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20 junio 2020

No future

Banksy
No hay futuro. Era el lema punk, pero podría convertirse en el lema de la Educación en este país. No hay futuro porque ninguna administración ha planificado una Escuela pública de calidad y no segregadora con la mirada puesta más allá de los 4 años de una legislatura. Hay que decirlo claro: ninguna administración lo hace porque sabemos que nuestros políticos se inspiran en el sudario de Penélope, y destejen en cuatro años lo que otros tejieron en años anteriores. La ciudad en la que vivo, como otras tantas ciudades, apenas tiene espacios para niños y jóvenes. Los barrios crecen y faltan plazas escolares. Colegios e institutos suelen estar al completo. El último instituto que se terminó de construir en Castellón fue en 2010, sobre una planificación de diez años antes. Es el único para toda la zona oeste. 600 plazas ocupadas por 700 adolescentes. Leer hoy la queja que publiqué en el blog hace 14 años resulta tremendamente agorera y desesperanzadora. Puede que una persona ajena a la educación no sepa que eso va a ocurrir, pero hemos tenido cargos que cobran por planificar durante esos 20 años. ¿Qué planificaron? Nada ¿Qué reserva de terrenos hicieron? Ninguna. Tal vez sí que planificaron algo: la carencia de plazas escolares públicas, que seguro que beneficia a alguien, lo hemos vivido en nuestra comunidad, lo siguen viviendo en otras y lo empiezan a comprobar en algunas. Pero no voy a entrar en ese tema.

Ahora ha llegado una pandemia y descubrimos (oh, qué sorpresa) que no hay donde meter a los escolares. No pasa nada. Ya ven que se puede actuar con normalidad abriendo las aulas sin despeinarse. Si después de dejar morir a los ancianos ningún cargo político va a ser responsable ¿creéis que alguien lo será si hay contagios en los centros educativos? En septiembre, habrá comunidades que abrirán igual que cualquier otro año. El resto de comunidades harán lo mismo, porque ¿cómo se van a oponer a la conciliación y al derecho a la educación? Claro que hay que abrir, pero con un plan que garantice una convivencia segura. Para ello hubiese hecho falta la planificación que no hubo, y no podemos volver atrás en el tiempo. Así que ahora se necesita un plan de vuelta segura, un plan que permita que los menores no estén hacinados en los centros. Porque si se meten 700 niños donde solo cabían 600, pasará una desgracia. Es más, os voy a decir quiénes serán los responsables cuando ocurra una desgracia. Los más tontos y los más débiles. Hay una estrategia para ello, que ya lleva tiempo funcionando. Todos conocéis las leyes educativas y toda la regulación de un centro. Normas e instrucciones imposibles de cumplir, entre otras cosas, porque a veces son incluso contradictorias. Mientras todo va bien, las instrucciones se firman y no pasa nada. Si hay una reclamación, se resuelve y adelante. Pero ahora puede haber responsabilidad penal. Las autoridades obligarán a firmar planes de contingencia en los que los centros aceptamos que todo está en orden para garantizar la seguridad. En algún punto señalaremos que no hay espacio suficiente. Nos dirán que lo anotemos en las observaciones o que enviemos un informe a algún despacho, pero el plan se firmará. Todos sabremos las normas y nos comprometeremos a cumplirlas y hacerlas cumplir.

Pero tal vez llegue septiembre y no haya nueva normalidad, y la normalidad sea volver a lo de siempre. Empezarán los problemas: hacinamiento, grupos agolpados en los pasillos, en el patio, en la cantina. Profesores persiguiendo niños sin mascarilla o poniendo partes porque uno le tose al otro en la cara. Relajación de las medidas ante el descontrol diario. Un día, a las 12, un niño se encontrará mal, tendrá fiebre y lo aislaremos. Al día siguiente, después de un agitado tráfico de wasaps en el grupo de padres/madres, vendrán solo la mitad de los alumnos. Si se confirma el positivo, nos pondremos en cuarentena. Si hay algún caso grave o un fallecimiento, alguien tal vez denuncie al centro porque un día, en el patio estaban todos apelotonados (habrá fotos). Basta una denuncia y un imagen de un grupo de niños sin mantener distancia para que el juez pida el plan de contingencia. Firmado por el director o directora. La imagen del director/a en todos los periódicos.

