Al revisar el registro de lecturas de noviembre de 1995 para esta sesquidécada, me he dado cuenta que el teatro de los Siglos de Oro fue una de esas pasiones casi inexplicables por las que uno hace locuras. La mía fue devorar en pocos meses casi toda la bibliografía fundamental sobre el tema. Sólo para el mes de noviembre encuentro estos títulos:
- Maravall, José Antonio: Teatro y literatura en la sociedad barroca
- Díez Borque, José María: Sociología de la comedia española en el siglo XVII
- Varios autores: Constantes estéticas en la "comedia" del Siglo de Oro
- Aubrun, Charles: La comedia española 1600-1680
- Varios autores: Comedias y comediantes
- Orozco, Emilio: ¿Qué es el "Arte Nuevo" de Lope de Vega?
- Parker, Alexander A: La imaginación y el arte de Calderón
- Froldi, Rinaldo: Lope de Vega y la formación de la comedia
Lo mismo para diciembre y enero... Las razones de este desenfreno bibliográfico hay que buscarlas en una asignatura concreta de la carrera, Literatura de los Siglos de Oro, cuyo primer cuatrimestre corría a cargo de la catedrática Evangelina Rodríguez Cuadros, experta en Calderón de la Barca, entre otros muchos menesteres. Esta profesora proponía un método de examen no muy usual, que a mí me parece estupendo, pero que no complacía a muchos. Al inicio de curso, daba un listado de bibliografía y dejaba claro que cada cual se buscase la vida para administrarla. En febrero, el examen consistiría en un texto crítico sobre el teatro clásico que podríamos llevarnos a casa, donde tendríamos cinco días para entregar una reflexión crítica a partir de nuestra propia investigación. El reto era impresionante, como podéis imaginar, de ahí que me tomase tan en serio lo de leer crítica literaria y obras de teatro, que no aparecen aquí, pero que también fueron numerosas como demuestra la foto que encabeza esta nota.
El resultado fue bastante bueno (o al menos así me lo evaluaron) y eso me hizo pensar que algún día me dedicaría a la investigación del Barroco. De hecho, empecé mi tesis doctoral con esta profesora, aunque pronto asumí que no podría entregarme con la dedicación que el empeño exigía. Los años marcaron otro destino profesional y quizá algún día retome lo que quedó a medias. De momento, para los devotos del teatro áureo, os dejo aquel examen que empezó a redactarse meses antes de tenerlo en mis manos:
APOSTILLAS SOBRE LA RECEPCIÓN DEL TEATRO CALDERONIANO
12 comentarios:
Quería comentarte al filo de la medianoche para manifestarte igualmente mi gran interés por el teatro, no sólo (el acentico de marras) barroco. Leí varios de los libros que citas. Me sumergí también en los clásicos. Leer comedias áureas en un deleite. ¡Qué sentido de la teatralidad! De la elaboración del conflicto, del juego escénico. Lope, Calderón, Tirso, Rojas, Moreto... Un mundo hoy casi olvidado. Leí mucho sobre la comedia del arte (que luego practiqué como actor aficionado), Shakespeare, Molière... Leí infinidad de literatura dramática de todos los tiempos y estuve varios años yendo dos y tres veces al teatro cada semana coincidiendo con mi dedicación actoral. Yo estudié en la época en que la universidad era un marco de la lucha política, pero tenía fama de estudioso, aunque yo sabía de mi formación heterodoxa, poco adaptable al sistema académico. Espero que algún día retomes la idea de la tesis doctoral sobre el teatro barroco. El sistema de esa profesora era admirable, aunque para los tiempos que corren me temo que es sumamente arriesgado por lo dado que es a la interpretación subjetiva, y hoy todo se quiere comprobable y pautado para que no haya reclamaciones. Mañana viajo a Zaragoza, es un viaje relámpago, pero cuando vuelva leeré tu trabajo. Un cordial saludo.
También disfruté de las clases de Evangelina aunque a mitad curso la reclamaron otros menesteres y nos dejó con la miel en los labios. Recuerdo con agrado esa forma de hacer exámenes, gracias por compartirlo y tomo nota de todo, profe.
¡Hola Antonio!
Me gustan estas entradas de las sesquidécadas... :)
De teatro barroco sé mucho menos que tú y he leído "más mucho menos" que Josélu... Pero tuve la suerte, creo, de ser alumna en la Complutense de Diez Borque, que en sí mismo era todo un espectáculo teatral... Lo poquito que sé lo aprendí en sus clases y, sorprendentemente, me acuerdo de bastante más que de otras materias con profesores más sesudos y serios. Aquel año fue el de la boda de la infanta Elena, y en muchas sesiones, el profesor Diez Borque dedicaba unos cuantos minutos a la reflexión sobre la actualidad... Nos decía: “Tenemos que tratar el tema de la infanta, cómo no, de la infanta…” Seguro que tenía en mente todas aquellas bodas reales de los siglos de Oro... Además, hablaba con micrófono, y de vez en cuando se levantaba para darse un paseíto y agitaba el cable como si fuera un látigo, recordándonos que, en realidad, a él le hubiera gustado ser vedette... El examen del curso consistió en escribir un ensayo sobre cualquier tema incluido en el programa. Eso sí, había que redactarlo delante de él en las dos horas y pico que duraba la prueba. Del mío solo recuerdo el título: "Se oyen dos voces en Zalamea"... ¿Y de qué escribiría yo? Supongo que una de las dos voces era la de alguien del público... Saqué un sobresaliente porque en la facultad me especialicé en decir bonito casi nada... ¡Y así sigo!
