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24 febrero 2014

Sesquidécada: febrero 1999


La sesquidécada de febrero será breve como el propio mes que la contiene. Me tienen ocupado menesteres de enjundia como el MOOC de Educalab (que voy reseñando en mi otro blog), el próximo encuentro de docentes de lengua, el Prácticum de Secundaria de mi centro y la dinamización del N-MOOC del Barco del Exilio de la que me ocuparé en marzo. No obstante, asomo brevemente, como dije, para recordar dos o tres lecturas de febrero de 1999. 


La primera es una curiosa novela de Millás, El orden alfabético, solo apta para verbívoros, para enamorados de las palabras, para amigos de la extrañeza. Plantea un mundo en el que desaparecen progresivamente las letras y con ellas las palabras que las contenían. En otras ocasiones he reconocido que me gusta mucho más el Millás de artículos breves que el novelista, pero en su día esta novela me dejó un buen sabor. 

El segundo libro que reseño es El vicario, una novela de Manuel Ciges Aparicio (antepasado del ilustre actor Luis Ciges). No es una gran novela, pero tanto la vida del autor como el tema noventayochista merecían un mínimo recuerdo por mi parte.

Por último, una rápida mención a Miedo y asco en las Vegas, de Hunter S. Thompson, un clásico del periodismo literario (o mejor novela pseudodocumental) con toda una serie de guiños al fallido sueño americano de los 70. Si alguien se quiere ahorrar el libro, hay película, como dirían los alumnos.

4 comentarios:

  1. De las tres lecturas solo conozco El orden alfabético, que me gustó bastante, aunque como tú creo que los articuentos son mejores que las novelas en su gran mayoría. Aunque breve, cumples con tu cita y nos alegramos por ello :)

    Cuando acabes el mooc me gustaría leer por aquí una reflexión a fondo sobre el formato, luces y sombras, aunque este curso es atípico dentro de los mooc por los docentes distribuidos que participan en él

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  2. He leido en tiempos bastante a Millás hasta que me saturó. Leí El mundo y me pareció un buen cuento de cuarenta páginas que se extendía con pesadez a bastante más extensión. Millás tiene una retórica que me atrae en sus artículos de la contraportada de los viernes en El País, y su comentario de fotografías en el dominical. Pero sus novelas han dejado de interesarme. No he leído El orden alfabético, y no ceo que lo lea. Tomo nota de tu comentario elogioso.

    Las otras obras tampoco las he leído, así que no puedo decir nada. En este año nació mi segunda hija y entonces se me abrió el camino a la literatura africana por un libro que leí sobre el genocidio de Ruanda. Luego quise seguir profundizando en África para intentar entender qué había pasado allí. No lo logré por más que leí y me documenté. La mente humana es algo que se me escapa por lo retorcida que puede llegar a ser. Nada es lo que parece, y las motivaciones pueden llegar a ser delirantes e incomprensibles. Eso es lo que saqué en referencia al genocidio de los hutus contra los tutsis. No tiene nada que ver con lo que has escrito pero es lo que yo empecé a frecuentar por esas fechas en que se aproximaba de nuevo mi experiencia de ser padre. Ahora tiene catorce años.

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  3. De los libros que citas he leído El orden alfabético, pero hace ya mucho tiempo y me gustó. Debo ser algo verbívora, enamorada de las palabras y también amiga de la extrañeza ;)

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  4. Eduideas: Es verdad que Millás gana mucho en las distancias cortas :) Del Mooc he hecho la valoración final como tarea en mi otro blog. Supongo que tendrá que pasar un tiempo para ver realmente qué ha quedado como poso.
    Joselu: Hubo varias novelas de Millás que me produjeron una irritante sensación de dejà vu, como si sus obsesiones de los artículos tuviesen que asomar continuamente a las tramas novelescas. En realidad, El orden alfabético parece más una de esas columnas suyas llevadas a extremo. Conozco bien tu pasión por África y sigo algunas de tus recomendaciones, aunque no acabo de sentirme cómodo con ese tema que me produce más dolor que placer.
    Mª José: Compartimos demasiados vicios friquis :)

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