se puede hallar un best seller que un sesudo ensayo, un breve opúsculo o un tocho de mil páginas. En el agosto de 1997 encuentro junto a las recopilaciones de cuentos de verano, regaladas por revistas de la época, un monográfico sobre la filosofía del amor en la literatura española de los Siglos de Oro; pegadito a las historias del Padre Brown, del divertido Chesterton, hallo un librito de divulgación acerca de criptografía. Pero como una sesquidécada debe ceñirse a la selección de entre uno y tres libros, debo rescatar sin duda la magnífica novela Sostiene Pereira, del recientemente fallecido Antonio Tabucchi. Se trata de una obra impresionante en cuanto al estilo y en cuanto al contenido. Ambientada en la ciudad de Lisboa durante la dictadura de Salazar, el personaje de Pereira representa la libertad de prensa y de conciencia, así como la lucha contra el totalitarismo. El ritmo de la narración llega por momentos a ser tan opresor como el contexto en el que se desarrolla la trama.
En aquel de agosto de 1997 también leí los Evangelios, pero abordar mis impresiones sobre su lectura en este blog, tanto en lo literario como en lo político-religioso, puede convertirse en un ejercicio de riesgo extremo para este otro tranquilo mes de agosto en el que aún nos quedan unos cuantos días para disfrutar de lecturas al sol. Por cierto, desde principios de año voy recopilando mis lecturas en un tablero de Pinterest; lo digo por si alguien se anima a compartir también las suyas.

23 julio 2012

Sesquidécada: julio 1997


La sesquidécada de julio tiene como protagonistas a una mujer en un mundo de hombres, a un hombre en busca de identidad y a una mujer que tuvo que esperar a la muerte para que el amor le otorgase una corona: de todo un poco para amenizar este verano calentito.
Nuestra primera invitada es María Teresa León, autora del siglo XX tan prolífica como desconocida. Su limitada fama, injustamente, la alcanza por haber sido esposa de Alberti, un auténtico agravio cuando sabemos que coétaneos suyos con inferiores méritos son bastante más conocidos que ella. Me limitaré a citar una novela suya ambientada en la guerra civil, Juego limpio, que bien podrían haber firmado Max Aub o Arturo Barea, por ejemplo. Merece la pena acercarse a la visión de la guerra civil desde el punto de vista de una escritora que la vivió de primera mano. En el aspecto más material del libro, recuerdo que fue una recomendación de un librero de los de toda la vida y no se equivocó. Supongo que esos consejos de librero también son bienes en vías de extinción.

El segundo invitado es Juan Goytisolo y su novela Señas de identidad. Reconozco que no es un autor que me guste especialmente y, de hecho, he dejado aparcado más de un libro suyo. Sin embargo, Señas de identidad me atrapó de principio a final, no sé si por la carga de compromiso social o por la complejidad de su estructura narrativa, que me recordó en ciertos momentos a La verdad sobre el caso Savolta, de Eduardo Mendoza. En cualquier caso, no es una novela para lectores ocasionales, pues exige paciencia y cierta pericia con los rasgos de estilo narrativos de la novela de los años sesenta y setenta.

Y para cerrar, nada mejor que un clásico, la 'comedia' Reinar después de morir, de Luis Vélez de Guevara. Se trata de la recreación de la leyenda forjada alrededor del personaje histórico de Inés de Castro, una dama en la corte portuguesa a la que las envidias cortesanas llevaron a la muerte y de la que se dice que su enamorado rey Pedro I de Portugal sentó cadáver en el trono para que sus súbditos rindiesen los respetos que no le tuvieron cuando vivía. La comedia de Vélez de Guevara no es la única que recoge esta leyenda; si os atrevéis con el portugués, recomiendo Castro, de Antonio Ferreira, una tragedia renacentista con todos los requerimientos aristotélicos al respecto. 
Espero que tengáis un verano sosegado y, si no hay novedades, quizá no nos veamos hasta la próxima sesquidécada. Felices lecturas.