Gracias por recordarme aquella sesquidécada... que en tiempo casi coincide con la mía..
Joselu: Viví la universidad con una perspectiva marginal, pues ya trabajaba y no tenía tiempo de hacer vida universitaria. Sin embargo, sí que aproveché para impregnarme de eventos artísticos y no me perdía casi ninguna representación de teatro universitario, de ahí mi interés por lo escénico. Mi primera propuesta de tesis iba orientada al grupo de dramaturgos valencianos anteriores a Lope, pero luego la reorienté hacia los pliegos sueltos. Ya veremos si continúo algún día.
Mª José: Es una profesora exigente, pero también ofrece calidad en sus clases; no es lo habitual, desde luego, pues había cada trozo de corcho....
Jueves: Gracias por la anécdota; creo que muchos de nosotros somos lo que somos gracias a esas "vedettes" que nos animaron :-)
Te animo sin duda a retomar la tesis, quizá reenfocándola para llegar a los alumnos de secundaria, con la experiencia que tienes y el bagaje de lecturas seguro que el resultado es fabuloso.
Todos recordamos algún profesor estrella en la carrera, asignaturas grabadas a fuego, y solían ser las más exigentes (lo cual dice mucho de la rebaja sistemática que se propone)
No puedo competir -¡dios me libre!- ni en formación, ni en lecturas ni en preparación con vosotros, pero no me he sentido nada identificado en la manera de examinaros en la Universidad... ¡Qué tiempos y que diferentes maneras de explicar y de aprender en la Universidad! Cualquier parecido a mi época universitaria es mera coincidencia...
Tu artículo-examen es espléndido, Toni.
Comparto contigo el amor por el teatro y, en especial, por el clásico. Yo, como Jueves, fui alumna de Díez Borque y es verdad que él en sí mismo era un espectáculo teatral. Recuerdo sus clases ("Teatro del Siglo de Oro")con mucho cariño: no éramos demasiados y se permitía algunas licencias impensables en otras clases. La manera de evaluar de la profesora Evangelina es excelente para hacer lo que tú hiciste: leer, leer, leer y leer. Ahora sólo le he echado un vistazo superficial, pero me reservo un tiempo para tu artículo, que tiene muy buena pinta. Un abrazo.
¡Ah, el teatro! ¿No crees que podríamos hacer una casuística de tipos de profesor de literatura según su conocimiento y amor al teatro? Los hay calderonianos (soñadores), lopistas (pragmáticos), moratinianos (aburguesados)...
En cuanto al examen, te voy a decir que es una suerte que lo conserves y que podamos leerlo otros. A veces, he pensado en lo que dejé en manos de mis profesores y que me hubiera gustado guardar en mi diario de lecturas.
Recuerdo también con especial nostalgia las asignaturas del Siglo de Oro que cursé en la Universidad. Tuve la suerte de tener como profesor a Ignacio Arellano, con el que no sólo aprendí conocimientos, sino también a tener una visión crítica de la época, de la literatura y de la vida en general, y un gusto por el juego lingüístico.
Es de las pocas cosas que añoro de la Universidad.
Antonio, me desmarco -más o menos- de los restantes comentarios: qué forma de examinar tan bonita. Yo disfruté de una parecida en primero de carrera (Literatura medieval, con D. José Mercado): toda la mañana para comentar un texto y con la libertad de ir a la biblioteca a consultar bibliografía o al bar para tomarte un respiro. ¡¡¡Una gozada!!!
Sin duda, el examen que recuerdo con más cariño de todos mis años como alumno (y no porque obtuviera el único sobresaliente que se dio en mi promoción ^___________^)
Un abrazo.
Eduideas: No la retomo porque ando en otros menesteres más gratificantes aunque menos sublimes, como son este blog y el ajetreo de las clases; no obstante, estoy también trabado por las incongruencias administrativas, que me impiden retomar la tesis a pesar de contar con los 32 créditos de suficiencia investigadora; cosas de la burocracia...
Marcos: Gracias. No creas que todos los docentes eran así, pues había mucho amigo del dudoso arte de "dictar apuntes", por no hablar de los divos de la erudición. Vamos, como en la Secundaria, ni mejor ni peor :-)
Carlota: Ya ves, nos unen las letras, la escena y el placer de escuchar y leer. Gracias por el testimonio.
Lu: Una vez propusiste una clasificación docente en clave de humor. No estaría mal proponer un meme del tipo "¿con qué escritor te identificas?". Me apasiona el Siglo de Oro, pero me resultaría difícil equipararme a un autor en concreto. En cuanto a conservar los exámenes, es éste uno de los primeros que conservo en formato digital, pues hacia el año 1994 me compré mi primer PC (sin contar el Spectrum de 1985).
Silvia: Ese sería otro meme, el de los recuerdos gratos y desagradables de nuestros periplos universitarios. Al menos, se agradece que algunas asignaturas como esta del teatro estén relacionadas con recuerdos placenteros.
José Luis: Habrá que ponerlo en práctica con nuestros alumnos, a ver qué tal se les da :-)
Recuerdo esta edición de clásicos que aparecen en la entrada del post. Me acuerdo que en COU, el profesor de Literatura nos hizo leer por lo menos diez. Yo leí unos veinte. Y la verdad es que disfruté mucho. Luego, por unas y por otras cosas, lo fui dejando. Pero hoy me han entrado ganas de volver a los clásicos del siglo de oro.
Un abrazo.
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