28 agosto 2012

Escaparate de lecturas para el aula

La última semana de agosto es buen momento para traer al blog algunas de las lecturas que he ido conociendo en los últimos tiempos y que pueden servir para el aula. Algunos ya conocéis esos paneles de Pinterest en los que voy recopilando por un lado mis lecturas personales y por otro las Lecturas para el aula de Secundaria -al que he invitado a cuantos amigos he podido y al que podéis contribuir cuantos queráis-. El uso de Pinterest me resulta atractivo por tres razones: 1) el botón de pinear es fácil de usar en el navegador y ahora también en teléfonos inteligentes y tabletas; 2) su aspecto recuerda mucho al escaparate de una librería; 3) haciendo clic en las imágenes podemos dirigir a la página de la editorial, de la librería o de la reseña que más nos interese.
No obstante, al margen de ese catálogo visual de Pinterest ya en marcha, creo necesaria esta nota para resaltar algunas de esas lecturas con mayor detalle.
En la línea de novelas juveniles de amor, destaco tres títulos:

Pomelo y limón, de Begoña Oro (SM). Buenas dosis de enredo amoroso con programas de cotilleo de fondo. Tiene un blog relacionado y juega bien con esa ficción trasladada a la red. Tiene booktrailer.

La sonrisa perdida de Paolo Malatesta, de Ana Alcolea (Oxford). La relación de los protagonistas discurre a la par con una intriga muy bien documentada, con referencias artísticas y geográficas precisas que permiten enriquecer la lectura en el aula. Ideal para algún proyecto interdisciplinar.

Tqmc. Te quiero mucho, de Álvaro García Hernández (Sansy). Una novela que nació a partir del blog del profesor Álvaro García y que podría clasificarse como 'tremendismo sentimental adolescente'. Muy adictiva y con interesantes golpes de efecto literarios. Se puede leer en la red o contactar con la editorial para que te envíen una muestra.


Entre las lecturas que abordan temas de mayor dramatismo encontramos:

Alejandra, de Lola Gándara (Edebé). Una joven que desaparece y que esconde una extraña doble vida. Aunque los personajes son quizá muy prototípicos, es fácil de leer y se mantiene la intriga hasta el final.

Palabras envenenadas, de Maite Carranza (Edebé). Otra joven desaparecida, pero con un fondo muy distinto a la anterior. Novela muy dura de la que no se puede desvelar nada sin romper la intriga. Antes de llevarla al aula es conveniente que la lea el docente y valore su oportunidad.

21 relatos contra el acoso escolar, Varios autores (SM). Un tema abordado desde diversos puntos de vista y por distintos autores de renombre. Hay algunos relatos que se salen de los convencionalismos y que vale la pena leer en el aula.

Fuera de esas categorías están dos libros también distintos entre sí. 
El reino de Eidos, de Silvia Gosp (Alupa), es una novela de fantasía que reúne magia y mitología en una trama que combina con acierto los elementos más habituales del género

Por otro lado, Yo conocí a Muelle, de Jorge Gómez Soto (SM) recupera la prehistoria del grafiti español con una intriga juvenil de amistad y luchas callejeras. Muy interesante para trabajar también de manera interdisciplinar.

Espero que os sirva y que compartáis aquí, en Pinterest, en vuestros blogs o en cualquier red social vuestras recomendaciones para el aula.

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21 agosto 2012

Sesquidécada: agosto 1997

Los meses de agosto producen casi siempre lecturas desordenadas y con cierta tendencia al caos. En esos catálogos veraniegos lo mismo se puede hallar un best seller que un sesudo ensayo, un breve opúsculo o un tocho de mil páginas. En el agosto de 1997 encuentro junto a las recopilaciones de cuentos de verano, regaladas por revistas de la época, un monográfico sobre la filosofía del amor en la literatura española de los Siglos de Oro; pegadito a las historias del Padre Brown, del divertido Chesterton, hallo un librito de divulgación acerca de criptografía. Pero como una sesquidécada debe ceñirse a la selección de entre uno y tres libros, debo rescatar sin duda la magnífica novela Sostiene Pereira, del recientemente fallecido Antonio Tabucchi. Se trata de una obra impresionante en cuanto al estilo y en cuanto al contenido. Ambientada en la ciudad de Lisboa durante la dictadura de Salazar, el personaje de Pereira representa la libertad de prensa y de conciencia, así como la lucha contra el totalitarismo. El ritmo de la narración llega por momentos a ser tan opresor como el contexto en el que se desarrolla la trama.
En aquel de agosto de 1997 también leí los Evangelios, pero abordar mis impresiones sobre su lectura en este blog, tanto en lo literario como en lo político-religioso, puede convertirse en un ejercicio de riesgo extremo para este otro tranquilo mes de agosto en el que aún nos quedan unos cuantos días para disfrutar de lecturas al sol. Por cierto, desde principios de año voy recopilando mis lecturas en un tablero de Pinterest; lo digo por si alguien se anima a compartir también las suyas.