La lectura en dispositivos digitales cambia notablemente el recuerdo que dejan ciertos libros. Creo que hay estudios sobre ello y puedo constatar, por mi propia experiencia, que los ebooks dejan un poso más efímero que los libros en papel, al menos si comparamos lecturas de una calidad similar.
En la lista que he consultado para esta sesquidécada encuentro, por ejemplo, dos lecturas que me cuesta recordar: La velocidad de la luz, de Javier Cercas, y La misteriosa llama de la Reina Loana, de Umberto Eco. De la primera recuerdo vagamente una trama universitaria, con un profesor visitante en Estados Unidos, que me lleva a otras novelas similares de David Lodge, Antonio Muñoz Molina o Luis Landero. De la novela de Eco solo me acuerdo de que hacía referencias al mundo de los cómics y la literatura popular. Estoy convencido de que si las hubiese leído en formato impreso recordaría más detalles.
En ese sentido, la tercera lectura de esta sesquidécada es buena muestra de ello: Charlie y la fábrica de chocolate, de Roald Dahl. No veo necesidad de reseñar este clásico de la literatura juvenil, del que se hizo incluso una interesante versión cinematográfica a cargo de Tim Burton. Sus personajes configuran ya una especie de arquetipos literarios y, como todo buen clásico, su relectura siempre es fructífera. Personalmente, recuerdo las ilustraciones, el tacto y el olor de aquel libro, lo que lo hace bastante más memorable que el de Umberto Eco, a pesar de tener diez veces menos páginas.
2 comentarios:
Totalmente de acuerdo en que el formato cambia la percepción de la lectura, igual que en pantalla saltamos más (scanning) que cuando tenemos un texto en papel, algo importante para las amenazas de educación solo digital o con un predominio de pdfs coloreados que vienen
Eduideas: Creo que es un cambio que va a ser permanente. Cada vez me cuesta más mantener la atención continuada, tanto en papel como en digital.
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