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29 enero 2017

Le falta una póliza

Recuerdo que hace años los documentos oficiales siempre requerían pólizas y sellos, que obligaban a peregrinar de ventanilla en ventanilla, de estanco en estanco. Eran los restos de aquella burocracia que aparece retratada en los artículos de Larra o en las novelas de Galdós. Algunos pensábamos que el siglo XXI y la tecnología acabarían por liquidar aquellos trámites en los que la frase "le falta una póliza" constituía el regreso al calvario de las colas y los "vuelva usted mañana". Sin embargo, hay días en los que, ante el ordenador y envuelto en redes interconectadas y dispositivos móviles, se siente uno como un pequeño hombrecillo del siglo XIX.
Voy a poner un solo ejemplo, aunque seguro que habéis vivido muchos más, similares o no a este. En el sistema educativo actual, hay enseñanzas que son cofinanciadas por Europa, a través del Fondo Social Europeo. En mi centro se trata de la Formación Profesional Básica, de las Matemáticas de 3º y 4º de ESO y de las asignaturas troncales de modalidad de 4º ESO (Latín, Economía, Tecnología y Física y Química, Biología y Geología, IAEE y Ciencias aplicadas).

Supongo que para evitar que los fondos europeos se destinen a otros fines espurios (vaya mala fama debemos tener en esto), se establecen auditorías y controles de ese dinero. Me parece estupendo, pero habría que tener también en cuenta que esos controles no supongan obstáculos para quienes los tienen que cumplir y hacer cumplir. En el caso de un instituto de Secundaria, los controles tienen dos vertientes: garantizar la información de este fondo y controlar el seguimiento de la docencia en esas asignaturas. Todo el proceso de supervisión requiere una buena dosis de paciencia y formación, incluso para un licenciado.

Para la primera parte, se han de colocar carteles y banderas, se ha de comunicar al Claustro y al Consejo Escolar, se ha de realizar una sesión de información al alumnado de esos niveles y se ha de notificar también a cualquier profesor sustituto que ocupe una de esas plazas durante el tiempo que sea. De todo ello se ha de levantar acta (en los órganos colegiados un acta extraordinaria) y se ha de escanear y mandar a través de una plataforma virtual. Vale, lo acepto, incluso lo de informar a los alumnos, a pesar de que bastaría con un punto en un claustro o consejo escolar ordinario.
Lo kafkiano viene con lo del seguimiento de las clases impartidas. Se supone que todos los docentes implicados en estas asignaturas deben pasar lista cada día en el módulo correspondiente de la plataforma Ítaca, que gestiona el sistema organizativo docente en la Comunitat Valenciana. Pero no basta con pasar lista: además se debe hacer clic en un icono específico de "clase impartida", un icono que solo se puede activar en el mismo día que se da la clase. Si no se hace en ese momento, solo lo puede modificar el director/a del centro. Por si no lo sabéis, los centros educativos no tienen ordenadores en todas las aulas; de hecho, formalmente ni siquiera se pueden comprar (por ser material informático) o pedir a Consellería (por no haber obligación de dotar a todas las aulas de ordenadores). Ello obliga en muchos casos a que los profesores pasen lista con sus propios móviles o tabletas, eso sí, si les llega la conexión. Algunos prefieren hacerlo en sus casas, debido a los frecuentes errores en el acceso a la plataforma. De ahí que muchas veces, las clases se quedan sin marcar, pero no sin impartir. Al acabar el mes, el director/a debe comprobar si las clases impartidas recogidas en Ítaca coinciden con las clases impartidas de verdad, revisando el registro de asistencia del personal. Hacer dos veces el mismo trabajo. 
Pero no queda ahí la cosa, porque a pesar de que ya está informatizado ese registro en Ítaca, "le falta la póliza": hay que imprimir esos listados, firmarlos, sellarlos, escanearlos y volverlos a subir a otra plataforma, todo ello en los debidos plazos. Debo decir que durante el mes de enero apenas hemos tenido tiempo de ponernos con ello, porque los problemas más acuciantes en los centros no suelen ser los burocráticos, sino los de convivencia, así que esos trámites han quedado procrastinados casi hasta el límite.

Como digo, entiendo que los fondos públicos han de estar controlados. Entiendo que todos somos corresponsables de su buen uso. Pero entiendo también que las tecnologías deberían facilitarnos las cosas, no convertirse en el nuevo funcionario gris de puños y visera que te lanza sin mirar un "le falta una póliza, vuelva usted mañana".

Adenda 5 de febrero de 2017:
Por lo visto, a partir de ahora, no será necesario imprimir y escanear los seguimientos mensuales. Vamos por buen camino. 

5 comentarios:

  1. Vivimos lo mismo en muchos centros. Nuestros profesores tienen que firmar cada clase que dan, y es una locura a final del mes, porque la mayoría de las veces estamos a otras cosas, como por ejemplo preparar e impartir clases y no a firmar que hemos estado allí.

    Besos.

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  2. Los papeleos son un infierno y cuando hay inspecciones o controles extra para conseguir sellos, tipo ISO o programas europeos, ves que estás más tiempo dedicado a hablar de esos trámites en las reuniones que a comentar casos de alumnos o consensuar criterios entre compañeros.

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  3. Te entiendo perfectamente. En tu centro son las justificaciones de los Fondos Europeos, en el mío haber conseguido una certificación ISO y tener que pasar dos auditorías cada año: una de mentirijillas (de prueba) y otra real. Y eso significa llevar un registro de todo todito en documentos formalizados y subidos a la plataforma del centro. Un papeleo que el auditor, que no es docente, solo valora administrativamente, pero nunca con criterios pedagógicos.

    En fin... qué triste que la educación también haya sucumbido a la burocratización (burrocrat...).

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  4. Es terrible, Toni. Me recuerda también a un centro en el que estuve unos cuantos años en el que tuvimos que pasar varias auditorias de Calidad en las que nos pedían "pólizas" y registros de todo cuando hacíamos y decíamos... En fin, ¡un horror!

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  5. Ro: No es solo la burocracia, es el hecho de que esa dedicación a rellenar fichas o clicar en plataformas acaba condicionando otras tareas. Terrible.
    Eduideas: Ya hace tiempo que he renunciado a participar en premios, proyectos, certámenes oficiales, únicamente por no tener que rellenar mil papeles. Una lástima.
    Lu: Exacto, al final acabas llevando una burocracia paralela que no tiene nada que ver con la documentación real y flexible que necesita el centro. Para colmo, los secretarios son meros profesores, no contables ni administrativos, pero la consellería les exige a veces conocimientos a los que no llegan ni por preparación ni por disponibilidad de tiempo.
    Marcos: Aquí de momento nos ha tocado pasar la auditoría del Fondo Social Europeo y la de la Inspección Técnica. Papeles y más papeles, y poca ayuda.

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