Vivimos algunos inmersos en la era de las plataformas digitales: Netflix, HBO, Amazon prime, Movistar +, Filmin... Todas ofrecen diversión al instante, horas interminables de películas y series a las que no nos podemos resistir porque su crítica llena diarios y redes sociales, porque no verlas nos margina en las conversaciones. Series que ya no contamos por capítulos, sino por temporadas. Adictos, ansiosos por una nueva entrega, airados incluso si la trama no transcurre a nuestro gusto.
Hace quince años, en otro caluroso junio, las cosas eran diferentes. Mi serie era una novela adictiva, una trama de la que no me podía desenganchar, una historia con todos los ingredientes para convertirse en una serie, como ya había ocurrido años atrás. Esa novela era El conde de Montecristo, de Alejandro Dumas, protagonista en exclusiva de esta sesquidécada. La dimensión del libro ciertamente echa para atrás a los lectores poco atrevidos, pero, como suele ocurrir con los folletines y los culebrones televisivos, una vez iniciada la historia es difícil detenerse. En mi casa siempre había oído hablar del famoso conde, supongo que a raíz de la serie de 17 episodios de TVE, emitida a partir de 1969. Por tanto, era una de esas tareas pendientes ponerme con su lectura, algo que acometí en el inicio de aquel verano. No voy a destriparos el clásico de Dumas, aunque imagino que conocéis algo del personaje. Solo diré que valió la pena leerla y disfrutar con los giros de guion. Creo que estas plataformas digitales de hoy harían una buena (in)versión recuperándola para el público del siglo XXI, convirtiendo a Edmundo Dantès en un personaje a la altura de Sherlock Holmes, Walter White o los superhéroes de Marvel. Y luego que metan mano al resto de clásicos del siglo XIX, que bien lo merecen.
3 comentarios:
Hay que abstenerse de las plataformas o limitarlas si queremos leer en verano novelones, sin duda. El XIX nos espera, libros largos, parecen lentos al lector impaciente de hoy, pero llenan y entretienen. Y todas las claves de las series y novelas actuales allí están
Yo tengo una vieja historia respecto a esta novela que leí hace décadas con verdadero entusiasmo. La he dejado en tres ocasiones a personas que habían padecido una fractura o rotura de ligamentos que les llevó a estar varios meses de baja. En los tres casos, el resultado fue excepcional. Sin duda, la capacidad de dotar de interés y ritmo narrativo por Alejandro Dumas es extraordinaria. Coincido en que una nueva versión de esta novela sería formidable para una serie. Yo no suelo ver series, salvo algunas como Chernobyl, o Black Mirror, prefiero mil veces el ritmo narrativo de un buen libro que sumergirme en series que la mayoría de las veces me aburren. Pocas hay que logren retenerme. Hago una excepción con Breaking bad que me pareció superlativamente buena.
Eduideas: No veía prácticamente la tele hasta que me he suscrito a algunas de esas plataformas. No he llegado aún a la adicción, pero es cierto que, entre eso y las redes sociales, cada día queda menos tiempo para leer. Espero que el verano me dé una tregua.
Joselu: La lectura de Montecristo me recordó mucho a dos novelas-folletín muy diferentes que leí en mi juventud: Shibumi (Trevanian) y La araña negra (Blasco Ibáñez). Puedes imaginar que la conexión es más emocional que temática o técnica: el placer de ir pasando páginas inmerso en una historia que se enreda y retuerce sin cesar. Un abrazo.
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