17 julio 2012

Cerrando el curso


Estas semanas de julio son, como decía hace poco, periodo de formación, autoformación y organización para el curso que se avecina -una frase que suena estos días más a amenaza que a ilusión-. También son tiempo para hacer balance de proyectos y actividades de última hora que no han tenido eco en el blog.
Uno de esos proyectos ha sido la coordinación del Prácticum del Máster de Secundaria, ese periodo de dos meses en el que los futuros docentes de secundaria se sumergen en las aulas reales de un instituto. Mi centro ha acogido a siete estudiantes de diversas especialidades y he sido yo quien ha coordinado las tareas junto a los tutores del instituto y la supervisora de la Universitat Jaume I. Aunque tenía bastantes miedos y recelos respecto a lo que supondría tener 'encima' a estos alumnos a tiempo completo -pues han de cumplir 200 horas de formación en el centro-, finalmente el resultado creo que ha sido muy positivo. En nuestro caso, puedo asegurar que han vivido de cerca y sin paños calientes la realidad educativa. También puedo certificar que lo han hecho, en general, con ilusión y profesionalidad, lo que alivia en parte la incertidumbre ante el futuro educativo; eso sí, ya veremos cuándo tienen oportunidad de ejercer como docentes. Para la coordinación con la universidad hemos empleado Google docs/Drive, y en el instituto hemos empleado el aula virtual -podéis entrar como visitantes- y Dropbox. Para los tutores y para quienes los han aceptado como observadores de sus aulas ha sido también una gran oportunidad de objetivar su metodología docente. En resumen, una experiencia agradable a pesar de la faena que supone y del escaso reconocimiento que tiene a todos los efectos.
También hemos completado el callejero literario de Castellón y Borriol dentro del proyecto Callejeros Literarios. En esta ocasión ha habido más vídeos y de mayor calidad, lo que constata que el alumnado pone más empeño cuando ve que puede superar un modelo de años anteriores. En la mayoría de los vídeos, los alumnos se han lanzado a preguntar a la gente de la calle -y a los telefonillos- con gran desparpajo en muchos casos. Los referentes televisivos de Callejeros -e incluso de Frank de la jungla- son evidentes en varios vídeos. Esos mismos grupos fueron los artífices del Quijote sincopado, otro buen puñado de trabajos audiovisuales de los que ya hemos hablado aquí y del que contaremos todos los detalles el próximo jueves a las 17,00 en una webinar de Internet en el aula.
Un año más, y van seis, hemos realizado el concurso 'Lectura del año' en el que los alumnos votan sus libros preferidos. Entre los participantes, cada año más numerosos, se sortean libros que envía gratuitamente nuestra editorial de referencia. Los más votados del año han sido Donde esté mi corazón, de Jordi Sierra i Fabra, Los juegos del hambre,de Suzanne Collins, Donde surgen las sombras, de David Lozano y Mala luna, de Rosa Huertas. Podéis ver el resto de seleccionados en Scribd y también podéis ver los resultados de años anteriores en mi wiki de recursos.
No quisiera acabar sin mencionar un proyecto del que me siento algo así como 'padrino'. Se trata del blog de la Biblioteca Bovalar que ha promovido mi compañera Elena Cervero con sus alumnos de 1º de Bachillerato dentro del Plan Lector. Os aconsejo que no os perdáis los vídeos que han realizado sus alumnos de manera autónoma para contar el proceso de expurgo y organización de nuestra biblioteca. El curso que viene compartimos grupos de nuevo, así que quizá sigamos con ese blog y con nuevos proyectos. Si nos dejan.

