Mostrando entradas con la etiqueta Teixidor. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Teixidor. Mostrar todas las entradas

03 enero 2008

Teixidor y los malditos

Mi contador de visitas echaba chispas hace unas semanas a raíz de una nota sobre la lectura. Abres el periódico y todo el mundo habla de lo que se lee y no se lee. Oyes una entrevista en televisión o en la radio y, tarde o temprano, se comenta lo mucho que les gusta leer a todos los famosos (lástima que ninguno tiene tiempo suficiente para entregarse a ello como desearía...). Conclusión: en este país, la lectura es un asunto de estado, casi de mayor calado que el fútbol.
Sin embargo, hay que sumergirse en los reductos de unos cuantos insurgentes para descubrir que la lectura es algo más que ese cúmulo de tópicos resobados que circulan al por mayor. Hace unos días, Joselu lanzaba la pregunta ¿Por qué leemos? Os recomiendo que leáis los comentarios, pues cada lector tiene su propio motivo para leer.
Hoy he podido leer en Tökland dos entradas sobre Emili Teixidor que también vale la pena tener en cuenta:
Una entrevista:

(...) A ver si habrá que prohibir leer…

Yo no confío mucho en las campañas a favor de la lectura; quizá sería mejor advertir a los jóvenes que, si leen, ¡quedarán malditos para siempre! Cosa que, encima, ¡sería cierta, ja, ja…!

(...) Bien, pero a alguien a quien le cueste mucho leer… ¿qué le receta, doctor?

Toma un libro, en prosa o verso. Ábrelo. Lee una línea. Ciérralo. Prohibido más: sólo una línea por día, ¡sólo una!

y un artículo sobre la lectura:
(...) Se pueden crear las condiciones propicias para que los jóvenes lectores se abran al diálogo e incluso a la confidencia sobre sus lecturas favoritas, como se deben crear los espacios y establecer los tiempos para que los adolescentes tengan acceso a los libros de manera libre y agradable, pero hay que tener mucho cuidado en convertir la lectura en una obligación, en un programa educativo, en una amenaza del tipo que sea. (...)
Ya conocía algunas de las ideas de Teixidor sobre la lectura, que he citado en alguna ocasión y que empleo con frecuencia en clase. Al respecto, sigo apostando por esa premisa de establecer una franja entre la lectura y la literatura: todos pueden y deben gozar de la primera y es nuestra obligación prepararlos para ello, pero sólo unos pocos alcanzarán la dicha de gozar de la segunda. Si extendemos esa percepción de que existen unos textos difíciles e inalcanzables, recuperaremos el valor de lo literario. Pero, ojo, no podemos hacerlo antes de que empiecen a leer, antes de que consideren normal sostener en sus manos un libro sin buscar los botones de avance y retroceso. Ya tendrán tiempo después de formar parte de este selecto club de malditos.
Crédito de la imagen: Lletra