
Fue curioso comprobar cómo algunas de ellas son internacionales, como la del número trece, el gato negro, abrir el paraguas dentro de casa o derramar la sal. Otras son más pintorescas, como una de Guinea que consiste en poner al bebé en una puerta y dejar que los padres pasen por ella para que tenga un buen futuro (nos decía nuestra alumna que había que tener cuidado con que no se adelantase una cabra, pues ello interfería en los buenos augurios). Otras rozaban lo terrorífico: cuando alguien muere con los ojos abiertos, otra persona de los presentes morirá en breve (sobre todo si, además de mirarlo, lo señala con el dedo, digo yo).
Las supersticiones más extrañas venían sobre todo de alumnos de los países latinoamericanos (las de Rumanía son bastante parecidas a las nuestras, supongo que por el origen latino), algo que remite directamente a esos universos mágicos tan habituales en los escritores de América.
Había pensado elaborar una actividad sobre todo esto, pero he recordado que los profesores de ELE acostumbran a emplear estos asuntos en sus clases de español, así que he buscado y he encontrado:
- ¡Toca madera!, por A.Rocío Ortiz, en Didactired.
- Supersticiones, por Cruz Hernández, en Elenet.
- Supersticiones españolas y alemanas, por Pilar Pérez, en Redele.
En cuanto a vosotros, osados lectores a los que ni un gato negro ha espantado, si habéis llegado hasta aquí, es seguro que no padecéis triscaidecafobia.
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