Si la Conselleria es del bando X, los medios afines al bando Y intentarán echar leña al fuego acusando al político que permitió la vuelta sin garantías. Los medios del bando X esquivarán esa responsabilidad derivándola al director del centro por no hacer cumplir las normas. En algún medio marginal aparecerá que el equipo directivo ya avisó en un correo al despacho tal de los problemas detectados. Nadie hará caso de esto. Probablemente, no haya nadie tampoco en ese despacho. Se armará mucho ruido y al final todo prescribirá o se difuminará, porque en política las cosas funcionan así. Pero para los que están en el centro, nada se borrará, porque no somos iniciales en un periódico, sino personas reales que damos la cara a diario ante las familias, que cogemos el teléfono y respondemos a los correos, que reímos y lloramos cuando toca, no cuando hay un fotógrafo delante. 

Llevo semanas pensando si debía publicar una reflexión tan pesimista. Siempre trato de mirar con optimismo hacia el futuro y aprovechar las oportunidades de mejora que salen al paso. Seguro que hay cambios para mejor en todo esto, aspectos organizativos, académicos y humanos que nos tendremos que replantear después del confinamiento. Saldrá mucho bueno de todo ello. Sin embargo, también creo que esta crisis sacará lo peor de muchos, la inquina y la negligencia de unos pocos se amplificará y contaminará el ámbito de la Educación que ya está en el punto de mira de políticos y empresarios sin más intereses que los económicos. Ojalá no nos dejen en manos de ellos. Ojalá la Escuela quede al margen de la disputa política y empresarial, como debería estarlo la Sanidad... ¡oh, cielos!

Crédito de la imagen: Banksy

26 febrero 2012

Sesquidécada: febrero 1997

Unos amigos lectores me comentaban el otro día que cada vez les cuesta más mantener la atención en esas lecturas morosas de la novela del XIX. No es fácil enfrentarse a capítulos de veinte o treinta páginas en los que no ocurre apenas nada, ni siquiera para nosotros que 'aprendimos' literatura con esos modelos (no digo ya para nuestros jóvenes de atención dispersa). Algunas de aquellas obras del canon universal parecen condenadas a la espera de un lector paciente que se atreva con ellas.
No sé si pasaría la prueba del lector paciente la primera obra de esta sesquidécada. Se trata de una novela río, nunca mejor dicho, pues es un río quien incluso le da nombre: El Don apacible. Ya hablé de ella con motivo de una serie de libros que reseñé bajo la etiqueta de "los raros y los largos". Esta novela de Mijail Shólojov cuenta el convulso periodo de la revolución rusa y los acontecimientos posteriores, tomando como referencia la tierra de los cosacos. Es, en cierta medida, una novela épica, pero también muy humana, con unos personajes sólidos y una trama que cautiva al lector. Tuve en su día el atrevimiento de analizar con detalle sus más de mil páginas y llegué a preparar un trabajo para la asignatura de novela contemporánea que impartía el profesor Joan Oleza. Recientemente han aparecido ediciones más manejables que la que se muestra en la imagen de esta nota, de modo que os animo a hincarle el diente a un auténtico novelón ruso.
Otra obra con la que quiero ilustrar estas lecturas de hace quince años es la doble recopilación de relatos de Max Aub, Cuentos ciertos y Ciertos cuentos. Algunos de esos relatos han sido reeditados en diversas ocasiones; bajo el título Enero sin nombre y Escribir lo que imagino, la editorial Alba recopiló los cuentos relacionados con la guerra civil y los relatos más o menos fantásticos, respectivamente.
Como todo en esta vida parece confluir misteriosamente en círculos que nos devuelven una y otra vez a los mismos lugares, la relectura de Aub, un clásico de este blog, me ha llevado a recordar El manuscrito cuervo, un supuesto relato del cuervo Jacobo en el que se cuenta la visión del mundo humano a partir de la observación de los presos del campo de concentración de Vernet, en el que estuvo el propio Aub. No he encontrado versión digital, así que os dejo un par de citas:
"Los hombres hacen lo que no quieren. Para lograr este fin, tan absurdo a nuestras luces, inventaron quien les mande (...). Los que más mandan tampoco hacen exactamente lo que quieren, porque siempre dependen de una fuerza inventada por ellos, la Burocracia. La Mentira y la Burocracia son los dioses de los externos."
"Llega su aberración a tal grado que, no contentos con huir personalmente de la ociosidad, los hay que hacen trabajar a los demás. Llaman a eso negocio. Desde luego los negociantes son la casta humana más despreciable. Tal enfermedad ha llevado a esta desdichada humanidad a creer que hay que ganar algo para comer".
Esta lectura me hizo recordar un relato que preparé hace unos años mientras participaba como jurado en la preselección de cuentos del certamen internacional organizado por la Fundación Max Aub de Segorbe. En mi historia, tomo como modelo el relato de Max Aub y algunos de sus leit-motive. Como decía, a modo de cierre del círculo, el pasado jueves intervine en Radio Purpos/ed [Es], invitado por Gorka Fernández, de Tres Tizas, para hablar de la #primaveravalenciana; en el mismo programa, Felix Ramos, presidente del foro por la memoria de Huelva, mencionaba la satisfacción que supone para las familias la recuperación de los restos de represaliados enterrados en miles de fosas anónimas. Creo que era justo sacar a la luz, junto con el programa de radio, aquel relato perdido en un disco duro. Espero que os gusten ambos testimonios.