Crédito de la imagen: 'Passt 2

11 julio 2012

La didáctica de la lengua y la escobilla de Matas

Algunos de mis amigos tuiteros han sufrido a lo largo del curso numerosos tuits con la etiqueta #MP1011. Se trataba de la referencia de la asignatura 'Didáctica de la lengua y literatura española' que he impartido durante este año a los alumnos del Grado de Magisterio de la Universitat Jaume I. Era una plaza de asociado en la que tenía dedicación de seis horas semanales, centradas sobre todo en una hora de teoría y dos de prácticas, más las tutorias. Era una experiencia muy distinta a todo lo que conocía hasta el momento, centrado sobre todo en la Secundaria, aunque el contacto virtual con numerosos docentes de Primaria me permitía conocer de primera mano propuestas didácticas interesantes.
Además del enfoque teórico de la asignatura (básicamente guiado por textos de Cassany), he podido experimentar con total libertad en el ámbito de las TIC gracias a los recursos de la Universitat Jaume I: pizarra digital y conectividad en todas las aulas, aula virtual, etc. Los trabajos que tenían que hacer los alumnos fueron los siguientes:
1.- Crear un blog para la asignatura en el que colgarían reflexiones y actividades. Con mayor o menor éxito, por ahí andan más de 50 blogs que puede que tengan continuidad en algún caso.
2.- Publicar una reflexión sobre la relación entre libros de texto y currículo, a partir de dos entradas de Felipe Zayas y Jordi Adell.
3.- Analizar una actividad TIC en el ámbito de lengua que esté difundida o desarrollada en la red. La reflexión incluía diversos aspectos para trabajar en grupo (Ver actividad)
4.- Confeccionar una secuencia didáctica para el área de lengua en la que se integren las TIC (ver actividad y pautas secuencia didáctica). 
En resumidas cuentas, a pesar del trabajo propio de la docencia y de tutelar todos esos blogs y tareas, me siento muy satisfecho con la experiencia, sobre todo por el interés de bastantes de los 70 alumnos del grupo y su implicación tanto en actitud como en esfuerzo. Muchos de ellos, además, han podido ampliar currículum en Twitter y ya se han convertido en compañeros en red. También estoy contento porque todo el trabajo se ha realizado en la nube, sin generar más papel que el del examen final.
Algunos os preguntaréis qué tiene que ver todo lo anterior con la escobilla de Matas. Probablemente, el curso que viene no exista ese grupo de Didáctica en el grado de Magisterio. Son muchos los asociados que no renovarán contrato por los famosos recortes. Mi plaza era extraordinaria, de modo que no tengo ni idea si volverá a salir a concurso o no. En todo caso, mi sueldo mensual era inferior a lo que costaba ese escobillero que encabeza esta nota. Ese escobillero y unos cuantos felpudos de Jaume Matas -y  las veleidades de otros muchos como él, o que lo tenían como modelo- nos van a costar caros, muy caros. A nosotros que los pagamos con dinero público en su día; otra vez a nosotros cuando el Banco de Valencia pagó su fianza con un dinero que ahora debemos volver a pagar en forma de rescate; pero sobre todo les saldrá caro a los futuros maestros de esta y otras universidades que pagarán más caras las matrículas y tendrán que estudiar en grupos masificados. Miradla bien y pensad en ella cuando no cobréis la paga extra de Navidad, o cuando no os llamen de la bolsa, o cuando vuestros hijos no puedan ser atendidos en clase, pensad en ella porque para la conciencia de muchos políticos un poquito de nosotros está pegado en esa escobilla.

