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24 marzo 2012

Sesquidécada: marzo de 1997

En la sesquidécada que celebra los quince años de aquellas lecturas de marzo de 1997, los protagonistas son los ensayos de literatura. La Teoría de la Literatura es una disciplina opaca, hermética y un tanto áspera; ello se debe a la profundidad con que se aborda la materia de su estudio. Del mismo modo que uno no puede gozar de muchos de los poemas de Lope si no ha experimentado el amor, difícilmente se puede disfrutar de la Teoría de la Literatura si no se ha "sentido" el goce literario de obras maestras. Por mi parte, tuve suerte de ir construyendo el aparato teórico a medida que conocía esos clásicos fundamentales, lo que me evitó sufrimientos estériles.
El primer ensayo que quiero reseñar es Obra abierta, de Umberto Eco. Quizá más adelante vuelva para hablar de Eco como narrador, aunque de momento me conformo con destacar que este ensayo me parece esencial para entender los procesos de comunicación entre autor y lector. Según Eco, las obras literarias de calidad son necesariamente 'obras abiertas' en el sentido de que solo se completa la significación cuando el lector ejecuta la lectura, y este ciclo es individual y singular. Ello continúa la línea de teorías como la Estética de la Recepción y entronca con las aportaciones de Roland Barthes y otros críticos del posmodernismo. Por cierto, si no lo conocéis, no os perdáis el divertido ensayo ¿Cómo se hace una tesis doctoral? de Eco: no os servirá ya para preparar una tesis, pero sí para disfrutar del fino humor del piamontés.

El otro ensayo tiene un título más atractivo: La carne, la muerte y el diablo en la literatura romántica, de Mario Praz. Es un trabajo exhaustivo sobre las relaciones entre estos temas que se enuncian y la estética romántica. Las referencias literarias y artísticas son innumerables y el buen lector disfrutará con las 'relaciones peligrosas' entre algunos autores malditos y el contexto de su época. En su día recogí algunas citas que me parecieron interesantes y que ahora he subido a la red. Este ensayo fue reeditado no hace mucho por la editorial El Acantilado.

Para cerrar esta sesquidécada, recupero a uno de mis autores españoles preferidos: Luis Mateo Díez, del que traigo aquí la novela Las horas completas. Todas las obras de Mateo Díez están surcadas por un humor elegante que asoma bajo la anodina existencia de muchos de sus personajes. En este caso, cinco sacerdotes que viajan en coche se encontrarán con la sorpresa de un peregrino bastante peculiar que vendrá a alterar sus plácidas vidas. Del mismo autor y con la misma calidad son novelas como La fuente de la edad, Camino de perdición, La ruina del cielo o El diablo meridiano. La prosa de Luis Mateo Díez, un auténtico lujo.



8 comentarios:

  1. No puedo acompañarte en el comentario de ninguna de estas obras que reseñas. No las conozco. No he leído Obra abierta; no he leído la obra de Barthes que citas aunque sí he leído El grado cero de la escritura que me marcó en su tiempo. No he leído a Luis Mateo Díez tampoco. No puedo compartir estas lecturas pero sí el ansia de formación autodidacta que me acometió durante muchos años en la estela de mi carrera de filología. En 1997, febrero, nació mi hija mayor, y yo estaba matriculado en los cursos de doctorado de la Autónoma de Barcelona con Manuel Aznar, Sergio Beser, Juan Rodríguez… No conclui el doctorado. Mis senderos me llevaron a otros lugares pero agradecí el paso de nuevo por la universidad.

    Hubo un tiempo de teoría de la literatura en que leí multitud de ensayos al respecto. Ahora me doy cuenta de que soy mucho más adocenado y me dedico simplemente a libros que me atraigan sin aspirar al valor redentor y revolucionario que un día concebí para el placer literario. Es una pena pero la literatura no puede cambiar la vida, ahora menos que nunca. Lo digo con profundo dolor en el alma. Me ha costado una serie de experiencias iniciáticas llegar a pensar que la literatura es una experiencia más cuando yo le atribuí una totalidad difícil de evaluar en este tiempo que corre.