Manuscrito perro

24 mayo 2011

500 palabras o el propósito de la educación

Hallábase maese Antonio holgando con sus lecturas y se le allegó su sobrino quien díjole así:
-Pidiéronme para la maestría de profesorado un escolio de 500 caracteres sobre los objetivos de la educación, pero he de confesar que, pese a mis lustros de formación en el trivio y cuadrivio, ignoro los entresijos del noble arte de enseñar.
Contestole su mentor:
-Preciado pupilo de barba vellida, también en mis tiempos se estilaba platicar sobre el arte de enseñar, aunque lo hacíamos con mayor prolijidad hasta alcanzar las 500 palabras. Me demandas consejo y te daré conseja. Aguza el oído:


“Cuentan que entre las afanosas hormigas hallábase un grupo que destacaba por su inteligencia. Este grupo selecto de maestrehormigas dedicábase a señalar los surcos por los que debían las hormigas obreras buscar el sustento. En cada encrucijada, en cada vado o revuelta, una de estas sabias hormigas mostraba a las demás compañeras cuál era el camino atinado. Mas aconteció un día que una joven y garrida hormiga preguntó a su guía cuál era el motivo por el que tenían que seguir siempre los mismos surcos. La maestrehormiga respondiole que los surcos ya trillados son el buen camino, un sendero del que todos conocen su origen y final, el ansiado alfa y omega de nuestro destino. La hormiga inquieta quedose pensativa un buen rato y volvió a inquirir:
-Maestra, el camino será bueno, pero, cuando llueve, los surcos se inundan y perecemos a miles. ¿No sería mejor que cada nueva generación de hormigas abriese surcos menos angostos y más livianos?
Respondiole la maestrehormiga con estas palabras:
-Sin duda es la juventud quien te empuja a la temeridad. Surcos y lluvias forman parte de nuestra vida desde la noche de los tiempos. Sigue tu camino, escucha, aprende y no preguntes. Cuando conozcas en profundidad los senderos trazados, podrás ser maestra como yo. Lo demás es vanidad de vanidades y todo vanidad...”
Maese Antonio permaneció largo rato en silencio, como si Twitter se hubiese colgado.
-¿Y qué hizo la hormiga? -preguntole su sobrino.
-Hijo, en esta historia hay tantas versiones como hormigas. Unos dicen que la joven hormiga hizo caso a su maestra y acabó convertida en una gran sabia, promotora de sesudas leyes hormiguescas. Otros, por contra, señalan que la díscola obrera (quizá un 15 de mayo) abanderó un grupo de hormigas desencantadas que saliéronse de los surcos y establecieron una comunidad próspera, sin caminos trazados y sin miedo a las inundaciones. Me preguntabas por el propósito de la educación y te diré que el buen maestro no es el que responde a las preguntas de la hormiga rebelde, sino quien consigue que la hormiga cuestione aquello que le viene dado. Y tú ahora puedes elegir entre alzar la mirada al horizonte o caminar inclinado tras las pisadas de quienes te preceden.

Y como a los de Purposed/ES parescioles buena esta historia, mandaronla escribir e añadieronle unos versos:

Si quieres hallar el propósito de educar,
no pienses qué cuestiones has de responder,
sino qué preguntas debes sembrar.



Imagen original: Pintada en Córdoba