25 octubre 2014

Enredado en el ABP

A veces ocurre que uno anda buscando algo y resulta que lo lleva puesto. Lo curioso es observar que también sucede cuando hablamos de metodología docente. Quienes se adentran en el mundo del Aprendizaje Basado en Proyectos (ABP o PBL) reconocen que llevaban tiempo haciendo algo parecido o, al menos, se hallaban en el camino que conducía a ello. En efecto, nada nuevo hay bajo el sol; el ABP bebe de diversas fuentes que desde hace años ofrecen alternativas a los métodos tradicionales. El ABP resurge ahora con fuerza para tratar de dar respuesta al fracaso escolar y a las exigencias del mundo actual; para ello se ha sistematizado el método y se ha enriquecido con el aporte de las TIC.
Personalmente, cuando llegué a la teorización del ABP, me encontré con el andamiaje que echaba en falta en mis escarceos metodológicos. Ya conocéis proyectos como Callejeros literarios o Piénsame el amor..., de modo que no es necesario explicar que se puede trabajar por proyectos en el aula de Secundaria o Bachiller, que siempre es posible adaptar la metodología del ABP a cualquier contexto, mientras mantengamos la mirada puesta en lo importante, en las competencias.
En estos días hemos comenzado un nuevo curso del INTEF sobre ABP, del cual soy tutor. A pesar de que circularán por la red gran cantidad de recursos actualizados, aprovecho esta nota del blog para recopilar algunos de los recursos propios que he ido acumulando en los últimos tiempos. También aprovecho para animar a mis colegas para que apliquen enfoques didácticos basados en la acción, sea el ABP, la clase invertida o cualquier otro método que exija la implicación y participación del alumnado en la construcción de aprendizajes significativos (y que ello no sea palabrería hueca de burocracia docente).


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15 octubre 2014

Sesquidécada: octubre 1999

Hay sesquidécadas en la que asoma mi lado más salvaje de la Filología. En ellas aparecen lecturas no aptas para el público general; si hubiese rombos en los blogs habría que ponerles más de uno para mantener alejados a los incautos. En octubre de 1999 estaba inmerso en varios cursos de doctorado muy específicos, en los que leía obras como La fraseología del español coloquial o El histórico reino de Valencia y su organización foral. De muchas de aquellas lecturas solo ha quedado el vago recuerdo de horas de lectura silenciosa en bibliotecas perdidas. Sin embargo, como en todas las sesquidécadas, siempre cabe destacar un par de obras por encima de esa masa anónima del recuerdo.

La primera protagonista de esta nota es una tesis doctoral que ocupó casi toda la vida de su autor: Erasmo y España, de Marcel Bataillon. Ya hablé en la anterior sesquidécada de la fascinación que me produjo el Elogio de la locura de Erasmo, así que no era extraño que indagase más sobre este peculiar protagonista de la historia en todas las dimensiones de la cultura, la política y la religión. La obra de Marcel Bataillon se centra en la relación de Erasmo con España y su influencia en los círculos reformistas del siglo XVI. Sé que es un tema áspero y demasiado erudito, pero sorprende leer esa historia como un juego de poder y de intriga casi a modo de una novela de, por ejemplo, Umberto Eco. Tanto me fascinó el personaje que estuve a punto de centrar mi tesis en uno de los traductores de Erasmo, Bernardo Pérez de Chinchón. Por suerte, la fiebre reformista se me fue pasando y solo volví a ello de la mano de Miguel Delibes y su novela El hereje, donde aparecen muchos de los mencionados por Bataillon.

La segunda obra que recupero pertenece a otro viejo conocido de este blog, Luciano de Samósata. Se trata de los Diálogos, un conjunto de textos dialogados en los que se parodian pasajes de la mitología, unas veces con cierto humor y otras con abierta sorna (no se pierdan el diálogo de los muertos con un Caronte más banquero que barquero). Se trata de una joya literaria para los amantes de la mitología y también para los aficionados a la literatura clásica, pues entre sus líneas se aprecian antecedentes de obras como la Celestina, los sueños de Quevedo, las novelas ejemplares de Cervantes, etc. Por supuesto, también tienen relación con los hermanos Valdés y sus diálogos, lo que nos lleva de nuevo a Erasmo. Y es que la literatura, a pesar de su lado salvaje, no hace más que hablarnos de nosotros mismos, en un eterno círculo de referencias y alusiones cruzadas.