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  2. Me sucede como a Joselu, no he leído ninguno de los tres, pero te agradezco los enlaces a las obras de Eco. Sugerente tanto el título como los fragmentos que has extraído del tercer libro q comentas. Me vienen bien para lit. Univ:) En la última Feria del Libro adquirí un libro de Georges Bataille que creo debe seguir la misma linea que el que reseñas, titulado "La Literatura y El Mal". Es un compendio de artículos sobre escritores como Baudelaire, Sade, Kafka etc.Ah!, También me parece un lujo la prosa de Mateo Díez.

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  3. Tampoco he leído ninguna de las obras que citas, aunque, al igual que Joselu, sí que leí El grado cero de la escritura y un par de novelas de Luis Mateo Díez, como La fuente de la edad o El paraíso de los mortales, gracias a las asignaturas que hice con Arcadio durante la carrera. Después lo volví a encontrar como autor de microrrelatos en La otra mirada y La era de la brevedad.
    Un saludo, Antonio.

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  4. Yo sí he leído el libro de Luis Mateo Díaz. Aunque lo cogí con cierto reparo, por el tema clerical, me encontré simpatizando con el grupito de curas viajeros que sacan a la luz los cotilleos de la diócesis.
    En cuanto a Eco, leí el libro en un momento en que me planteé escribir una tesina, y ese tono distante y algo "gamberrillo" me molestó soberanamente.
    Eso sí, disfruté con "Apocalipticos e integrados".

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  5. Yo sí he leído la de Eco, del que recomiendo sin duda más ensayos, no las otras. Creo que está bien leer obras de teoría literaria de vez en cuando. Salió hace unos años "Las criptas de la crítica", un resumen muy resumido y asequible de las diferentes corrientes de teoría para no iniciados.

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  6. Joselu: Los cursos de doctorado supusieron para algunos como yo (y quizá como tú) una posibilidad de ampliar horizontes, pero también un cierto desengaño del mundo universitario. Por los mentores que citas veo tus intereses literarios, en los que reconozco algunas de tus reflexiones del blog. No comparto esa visión pesimista que cierra tu comentario: creo que la literatura no pierde su magia, a pesar de los tiempos. Como diría Eco, hay miles de obras que están esperando que un lector las complete con su lectura y es un proceso de tan largo alcance que está más allá de los avatares de una época o lugar concretos.
    Mª José: Tomo nota de Bataille, al que no conozco. El malditismo literario debe de dar mucho juego entre los jóvenes. Ya nos contarás.
    Héctor: Tienes razón, había pasado por alto la obra microcuentística de Mateo Díez. Creo que hay incluso alguna actividad por la red sobre los microrrelatos de Los males menores. En La fuente de la edad el ritmo narrativo es de una maestría excepcional.
    Lu: Las novelas de Mateo Díez tienen un lirismo extraño, incluso las que se mueven en el ambiente de comedia. En cuanto a Eco y su ensayo sobre la tesis, ya advierto de que el título es engañoso. Creo que algunos lo recomiendan como si fuese una monografía, cuando en realidad es un texto más informal.
    Eduideas: También tomo nota de tu recomendación. La verdad es que ya no leo apenas crítica literaria, pero hubo un tiempo en que devoraba artículos de todo tipo. Quizá es la herencia de haber estudiado con los tomos de Francisco Rico en la editorial Crítica :)

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  7. Tampoco he leído los libros que mencionas, salvo alguno de Luis Mateo Díaz. Una de sus joyitas: "Soñé que un niño me comía. Desperté sobresaltado. Mi madre me estaba lamiendo. El rabo todavía me tembló durante un rato".

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  8. Carlos: Precioso el micro. Lo recuerdo bien, igual que el de La carta. Gracias.

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