En la primavera de 2001 tuvieron lugar mis primeras tomas de contacto con los intereses lectores de los adolescentes. Quizá fue entonces cuando descubrí que mis gustos y los de los jóvenes no coincidían demasiado. En esta sesquidécada, recupero dos de aquellas lecturas que ejemplifican esa brecha entre la literatura de un filólogo y la de un adolescente, la distancia entre Jan Neruda y J.K. Rowling, un abismo que solo el tiempo y la persistencia lectora pueden salvar.
Probablemente, la obra más famosa del checo Jan Neruda sean los Cuentos de Malá Strana, una colección de relatos de finales del siglo XIX, que poseen el encanto de la literatura centroeuropea de su época. Neruda, al que algunos críticos atribuyen haber inspirado el seudónimo de nuestro Pablo Neruda, es un perspicaz observador de la vida cotidiana de su tiempo y, a la vez, sabe captar los elementos líricos precisos para no quedarse en el mero costumbrismo. Los que hayan viajado por Praga, podrán evocar con facilidad rincones y aromas de un tiempo pasado al que resulta complicado volver en esta era del turismo masivo.
Como decía al principio, mientras en mis noches viajaba por las calles de Malá Strana, durante el día lidiaba con unos jóvenes que habían descubierto, gracias a J.K.Rowling, unas lecturas que los mantenían enganchados: las aventuras de Harry Potter, un aprendiz de magia en un colegio escocés llamado Hogwarts. Harry Potter y la piedra filosofal fue también para mí un descubrimiento, pues desmentía esa idea de que los jóvenes no leen libros largos o que no les interesa la mitología o la cultura en general. Harry Potter es un excelente ejemplo para desmontar esos tópicos, como luego lo serían autores como Laura Gallego, Blue Jeans, Federico Moccia, etc. Una vez más, la Escuela ha dado la espalda a los cambios históricos y sociales, minusvalorando estos fenómenos de lectura juvenil, juzgándolos y condenándolos con parámetros extraídos de cierto canon elitista, como si sólo se pudiese acceder a la lectura desde los clásicos. Aquel Harry Potter sería el primero en mi lista de lecturas juveniles, una lista que iría creciendo con el tiempo y que espero mantener fresca y viva. En cuanto a la pervivencia de Potter, creo que los modelos actuales se han alejado un poco de esa mitología mágica y se han aproximado al erotismo más o menos explícito, a la fantasía neogótica o a las distopías con aire romántico. Sin embargo, no deberíamos olvidar que un lector adolescente siempre acabará convertido en lector adulto: tiempo habrá de madurar (o no).
4 comentarios:
Toni, leí el libro de Neruda en la edición de la Col. Austral nº 397,de 1943, en la tercera edición, de enero de 1968, en traducción de W.F. Reisner. Lo leí durante un viaje por Hungría y lo que hoy es la República Checa a principios de los años noventa. "Malá Strana, nombre de un barrio de Praga con calles silenciosas en que abundan los rincones poéticos", decía la nota editorial; habrá que ver si ese silencio y esa poesía siguen allí con las aglomeraciones turísticas de hoy. Muy de acuerdo con el contenido de tu entrada, me ha gustado mucho y me ha traído al recuerdo la lectura de ese libro que describes en tu certero párrafo. Por cierto, y sin que signifique más que lo que significa, no he leído los libros de Potter.
Sigo tu blog, aunque deje pocos comentarios.
Un abrazo, Javier.
No he leído el libro de Jan Neruda, pero tomo nota de este autor, relacionado con Praga. Mi interés por Kafka y la lectura de una biografía de Rainer Maria Rilke me ha abierto a la riqueza de la literatura de aquel rincón del imperio austrohúngaro y que era para mí desconocida. Sin embargo, veo que Rilke y Kafka, siendo posteriores además, representan un modelo muy diferente por su origen judío y escribir en alemán. Jan Neruda era nacionalista checo y escribía en checo, lo que hace de él, a diferencia de Rilke y Kafka, un prohombre de la literatura en esta lengua, mientras que los autores citados no se consideran checos. Las posiciones de Neruda en algún caso rozaron el antisemitismo por el rencor que había contra ellos por ser más germanófilos.
No he leído los libros de Harry Potter, pero los he vivido en casa por parte de mis hijas que no fueron devotas suyas en la lectura pero sí en sus películas que son de culto para ellas.
La acusación de elitismo es muy seria y grave. Si algún calificativo es capaz de arruinar a una figura o una tendencia de pensamiento es calificarla de elitista. Vade retro. Hablas del elitismo en las lecturas de la escuela frente a la realidad de las lecturas de nuestros alumnos. No sé. Cuando yo estudiaba no había libros de lectura en la enseñanza. Eso no impedía que yo leyera a mis catorce años docenas y docenas de novelas de Marcial Lafuente Estefanía, tras las lectura de Verne, Salgari, Crompton, Blyton... Yo entiendo que mis alumnas lean a Blue Jeans y otros autores, pero ¿debería ser la escuela la que pusiera estas lecturas? Yo no lo veo. Y además entiendo que sería quitarles el encanto que tienen para sus lectoras. Igual que hay unos libros académicos, hay otros alternativos que, efectivamente leen, pero pertenecen a su cultura juvenil. La escuela es otra cosa. No sé si elitista, pero sí de conformación del canon.
Qué buena pinta el libro de cuentos, me lo apunto. En cuanto a la literatura juvenil, este año estoy contenta, he tenido buenas experiencias con los libros propuestos y eso da una gran satisfacción. No negaré que algunos los saqué de tu blog :) Ahora andamos con Mala Luna en 4º, en 3º leemos Tuerto, maldito y enamorado. En 2º y 1º estamos un poco más poéticos con De todo corazón. En el 2º trimestre gustó bastante La Isla de Bowen. He disfrutado muchísimo en 4º con La casa de Bernarda Alba, un lujazo de tertulias.
Javier: Gracias por tus visitas silenciosas y por estas otras con aportaciones tan personales e interesantes. También visité Praga allá por el año 93 y justo entonces empezaba el turismo de masas. Entonces aún había sitios baratos y poco concurridos en los barrios tradicionales. No he vuelto después.
Joselu: La relación de fuerzas y odios cruzados en la Europa Central es bastante compleja y creo que se nos escapan a menudo muchos matices. Leí por ejemplo El puente sobre el Drina, de Ivo Andric y empecé a entender por qué el conflicto de los Balcanes era tan difícil de resolver. En cuanto a mi acusación de elitismo, no va en la línea que planteas, sino en la postura distante que mantienen por lo general los docentes de Secundaria respecto a los éxitos de lectura juvenil. Salvo raras excepciones, no hay conocimiento de lo que leen los jóvenes y en el mejor de los casos, el único informador es el comercial de una editorial. Echo en falta cursos sobre el tema o congresos que vayan orientados a docentes de instituto. No se trata tanto de promover esas lecturas, que tienen su propio circuito, como de aprovechar las tendencias para crear nuevos lectores.
María José: El ambiente de Praga es siempre seductor :) Sigo también tus lecturas juveniles que con las tertulias están cobrando una nueva vida. Gracias por tus visitas.
Publicar un comentario