08 julio 2012

Y sin embargo, nos movemos


La semana pasada fue una semana intensa. El claustro del lunes desveló que no sabíamos nada de nuestro futuro, que todo está en el aire, horas de refuerzo, número de profesores, programas de atención a la diversidad... una maravilla de organización para fomentar que el profesorado prepare sus materiales para el curso que viene. Y es que somos muchos los que de verdad aprovechamos el mes de julio para actualizarnos, que no todo es reivindicar con una mano y salir luego corriendo con los dos pies. Por ejemplo, esta semana pasada me he encontrado con casi trescientos docentes en Novadors12, en Alcoi, un encuentro de ensueño que ha sido posible básicamente al empeño de Juanfra Álvarez y otros pocos locos como él. En esas jornadas presenté la PechaKucha que abre esta nota, sobre el proyecto colaborativo El Quijote sincopado, del que ya hablé en este blog. Gracias a ello he podido conocer en persona a J.Daniel García, mi compañero de proyecto a quien 'solo' conocía de la red; esa es la grandeza de todo este tinglado de la red, que permite afinidades electivas más allá del espacio geográfico y el tiempo de dedicación en el aula. 
Clausuradas las jornadas Novadors12, viajé un poco más al sur, hasta Lorca, para participar en Ticemur-Expertic, un encuentro institucional dirigido sobre todo a docentes de la Región de Murcia, pero que acoge también a numerosos profesionales de otros ámbitos. Era la primera vez que participaba en este evento y me ha sorprendido encontrar a más de cuatrocientos profes de todos los niveles dispuestos a compartir experiencias educativas durante tres días. En esta ocasión, me tocaba intervenir como experto junto a Julio Cabero, catedrático de la Universidad de Sevilla, y junto a mi amigo Fernando García Páez, maestro y motor de los proyectos del cole San Walabonso de Niebla; nos tocaba explicar lo que suponía para cada uno de nosotros la Educación en la nube. Debo decir que la sesión estuvo orientada sobre todo a ofrecer un panorama teórico-práctico con el fin de que los asistentes -presenciales y online- pudiesen sugerir dudas y cuestiones al respecto. El desarrollo de estas jornadas fue intenso y muy positivo, pues nos permitió conocer numerosas experiencias prácticas en el aula. También quisiera destacar el magnífico trabajo de los organizadores del encuentro, a quienes siempre les toca lidiar con frentes muy diversos.
De todo lo anterior, para no extenderme demasiado, extraigo algunas conclusiones a vuelapluma:
  • La comunidad docente, a pesar de los palos que está recibiendo, no renuncia a formarse para poder dar a sus alumnos lo mejor de sí mismos. 
  • No debemos esperar a que las administraciones nos formen; somos capaces de autoformarnos y colaborar con otros para aprender.
  • Los encuentros educativos son un complemento necesario para quienes trabajamos en red, pues nos permiten poner cara y voz a muchos de nuestros colegas. 
  • Los eventos presenciales favorecen, además, que numerosos compañeros que no se han lanzado todavía a la difusión de sus tareas en la red conozcan de primera mano a quienes ya están trabajando en ello. 
  • La diversidad de ámbitos -educativos, organizativos y geográficos- de los asistentes ofrece un panorama mucho más rico que aquel en que acostumbramos a movernos a diario. 
  • En estos encuentros, generalmente se aprende más en pasillos, reuniones improvisadas a la hora del aperitivo o conversaciones de sobremesa, que en las propias ponencias y comunicaciones: nunca hay que subestimar el factor humano. 
  • Por último, resultaría imposible mencionar a todos los buenos colegas con los que he coincidido en estos encuentros, y a otros tantos a los que he tenido la suerte de conocer. Seguro que en el camino seguiremos encontrándonos. 
Y me queda una reflexión final sobre la que tengo que volver con tranquilidad más adelante. Una gran cantidad de docentes está haciendo auténticas maravillas en sus aulas, con las TIC o sin ellas. En muchas ocasiones, el miedo al error o la percepción equivocada de que las tareas son de escaso calado paraliza a los docentes en el desarrollo o difusión de interesantes proyectos de aula. Desaprovechar el poder de las redes para compartirlas es una lástima. No deberíamos permitirnos que se pierda esa riqueza colectiva y tendríamos que pensar de qué modo podemos hacerlos visibles para que esa labor llegue a todos. Lo dejo como deberes de verano.